-ˋˏ 𝑪𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮𝟮: La Próxima Aventura
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₊⌛❜ ⋮ ˖ ࣪ 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐑𝐎𝐍𝐆 𝐓𝐈𝐌𝐄៹ ࣪˖ ࿐ ⋆
CAPÍTULO VEINTIDÓS ━━ ❛ 𝒍𝒂 𝒑𝒓𝒐𝒙𝒊𝒎𝒂 𝒂𝒗𝒆𝒏𝒕𝒖𝒓𝒂 ❜
˚✧⋆ ⌛ ❰ Ellie's POV ❱ ⋆ ♡ ⋆⏃ .༄
Había empezado a hablar de nuevo sobre cómo nunca pensé que Newt me amaría y correspondería mis sentimientos, pero él hizo algo que nunca soñé que haría.
¡Me besó!
Fue absolutamente, el mejor momento y la mayor sensación de mi vida. Sentí fuegos artificiales a mi alrededor mientras me derretía en el beso. El beso fue suave y tierno, pero ardiente y apasionado en el momento en que continuó. Newt me rodeó la cintura con los brazos y me acercó a él, y yo le rodeé el cuello con los míos. Sus labios se sentían perfectos sobre los míos y nos movíamos en perfecta armonía el uno con el otro. El momento parecía durar una eternidad, pero la eternidad no sería suficiente. Quería que este momento durara para siempre. Quería que estuviéramos juntos. En aquel momento estaba absolutamente segura de que no había nada en el mundo que deseara más que a él.
Nos separamos, respirando agitadamente, y él apoyó su frente contra la mía. Era más alto que yo, y para mí era la altura perfecta. Me sonrió y yo le devolví la sonrisa, más feliz que nunca, y solté una risita. Newt soltó una carcajada y nos quedamos así para siempre.
—Quédate —suplicó Newt—. Quédate conmigo. No podría dejarte ir. Ni ahora ni nunca. Eres parte de mí.
—Me resultaría más fácil quedarme y aceptar todo esto si estuviéramos saliendo —sonreí.
—Relación a largo plazo —murmuró Newt—. Romántica. Llena de aventuras. Todo es increíble mientras sea contigo.
—Todo lo que tienes que hacer es preguntar —susurré.
—¿Elle? —Newt respiró. Me dio escalofríos.
—¿Sí? —contesté.
—¿Quieres ser mi novia y permitirme el increíble honor de llevarte a una cita? —preguntó finalmente, formulando la pregunta que yo había deseado oír durante tanto tiempo.
—¡Sí! —me reí— ¡Nada me gustaría menos!
Newt se inclinó hacia abajo y volvió a besarme, ahuecando mis mejillas con sus manos. Esta vez, aún más tierno y encantador y dulce que la primera vez, pero igual de apasionado. Era perfecto, y no podía imaginármelo de otra manera. Es cierto que ha habido altibajos, pero ambos sabemos de corazón que el corazón quiere lo que quiere. Mi corazón lo quiere a él, y se siente tan bien, tan correcto...
Madame Picquery irrumpió bulliciosamente en la habitación.
—Scamander, tiene que irse —ordenó.
—No hace falta, señora presidenta —le dije amablemente—. Me quedo. Hay demasiado aquí que no puedo permitirme dejar atrás.
—¿Está segura? —preguntó.
—Nunca me quise ir, sólo pensaba que era lo correcto. Pero no lo es. Ya estoy donde debo estar —sonreí, mi mirada se desvió brevemente hacia Newt antes de volver a mirar a Madame Picquery.
Madame Picquery suspiró.
—Muy bien —respondió. Luego nos sonrió a mí y a Newt, que estiró la mano hacia abajo y tomó la mía en la suya—. Tómese el día libre —añadió.
Asentí, sin dejar de sonreír.
—¡Gracias, señora presidenta! —Ella se marchó y Newt y yo nos quedamos un segundo más antes de salir nosotros también y abandonar el MACUSA de la mano.
