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━ five: the first flight together.

CAPÍTULO CINCO

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❝ EL PRIMER VUELO JUNTOS ❞


Con un pequeño bostezo y ojos soñolientos, Seren salió de la habitación y se encontró a Stoick ya sentado en la mesa dispuesto a comenzar a desayunar.

—Siempre tan madrugadora —comentó el mayor cuando la vio.

—Por alguna razón, no soy capaz de dormir mucho —respondió, aunque sí sabía cual era la razón, eran las pesadillas producto de los doce años que había pasado con los Dranters.

Había cosas que simplemente se negaban a abandonar su cabeza, como la primera vez que mató a un dragón, también la primera vez que mató a un hombre y la vez en que estuvo más de dos horas recibiendo latigazos por haber incumplido una orden.

Se acercó hasta la mesa y se sentó en frente del contrario para ponerse a desayunar también.

—¿No deberíamos despertar a Hiccup? —inquirió cuando estaba a punto de coger un trozo de pan.

—He ido a hacerlo, pero ni Toothless ni él estaban, así que supongo que habrán salido a volar y no volverán en horas —contestó Stoick para después darle un sorbo a su bebida.

—Le gusta mucho salir a explorar, ¿no? —comentó con una leve sonrisa a la que se unió el pelirrojo.

—Sí, aunque me gustaría que se centrase un poquito más en prepararse para sucederme como jefe —repuso y dejó escapar un suspiro.

—Bueno, para eso aún queda mucho —dijo Seren, untando mantequilla en el pan. Además, le parecía que Hiccup tenía más interés en recorrer el mundo junto a Toothless que en convertirse en jefe de Berk.

Se quedaron un rato callados después de eso mientras cada uno se centraba en su desayuno y pensamientos. Fue la rubia quien finalmente rompió el silencio.

—¿Le podría hacer una pregunta? —inquirió elevando la cabeza para mirarlo a los ojos—. Ah, pero no tiene que responder si no quiere.

—Adelante.

—¿Dónde está la madre de Hiccup? —preguntó tras haber dudado unos segundos, pues imaginaba que era un tema delicado de tratar, y en seguida vio como los ojos y expresión del contrario se ensombrecían—. No tiene que responder si no quiere —le recordó.

Stoick permaneció en silencio por más de un minuto y luego suspiró.

—Supongo que ya habrás deducido que ya no se encuentra con nosotros —comenzó a decir y de nuevo suspiró—. Hace años, cuando Hiccup apenas era un niño todavía, sufrimos un ataque de dragones y uno de ellos se la llevó.

—¿Se la llevó? —repitió Seren atónita.

—Sí, se la llevó y nunca la volvimos a ver. —Había un deje de arrepentimiento y tristeza en su voz mientas lo contaba que acongojó el corazón de la rubia—. ¿Has visto la cicatriz que tiene Hiccup debajo del labio interior? —inquirió entonces y ella asintió—. Se la hizo ese día.

—Lo lamento, no tenía ni idea —se apresuró a decir, lamentando el haber preguntado. Leif no le había contado lo que había pasado con la esposa de Stoick porque ni él mismo lo tenía claro, así que había sentido la necesidad de averiguarlo por si le era útil para la misión, pero claramente no.

—No tienes que disculparte, fue hace mucho —indicó el pelirrojo, pero para la rubia estaba claro que aunque había pasado tiempo, él aún no lo había superado.

—Pero me sorprende que ahora sea capaz de convivir con los dragones pacíficamente cuando uno de ellos le arrebató a la mujer que amaba —señaló tras titubear.

Stoick sonrió amargamente mientras asentía.

—Mi hijo ama a esos dragones y nos demostró que no eran como creíamos, así que decidí perdonarlos y darles una oportunidad —confesó Stoick, dejando un tanto sorprendida a Seren.

—Yo no creo que pudiese perdonar a alguien que me lo arrebató todo —repuso ella y por unos segundos, en sus ojos se vio reflejada una gran ira al pensar en los Dranters. Pero duró tan poco que el contrario creyó que lo había imaginado.

