Episodio I
"Lobo Solitario"
Los últimos rayos de sol cubrían la ciudad de Nueva York, las calles estaban aún llenas de gente, que se confundían entre el gran tumulto que se formaba. Y entre ellos, los pasos de cierto hombre pasaban desapercibidos.
El comisario Bigby Wolf se dirigía al centro, una llamada de auxilio a las oficinas del edificio Bosque Encantado, Croquet, un chico procedente de "El trolls y los cinco cabritos", concretamente el tercer hermano, pidió socorro, pues había escuchado en el departamento de arriba a la que una vez fue conocida como Rapunzel, tener otra de sus peleas domésticas con su esposo, aún que está vez era demasiado alarmante, sus hijos gritaban, la mujer suplicaba por su vida y parecía que la mataría en cualquier momento.
Al escuchar que Snow White, su jefa, le ordenó tan cortantemente que asistiera, como un perro cazador, corrió a acatar el llamado, a penas puso un pie en el edificio Ever Glot, pudo percibir el olor a sangre y escuchar los evidentes gritos, golpes, llantos. No dudo mucho y corrió escaleras arriba.
Detrás de la puerta con el número 115, podía escucharse todo el barullo.
-¡Dime! ¿Dónde están mis hijos perra? - Se escuchaba gritar a un hombre de voz bastante media, que estaba causando todo el daño.
-¡¡Ayuda!! ¡¡Por favor!! ¡Me está matando!! - Gritó la dulce y aterrada voz de una mujer que trataba de salvarse.
Bigby no lo dudo dos veces cuando trato de abrir la puerta, pero estaba cerrada, dió una patada, no se abrió.
-¡Príncipe Klaus! ¡Abra la puerta! - Los gritos del hombre cesaron, pero los llantos de la mujer no - Bien, yo avisé - Y entonces, las uñas en las manos del comisario crecieron, se convirtieron en afiladas garras, el vello de sus brazos parecía haber aumentado considerablemente, pero lo que más destacaba era su rostro, la punta del borde de su cabello había crecido casi hasta el entrecejo, sus dientes se volvieron filosos colmillos que lo obligaban a mostrarlos, su rostro se había deformado, achicando su nariz y sacando su mandíbula, cuál hocico, por no hablar de sus ojos, esos profundos ojos color chocolate amargo que ahora parecían dos luces de automóvil, amarillos ambar.
Bastó con patear nuevamente para mandar la puerta y el ropero que la bloqueaba hasta la pared que estaba paralela a esta.
Avanzó en el oscuro departamento que estaba completamente destruido, iluminado solo por la luz de la calle. Frente al comisario estaba el matrimonio alemán.
Klaus sostenía del cabello a su mujer, presionando un cuchillo en su cuello como rehén, la pobre chica que aún lloraba, tenía un labio roto y la sangre que brotaba de su nariz le llegaba hasta el estómago, manchando su blusa azul de tirantes, por no hablar de que ya había manchado todo el suelo.
-Sueltala Klaus, o te juro que voy a romperte cada hueso de tu cuerpo - Gruño despectivamente velando por la protección de la pobre rubia.
-¡No! ¡Mataré a esta zorra y me llevaré a mis hijos! - Insistió mirando al comisario mientras temblaba por el evidente nerviosismo, sabía que no tenía salida, pero estaba desesperado.
-Te lo advertí - Sin más, se lanzó sobre él, logrando derribarlo, por consecuencia también tiro al rehén, pero, aún con un corte superficial en el cuello, está logro safarse y esconderse en un rincón.
El príncipe y el lobo forcejeaba por el cuchillo, uno carnicero, que podría matar a cualquier Mundy, pero no a ellos, no tan fácilmente podían deshacerse de una fábula.
Klaus era mucho más delgado que Bigby, era obvio que lo estaba venciendo, sin embargo, una traicionera patada en las costillas logro distraer al comisario lo suficiente para que se llevará una certera puñalada en el estómago.
Bigby gruño, cayendo al lado izquierdo de Klaus, quien se levantó corriendo al fondo del departamento, encerrando se en su habitación y ganando algo de tiempo.
-¡Klaus! - Rugió molesto y con un dolor agonizante, se quitó el cuchillo del vientre y se levantó.
Corrió al pasillo y arrancó la puerta como si fuera de cartón, recibió un disparo en el hombro, procedente de El arma que Klaus tenía en manos, intento salir por la ventana pero al verse sin salida solo pido tomar el arma y tratar de salvarse.
Aún así, Bigby continúo, se acercó a él y con una de sus enormes manos tomo el cañón de la pistola, las venas en su brazo se marcaron como si fueran a explotar, sorprendentemente, la pistola se doblo como si fuera hule.
