Newt's POV

No sé lo que acabo de presenciar. Una chica apareció de la nada justo delante de mí. Aunque no es simplemente una chica, sino una hermosa chica con una túnica de Gryffindor que se desmayó, cayendo en mis brazos. Por suerte estuve allí para atraparla. La pregunta es, ¿cómo llegó allí? Me refiero a que la gente no puede aparecerse así. Aunque no es tan joven, de todos modos todo esto es muy extraño.

Hice todo lo posible para llevarla a la enfermería, pero no soy tan fuerte como para llevarla, así que la levité durante la mayor parte del viaje.

Tenía el pelo entre rubio y castaño que se reduce un poco por encima de sus hombros, y su cara era un poco pálida y suave. Una vez que la llevé a la enfermería, le conté todo a la enfermera. La acostamos en la camilla antes de que ella comenzara a revisar los signos vitales de la pobre chica. 

—¿Dónde dijiste que la encontraste? —preguntó ella.

—Ah, eh... e-en la oficina d-del director —tartamudeé. La enfermera negó con la cabeza. 

—Qué extraño —respondió ella— su túnica es diferente al de los demás estudiantes. ¿Dijiste que se apareció? 

—Sí —contesté—. Bueno, apareció de la nada, pero no como si se hubiera aparecido. Era como si se desvaneciera en el pasillo. Ella parecía estar fuera de sí, y cuando corrí para ver si estaba bien, se derrumbó y se desmayó en mis brazos.

—Ya veo —respondió la enfermera con los brazos cruzados—. Debería ir a clase. No querrás meterte en problemas ahora, ¿verdad?

—Pero yo-

—Me aseguraré de que esté bien. Informaré al director, y usted podrá venir a visitarla más tarde —dijo ella interrumpiéndome. Suspiré en derrota, asentí y me fui.

Iba por el pasillo, perdido en mis pensamientos. Estaba muy preocupado por la chica y me pregunté de dónde venía. Ella era claramente una estudiante de Hogwarts, pero nunca la había visto antes. Me pregunto si Theseus la ha visto alguna vez. Después de todo, ella es una Gryffindor como él. ¡Así que si alguien la conoce, es él! Pero el problema es que Theseus y yo no nos llevamos bien.

Suspiré y entré en la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras del Profesor Dumbledore intentando pasar inadvertido ya que llegué tarde, pero el profesor me estaba dando la espalda. Así que rápidamente y silenciosamente llegué hasta mi mesa y me senté, revisando a mi alrededor para ver en qué página estaban los demás.

—Entonces, con eso dicho, creo que todos están listos para intentar lanzar el hechizo —concluyó Dumbledore, girándose para enfrentar a la clase—. Y la próxima vez que planees llegar tarde, Newt, te sugiero un mejor método donde no parezcas tan sospechoso tratando de estar callado —me guiñó un ojo y me sonrojé, hundiéndome en mi silla bajo su mirada. Él sonrió y continuó.

Todos intentaban practicar el hechizo de desarme. Así que Dumbledore nos puso por parejas, y como siempre, no tenía a nadie.

—¡Newt! —me llamó Dumbledore—. Estás conmigo —bajé la cabeza y me acerqué a él—. Tú vas primero.

—¡Expelliarmus! —dije y la varita de Dumbledore salió volando de su mano, extendí la mía para agarrarla, pero Dumbledore saltó para atraparla antes de lo hiciera yo.

—Bien hecho, pero para atraparla tendrás que hacer algo mejor que eso, Newt —Dumbledore sonrió. 

Me había familiarizado con el profesor Dumbledore durante mis últimos cuatro años aquí en Hogwarts, por lo que solía llamarme por mi nombre, en lugar de Scamander, como hacen mis otros profesores. El resto de la clase continué tratando de desarmar a Dumbledore y atrapar con éxito su varita, pero siempre fallaba. Finalmente, después de la última vez, Dumbledore se despidió de la clase.

—Buen trabajo hoy, Newt —dijo alentadoramente. Asentí, tomé mis cosas saliendo de la clase lo más rápido posible.

Me apresuré a ir a la enfermería. Era la hora del almuerzo, pero no tenía ganas de ir. Entré para ver que la chica todavía seguía inconsciente, pero esta vez el director Black estaba hablando con la enfermera.

—Ah, señor Scamander —saludó la enfermera. El director Black se dio la vuelta. Asentí con la cabeza hacia él en forma de saludo.

—¿C-Cómo está la chica? —le pregunté con timidez.

—Sus signos vitales parecen ser constantes, pero encontramos algo extraño en el lugar donde dices que aterrizó —me informó la enfermera. Me sentí aliviado al escuchar que ella estaba bien.

—¿El qué encontraron? —pregunté. El director Black levantó un pequeño collar de oro con un reloj de arena que parecía estar roto. Debe haberse roto cuando ella se cayó.

—No estamos seguros de qué es exactamente —dijo la enfermera, pero algo en los ojos del director decía lo contrario.

—Pero ella estará bien, ¿no? —pregunté, la preocupación se hace notoria en mi voz.

—Es difícil de decir —respondió la enfermera— como dije antes, los signos vitales son constantes, pero no sé cómo llegó hasta aquí, por lo que es difícil determinar si está inconsciente, dormida, o en estado de coma. Quién sabe cuánto tiempo pasará antes de que ella se despierte, si es que alguna vez lo hace —miré a la hermosa muchacha que yacía en la camilla frente a mí y sentí que me dolía el corazón. Quería que ella estuviera bien, y que se despertara. 