—Depende de la situación de cada uno imagino —contestó el mayor, ligeramente pensativo—. Yo ahora me siento más tranquilo, ya que no me tengo que preocupar por combatir con los dragones un día sí y otro también, pero... —Entrecerró los ojos y miró la taza que sostenía antes de continuar— ahora tengo otras preocupaciones.

—¿Cómo cuáles?

—Hay muchos vikingos que odian a los dragones por ahí, muchos cazadores —comenzó a explicar—. Incluso existe todo un clan que se dedica a ello.

—¿Un clan? —lo interrumpió Seren, aunque, por supuesto, sabía a quién se refería.

—El clan Dranters, son unos bárbaros sin corazón que matan dragones y hombres por igual —respondió Stoick con un claro recelo en su tono—. Me inquieta que algún día centren su atención en Berk y venga a atacarnos, porque sé que Hiccup no sería capaz de quedarse quieto y si el monstruo que es su jefe lo atrapase... No quiero ni imaginarme lo que le haría.

Seren no necesitaba imaginárselo, sabía perfectamente lo que Jarle le haría a Hiccup si conseguía atraparlo, porque se lo había visto hacer a muchas personas antes. Lo mataría de una forma tan horrible y tortuosa que hasta el más fuerte y valiente de los hombres temblaría de miedo y sentiría ganas de vomitar solo de presenciarlo. La imagen apareció fugazmente en su cabeza y pudo sentir como su corazón se estrujaba.

—Espero que no llegue a suceder —dijo y aunque, era quien era y estaba allí por lo que estaba, no mentía. No quería que los Dranters llegasen a Berk y lastimasen a aquella buena gente, y por alguna razón, menos aún a Hiccup.

Ah, empezaba a entender porque Ylva siempre le había dicho que era mejor no saber demasiado sobre el lugar que atacaban y la gente que mataban, que era mejor no involucrarse, porque si lo hacías y acababas sintiendo algo de apego o compasión debido a ello, cumplir con las órdenes sería complicado y doloroso.

Poco después, ambos terminaron de desayunar sin haber vuelto a hablar. Seren se levantó primero, recogió tanto su plato y vaso como los del mayor, y fue a lavarlos. Stoick le dio las gracias, se levantó y se puso el casco que había dejado sobre una silla.

—Por cierto, Seren —llamó su atención entonces—, aún no te lo he preguntado: ¿ya te estás acostumbrado a estar aquí?

—Sí, eso creo, todos son muy agradables conmigo —respondió sin darse la vuelta y sin dejar de fregar los cachorros.

—¿Y qué hay de mi hijo? ¿Qué piensas de él? —inquirió y Seren se giró al fin para mirarlo, ligeramente sorprendida por la pregunta.

Había decenas de cosas que Seren podía decir con respecto a Hiccup, como que le parecía atractivo, que era una buena persona, aunque un tanto ingenuo, que respetaba su determinación y valentía, que extrañamente le gustaba su relación con Toothless, que se le hacía gracioso lo torpe que podía ser a veces, que le resultaba lindo cuando se avergonzaba y muchas otras cosas. Pero en vez de ponerse a enumerar cada una de ellas, simplemente dijo una:

—Me gusta estar con él.

Y no era una mentira. Hiccup era la primera persona que podía decir con seguridad que le daba paz a su alma rota y su corazón corrompido. Aunque que eso fuera así, no era más que un problema para ella dada la situación.

Stoick fue incapaz de ocultar su sonrisa tras escucharla. A pesar de que apenas hacia una semana desde que la conocía, ya le agradaba por diversos motivos: porque era considerada con los mayores, no era tan débil ni inocente como aparentaba ser, era sorprendentemente directa e inteligente, tenía una mirada astuta, aunque era mayormente tranquila, y por encima de todo porque había notado que su hijo sonreía más desde que ella estaba alrededor.

—Ya veo, ya veo, me alegra oír eso —asintió varias veces mientras aún sonreía. Ahora solo le quedaba hacerle la misma pregunta a su hijo para ver que pensaba de ella.