-Principe Klaus - Gruño tomándolo del cuello antes de estamparlo de cara contra la pared, agrietandola ligeramente - Está arrestado - Se oyó el sonido de unas esposas metálicas sujetando las muñecas del hombre.
Bigby se calmo una vez que vio que ya tenía sometido a su criminal, regresando a parecer ese hombre musculoso y velludo, pero humano, lo llevo, sujetado de la nuca, de regreso a la sala de estar donde lo lanzó al suelo y puso un pie en su espalda.
-Si te mueves te aplasto la columna - Le advirtió antes de ver a la rubia que seguía en su lugar, su mirada se suavizó y con preocupación busco verla a los ojos - ¿Puedes levantarte?.
-Si - Tartamudeo poniéndose en pie.
-¿Dónde están los niños? - Pregunto aún observándola y presionando su pie sobre el hombre - ¿Puedes ir por ellos?.
-Estan en el baño - Avanzó en dirección a la única puerta que aún estaba cerrada y saco de su bolsillo las llaves, abrió la puerta y de esta salieron los dos niños de 9 años. Gemelos. - Tranquilos, ya pasó, ya pasó... Estoy bien.
-¡No estás bien! ¡Mamá estás sangrando! - La niña abrazo a su madre, casi no podía respirar por las lágrimas.
-Tranquila Karin - Mencionó su madre acariciando su cabello - Papá ya no podrá lastimarte, ya no más.
Una vez los niños se calmaron, los tomo de la mano y se acercó al comisario que ya había levantado al príncipe.
-¿Estás bien Punzie? - Pregunto manteniendo quieto al desesperado padre que quería acercarse a los niños.
-Si, ¿Dónde vamos a ir? - Angustiada por el bienestar de sus hijos trato de suplicarle con la mirada a Bigby que la ayudara.
-Primero iremos al Bosque Encantado, Snow te revisara a ti y a los niños, yo me encargaré de él... Y luego veremos lo que podemos hacer por ustedes - Sonrió lo mejor que pudo, llevando a Klaus a la salida.
Tardaron un par de horas en llegar, ya que no queria llamar mucho la atención, no era fácil con las pintas que llevaban, fueron por las calles más grandes y poco transitadas.
Al llegar al edificio, entraron ya con menos sutileza, pues ahí vivían varias fabulas, además de ser el lugar que todos como sigan como "la comisaría de Fabeltown". Siguieron del lobby hasta el fondo del único pasillo del lugar, que llevaba a las oficinas.
Bigby dejo al príncipe encerrado en la sala de interrogatorios y condujo a Rapunzel, junto a los niños, a la oficina de Snow White.
-Adelante, los está esperando, yo volveré en un rato, por favor dile todo lo que pasó - Le pidió mientras le abría la puerta - No puedo dejar que me vea así - Y era cierto, estaba herido y con mucha sangre en la camisa.
Rapunzel asintió, sin soltar a sus pequeños niños, avanzó, deteniéndose a sonreirle al comisario agradeciéndole su ayuda, sin más, entro en la oficina y dió por terminada la parte correspondiente al lobo feroz.
Él, suspiro cansado, estaba agotado, saco la cajetilla de cigarros baratos que solo a él, en todo Fabeltown, le gustaba, con un golpe saco un solo cigarro, el cual tomo con sus labios y encendió con su Zippo.
La primera calada siempre lo relajaba, y ahora sí que lo necesitaba, se acercó al elevador y presiono el botón, tuvo suerte, pues este simplemente abrió las puertas, agradeció que estuviera vacío, entro e indico el cuarto piso, aún sangraba, pero ya no le dolía, no era nuevo, siempre salía herido cuando hacía algún trabajo.
Cuando el elevador abrió sus puertas se vio de frente con la puerta de su departamento, entro con tranquilidad y sorprendido de ver a su compañero dormido en su cama, y no en su sillón, respiro profundo. No le molestaba que se subiera, pero Collin sé negaba a usar un hechizo glamour, literalmente era un puerco parlante y olía como uno, no quería que su sillón oliera a jamón, así que apreciaba estos pocos días cuando Collin le respetaba su espacio.
Abrió su armario y saco una camisa igual que la que tenía puesta, solo que limpia, como todos los días en su rutina empezó a quitarse la que traía puesta, aún que antes de ponerse la nueva tenía que limpiarse.
-Eres como un imán de los problemas - Se oyó a sus espaldas, Collin había despertado y al toparse con tal imagen tan, obviamente, preocupante, llamo su atención para reprenderlo otra vez - Viejo, este trabajo te va a matar, eres un desastre.
-Estoy bien - Bigby le resto importancia, avanzó a la cocina sin camisa y saco una botella de brandi de la alacena sobre el fregadero.
