𝗚𝗜𝗩𝗘 𝗠𝗘 𝗬𝗢𝗨𝗥 𝗕𝗘𝗦𝗧 𝗦𝗛𝗢𝗧 - prólogo
Prólogo: Dame
tu mejor tiro.
Lo que empezó como una tarde normal de entrenamiento para los adolescentes biónicos y Leo, se transformó en una acalorada discusión entre Chase y su padre, el señor Davenport.
Adam, Bree y Leo, más que cansados de escuchar otra de sus disputas, salieron del laboratorio. Los genios ni siquiera se percataron de su desaparición repentina.
Ambos se encontraban en el punto medio del laboratorio, mirándose de frente, desprendiendo un ambiente hostil con su simple presencia.
─No tienes que terminar con Quinzel. Vas a hacerlo, es una orden.-sentencio Donald.
─Usted no puede decirme que hacer con mi relación.-contesto Chase alzando la voz.
La más veloz de los hermanos biónicos, que venía a verificar si la discusión seguía, camino con sigilo por el pasillo que los llevaba al laboratorio tan pronto como escuchó las voces de su padre y hermano. No mucho después, Adam y Leo se unieron a ella.
─No entren todavía, Chase y el señor Davenport no se ven para nada contentos.-les advirtió Bree.
─¿En serio siguen peleando?-pregunto Adam.
─¿Ahora de qué? Últimamente no han hecho más que discutir.-dijo Leo, frunciendo el ceño.
─Por lo último que escuche, estoy segura que es por Quinzel.-les comentó Bree con cierta preocupación, la cual transmitió a los chicos, pero más a Leo.
El trío de hermanos asomaron sus cabezas entre las puertas medio abiertas para ver y escuchar con mayor facilidad, pero no al punto de delatarse.
─Escucha...-el cientifico adulto hizo una pausa para pensar en que palabras utilizar.─Entiendo perfectamente que estés molesto y frustrado, pero eso no significa que puedes faltarme al respeto.
─No estoy faltandole al respeto, le estoy hablando bien.
─Me estas levantando la voz.
─¿Y cómo quiere que le hable si no entiende que lo qué me pide es imposible?, ¿cómo se atreve a decir que me comprende?
─No es imposible si se trata de mantener a la chica que quieres a salvo.
─¡La mantengo a salvo todo el tiempo!, ¡lo he hecho desde que entre a Mission Creek High!, ¡yo fui quien...-Paro en seco al darse cuenta de la información que estaba a punto de revelarle, aquello que solo Bree y él sabían. Donald no puede enterarse de lo que hizo, o por lo menos no en este preciso momento.
─¿Quién qué?-Donald se mantuvo expectante a su respuesta.
─Quien la ha protegido desde la primera vez que la vio...
A este punto, los ojos de Chase se encontraban cristalizados. Ni siquiera sus responsabilidades como héroe biónico podían ser razón suficiente para terminar con la chica que capturó su corazón desde el primer segundo en que la vió en Mission Creek High.
─Estás siendo egoísta.-afirmo Donald.
─¿Egoista?-le pregunto Chase de manera incrédula; sintiéndose dolido, incluso traicionado.
─Claro que si, estas viendo por ti y no por ella, ni por nosotros-dijo Donald, dando a entender que se refería a todos los integrantes de la familia.─No logras comprender que entre mas días pases siendo su novio, mas la pones en riesgo.
Chase sintió un nudo formarse en su garganta, acompañado de un dolor punzante. No tardo en aclararse la garganta y, con la mirada mas gélida, no pudo evitar decirle:─El hombre que nos mantuvo 16 años en un sótano para experimentar con nosotros, que nos privo de muchas cosas para su propio beneficio, ¿me dice que estoy siendo egoísta?
─Chase...
Aunque Donald quisiera, era imposible que no le afectará el comentario de Chase.
En el fondo sabía que tenía razón.
─No.-lo interrumpió.- Ya pase muchos años de mi vida obedeciéndolo y siguiendo sus ordenes. Ya no más.
El daño estaba hecho, ya no quedaba más por hablar. O bueno, había algo que Chase tenía que decir antes de retirarse del laboratorio.
─Si ser un héroe significa que no puedo estar con quién amo... Entonces ya no quiero serlo.
Dio la media vuelta y se encamino a la salida.
─¡Chase, vuelve aquí ahora mismo!
Esta vez, el ejemplar Chase Davenport no obedeció, en cambio, ignoro por completo los llamados de su padre.
Cuándo cruzo las puertas que dividían al laboratorio del pasillo, se topó con sus hermanos, quienes volvieron bruscamente a sus lugares como si momentos antes no estuvieran escuchando y observando todo. Lo único que hizo Chase fue darles una mirada de tristeza, al igual que ellos. Sin más que hacer o decir, salió del laboratorio así como de la mansión. Claro, no sin antes cambiarse el uniforme de las misiones por ropa normal. Tenía una cita con Quinzel y no podía verlo con su uniforme.