—¿Y ahora qué? —preguntó Newt.
—¿Sigues yéndote hoy? —pregunté con tristeza.
—¿Cuando tengo la oportunidad de pasar un día entero contigo? Por supuesto que no. Mañana habrá otro ferry, así que me iré en ése —respondió Newt, sonriéndome. Le devolví la sonrisa y me eché a reír, apoyándome en su costado, él enseguida me rodeó la cintura con el brazo mientras caminábamos.
—Probablemente deberíamos ir a avisar a Queenie y a Tina de que todo va bien —le dije a Newt y él asintió con la cabeza. Encontramos un callejón vacío y nos aparecimos en el edificio de las Goldstein. Subimos rápidamente las escaleras y entramos en el apartamento, donde Queenie estaba sentada en el sofá con una enorme sonrisa al vernos.
—¡Oh, Elle! Cielo, ¡estoy tan contenta de que hayas decidido quedarte! —exclamó, envolviéndome en un enorme abrazo. Me reí y me separé.
—Gracias, Queenie —agradecí, sonriendo.
—Cualquier cosa por ti, cielo —respondió ella dulcemente—. ¡Y felicidades a los dos! Ya era hora de que os confesarais. Es tan evidente que os amáis el uno al otro.
Newt y yo miramos al suelo y nos sonrojamos locamente. Cuando volvimos a mirarnos, cada uno tenía una enorme sonrisilla. Newt se inclinó y me besó en la frente y yo cerré los ojos, aún sonriendo. Tina salió del dormitorio, todavía en pijama, y nos vio a Newt y a mí. Jadeó, corrió hacia mí y me abrazó, casi haciéndome caer.
—Gracias a Dios, Ellie. Queenie me ha contado lo que ha pasado y que Newt ha ido a buscarte —me dijo, separándose del abrazo—. Estoy tan aliviada de que hayas decidido quedarte.
Newt retiró su mano de la mía y en su lugar colocó su brazo alrededor de mi cintura. Tina se dio cuenta de esto.
—¿Qué pasó exactamente para que cambiaras de opinión? —preguntó ella con un tono pícaro, esbozando una sonrisita— ¿Por fin se lo has dicho, Newt?
—Sí, Tina —New asintió, también sonriendo.
—Ya era hora —respondió Tina, sacudiendo ligeramente la cabeza.
—¿Newt? —pregunté. Me miró sin soltarme—. ¿Qué te parece si celebramos tu último día aquí con una primera cita?
—Nada me gustaría más.
—¡Oh! Antes de que os marchéis —Queenie jadeó—. Newt, sólo quiero que sepas que te has elegido una chica poco común, así que más te vale tratarla bien.
—O si no, Queen y yo te daremos caza y te arrepentirás de haber hecho daño a nuestra mejor amiga —añadió Tina. Puse los ojos en blanco.
—Gracias chicas, estoy segura de que le alegra saber que sus amigas lo matarán si soy infeliz —dije sarcásticamente. Queenie soltó una risita y Newt se puso rojo como un tomate—. Venga, vámonos —le dije a Newt, sacándolo del apartamento.
—Entonces, ¿qué te gustaría hacer? —preguntó Newt de una manera muy caballerosa.
—¡No lo sé! —me reí—. Es tu último día en América, ¿qué te gustaría hacer a ti?
—En realidad no sé qué es todo lo que hay que hacer, exactamente —respondió Newt tímidamente, pasándose los dedos por el pelo.
—Bueno, hay un montón de restaurantes, todos tienen una comida maravillosa, está Central Park, el Rockefeller Center donde tienen una pista de patinaje sobre hielo... ¿algo suena interesante? También están los monumentos histórico —enumeré. Newt se quedó pensativo un momento.
—¿Dónde está ese Rockefeller Center del que hablas? —preguntó. Me reí y le tomé de la mano.