-No estás bien, mírate - El puerco bajo de su cama para perros y lo siguió - ¿Está vez que fue?.
-Cuchillo y arma - Respondió destapando el brandi, le dió un profundo trago, raspó la garganta ante el sabor - He pasado cosas peores - Y después de agarrar valor, virtio el contenido de la botella en su torso, gruñendo del dolor - ¡Mierda!.
-¿Cómo las balas de plata de Bloody Mary? Date cuenta, cada vez que sales regresas con más sangre en la camisa que la que tienes en tu cuerpo, por amor de dios Bigby, te curas las heridas con licor barato.
-Dije que estoy bien Collin - Insistió abriendo los ojos que se volvieron ámbar por un momento ante el ardor - Sal de la cocina, voy a sacar la bala de mi hombro.
-De acuerdo, te daré tu espacio, pero no por que estés bien, es que me da asco cuando haces eso - Refunfuño volviendo a la otra habitación.
Bigby estaba muy fastidiado, odiaba sacarse las balas. Tomó una cuchara de madera del fregadero y la puso entre sus dientes, respiro profundo, y volviendo sacar aquellas garras largas, afiladas y gruesas, metió sus dedos en el agujero de la bala en su hombro.
Salía sangre a borbotones, sus colmillos estaban clavándose en la madera de la cuchara por la fuerza con la que la mordía, gruñía y sudaba, pero por fin logro sacarse el pedazo de metal que quedó entre sus dedos.
Escupió la cuchara que ya estaba casi rota, tomo otra vez la botella de licor y bebió de ella para calmarse. Una vez regreso a la normalidad se dió el tiempo de mirar la bala. Plata.
-Parece que El Hombre Torcido repartió de sus creaciones a algunas fabulas para poder usarlas contra mi - Dejo la bala en la encimera de la cocina y regreso con Collin.
-Tienes que resolver esto Bigby, estás llegando a tu límite, el doctor que dijo que si seguías recibiendo plata, la siguiente no la contarias - Le recordó mientras observaba su herida del vientre empezar a cerrarse, pero la de el hombro no - Cada vez regeneras más lento.
-Es solo... Una fase - Trato de buscar las palabras correctas para decir, aún que la mirada del puerco le decía que no era verdad - Está bien, es cierto, me arriesgo demasiado... ¿Pero que quieres que haga? Fabeltown me necesita, ya no soy el lobo grande y malo, soy el comisario que esperan que los salve, este trabajo necesita responsabilidad, valor y seriedad - Suspiro antes de acercarse a ponerse su camisa nueva y limpia - No puedo dejarlo a la suerte.
-¿Y que pasa si te matan? ¿Quien se hará cargo de esto entonces? - Inquirió - ¿Y Snow?.
El lobo no contesto, era verdad, pero no se había detenido a pensarlo antes, se estaba arriesgando mucho y si llevaban a matarlo, Fabeltown quedaba desprotegida.
Era muy cotrariante, no tenía a nadie que lo supliera, aún no se retiraría, pero si moría, no se podría perdonar que Snow se quedará sola, aún más con la gran cantidad de pervertidos que la querían para cumplir sus fantasías asquerosas, sueltos por ahí.
-Bien, no respondas, pero te aseguro que me estás dando la razón - El puerco no iba a insistir más, cuando su amigo era tan obstinado prefería no insistir y conservar su lugar en el departamento.
Un suspiro ronco y cansado broto del profundo pecho de Bigby, ya no quería seguir hablando, no así, no con el temor de que algo malo le pasará y su princesa quedará desprotegida. Se dirigió a su sofá y se dejó caer en él, recostando su cabeza en la pared y cerrando los ojos.
-Necesito unas vacaciones - Dijo para si mismo, teniendo unas ganas enormes de dormir mínimamente una hora completa.
-Lo que tú necesitas es un compañero, alguien que te ayude en el trabajo sucio, y que se asegure de que no te maten - Se quejo mirándolo sentarse con todo su cuerpo desparramado - O en su defecto, necesitas alguien que te reciba en casa y que no sea yo, ya empiezan a decir cosas.
Las grandes ideas son fruto de preparación y planeación, pero a veces nos llegan de repente, Collin, sin darse cuenta le había dado a Bigby una idea revolucionaria: Que él podía tener un compañero; solo cuando lo necesite, claro.
-Oye, borra esa sonrisa, ahora, das escalofríos - Se quejo el cerdo mirándolo fijamente, relacionando lo que había dicho antes con la mirada del comisario - ¡Por dios estás enfermo! Ni siquiera tengo un hechizo glamour, soy un cerdo amigo.
