━ seven: a sword and a drawing.
CAPÍTULO SIETE
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❝ UNA ESPADA Y UN DIBUJO ❞
Una vez más, la rubia madrugó; estaba claro que lo de dormir más de cinco horas no iba con ella. Ayudó a preparar el desayuno junto a Stoick y una vez terminó de comerse el suyo, salió rápidamente de la cabaña, saludó a Skullcrusher, el Rumblehorn que montaba el jefe de Berk, que estaba recostado a un lado de la cabaña y se había despertado al escucharla y luego con paso acelerado se dirigió hacia el pueblo. Fue tarareando una melodía, que honestamente no tenía ni idea de donde había escuchado, pero le gustaba mucho. Probablemente era parte de sus recuerdos perdidos. Al tararear —cosa que rara vez hacía— demostraba que estaba de muy buen humor. ¡Y como para no estarlo! Stoick le había comentado que Gobber ya tenía preparada la espada que habían encargado para ella y que podía ir a recogerla cuando quisiese. Y ahí estaba, de camino a recoger su nueva espada, después de semanas sintiéndose extraña e indefensa al no llevar una consigo.
El unicejo la recibió de buena gana y la invitó a tomar un poco de hidromiel mientras esperaba a que él fuera a buscar la espada. Obviamente, se negó, era demasiado temprano para comenzar a beber. Mientras tanto, recorrió una vez más la herrería, topándose más de una vez con los ojos del dragón de Gobber, Grump, un Hotburple, y sintiéndose incomoda por ello. Se había acostumbrado en gran medida a Toothless, incluso a Skullcrusher y al dragón de Astrid, Stomfly, pero con el resto de los dragones de la isla todavía era precavida.
Para su suerte, justo cuando el dragón parecía que se le fuera a acercar, Gobber regresó cargando con la espada y se la tendió sonriente. Seren estaba intentando no mostrar cuan emocionada estaba por aquello, pero una sonrisa afloró en sus labios en cuanto tomó la espada entre sus manos. Lo primero que observó —y con fascinación— fue la vaina, que era increíblemente era hermosa. Estaba hecha con un cuero negro como la noche y desde la parte superior, la abertura para la espada, había estrellas y copos de nieve dibujados como si estuviesen cayendo a lo largo de la vaina. Esto la sorprendió bastante y miró al mayor con una ceja alzada, pues no lo veía con pinta de ser tan detallista.
—La vaina es cortesía de Hiccup —informó él, sorprendiéndola todavía más—. Al parecer quería hacerte la espada entera, pero no se decidía por el diseño de la empuñadora —bufó antes de continuar— y me dijo que te hiciese yo una hasta que se decidiese.
—No me había comentado nada —murmuró ella mientras volvía a observar la vaina, ahora con una sonrisa mayor, pues le había gustado mucho saber que Hiccup la había hecho.
—Oh, resulta que sí sabe jugar sus cartas —comentó Gobber con una sonrisilla divertida. Seren captó la indirecta, pero decidió hacer caso omiso.
Continuó observando la espada, centrándose esta vez en la empuñadora. En comparación con la vaina, era sencilla, cubierta de piel negra en la zona del agarre, pero aun así bonita y más importante, era cómoda de sujetar. Desenvainó con cuidado, pues Gobber estaba bastante cerca y no quería cortarlo por accidente, y procedió a examinar con detenimiento. Era una espada recta, con hoja de doble filo y unos ochenta centímetros de largo, diez centímetros menos de lo habitual en una espada vikinga, pero la verdad era que ella lo prefería así. Era ligera, aunque pensaba más que la que ella solía usar y también estaba menos pulida. Aun así, podía notar que cumpliría perfectamente su función, ya que la hoja estaba bien afilada y parecía resistente, aunque tendría que probarla para comprobar si de verdad era así.
—Me gusta, muchas gracias, Gobber —dijo mientras devolvía la espada a la vaina—. No sé como podría pagártelo —añadió y de verdad no sabía, porque no tenía ni una sola moneda.
—Solo bebe conmigo unos cuantos tragos un día de estos.
—Cuando quieras —respondió ella con una leve risa.
Se colocó la espada en la cintura y se sintió increíblemente aliviada al hacerlo. Ir sin ningún arma encima realmente le había estado pasando factura, le había hecho sentir débil e indefensa, y odiaba más que nada sentirse así.
Tras hablar durante un rato más con Gobber, decidió ir a la academia para ver si encontraba a Astrid y así poder probar su espada nueva. Por el camino, reconoció, a unos metros por delante de ella, la figura de la aprendiza de curandera de la isla. La llamó elevando la voz para saludarla y vio como la castaña sonreía ampliamente tras girarse y verla.
