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-ˋˏ 𝑪𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮𝟬: Despedidas

Ellie's POV

Los cinco subimos despacio por la escalera de la boca del metro, donde nos colocamos bajo un toldo con Jacob por delante del resto. Queenie estiró un brazo y lo agarró por la chaqueta para impedir que saliera a la lluvia.

—Eh... Es lo mejor para todos —Intentaba ser positivo, pero su tono le delataba—. Sí. Yo... No. Ni siquiera debería estar aquí. Ni siquiera debería saber... —su voz se quebró al hablar y sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas por millonésima vez en los últimos diez minutos— nada de esto. Todos saben que Newt y Elle me han dejado acompañarles porque... Eh, Newt, Elle, ¿por qué me habéis dejado acompañaros?

—Porque me caes bien —respondió Newt con sinceridad—. Porque eres... mi amigo. Y nunca olvidaré cuánto me has ayudado, Jacob.

—Yo quise que te quedaras porque pensé que era genial estar acompañada de alguien con una personalidad como la tuya. Siempre es bueno saber que, en un mundo lleno de oscuridad y gente mala, sigue habiendo personas como tú que traen de vuelta el bien y la luz para sobreponerse a la oscuridad —añadí.

—¡Oh! —exclamó Jacob, claramente emocionado con nuestras respuestas. Intentaba con todas sus fuerzas no llorar, pero era evidente que estaba triste y que esto le dolía tanto como al resto de nosotros. Era difícil decir adiós. Queenie subió por la escalera hacia él y se quedaron muy cerca el uno del otro.

—Me iré contigo —ella sonrió con voz temblorosa. Probablemente era la más afectada—. Iremos no sé dónde. Donde tú quieras. Es que... Nunca encontraré a nadie como tú.

—Hay muchos como yo —respondió Jacob con tristeza. Queenie le puso una mano en la mejilla.

—No, no —susurró ella—. Como tú no hay dos.

Jacob la miró con cara de mucho dolor, intentando aprovechar el momento sabiendo que no volvería a vernos nunca más.

Finalmente, tras una pausa, Jacob dejó escapar un suspiro.

—Tengo que irme.

—¡Jacob! —exclamamos Newt y yo al unísono.

—No pasa nada, no pasa nada. No pasa nada... —nos dijo él, procurando sonreír— Es como despertarse, ¿no?

Intenté forzar una sonrisa mientras Jacob nos dirigía una última y triste mirada antes de salir de debajo de la seguridad del toldo y dejar que la lluvia cayera sobre él. Con su varita, Queenie hizo aparecer un paraguas mágico y fue detrás de Jacob. Se acercó a él y le acarició la mejilla con su ternura, inclinando su cabeza hacia abajo para que la mirara, y le tocó los labios antes de cerrar los ojos e inclinarse para besarlo con dulzura.

Sentí que mis lágrimas se hacían más frecuentes a medida que lloraba y, por instinto, me volví para enterrar la cara en el torso de Newt. Sentí que él me rodeaba la cintura con un reconfortante brazo y luego hacía lo mismo con el otro, acercándome más a él. Queenie regresó y yo me separé de Newt, pero uno de sus brazos seguía rodeándome mientras bajábamos los escalones y Jacob abría los ojos para descubrir que nos habíamos ido.

Cuando nos perdimos de vista, Newt volvió a abrazarme y me consoló frotando círculos en mi espalda. Dejé escapar un sollozo mientras me hundía más en él, buscando consuelo en todo lo que tenía que ver con él. Su olor, su ropa, la estructura de su cuerpo, todo. Incluso su respiración y el sonido de su corazón parecían calmarme. Sentí que apoyaba la barbilla en mi cabeza un momento antes de inclinarse para depositar un delicado beso sobre ella. Cuando me calmé un poco más, Newt me rodeó con el brazo mientras tomaba la mano de Tina, que ya tenía agarrada a Queenie, y nos aparecimos de vuelta a su apartamento.