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Un rato después de aquello, Stoick se marchó al pueblo y Seren aprovechó que estaba sola para coger papel y lápiz, y comenzar a redactar el primer informe para los Dranters. Probablemente debería haberlo escrito antes, pero no lo había considerado necesario ya que no tenía nada importante que reportar. Aún seguía sin tenerlo, pero no podía posponerlo por más tiempo, ya que sino Jarle y los demás podrían pensar que los estaba traicionando o que había sido descubierta. Se limitó a escribir que el plan marchaba bien, pero que aún estaba investigando cuando sería el mejor momento de atacar.

Una vez terminó de hacerlo, dobló el papel lo más pequeño que pudo y salió de la cabaña en dirección al bosque que había detrás. Avanzó por él, contemplando las plantas, árboles, flores y animales que se iba a encontrando y simplemente observando el lugar en sí, pues era bastante bonito y además, le proporcionaba mucha curiosidad, ya que le gustaban los bosques.

Cuando consideró que estaba lo suficientemente lejos, silbó y a los pocos minutos un águila de cola blanca apareció. Era una de las aves que los Dranters entrenaban para poder enviarse mensajes de un lugar a otro. Elevó el brazo derecho y el águila se posó en él, clavando sus garras; por suerte, la rubia llevaba un ancho brazalete de piel que cubría la zona y reducía el daño. Ató el mensaje en una de sus patas y observó como echaba el vuelo poco después. Tardaría en regresar alrededor de una semana, por lo que para entonces tenía que conseguir algo más de información sino quería cabrear a Jarle.

Suspiró pesadamente y continuó dando una vuelta por el bosque, llegando a una zona más despejada y donde se encontraba uno de los múltiples precipicios de la isla. Entonces, escuchó un grito de dicha y cuando alzó la cabeza, se encontró a Hiccup y Toothless volando. Contempló con asombro como el castaño se dejaba caer del dragón, estiraba los brazos y una especie de alas salían de su traje, permitiéndole volar por su cuenta. Sus exclamaciones y gritos cargados de emoción provocaron que una sonrisa asomase en los labios de Seren. Sin embargo, la alegría duró poco cuando notó que el sistema del traje fallaba y Hiccup empezaba a moverse inquietamente en el aire. Lo vio caer en picado y corrió hasta el borde del precipicio asustada mientras gritaba su nombre, justo para ver como Toothless llegaba a tiempo y lo salvaba de caer en los riscos. Respiró aliviada y se llevó una mano al corazón, notando como los latidos que se le habían disparado segundos atrás, empezaban a calmarse.

Toothless y Hiccup ascendieron de nuevo y fue en ese instante que los verdes ojos de él se encontraron con los azules de ella. Le indicó a su compañero que aterrizase y cuando la rubia los vio acercarse, retrocedió unos pasos para que ellos tuvieran suficiente espacio. Hiccup se quitó el casco para luego revolverse el cabello y Seren no pudo evitar pensar que se veía más guapo de lo habitual mientras lo hacía.

—¡Seren, ¿qué haces por aquí?! —inquirió él contento de verla.

—Vine a dar un paseo. —Por supuesto, no podía decirle la verdad—. Parecía que os estabais divirtiendo, ¿pero no ha sido eso muy peligroso? —añadió después con preocupación.

Hiccup sonrió levemente. Por alguna razón, le gustaba verla preocupada por él.

—Aún tenemos que afinar unos detalles, pero no hay nada de qué preocuparse, Toothless siempre me cogerá. ¿Verdad, amigo? —inquirió llevando la vista al dragón, el cual tenía los ojos entrecerrados y parecía estar mirándole mal.

A la rubia se le escapó una carcajada al verlo, mientras que el castaño frunció el ceño, devolviéndole la mirada al dragón, antes de carraspear y volver a mirarla a ella.

—Más importante, ¿te gustaría volar un rato con nosotros?

—¿Eh? No, no, no, no —respondió de inmediato a la vez que negaba con la cabeza y una mano.

—Oh, vamos, ¿por qué no? —inquirió haciendo un mohín—. Te aseguro que no te dejaré caer.