—¡Seren, qué bien te ves! —la saludó Kaira animadamente, una vez Seren llegó hasta ella—. Esa ropa te sienta mucho mejor —añadió al echar un vistazo y notar que ya no estaba usando un conjunto de Astrid.
—No es que las calaveras estén mal, pero no van conmigo. —Soltó una leve risa a la cual la contraria se unió de inmediato.
Hacia unos días, Seren había ido junto con Hiccup a buscar pieles y telas para que ella se pudiera hacer ropa más a su gusto. El castaño se había sorprendido notablemente al ver lo buena que era ella con la costura, pero, claro, no sabía que ella llevaba doce años haciéndose su propia ropa. Se había hecho un conjunto similar al que usaba con los Dranters, nada de faldas y calaveras, y de colores entre marrones, azules y negros. Lo único que le faltaba para que el atuendo fuera igual, eran las partes de armadura que solía llevar, pero poco a poco.
—¿Espada nueva? —observó entonces Kaira.
—Sí, me dirigía ahora mismo a la academia para probarla. ¿Quieres venir? —inquirió y tras que la castaña asintiese, ambas emprendieron la marcha juntas—. Por cierto, nunca te he visto por allí.
—Ah, es que no suelo ir ya que no soy jinete —contestó Kaira y eso le hizo pensar a Seren que tampoco la había visto con un dragón alrededor—. Además, tampoco me gusta lo de pelear, así que...
—Hm, ¿no tienes un dragón, verdad? —preguntó para asegurarse y la vio negar.
—Hiccup dice que es cuestión de tiempo para que encuentre un dragón adecuado para mí, aunque yo no sé qué pensar...
—Bueno, no entiendo como funciona eso, así que no sé qué decir —contestó Seren mientras se rascaba la nuca.
—Seguramente tú encontrarías un buen dragón rápido —indicó Kaira y Seren tuvo que controlarse para no reír por lo irónico que aquello le había resultado.
Una cazadora de dragones montando a un dragón, claro que sí. Veía imposible que algún dragón quisiese que fuese su jinete si supiesen como era de verdad. Además, pese que había disfrutado mucho de volar con Hiccup y Toothless, una vez la misión terminase, ella volvería a su trabajo habitual como cazadora, que consistía en matar dragones, por lo que encontrar uno ahora con el cual convertirse en jinete estaba completamente fuera de cuestión. Aunque una pequeña duda había comenzado a surgirle sobre si una vez se fuese de Berk, sería capaz de matar dragones sin miramientos como había hecho hasta entonces, ahora que había descubierto que no eran meras bestias salvajes como creía.
Llegaron hasta la academia y Seren vislumbró a Snotlout, Fishlegs, Tuffnut y Ruffnut, pero no a Astrid, por lo que torció el gesto, decepcionada. En cuanto los gemelos las vieron, se acercaron hasta ellas, seguidos de Fishlegs, y Ruffnut le comentó que le gustaba su nueva ropa.
—¿Astrid no está? —quiso confirmar Seren y recibió una negativa de inmediato por parte de Tuffnut—. Lástima, quería entrenar con ella para probar la espada que Gobber me ha hecho.
Fue en ese instante que los gemelos parecieron percatarse de la espada y Tuffnut la miró como pidiéndose que se la dejase ver, por lo que ella se la quitó de la cintura y se la entregó. Si se hubiese tratado de su verdadera espada, la que Ylva actualmente estaba cuidando, jamás se la habría dejado, pero con esta no le suponía ningún problema y además, por el bien de su interpretación de chica agradable y simpática, no le convenía ser quisquillosa con algo así. Los dos hermanos y Fishlegs la observaron con detenimiento y fascinación, apreciando el buen trabajo que Gobber había hecho con ella.
—Si quieres, yo puedo entrenar contigo, bella dama —sugirió Snotlout tras haberse acercado y haciéndole un guiño al finalizar la frase. Seren puso los ojos en blanco mientras que Kaira los rodó.
—¿Estás seguro? —cuestionó Seren con una ceja alzada. Incluso si el contrario se veía bien robusto, no estaba segura de que fuera a ser rival para ella.
—Te machacará —comentó Tuffnut con una sonrisa torcida que detonaba diversión.
—Claro que no. Al contrario, me aseguraré de no lastimarte demasiado —repuso Snotlout mirando a Seren, quien no se río por lo que le pareció un chiste de milagro.