Cuando llegamos, Queenie lloraba suavemente y se dejó caer en el sofá del salón. Tina se puso junto a su hermana para consolarla mientras Newt me llevaba al dormitorio. Me sentó en una de las camas y tomó asiento a mi lado.

—Supongo que no podré esperar unos días para tomar un ferry —murmuró él.

—Sí, supongo que no. Aunque probablemente ya estés listo para irte —respondí.

—¿Qué te hace decir eso? —preguntó Newt con curiosidad.

—Bueno, lo que quiero decir es que después de las cosas que he dicho, probablemente ya estés listo para irte —le expliqué.

—No estoy enfadado por eso, Elle, sólo quería que lo entendieras —dijo Newt en voz baja.

—¿Entender qué? —pregunté.

—Que no era correcto eso de que me había olvidado de ti o que no me importabas —respondió Newt—. Fuiste, eres y siempre serás mi mejor amiga. De todos, siempre has sido la que más me ha ayudado. Me apoyas en todo lo que decido hacer y siempre has sido muy amable conmigo.

—Oh —susurré—. Entonces, ¿cuándo te vas a ir?

—Mañana —respondió Newt—. Ya es tarde.

—Mañana tengo que trabajar —le dije.

—¿Qué en la Tierra ibas a estar haciendo allí? —preguntó Newt. Le lancé una mirada.

—Es mi trabajo, y haya peligro o no, que casi siempre lo hay, tengo que estar allí —espeté.

—Oh —murmuró Newt—. Lo siento, no lo sabía.

—¿Puedo preguntarte algo? —solté.

—Eh... claro. No veo por qué no —respondió Newt intentando sonreír un poco.

—Estoy un poco confusa. Guardaste las cartas, pero nunca me respondiste. Tienes mi foto, pero intentas taparla con la de Leta para que no se vea. ¿Por qué?

La cara de Newt se drenó de todo color, y bajó la mirada, jugando con sus dedos.

—Yo-yo... eh... —tartamudeó— No lo sé.

Me di cuenta de que mentía.

—Sí, sí lo sabes, Newt. Por favor. Tan sólo háblame —le supliqué—. Puedes contarme cualquier cosa.

—Puedo contarte cualquier cosa excepto esto —argumentó Newt.

Estaba a punto de discutir cuando se abrió la puerta del dormitorio y entró Tina.

—¿Puedo hablar con Ellie? —preguntó— A solas.

—Oh. Claro, adelante —respondió Newt. Resopló y salió de la habitación con aire irritado.

—¿Qué le pasa? —preguntó Tina.

—Nada de lo que debas preocuparte, Tina —dije amablemente. Cerró la puerta tras de sí y vino a sentarse a mi lado en la cama—. ¿Qué ocurre?

—Quería preguntarte sobre lo que pasó antes de que Credence atacara —explicó Tina—. Parecías más que un poco alterada.

—Me sentía fatal por las cosas que le dije a Newt —suspiré—. Estaba enfadada con él porque sentía que yo no le importaba. Tenía una foto de una chica con la que íbamos al colegio que siempre estuvo celosa de lo cercana que era yo a Newt, ya que ella le conocía desde hacía más tiempo. Ella nunca lo trató como debía. Yo sentía que él ni siquiera quería recordarme o estar cerca de mí, ya que durante todo el tiempo que estuvimos separados sólo me escribió una carta y fue en la primera semana. Resulta que guardó todas las cartas y la foto estaba encantada.

—¿Qué quieres decir con que estaba encantada? —preguntó Tina.

—En realidad era una foto mía que estaba encubriendo haciendo que pareciera que era la de Leta —le expliqué—. Creo que la razón por la que estaba tan apagado en ese momento es porque intenté preguntarle por qué hizo esas cosas.

—¿Y? ¿Qué dijo?

—Me dijo que no podía contármelo. Me dijo que podía contarme cualquier cosa excepto eso —murmuré.

—Puede que con el tiempo te lo acabe contando —dijo Tina—. Dale tiempo, y quizás entre en razón.

—¿Te gusta? —solté. Tina me miró atónita antes de empezar a reírse ligeramente.