—No es eso, es solo...

—¡Será divertido y Toothless también quiere que vengas con nosotros! —exclamó él, interrumpiéndola, y el dragón asintió emocionado y moviendo la cola—. Estoy seguro de que lo disfrutarás. Vamos, confía en mí —dijo mientras extendía una mano hacia ella.

Seren entreabrió los labios con la intención de volver a negarse, pero cuando sus orbes chocaron, fue incapaz de hacerlo. Le resultaba difícil resistirse a esos ojos esmeraldas. Resignada, resopló y se acercó para tomar su mano. Hiccup la estrechó y le dedicó una bonita sonrisa, que ella no se demoró en devolverle.

—No te arrepentirás —le aseguró el castaño.

Se montó de vuelta sobre Toothless y luego ayudó a la rubia a hacerlo también.

—Sujétate fuerte —le indicó, pero ella se le había adelantado y ya estaba rodeando su cintura. Se puso un poco tenso al notarla tan cerca y la rubia sonrió de nuevo cuando se percató que hasta sus orejas se habían vuelto rojas—. V-Vamos allá —murmuró nervioso.

Palmeó la cabeza de Toothless por el costado, indicándole que ya podía moverse y éste se lanzó por el precipicio a toda velocidad. Un fuerte grito brotó de la garganta de Seren y sus pulsaciones volvieron a dispararse. Se aferró más al castaño mientras que él no podía parar de reír porque no esperaba que ella fuera asustarse tanto. Cuando estaban por estrellarse con los riscos, Toothles se alzó y comenzó a volar más suavemente.

—¡No te rías, maldito! —exclamó indignada Seren, pues Hiccup seguía riéndose.

—Perdón, perdón, es que has tenido una reacción muy divertida —se excusó él malamente y ella frunció el ceño.

Sin embargo, no replicó porque entonces observó la vista a su alrededor y quedó anonada. El cielo y el mar se extendían ante ellos sin parangón y era increíblemente hermoso. Toothless volaba muy cerca del mar, por lo que Seren, tras aferrarse a Hiccup más fuerte con un brazo, estiró el otro hacia abajo y se inclinó para tocar la superficie del agua. El castaño sonrió de lado mientras la observaba y antes de indicarle a su compañero que ascendiesen.

Subieron hasta las nubes y Seren intentó tocarlas también, mientras giraba la cabeza de un lado a otro para observarlo todo con fascinación. La sonrisa de Hiccup se amplió al ver la ajena y al ver aquellos azules ojos cargados de emoción. Se veía mucho más hermosa así, cuando sonreía tan honesta y ampliamente mostrando sus dientes y cuando sus orbes brillaban de alegría cuando normalmente parecían verse un poco tristes y solitarios.

Soltó el agarre de la cintura de Hiccup para colocar las manos sobre sus hombros y elevarse un poco. Luego cerró los ojos y simplemente disfrutó del aire que le daba en la cara y de la situación en general. Era increíble.

Una sensación sobrecogedora la invadió poco después y una lágrima se deslizó por su mejilla sin previo aviso. Notó a su corazón estrujarse y mientras las lágrimas seguían brotando, se aferró una vez más al castaño y escondió la cabeza en su hombro. Hiccup notó en seguida que algo no estaba bien, pero no fue hasta que escuchó un sollozo que entendió que ella estaba llorando. Se quedó boquiabierto y paralizado durante unos segundos, sin saber qué hacer o decir, hasta que finalmente soltó una rienda y tomó una de las manos de la rubia con fuerza. Seren la estrechó de inmediato y él se mordió el labio inferior por dentro, sintiéndose mal por no saber como podía consolarla y reconfortarla mejor.