—Ridículo —bufó Kaira mientras negaba la cabeza.
Tras aquello y tras que Tuffnut le devolviese la espada a Seren, Kaira, Fishlegs, Ruffnut y él se alejaron y posicionaron a un lado de la arena para dejarles espacio para combatir. Y mientras que Snotlout iba en busca de su arma, comenzaron con las apuestas. Todos, salvo Fishlegs, apostaron a favor de Seren, no haciéndolo él para darle el beneficio de la duda a su amigo y porque si todos apostaban por la misma persona no sería nada divertido.
Cuando Snotlout se hubo colocado frente a Seren, ella desenvainó, pero esperó a que él atacase primero, lo cual hizo a los pocos segundos. Honestamente, no hubo nada memorable para Seren en aquel entrenamiento. Había peleado tantas veces contra personas con un estilo similar que reconocía los movimientos de ante mano y se le hacía extremadamente sencillo esquivarlos o contrarrestarlos. Lo único que reconocía era que él era más fuerte de lo que pensaba y que si le enseñaba algunos trucos mejoraría mucho, pero eso era todo. Y debido a ello, el combate apenas duró diez minutos y duró tanto —según la perspectiva de Seren— porque ella se había contenido y no había usado toda su fuerza y habilidad para no herirlo demasiado.
Las risas de los cuatro que observaban no tardaron en inundar el lugar, siendo la más sonora la de Tuffnut, que por poco no se había caído al suelo de la risa.
—¡Eso ha sido patético! —exclemó sin ser capaz de reír.
—¡M-Me he dejado ganar! —bramó Snotlout mientras se levantaba del suelo y Seren alzó una ceja con incredulidad.
—¿Tanto te cuesta reconocer que has perdido contra una mujer? —cuestionó Kaira con el ceño fruncido, adelantándose a Seren, quien le terminó dedicando una sonrisa.
Mientras que Fishlegs soltaba las monedas correspondientes por haber perdido la apuesta, Snotlout intentó seguir justificándose sobre que si no se encontraba bien y por eso no había podido pelear con todo lo que tenía, pero Seren se limitó a ignorarlos, porque aunque aquello fuera verdad, su victoria era indiscutible. Además, en una pelea de verdad aquella excusa le valdría de más bien poco al moreno. Aunque ya directamente y para empezar en una pelea de verdad, ni siquiera le habría dado tiempo a excusarse, porque habría muerto.
Sin querer perder más el tiempo, se despidió de todos indicándoles que iba a buscar a Hiccup para darle las gracias por haber hecho la vaina para la espada. Ese hecho era algo que ninguno de los cinco conocía, así que no pudieron evitar sorprenderse y antes de irse, Seren alcanzó escuchar a Tuffnut diciendo que tenía que darle varios consejos románticos a Hiccup.
Subió la ladera que conducía a la cabaña de los Haddock lo más rápido que pudo, pero antes de terminar de hacerlo, distinguió la inconfundible figura del jinete del Night Fury, sentando de espaldas a ella sobre una roca cerca de un acantilado frente al mar, aunque no miraba hacia el agua, si no hacia un papel en el que parecía estar escribiendo o dibujando algo. Seren se acercó lo más sigilosa que pudo y cuando Toothles, que estaba cerca rodando por la hierba, la vio, se llevó un dedo a los labios para indicarle que guardase silencio. Una vez llegó hasta el castaño, se inclinó, colocando su rostro a la altura del de él por el lado derecho.
—¿Qué haces? —cuestionó con un susurro y directamente en su oído.
Hiccup dio un respingón de la sorpresa, cayendo al suelo, mientras aferraba el papel y la tabla de madera donde lo apoyaba contra su pecho, y a la vez enrojecía hasta más no poder.
—S-S-Seren... —balbuceó completamente nervioso y ella fue incapaz de ocultar su sonrisa. Siempre le era divertido ver como reaccionaba ante sus acciones.
—Lindo —dejó escapar ella y él se puso todavía más rojo, si era posible—. ¿Por qué te has puesto tan nervioso? ¿Qué escribías? —inquirió después, sentándose en la roca que hasta hacia unos segundos él había ocupado.
Observó como el castaño se incorporaba, sentándose con las piernas cruzadas sobre la hierba, pero sin despegar un segundo el papel de su pecho. Estaba claro que no quería que la rubia lo viese, pero eso solo hacía que ella tuviese más interés.
—Nada —dio como toda respuesta Hiccup mientras desviaba la mirada.