—¿Newt? ¿A mí? ¿Gustarme? —repitió—. No. Creo que tiene grandes cualidades como amigo, pero nada más. Además, creo que aunque me gustara, ya tiene el corazón puesto en otra persona.

Eso me hizo sentir una punzada de culpabilidad en el corazón. Ya estaba enamorado de alguien. Por supuesto. Nunca podría amarme. He sido una estúpida al alterarme tanto por todo lo que ha pasado, todo porque estaba enamorada de él. Esperé durante años que él sintiera lo mismo. He sido una estúpida al esperar que se demostrara que estaba equivocada y que él me amaba como yo le amo a él.

—Oh —susurré con lágrimas en los ojos.

—¿Por qué pareces tan triste de repente? Creo que es evidente de quién estoy hablando —Tina se echó a reír.

—No —murmuré—. No lo es.

—Está claro que está enamorado de ti, Ellie. ¿No prestas atención a la forma en que te mira? Cuando está en la misma habitación que tú, todo lo que puede hacer es mirarte. Lloró cuando pensó que ibas a morir y cuando vio tus recuerdos. Te abraza como si no hubiera un mañana y te besa la cabeza. Queenie dice que piensa en ti todo el tiempo, pero eso es todo lo que puede entender con el acento. Todas estas cosas hacen evidente que está enamorado de ti, ¡pero tú no lo ves porque estás demasiado ocupada haciendo lo mismo!

Me quedé allí sentada, demasiado aturdida para hablar, intentando asimilar lo que acababa de decir. ¿Era verdad? ¿Estaba enamorado de mí? Lo dudaba. Siempre lo he hecho, pero también siempre he esperado que lo estuviera. Es como una constante batalla interior conmigo misma sobre lo que siente y entre la esperanza y la realidad.

—Newt nunca podría estar enamorado de mí —dije por fin—. Así ha sido siempre y así será.

Tina me miró con tristeza y suspiró. Se levantó y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Yo estaba en mi cama, así que retiré las sábanas para acostarme y me cubrí con ellas sin molestarme en cambiarme de ropa y me quedé dormida.

A la mañana siguiente, me desperté súper temprano, cosa que no suelo hacer. Pero no me importó, así que me quité las sábanas y me puse otra ropa antes de aparecerme en el MACUSA y bajar al Departamento de Investigaciones Principales. Me sentía mal por dejar a todo el mundo, sobre todo a Newt, pero necesitaba irme. Me sentía tan perdida en mis propias emociones que pensé en mi tiempo original.

«¿Qué estarían haciendo ahora el Trío de Oro o los gemelos Weasley? ¿Hay guerra allí como la hay aquí? ¿Debería haberme ido alguna vez? ¿Me echan de menos o se acuerdan de mí? ¡¿Por qué agarré ese maldito giratiempo?!»

Mis pensamientos me consumían mientras estaba sentada en mi propio despacho, y no me enteré del eco de los pasos que entraban en la habitación. Sentí que se me escapaba una lágrima por el rabillo del ojo y me sorprendí de que aún me quedaran lágrimas. Sentía que lo único que había hecho en los últimos días era llorar.

—¿Aurora Vance? —Madame Picquery, que se encontraba detrás de mí, me sacó de mis pensamientos. Me sequé rápidamente las lágrimas y me senté derecha en la silla.

—¿Sí, señora Presidenta? —me dirigí a ella de manera formal. Ella miró la silla frente a mi escritorio—. Ah, sí. Siéntese.

Se sentó frente a mí y puso una carpeta sobre la mesa.

—Estaba revisando los archivos que Gellert Grindelwald, disfrazado de Percival Graves, había encontrado sobre usted y el señor Scamander —empezó.

—¿Tenía un archivo sobre mí? —jadeé. Asintió con la cabeza, claramente no contenta de que la interrumpiera.

—Estuve revisando sus registros, y con tan alta estima del Ministerio de Magia nunca pensé hacerlo —continuó—. Sin embargo, encontré algunos datos bastante interesantes y extraños. Muestra que sólo estudió en Hogwarts desde su cuarto año hasta que se graduó, sin ningún registro escolar previo. ¿Le importaría explicarse?

