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009

El bar estaba tranquilo, con pocas personas ocupando las mesas de madera oscura. Sam, Dean y Cassidy estaban en una esquina apartada. Cassidy se entretenía con una bebida mientras Sam revisaba algo en su laptop.

-Blackwater no tiene mucho tráfico,- empezó Sam, sin levantar la vista de la pantalla. -Principalmente son campistas locales. Pero aún así, dos campistas se perdieron este mes. No los encontraron.

Dean apoyó los codos en la mesa y preguntó: -¿Y antes de eso?

Sam miró a Dean, su tono serio. -En el '82, varias personas desaparecieron. Las autoridades dijeron que fue un ataque de oso gris. También en el '59 y en 1936. Cada 23 años, como relojito.

Dean se inclinó hacia adelante. -Eso suena sospechoso. ¿Qué más?

Sam giró la laptop hacia ellos.
-Descargué el video de Tommy. Miren esto.

Reprodujo el video que Hailey les había mostrado antes. Al principio, todo parecía normal: Tommy hablando frente a la cámara, sonriendo. Pero en un punto, algo se movió rápidamente detrás de él, apenas visible en el borde de la imagen. Sam pausó el video y retrocedió cuadro por cuadro.

-¿Ven eso?-Sam señaló la pantalla.

Dean entrecerró los ojos. -¿Qué demonios es eso? Apenas se ve.

-Son solo tres cuadros,- explicó Sam. -Una fracción de segundo. Sea lo que sea, se mueve rápido.

Dean le dio un golpe ligero en el hombro a su hermano, una sonrisa triunfante en su rostro. -Te dije que algo raro pasaba.

En ese momento, el camarero dejó una bebida frente a Cassidy. Dean frunció el ceño y la señaló. -¡¿Qué estás haciendo?! ¿Tomando mientras estás embarazada?

Cassidy alzó una ceja, levantando el vaso de color brillante. -Relájate, genio. Es jugo.-Luego volvió la atención a Sam. -Por favor, sigue.

Sam rodó los ojos ante la interrupción pero continuó. -Hay algo más. En el '59, un campista sobrevivió al supuesto ataque. Era un niño. Apenas logró salir con vida.

Dean se inclinó hacia adelante, interesado. -¿Un sobreviviente? ¿Y cuál es su nombre?

La casa era modesta, con los años marcados en la pintura descascarada y el tejado cubierto de musgo. Los tres tocaron la puerta, y tras unos momentos, un hombre mayor con una camisa de franela y un cigarro en la mano la abrió. Su mirada era desconfiada, pero los dejó entrar sin muchas preguntas.

-Bueno, guardabosques,-comenzó el hombre mientras los guiaba a la sala. -No sé por qué están aquí, pero todo esto ya es registro público. Era un niño... mis padres fueron heridos por...

Sam lo interrumpió suavemente, con un tono inquisitivo. -¿Un grizzly? ¿Fue un oso lo que los atacó?

El hombre dejó el cigarro en el cenicero y los miró fijamente, sin responder de inmediato.

Dean se cruzó de brazos. -¿Y las otras personas que desaparecieron? ¿Fueron heridas por un oso también? ¿Qué nos dice de las personas que se perdieron este año? Si supiéramos qué es, podríamos detenerlo.

El hombre rio amargamente y negó con la cabeza. -¿En serio creen que pueden detenerlo? Nadie me creyó entonces, y ustedes tampoco lo harán.

Sam se acercó más, su tono más firme pero con empatía. -Por favor. Queremos entender. ¿Qué fue lo que vio?

El hombre sostuvo su mirada por un momento, luego suspiró y respondió: -Nada. Se movía demasiado rápido y se escondía demasiado bien. Pero escuché algo... un rugido. No era como el de un hombre, ni como el de un animal que haya oído antes.

Sam frunció el ceño. -¿Fue de noche cuando pasó?

El hombre asintió, recordando con una expresión amarga.

-¿Entró a su tienda?- preguntó Sam.

El hombre negó con la cabeza.

-Entró a la cabaña. Yo dormía junto a la ventana. No rompió la ventana ni la puerta. Simplemente... entró.

Dean se inclinó hacia adelante, su interés aumentando.

-¿Qué pasó después?

El hombre tragó saliva antes de continuar. -No desperté hasta que oí a mis padres gritar.

Sam lo miró con seriedad. -¿Los mató?

-Se los llevó.- La voz del hombre tembló.-Los arrastró hacia la noche, y siempre me he preguntado por qué me dejó a mí con vida. Desde entonces no he podido dormir bien, no en tantos años. Pero me dejó esto.

Se desabrochó los primeros botones de la camisa y reveló una marca profunda en su pecho, como un enorme rasguño que parecía haber cicatrizado hacía mucho tiempo. -Hay algo en esos bosques. Algo... maligno.

Dean y Sam intercambiaron una mirada tensa, mientras Cassidy observaba con preocupación en silencio.

Cuando salieron de la casa del hombre mayor, el frío aire nocturno los envolvió. Dean metió las manos en los bolsillos mientras caminaban hacia el Impala, reflexionando sobre lo que acababan de escuchar.

-¿Espíritus? Los espíritus ni necesitan abrir puertas,-comentó Dean con un tono pensativo. -Solo atraviesan paredes.-dijo y Cassidy le dio la razón asintiendo con la cabeza.

Sam, mirando hacia adelante con el ceño fruncido, replicó: -Quizá no sea un espíritu. Esto suena como algo diferente... algo corpóreo.

Dean se detuvo un momento, dándole una mirada burlona a su hermano. -¿Corpóreo? Perdón, profesor. ¿Quieres explicarlo en palabras más simples para nosotros, los mortales?-Cassidy río ligeramente-

Sam exhaló con frustración, lanzándole una mirada rápida. -Cállate. Tú, ¿qué crees que sea?

Dean resopló y abrió la puerta del conductor del Impala. -No lo sé. Pero por cómo se mueve, puede ser algo como un espectro... o alguna criatura de esas de pesadillas.

Cassidy, que hasta ahora había permanecido en silencio, observaba a ambos con curiosidad mientras Dean tomana su mano para ayudarla a bajar los escalones aunque ella no lo necesitaba el decia que no se iba a arriesgar a que ella se cayera.

Sam inclinó la cabeza ligeramente, pensando. -Sea lo que sea...

Dean terminó la frase, cerrando la puerta de golpe y encendiendo el auto: -Podemos matarlo.

Los tres chicos compartieron una mirada tensa antes de subir al auto y mirarse a través del espejo retrovisor antes de que el motor del Impala rugiera y se dirigieran hacia su próximo destino.

Por el cumpleaños de Dean, publicaré otros cuatro capítulos hoy :)

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