—Ven conmigo —sonreí con una risita. Tomamos un metro hasta el Rockefeller Center, donde le acompañé de nuevo a la superficie y nos plantamos en Times Square. Newt se maravilló con las vistas que le rodeaban.
—Lo decía en serio cuando dije que Nueva York era mejor de lo que pensaba que sería —dijo él en voz baja—. ¿Dónde está la pista de patinaje?
—O-oh, bueno, me encantaría enseñártela, pero... —me callé y Newt me miró raro.
—¿Qué pasa? —preguntó preocupado.
—Nunca he patinado sobre hielo —respondí con la cabeza gacha—. Lo sé, es una tontería.
—Para nada —me aseguró Newt, agarrándome de la barbilla e inclinando mi cabeza hacia arriba para que le mirara a los ojos—. Esa es una razón más para que te lleve. Puede ser como nuestra primera aventura como pareja: yo intentando enseñarte a patinar sobre hielo.
Me reí, sonrojada, lo que hizo sonreír a Newt.
—De acuerdo, eso suena maravilloso —acepté. Volví a tomarle de la mano y lo conduje a la pista de hielo donde ya había varias personas patinando como profesionales.
Pagué el alquiler de nuestros patines, ya que Newt no llevaba dinero muggle, y me ayudó a ponérmelos. No era muy difícil caminar con ellos, pero en cuanto pisé el hielo me caí hacia atrás con los brazos en el aire. Por suerte, Newt estaba detrás de mí y me atrapó antes de que cayera al suelo.
—¡Gracias! —exclamé. Newt sonrió y me ayudó a levantarme. Me agarró de la mano y entró en el hielo para unirse a mí. Me guió por la pista, intentando enseñarme a mantener el equilibrio sobre el hielo y, poco a poco, a impulsarme y ganar velocidad. Me aferré a su mano mientras con la otra me aferraba a la barandilla de la pista.
—Será más fácil cuando ganes velocidad —me dijo—. Te deslizarás mejor sobre el hielo.
—Creo que le voy pillando el tranquillo —asentí—. ¿Puedo probar lejos de los laterales? Contigo aún, por supuesto. Creo que todavía no estoy preparada para que me sueltes. No tengo tanta coordinación.
Newt se rió.
—Lo que quieras —respondió. Lenta y vacilante, aparté la mano de la barandilla y me impulsé con demasiada fuerza, tropezando un poco con Newt. Jadeé y me agarré a él un poco más fuerte de lo que pretendía, pero él no dijo nada al respecto—. No pasa nada. Vas bien. Concéntrate en mí. Lo estás haciendo genial.
Newt nunca soltó mi mano, pero en su lugar se arrastró torpemente para tratar de patinar delante de mí, mirándome. Fue una lucha para él, ya que tenía suficientes problemas intentando patinar hacia atrás. Sin embargo, tenía más práctica que yo. Con el tiempo, se volvió más estable yendo de espaldas, y aunque todavía parecía torpe al patinar, sólo parecía concentrado en ayudarme, lo que me pareció muy entrañable y adorable.
Seguimos así durante un rato, con él delante de mí, guiándome y atrapándome cuando estaba a punto de caerme, ya que yo normalmente iba hacia delante. Una vez que me sentí más cómoda, Newt volvió a mi lado, sujetándome la mano.
Hablamos y reímos como lo hemos hecho durante todo el tiempo que llevamos conociéndonos. Nada había cambiado, salvo que estábamos más unidos. Estaba relajada, cómoda y, lo que era más importante... se sentía natural estar con él. Me sorprendió lo mucho que estaba mejorando en el patinaje y lo poco que me había caído.
«A lo mejor no soy tan mala en esto», pensé. Alguien debió de oírme, porque en cuanto pensé eso, choqué con un trozo de hielo que parecía más resbaladizo que el resto y me caí. Newt estaba tan desprevenido que no se lo esperaba y no pudo hacer nada para evitarlo. Como nuestras manos estaban juntas, acabé tirándole accidentalmente hacia abajo conmigo y aterrizó encima de mí.