—Algo estabas escribiendo o dibujando ahí —repuso Seren y notó como él había reaccionado inquietamente cuando había dicho «dibujando». Así que se trataba de un dibujo...—. Vamos, enseñármelo. Si no es nada malo, no tienes por qué ocultarlo.
Hiccup siguió negándose mientras sacudía la cabeza y apretaba más contra sí el trozo de papel. Seren entrecerró los ojos, tratando de adivinar qué era lo que él habría dibujado para que no quisiera enseñárselo, pero no se le ocurrió nada.
—Así que esas tenemos, eh —dijo con una sonrisilla que al castaño no le indicó nada bueno.
Seren se incorporó y se acercó hasta él, Hiccup intentó alejarse, pero ya era demasiado tarde cuando ella se inclinó, colocó cada mano a un costado de él y empezó a hacerle cosquillas. Hiccup intentó resistirse, pero al minuto empezó a sacudirse y a reír sin parar, mientras intentaba hacerla parar con una mano. Pero Seren no se detuvo, no lo haría hasta obtener ese dibujo, por lo que el forcejó durante varios minutos. Y solo terminó porque en un intento de detenerla, Hiccup tiró de una de sus muñecas y Seren perdió el equilibro, cayéndose encima de él y quedando sus rostros a escasos cinco centímetros de distancia. Hiccup tragó en seco al encontrarse con aquellos orbes azules tan cerca y el rubor de nuevo comenzó a cubrir sus mejillas, mientras tanto Seren se quedó perpleja un instante o más bien, anonada, al poder observar tan fija y detenidamente los orbes verdes de él. Uno de sus rubios mechones, uno que siempre se le terminaba soltando de la trenza, rozó el rostro del castaño y él sintió la necesidad de colocarlo detrás de su oreja, como había hecho noches atrás, pero estaba tan absolutamente nervioso y sorprendido con la posición en la que estaban, que fue incapaz. También quiso apartarla, pero otra parte de él no quería porque en realidad no le disgustaba y al final no hizo nada. Además, temía molestarla si la tocaba sin su permiso.
Hubo un mero instante donde Seren acortó la distancia entre sus rostros todavía más, casi por mero instinto que de forma intencional, pero se detuvo antes de alcanzar los labios del contrario. Fue ahí y con un ligero rubor en las mejillas cuando por fin decidió separarse y sentarse sobre la hierba. Esa era la primera vez que estaba tan cerca de un hombre —y más uno tan atractivo como lo era Hiccup— para algo que no fuera cortarle el gaznate y extrañamente, no le había molestado ni disgustado la experiencia. Había sido raro, pero agradable, y quizás podía haber aprovechado para hacer un nuevo movimiento sobre él para su plan de ganarse su corazón, pero algo le había impedido hacerlo y no había sido el pudor. Probablemente había sido el sentimiento de culpa por estar engañándolo.
Hiccup se incorporó también al poco mientras carraspeaba y se rascaba la nuca. No la miró, pues sabía que si lo hacía, el nerviosismo no se iría. Por un momento, había creído que la rubia iba a besarlo —aunque pensaba que seguro eran imaginaciones suyas— y ahora era incapaz de dejar de imaginárselo. Se sentía confuso debido a ello ya que no entendía porque se lo había imaginado y porque en realidad no le parecía mal la posibilidad. Ellos solo eran amigos y los amigos no se besaban ni imaginaban besar a su amigo.
El silencio y la incomodidad hicieron acto de presencia hasta que Seren los rompió al percatarse de que Hiccup había soltado el papel y este se encontraba desprotegido sobre la hierba. Estiró la mano con rapidez, no dándole el suficiente tiempo a Hiccup de reaccionar antes de cogerlo.
—¡Espera, Seren, no lo mires! —pidió Hiccup desesperado, intentado recuperarlo.
Demasiado tarde, ella ya lo había visto y estaba bastante sorprendida.
—¿Está... soy yo? —preguntó con duda mientras volteaba el papel para que él lo viese y rápidamente Hiccup escondió su rostro entre las manos, queriendo que la tierra se lo tragase por la vergüenza.
En aquel papel, había un muy detallado y hermoso dibujo de ella. Estaba de perfil, con una pequeña sonrisa en los labios y mirando algo con tristeza, por lo que Seren pensó que debía haber sacado esa imagen de la noche que habían contemplado las estrellas.
—Lo siento, no lo volveré a hacer —murmuró Hiccup por lo bajo—. Es solo que... —No sabía ni que excusa dar porque en realidad no tenía una. Solo había querido hacerlo porque esa imagen de Seren se seguía repitiendo en su cabeza y le parecía hermosa.
