Mina se sentía enferma.

No tenía la nariz tapada, no tenía fiebre, no le dolía la garganta. Ella simplemente se sentía enferma cuando Nayeon aparecía.

Pero su esposa la invitó a una cena después de mucho. ¿Cuánto había pasado? ¿Dos años? ¿Tres? Nayeon ya no se esforzaba en amarla, ella simplemente lo hacía. O al menos, a Mina le gustaba pensar que aún estaba enamorada de ella.

Pero Mina era quien lavaba su ropa. Aquella camisa de Nayeon no olía como algo usual, sino a un perfume dulce. A Nayeon no le gustaban, prefería otros aromas. Incluso Mina los llegó a dejar de usar porque se lo pidió.

Entonces, ¿por qué olía así? Mina estaba enferma otra vez.

Pero no dijo nada, en cambio subió con ella al auto. Escuchó la música del estéreo y escuchó a Nayeon cantar como si de verdad estuviera feliz.

El restaurante era caro, por supuesto que Nayeon no la llevaría a cualquier lugar. Desde que tiene ese empleo es miles de veces más rica que antes, dándose lujos que solamente ella podía dar. Los primeros años Mina recibía diamantes, perlas, oro. Y ahora recibía palabras duras.

Incluso, golpes duros.

—Estás muy callada—Nayeon había tomado su mano en la mesa.

Picaba, ardía, dolía. Mina quería que la soltara.

—Sólo me tomó por sorpresa que quisieras salir hoy.

—¿Cómo no hacerlo? Es nuestro aniversario, Mina.

La japonesa la miró, los ojos de Nayeon habían dejado de parecerle transparentes. Ahora sólo veía pupilas oscuras que jamás pensó ver. Era como si le ocultaran todo, como si ya no la conociera.

Enferma, estaba enferma.

—¿No lo recuerdas? Son cinco años desde la boda.

Su cumpleaños fue hace unos meses, tenía 30 años. Llevaba 12 años con ella. ¿Por qué todo debía desmoronarse ahora?

—Estuve con la mente en las nubes, lo siento.

Nayeon frunció el seño, sus manos acariciando todavía. Mina miró a esa conexión, sus anillos juntos y tocándose. Ella no los sentía como debería, parecía que tenía puesta una esposa compartida con Nayeon. El amor de su vida se sentía como un castigo.

—Está bien, yo lo olvidé el año pasado. Así que ahora estamos a mano.

¿Lo estaban? ¿De verdad? ¿Mina la había herido tanto como ella? No, jamás estarían a mano.

Mina no la dañaría incluso si tuviera la oportunidad. Ella solo pensaba que esa era su forma de amar