Para su suerte, ya era hora de pasar por Quinzel. Tenían planeado ir al cine y nada ni nadie lo arruinaría.
Cuando llego a casa de su amada, toco el timbre y ella salio casi de inmediato, cómo si todo esté tiempo hubiera aguardado detrás de su puerta en espera de Chase.
Al verla, su mirada se ilumino ante sus ojos cafés que tanto le gustaban, y a consecuencia, sonrió de oreja a oreja.
─Hola.-Quinzel se acerco a él, sonriendole de la misma manera.
─Hola.-Respondió gustoso para después tomarla por la cintura y besarla con anhelo.
Quinzel sintió algo distinto con ese beso, algo que no iba bien con Chase.
─¿Te encuentras bien?-le pregunto.
─Perfectamente.-respondio de manera automática.
─¿Seguro?, porque te noto algo raro.
─Solo tuve una discusion con Adam, ya sabes que es muy dificil tratar con él.-dijo tratando de sonar convincente.
─Bueno...-dijo no muy convencida, pero prefirio no insistir.─Hay que irnos de una vez si no queremos pasar horas en la fila de palomitas.
─Es verdad, vámonos ya.
Ambos entrelazaron sus manos como si no quisieran soltarse nunca.
La brisa, el perfecto silencio, la compañía del otro, todo pintaba perfecto durante el trayecto al cine -que por suerte no quedaba tan lejos de la casa de Quinzel-. Parecía un sueño.
Cuando menos lo pensaron, ya se encontraban en el cine.
La única razón por la que Quinzel soltó la mano de Chase fue para que pudiera sostener las palomitas y soda. La morena insistió en ayudarle pero el de ojos color miel no lo acepto. Cómo su mano estaba libre, sujeto en ella el dije de corona que adornaba la cadena de su collar, ese mismo que le regaló Chase en su cumpleaños y que no sé lo quitaba por nada.
Jugo un poco con el, moviendolo de un lado a otro hasta entrar a la sala.
La película dió por terminada y la pareja abandonó las instalaciones del cine con sus manos entrelazadas de nuevo.
Fue cuando subieron al puente de la Ciudad que Quinzel noto que no llevaba su celular con ella.
─Mierda, creo que deje mi celular en la sala dónde vimos la película. Iré por el-comento Quinzel, a lo que Chase la detuvo.
─No, yo voy. Enseguida regreso.
Ni siquiera le dió oportunidad a Quinzel para negarse, pues se fue casi que corriendo.
Esa sensación de que algo no iba bien volvió a manifestarse, y la noche cubrió el cielo en un suspiro.
Sentía una gran desesperación por volver a sentir la mano de Chase entrelazada con la suya. Necesitaba su presencia para sentirse tranquila.
Los minutos pasaban y Chase no llegaba. Estaba decidida, iría por él.
Apenas dió unos pasos cuándo sintió una presencia detrás de ella, más no había nadie, aunque era difícil darse cuenta entre tanta oscuridad.
Volvió a andar y de nuevo sintió esa presencia a sus espaldas.
Una voz dijo su nombre.
─Quinzel White.
Entonces la luz de la luna elimino el rostro de aquella presencia. Se trataba de nada más ni nada menos que... de alguien que conocía. La castaña de expresivos ojos cafés se sintió aliviada de que no se tratara de algun extraño.
─Señor, ¿qué hacé aquí?
─Te encontré.
Fue lo primero que salió de los labios del adolescente biónico cuándo por fin logro encontrar el celular de su novia.
Rápidamente salió de la sala y del cine para reunirse de nuevo con Quinzel.
Se propuso a silbar en el camino, algo que muy, muy rara vez hacia.
No tardo mucho en aproximarse dónde su novia, de hecho, ya estaba bastante cerca.
Desde abajo noto que alguien acompaña a Quinzel y, por alguna razón no le agrado la presencia de esa persona que, por más que intentaba, no lograba ver de quien se trataba, ni siquiera con su visión biónica.
No tuvo tiempo ni de subir al puente cuándo tres disparos se escucharon.
Tres balas impactaron en el pecho de Quinzel, cerca de dónde se encuentra el corazón.
El cuerpo de la adolescente se desplomó hacia atrás, cayendo del puente hacia uno de los autos que se encontraban estacionados abajo.
La imagen de su novia cayendo del puente de la ciudad y estrellándose en el auto paso cuál escena en cámara lenta ante los ojos de Chase.
Chase soltó un grito desgarrador, corrió en dirección de su novia y como pudo la cargo entre sus brazos para bajarla del auto y acomodar su cuerpo en el concreto.
─Mi amor, respóndeme por favor...
Quinzel no respondía las súplicas de Chase, pero respiraba con dificultad.
Su blusa tenía una gran mancha de sangre en el área de la herida, sin embargo, su collar estaba intacto.
La atención de Chase se dirigió al collar que pronto fue cubierto por sus lágrimas.
─Por favor quédate conmigo.-dijo con la voz entrecortada.