«Ah, mierda», pensó Seren. La sensación sobrecogedora que la había invadido no era otra cosa que el sentimiento de libertad. Allí, en ese instante, mientras volaba con Hiccup y Toothless, se había sentido tan libre como nunca antes lo había hecho. Tan libre y tan en paz. Tan libre y tan satisfecha. Tan libre y tan segura. Tan libre y tan alejada de los Dranters, de todo lo que odiaba, de su terrible pasado, de los atroces crímenes que había cometido y del monstruo en que se había convertido con tal de sobrevivir. Tan sencillamente libre. Y eso era desgarrador. Porque ese sentimiento de libertad no era diferente a un espejismo en el desierto. Era una ilusión que se desvanecería y la dejaría devastada si seguía sintiéndose así cuando llegase el momento.

Por supuesto, ese momento no era otro más que el día en que la verdad saldría a la luz. Porque, desgraciadamente, no estaba allí y había conocido a Hiccup por mera casualidad, por un naufragio, como él creía, sino que todo había sido cruelmente premeditado. Ella no era más que una espía con la misión de encontrar la forma de destruir Berk y el día en que eso se descubriese, la libertad que estaba sintiendo ahora y la tranquilidad que Hiccup le proporcionaba con su presencia, se desvanecerían por completo y ella volvería a la prisión que era ser una cazadora de dragones del clan Dranters.

Las lágrimas dejaron de caer en algún momento, pero Hiccup no soltó su mano y Seren no alzó la cabeza hasta que notó que llevaban un rato descendiendo. Vio que se estaban acercando a la cabaña y al poco Toothless aterrizó sobre la hierba. Ni Hiccup ni Seren hicieron el intento de bajarse en un principio y Toothless los miró confundido por ello.

Fue el castaño el primero en bajar unos minutos después y ayudó a la rubia a hacerlo, sujetándola por la cintura. Entonces, verde y azul se encontraron una vez más y los corazones de ambos dieron un pequeño vuelco. Hiccup observó lo rojos y ligeramente hinchados que estaban los ojos de Seren y sintió un poco de dolor.

De forma inconsciente, apartó un mechón de cabello que cruzaba su cara y se le había soltado de la trenza, colocándolo detrás de su oreja derecha y no fue hasta que vio como ella enarcaba las cejas que se dio cuenta de lo que hacía y también de lo increíblemente cerca que seguían después de haberla ayudado a bajar. Dio un par pasos hacia atrás a toda prisa mientras un pequeño rubor cubría su rostro y una suave sonrisa aparecía en los labios de la rubia.

—Lo siento —murmuró evitando hacer contacto visual y rascándose la nuca, delatando así que estaba avergonzado.

Seren negó rápidamente con la cabeza, indicándole que no le importaba. En realidad no le había desagradado en lo más mínimo lo que había hecho ni que estuviera cerca, solo la había pillado desprevenida.

—Fue divertido —comentó entonces refiriéndose al vuelo, pero teniendo en cuenta lo que había pasado, Hiccup no pudo evitar dudar un poco de si era honesta—. Gracias por llevarme con vosotros.

Hiccup quiso responder, pero Toothless lo interrumpió, restregando su gran cabeza en el hombro de Seren para llamar su atención. Ella sonrió y lo acarició mientras veía como su cola comenzaba a moverse animadamente.

—Realmente me gustó, aunque puede que no lo pareciese —añadió mirando de reojo al castaño, pues imaginaba que él debía estar preocupado.

—En ese caso, puedes volar con nosotros siempre que quieras —respondió Hiccup dedicándole una sonrisa de lado.

—Lo tendré en cuenta, tenlo por seguro —dijo devolviéndole la sonrisa.

Incluso si estaba sonriendo, Hiccup notó que sus ojos no lo hacían del todo y eso solo lo preocupó más. Había algo diferente en ella; entre la Seren de antes de volar con ellos y la Seren que tenía delante, después del vuelo. Algo no estaba bien, lo presentía.

—Entraré primero —indicó señalando la cabaña.

Dicho aquello, le dio unas últimas caricias a Toothless y comenzó a caminar. Hiccup hizo el amago de cogerla de la mano para que no se fuera, pero se quedó en eso, en un amago, y solo la vio alejarse. Suspiró y apretó los puños. Quería haberle preguntado que le pasaba, porque había llorado mientras volaban, pero no se atrevió porque una parte de él temía la respuesta. 

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