—¿Señor Scamander? —dijo el director sacándome de mis pensamientos. Le miré, pero él simplemente asintió con la cabeza hacia la puerta mientras la enfermera estaba ocupada atendiendo a su paciente, buscando a tientas sus herramientas tratando de determinar qué hacer. Seguí al director fuera de la enfermería y el pasillo.

—¿Qué está pasando? —pregunté repentinamente frustrado.

—No sé cómo se las arregló para conseguirlo, o por qué lo tuvo, pero sí sé cúal era el objeto —dijo con honestidad—. Y te digo todo esto porque fuiste tú el que encontró a la muchacha.

—¿Qué objeto era? —pregunté.

—Es un Giratiempo —respondió—. Eso significa que ella apareció fuera de este tiempo. De qué tiempo, no lo sé, pero ella no es del nuestro.

—¿Pero ella sobrevivirá? —pregunté preocupado.

—No estoy seguro —dijo el director frunciendo el ceño. Mi corazón se hundió. Nadie se merece esto. Estoy seguro de que ella no hizo nada para merecer estar atrapada en otro tiempo.

—¿No hay manera de devolverla a donde pertenece? —le pregunté con curiosidad. El director pensó en esto por unos segundos.

—Diría con un Giratiempo, pero el que ella usó para llegar hasta aquí se rompió —respondió—. Hay muy pocos en existencia en este periodo de tiempo, y los que existen serían imposibles de obtener para que ella los use. Además, incluso si tuviéramos uno para ella, nadie ha usado el Giratiempo para ir al futuro, por lo que no sabemos si eso es posible —asentí con la cabeza en comprensión.

—Quiero volver a entrar y verla, señor —dije y el director asintió.

—Claro, adelante —estuvo de acuerdo—. Pero no le hables a ella de esto. Ella podrá saber dónde está y en qué periodo de tiempo está, pero hasta que no encontremos una solución, no podrá saber nada más. ¿Entendido, Scamander?

—Sí, por supuesto, señor. Absolutamente, s-señor —tartamudeé. Él asintió y salió del pasillo, dejándome solo con mis pensamientos. Regresé al ala para ver a la enfermera todavía murmurando para sí misma y echando humo por la situación. No podía culparla.

—Lo siento —dije—. ¿Necesitas ayuda? —ella me miró con una mirada sorprendida. Se quedó así por unos momentos más antes de finalmente aclararse la garganta y responder.

—Oh, no, gracias —chilló ella—. Realmente no tengo nada que hacer, así que solo estoy repitiendo las mismas cosas una y otra vez —ella fue interrumpida por un ruido. La chica gimió de dolor y levantó un poco el brazo que estaba apoyado en la camilla. La enfermera jadeó y mis ojos se agrandaron mientras mi cuerpo se ponía rígido.

—Oh, mi cabeza —vino una voz ronca. ¡Ella habló! ¡Era un milagro que en realidad se estuviera despertando! La enfermera parecía demasiado emocionada y nerviosa al mismo tiempo como para saber manejar la situación de manera adecuada. La chica finalmente abrió sus ojos, y mi respiración casi se me va completamente. Eran de un azul muy hermoso y deslumbrante que estaba cubierto de verde, y juntos eran el color más hermoso que jamás haya visto. Ella me miró y luego volteó su mirada a la enfermera.

—¡Estás despierta! —exclamó la enfermera—. ¡Esto es increíble! ¿Nos puedes decir tu nombre?

—Oh, eh.. claro. Mi nombre es Eliana Vance —dijo ella con su voz todavía ronca—. ¿Me podrías dejar un poco de agua, por favor? —la enfermera salió apresuradamente de la habitación para buscarle un vaso de agua y me quedé allí asombrado. Después de que el director me contó por lo que había pasado la muchacha, me sorprendió que pudiera sobrevivir. ¡Quién sabe a qué distancia viajó ella! 

La enfermera volvió corriendo con el agua, Eliana tomó el vaso agradecida y la consumió en menos de cinco segundos.

—Gracias —ella jadeó después de beber el vaso de agua—. ¿Podrías ser tan amable de decirme dónde estoy?

—Usted está en el ala de enfermería de Hogwarts, querida —respondió la enfermera.

—¿Pero cuál es la fecha? —preguntó ella.

—30 de noviembre de 1911 —dije apenas por encima de un susurro. Ella me miró sorprendida de escuchar finalmente mi voz, pero luego se dio cuenta de lo que acabo de decir.

—Lo siento, p-pero, ¿acabas de decir 1911? —preguntó con una mirada horrorizada grabada en su cara. Asentí y ella puso su cara en sus manos—. ¡Oh, no! ¡No, no, no!

—¿Estás bien? —le pregunté. Ella me miró con las lágrimas corriendo por sus mejillas. Ella sacudió la cabeza vigorosamente. Me senté en el borde de la camilla y ella tiró sus brazos al rededor de mi cuello, causando que casi me cayera. Me sorprendió, pero sabía que ella necesitaba esto, así que le devolví el abrazo. Finalmente sentí que se quedó quieta y débil, así que supe que se había quedado dormida.

—Pobre chica —dijo la enfermera. Asentí con la cabeza y dejé a Eliana en la camilla. Me puse de pie, sin poder aguantar más por el día, y salí de la enfermería.

¿Por qué viajó en el tiempo? ¿Y de dónde vino?