La esperanza de Chase revivió un poco al percatarse de que Quinzel por fin trataba de decirle algo.
─Chase... Tu padre...
Aunque fueron dos palabras, sintió un dolor infernal al decirlas debido a lo grave de su estado.
─¿Qué... Qué pasa con él?-pregunto el adolescente biónico en voz baja. Y por alguna razón, sentía que se trataría de algo malo.
─Tu padre... El me disparó...
Cuando esa revelación salió de sus labios, sangre en abundancia fue expulsada por su boca, y así, dejó de respirar.
Quinzel falleció en los brazos de Chase.
Ante el cuerpo sin vida de Quinzel, Chase despertó abruptamente. Aquel momento desgarrador no fue más que una simple pesadilla.
Se sentía mareado y con el corazón acelerado, aterrado por lo real que se sintió la pesadilla. Tenía que verificar que Quinzel estuviera bien, que estuviera viva.
Salió de su cápsula apresuradamente con todo y la pijama especial puesta. Fue directo a la casa de su novia.
Ya en su casa tocó el timbre y Quinzel no tardo en salir. Tan pronto como la vio la envolvió en un fuerte abrazo. Ella no entendía porque su novio estaba sudado, con la respiración agitada y sobre todo, en su casa a las tres de la mañana.
─¿Chase, te encuentras bien?-quiso saber. Él la soltó.
─Yo... tuve una pesadilla y tú moriste en ella... solo... solo quería asegurarme de que estuvieras bien.
Quinzel lo miro de manera comprensiva, después, su mirada se posicionó en el símbolo impreso en su camisa. Sintió algo extraño, casi familiar al verlo, pero pronto volvió a dirigir su atención a Chase.
Tomo el rostro de su novio entre sus manos y con los pulgares acaricio sus mejillas.─Puedes estar tranquilo mi amor, yo nunca voy a morir.
Sus palabras lo tranquilizaron. Luego de una corta charla se despidieron con un beso. Acto seguido, Quinzel entro a su casa, cerro la puerta y se recargo en ella, pensante.
Justamente acababa de despertar de una pesadilla, y aunque no era parecida a la de Chase, también la dejo con esa sensación de incertidumbre.
De solo recordar se le erizaba la piel.
»Se encontraba en un lugar extraño que parecía ser el interior de un castillo.
Frente a ella había una mujer sentada en un trono de hierro; su piel era pálida, portaba una larga cabellera blanca como la nieve, adornada por una corona negra cubierta en piedras preciosas del mismo color. El cuerpo de la mujer vestía un largo vestido negro de manga larga. Sus manos apoyadas en los antebrazos del trono tenían un degradado en color negro, que iba desde la punta de sus largas uñas hasta sus muñecas, como si de guantes se tratará.
Lo extraño, que le causaba cierto miedo, además de un mal presentimiento, era que el rostro de la mujer sentada en el trono estaba borroso, por lo que no tenía idea de quién se trataba.
Levanto la vista, encontrándose con una noche estrellada, cubierta por una especie de cristal. Era lo único hermoso del tétrico lugar.
Escucho como unas voces distorsionadas le exigían prestarle atención a la reina, y eso hizo.
Entre más miraba a la mujer, más miedo sentía.
Las voces le dieron una nueva orden: que se acercará a la reina.
Quinzel obedeció.
El pulso se le aceleraba conforme cada paso que daba, el mal presentimiento se hacía más grande, el miedo incrementaba. Y de todas maneras, no podía dejar de acercarse a la reina.
Ese mismo sentimiento de familiaridad se hizo presente al estar frente a ella. Por alguna razón sentía como si se estuviera viendo en un espejo.
Levanto su mano con la intención de tocarla, sin embargo, tan pronto como lo hizo, un grito horripilante cargado de dolor lleno el castillo, provocando que el cristal que cubría la noche estrellada se rompiera, y los pedazos de cristal salieran disparados en dirección de Quinzel, cortando su piel.
Tras ese momento Quinzel despertó cubierta en sudor frío, con la respiración entrecortada más la sensación de que en cualquier momento el corazón se le iba a salir del pecho.
Hizo a un lado la cobija, se levantó de la cama y salió apresurada de su cuarto.
Bajo a la cocina, procediendo a servirse un vaso lleno de agua fría. El timbre sonó, de inmediato abrió la puerta.
Era Chase.
[...]
Aún permanecía recargada en la puerta, dandole mil vueltas a lo que hablo con su novio antes de que se fuera.
Esperaba que esa pesadilla no se volviera a repetir. Mucho menos, que se hiciera realidad.
Nae's notes !!!
Este prólogo es totalmente nuevo, es decir, nunca existió uno en la versión original de esta historia 😱.
Para escribir el prólogo me inspire en la escena de la serie «ARROW» dónde Thea Queen mata a Sara.
Una disculpa por el spoiler jajaja.
En fin, voten y comenten si
les gustó. 🫶🏻
Dedicado a: Dude_Ninsu wanda_summers
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