-Yo no dije nada Collin... Tu solito te hiciste caer de cabeza... - Con una sonrisa se le acerco a su amigo terminando por cargar su corpulenta y apestosa existencia antes de caminar a la oficina de su jefa como era costumbre.
Al llegar, pudo notar como la hermosa mujer de cabello negro peinado a la perfección y notables ojos rojos, terminaba de llenar ciertos documentos acerca de la llegada de Rapunzel y sus hijos al edificio, como inquilinos de algún departamento.
-Snow... Tengo que hablarte sobre algo... - Comento sin soltar al puerco.
-¡Princesa! ¡Ayúdame! ¡Está loco! - Suplico gruñendo, tratando de soltarse de su amigo.
-¿Pero que demonios les pasa? ¿Por qué hacen tanto alboroto? - Al ver a ambos la princesa se cruzaría de brazos dejando al lado el registro y prestandoles atención a ambos.
-Collin será mi nuevo compañero - Como si fuera la mejor idea del mundo, sonrió y soltó a Collin en el suelo - Collin siempre está en mi sillón... Entonces, tendré que ponerlo a sudar como cerdo a mi lado para pagar un mejor departamento.
-¡No le hagas caso! ¡Se metió analgésicos para el dolor, está loquillo por qué ya tiene sueño! - Negó con la cabeza mirando a la princesa rogando que le negara la petición.
-Bigby ¿Que dices? Collin no puede ser tu compañero, ni siquiera tiene forma humana, ¿Tu le comprarás los hechizos glamour? - Y cómo era costumbre, la rígida y estricta mujer pensó primero en las posibilidades y circunstancias antes de seguir a su impulsivo empleado.
-Claro que si... Podrá ser gordo y gruñón pero el sabe y lee a la gente perfectamente, yo mismo me encargaré de él... - Con cierto orgullo miraria a la princesa antes de tomar una postura más seria - Escucha, se que esto es muy repentino, pero tarde o temprano la plata me afectará gravemente, necesito a alguien que me apoye y me acompañe, si es que algún día me pasa algo, además no quiero arriesgar a la gente... No quiero arriesgarte - Respondió subiendo la manga de su camisa, mostrando la herida de bala en su hombro que apenas se estaba curando - Si sigo así... necesitarán un nuevo comisario...
Al ver la herida solo intento hacer que no se note su preocupación, cierto era que ella tenía la angustia desde hace mucho, de que alguien pudiera lastimarlo de gravedad, todos notaban el gran cariño que se tenían el uno por el otro y aún que aún no habían hablado de ello y no daban muestras de afecto, ni en privado, ni en público, era obvio que había una gran conexión ahi, por un momento miró al cerdo y soltó un suspiro
-Está bien, podrán trabajar juntos, pero consíguele un buen hechizo y quiero que se cuiden mutuamente ¿Entendido?.
-Gracias Snow... - Sonrió antes de mirar a su amigo - Collin, tu te quedas aquí, eres capaz de escaparte a la granja con tal de no trabajar, ¡Buffking cuida del cerdo! - Gritó al mono verde y alcohólico proveniente del país de Oz que cuidaba los archivos y objetos.
Después, salió rápido y veloz en dirección de la casa de la única bruja que seguía haciendo magia y la vendía. Después de haber recorrido la ciudad, se dirigió al centro de la ciudad, detuvo el taxi cerca de Central Park, llegando a un condominio dónde se tenía registrada la presencia de varias fabulas.
El comisario llamó a la puerta, pero está se abrió sola, la chapa estaba rota, alguien había entrado y destrozado las bisagras.
-¿Por qué no me sorprende? - Teniendo sutileza, empujaría la puerta con lentitud, sin saber que no habría nadie, los muebles estaban tirados, algunos rotos, sin mencionar que hubo indicios de alguna pelea y sangre por todos lados, no se molestó en encender la luz, podía simplemente olerla, sin embargo, apenas dió un plazo en la oscuridad puso sentir algo bajo su suela, una capa roja, muy conocida para el lobo, una capa que le traía profundos recuerdos, recuerdos que le dejaban un dolor en el corazón y un sabor amargo en la boca - Tu... estuviste aquí... - Refiriéndose a aquella niña inocente de la capa roja, solo suspiraria antes de colgarse la capa en el hombro antes de seguir observando alrededor, el closet del fondo estaba abierto, en él había una caja que decía "Glamour vacío" y, aún que desafortunadamente el comisario no sabía leer, todavía quedaban dos de esos pequeños totems de madera. Cilindros tallados con una figura de animal igual que a un cryptex, solo que estos estaban vacíos, listos para ser usados - Hechizos Glamour... - Mirando a los lados para verificar que no lo viera, se pondría de pie, guardando un par en su bolsillo antes de salir para informarle a su jefa de lo que encontró.
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