—No me creería si se lo dijera —le contesté.

—Conozco el motivo, señorita Vance. Soy plenamente consciente de su situación, pero le estoy dando la oportunidad de decírmelo —espetó Picquery.

Suspiré.

—Vine aquí desde el futuro. Yo era una estudiante de cuarto año cuando llegué aquí. La razón por la que mis otros años no se muestran es porque no existen hasta 1990-1993. En 1994, utilicé un Giratiempo sin tener pleno conocimiento de lo que estaba haciendo y me quedé atrapada aquí. Terminé mis estudios y desde entonces llevo una vida normal, o todo lo normal que puedo.

—Ya veo —Madame Picquery asintió— El Ministerio tiene algo de tecnología, pero no tanta como la que tenemos aquí. Si quisiera volver, estoy dispuesta a dejar que lo intente. He venido a decirle que tal vez podamos enviarla a casa si así lo desea. Sería una pena perder a mi mejor auror, pero lo comprendo.

—Espere un minuto —dije—. ¿Me está diciendo que puede enviarme 90 años al futuro, de vuelta a mi línea temporal original?

—Así es, Vance —Madame Picquery sonrió.

Me lo pensé un momento. Si volviera, ¿qué tendría realmente? He pasado más tiempo de calidad aquí, y he forjado mejores amistades que las que tenía. He encontrado uso para mis habilidades en magia sin varita como auror, y he ayudado a atrapar a Grindelwald.

Sin embargo, también he conocido al amor de mi vida. La única persona que creo que podría llegar a entenderme de verdad. Pero también me ha hecho más daño que los Slytherin del colegio en 1994. «Él está a punto de volver a Londres. ¡Tu trabajo está aquí! La última vez que se fue, nunca supiste de él».

Preferiría vivir mi vida en una época en la que sé que nunca podría sentir tanto dolor como el que he sentido con Newt. Por mucho bien que haya hecho y por mucho que le quiera y me preocupe por él, él tiene que seguir su camino y yo el mío. Vine aquí por accidente. No nací aquí. Nunca debí estar aquí en primer lugar. Probablemente sea mejor para Newt y todos los demás si no formo parte de sus vidas.

—Quiero irme a casa —dije finalmente—. ¿Cuándo podemos irnos?

—Sígame —indicó Madame Picquery. Salimos de mi despacho y caminamos por los pasillos. Me sentía fatal porque sabía que la mayor parte de mí no quería marcharse, pero también sabía que era lo correcto. Dejé caer un par de años más mientras caminaba en silencio detrás de Madame Picquery.

«¡Ellie! ¡¿Qué estás haciendo?!». Oí la voz de Queenie en mi cabeza.

«¿Queenie?»

«¡Sí! ¿Por qué quieres volver? Piensa en lo que estarás dejando atrás».

«Si me quedo, sólo estaría causando más daño que bien».

«¿Qué tienes para volver allí que sea mucho mejor que lo que tienes aquí? No hay Newt, ni Tina, ni nadie».

«Tengo a mis viejos amigos de antes de venir aquí».

«¡Pero no estás segura de eso! Piensa en cómo reaccionará Newt cuando se entere de que te has ido».

«Dile adiós de mi parte.»

«¡No! No puedo dejar que hagas esto, Ellie. Eres demasiado buena y demasiado importante para mí como para dejar que te vayas sin más. Piensa en todo lo que has logrado».

«Piensa en lo que podría lograr allí, entonces».

«¡No! Deja de tratar de hacer ver en tu cabeza que es lo mejor cuando sabes que no serás feliz. Tú y Newt pueden arreglar las cosas, sé que pueden. ¡Es tu mejor amigo, Elle!»

«Dile lo que siento. Dile...»

«¿Elle?»

«Dile a Newt que le amo. Dile que lo siento, pero que tenía que hacer las cosas bien».

«¡Ellie! ¡Eliana Marie Vance! ¡Para!»

«Adiós Queenie. Adiós Tina».

«¡Elle!»

«Adiós Newt».

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