—Lo siento —me disculpé inmediatamente. Newt empezó a reírse y yo me uní a él.
—No lo sientas —dijo riéndose—. Todo forma parte del aprendizaje, y es de esperar de tu primera vez. —Se levantó y me ayudó a ponerme de pie. Me incliné hacia arriba y besé su sonrosada y pecosa nariz que estaba roja por el viento.
—Gracias —susurré.
—¿Qué te parece si vamos a por comida y algo caliente para beber? —preguntó con una suave sonrisa.
—Me parece perfecto —le devolví la sonrisa.
Devolvimos los patines y volvimos a calzarnos nuestros zapatos normales. Se me hacía raro volver a tener los zapatos planos en los pies, y mis piernas aún tenían la sensación de estar patinando sobre el hielo. Newt y yo paseamos por las concurridas calles de la ciudad y le llevé a una pequeña cafetería que me gustaba y que estaba cerca, en Times Square.
Entramos y enseguida nos invadió el calor, así como el olor de los deliciosos manjares. Sándwiches, bocadillos, pasteles, café, cacao, ¡lo que se te ocurra! Newt y yo fuimos y nos sentamos en una mesa para disfrutar de la calidez de la cafetería por un momento.
—Encontré este sitio un par de años después de mudarme aquí —le conté—. Siempre me ha gustado tomar un bocadillo de albóndigas y chocolate caliente.
—Vaya combinación —Newt se rió.
—Lo sé, pero ya verás por qué. ¡Está absolutamente buenísimo! No tan bueno como el de Queenie, pero bueno al fin y al cabo —añadí.
—¿Eso es lo que quieres? Puedo ir al mostrador a pedir si quieres —ofreció Newt.
—O podemos ir juntos, y tú puedes mirar el menú mientras yo pido mi comida —repliqué. Newt se sonrojó.
—Sólo he pensado en ofrecerme para que no te levantaras tú... —respondió tímidamente.
—Y me encanta tu caballerosidad —solté una risita—. Venga, ¿por qué no vamos y pedimos?
New acabó pidiéndose un tazón de sopa caliente de tomate asado, ya que aún tenía frío del tiempo que hacía fuera. Yo pedí lo de siempre y pedí una taza de cacao para Newt diciendo que si no le gustaba me la tomaría yo. Llevamos la comida a nuestra mesa y charlamos alegremente mientras comíamos. Newt tomó un sorbo del cacao y casi se lo tragó entero, quejándose de que ya no le quedaba garganta de haberse quemado tanto.
—¡Bueno! —exclamé mientras me reía— ¡Bobo, eso es lo que pasa cuando bebes tanta cantidad de una bebida hirviendo de golpe!
Newt se puso rojo y no supe decir si era rubor o sólo por el calor de la bebida. Me reí y seguimos hablando una vez que Newt se hubo calmado un poco. Terminamos la comida y nos fuimos, regresando por aparición al apartamento de las Goldstein, donde pasamos el resto de la noche con Queenie y Tina, hasta que todos decidimos irnos a la cama.
Preparamos el sofá como cama improvisada para Newt, mientras Tina, Queenie y yo volvíamos a nuestro dormitorio después de ponernos el pijama. Antes de irnos a la cama, besé a Newt en la mejilla y le di las buenas noches. Luego cerré la puerta de la habitación con una sonrisa que nunca me abandonó mientras les daba las buenas noches a Tina y Queenie y me acostaba a dormir. Me dormí más feliz que nunca en mi vida, pero también preguntándome qué me depararía el futuro y si alguna vez se daría la situación de poder volver a mi tiempo original. Me preguntaba que si eso llegaba a pasar, sería por decisión propia o a la fuerza. Podría ser malo que cada vez más gente conociera mis secretos. Podrían venir a por mí o a por la gente a la que quiero, o incluso intentar utilizarme... y ese pensamiento me atormentaba.
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