—No tienes que dejar de hacerlo, me gusta —repuso ella mientras volvía a observar el dibujo y fue entonces, cuando él apartó las manos y regresó la mirada a ella—. Aunque creo que me has dibujado más bonita de lo que soy —señaló, dejando escapar una suave risa.
—En realidad estaba pensando que no había sido capaz de reflejar bien tu cabeza —reconoció él, avergonzado, a la vez que se rascaba una mejilla.
Seren buscó encontrarse con sus orbes verdes antes de dejar florecer una sonrisa en sus labios, en la que mostraba los dientes, que a él le dejó ensimismado. Esa era otra cosa que quería dibujar: su sonrisa. Era mil veces más bella cuando sonreía.
—¿Puedo quedármelo? —inquirió la rubia, haciendo que el castaño elevara ambas cejas de la sorpresa.
—¿Lo quieres? —cuestionó con incredulidad.
—Claro, es precioso —respondió totalmente honesta—. Es una lástima que hasta Toothless dibuje mejor que yo —soltó una risa—, si no me gustaría hacerte un retrato también para agradecerte por este y... —posó una mano en la empuñadora de la espada y él se dio cuenta de ella por primera vez en ese instante— por esta hermosa vaina.
—¿Q-Quién dice que la he hecho? —preguntó desviando la mirada, lo que solo hizo más obvio que realmente la había hecho él, aunque Seren ya lo sabía.
—Gobber me lo contó —contestó ella y él maldijo entre dientes—. Gracias, pero no te tenías que haberte molestado. Seguramente tengas muchas otras cosas que hacer más importantes o interesantes.
—No, yo... disfruté mucho de hacerla mientras pensaba si te gustaría o no —reveló con una leve sonrisa—. Me alegra saber que sea así. ¡Ah! Y en cuanto termine de decidirme por el diseño, te haré una espada también —añadió con cierto entusiasmo y ella rio.
—Estaré esperándola con muchas ganas —dijo dedicándole una sonrisa—. Y si haces algún dibujo más sobre mí, asegúrate de enseñármelos, ¿sí?
Hiccup asintió, aunque pensaba que le daba vergüenza que ella los viese, y Seren se sorprendió a sí misma acercándose de nuevo a él y depositando por primera vez un beso en su mejilla para luego darle las gracias en un susurro. Sus corazones dieron un leve vuelvo y ambos se sonrojaron, aunque el rubor de ella fue casi imperceptible —a pesar de su palidez—. Luego él se llevó una mano hasta la mejilla besada con la boca entreabierta y mirándola con sorpresa. Ella se limitó a sonreír de nuevo antes de levantarse e indicarle que iba a regresar a la cabaña.
El castaño se quedó allí unos minutos más, intentando asimilar lo que acababa de ocurrir y porque le había gustado tanto la sensación, mientras acariciaba la zona besada. Salió de su ensimismamiento cuando se encontró con Toothless delante mirándolo con los ojos bien abiertos y casi pareciendo que estuviese sonriendo burlonamente.
—¡No me mires así, Toothless! —se quejó, avergonzado.
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Como podéis ver, a Seren le cuesta cumplir su decisión de mantener las distancias con Hiccup porque él es encantador y claro, ella disfrutar estar con él.
Pero que conste, que en este momento, ni Hiccup ni Seren están enamorados. Hiccup a penas empieza a plantearse porque se pone tan nervioso con ella y aún así le resulta agradable lo que hace, pero aún no ha llegado a pensar si es porque le gusta o no. Y mientras tanto, los pensamientos de Seren están ocupados entre el hecho de que le gusta pasar tiempo con Hiccup, pero se siente mal porque todo es mentira y le está engañando. Ella está lejos siquiera de pensar que puede gustarle románticamente él. Y además, os recuerdo que entre que te guste alguien o se esté enamorado de ese alguien hay una gran diferencia.
También aclaro que teniendo en cuenta que Seren ha sido una asesina sin corazón por doce años sería bien extraño que se enamorase al instante de alguien que acaba de conocer, sobre todo cuando no sabe bien lo que es el amor ni nunca ha tenido interés en ello.
Tengamos lógica y paciencia, por favor. Los sentimientos de ellos irán surgiendo y creciendo poco a poco, porque para empezar odio las historias donde los protas se enamoran de la noche a la mañana cuando ni se conocen.
Y dicho esto, espero que os haya gustado el capítulo. ♥
Marie Weasley.
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