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Capítulo 7

Steve, Sharon, Melissa y sus padres estaban jugando manzana con manzanas, y su padre tenía las mejores reacciones, era muy gracioso. Su risa era como un ronquido reprimido que luego salía con más potencia. Luego la risa de Steve no ayudaba y todos terminaban riendo más por sus risas que por otra cosa.

Era muy lindo y cómodo estan solo con su familia y poder relajarse. Su mamá, Sharon y Steve estaban en el sillón mientras su padre y ella estaban en sillas opuestas. Había adornos navideños por toda la sala y la fogata brindaba calor a la recámara. Sin que nadie se diera cuenta, tomó algunas fotos para el recuerdo y poder compartir el sentimiento de estar en casa para Navidad.

Había sido algo floja y no había hecho nada de trabajo en todo el día. Ayer había pasado un buen rato, aunque fuera tecnicamente visita de trabajo. Scott había estado muy feliz de recibirla y más aún cuando ella le dijo que promocionaría su restaurante sin pag alguno. Además, a la gente les encantaban las historias como las de Scott, todos esos malos ratos y pequeñas victorias que tuvo para poder por fin asegurar su sueño de tener un restaurante y que fuera un éxito.

Luego estuvo esa pequeña parte de su cerebro que la llevaba a la cena que había tomado con Bucky. Trató de ignorarlo, sabía que eso la metería en problemas.

Cuando su juego terminó, Sharon y su madre fueron arriba cada quien a dormir, dejando a Steve con su hermana y su padre.

—No puedo creer que te aventaste con paracaidas. —Steve dijo sacudiendo su cabeza. —Solías ser la persona más asustadiza del mundo, hasta te daba miedo subirte a los árboles conmigo.

—Eso era diferente. —Melissa aclaró. —Tú no eras profesional, y por cierto, recuerdo que alguien se rompió su brazo trepando árboles, así qué, ¿por qué debería de confiar en ti?

—Ambos crecieron la mitad de su niñez castigados por estar brincando y trepando cosas que no debería. —Su papá añadió rodando los ojos. —Todo por no darle un ataque a su madre y prevenir visitas semanales al hospital.

—Sí, bueno, me he calmado este último año.

Eso era muy cierto. Al inicio de su carrera había hecho cosas adventurosas por querer ganar seguidores y complacer a sus editores. Ahora que tenía un nombre más establecido, había podido adentrarse a la seriedad de los viajes con algunas fotografías y series. Por ejemplo, antes de que Steve la hiciera venir, estaba terminando de trabajar en una pequeña historia acerca del turismo y el regreso de la gente a la costa este desde el huracán Sandy que había destruido todo a su paso hace años.

—Tu sitio tiene ahora más un aire más serio. —Steve dijo volteándola a ver. —Ese trabajo acerca de las víctimas de la inhundación fue realmente conmovedor.

—Creo que al final toda la aventura se fue de mi sistema. —Admitió como si no significaba nada. —Cuatro años atrás, soñaba con saltar de un lugar a otro. No he visto el planeta entero, solo los lugares comercialmente aceptables y quiero cambiar eso.

—Estoy orgullosa de ti, cariño. —Su padre dijo con una sonrisa cálida. —Siempre dijiste que saldrías a aventurarte y eso hiciste.

—Gracias pa'.

—Bueno, creo que esto es mucha emoción para un anciano, así que iré a acompañar a su madre. Buenas noches, niños.

—Descansa papá. —Buenas noches.

Melissa esperó hasta que su padre hubiera subido las escaleras antes de buscar a Steve. —¿Ahora qué?

—No es taaaan tarde. —Dijo con una sonrisa. —¿Qué quieres hacer?

Sus ojos se dirigieron hacia el reloj de pared. —No hay nada que hacer en este pueblo después de las 10, Steve.

—Si. —Él dejó salir un suspiro. —Tienes razón, olvide lo aburrido que es este pueblo.

—Solo vives a 20 minutos de la ciudad. —Le recordó con una sonrisa.

—Esos 20 minutos hacen una gran diferencia. Me refiero, tenemos semáforos y esas cosas.

Hubos unos momentos en silencio que los hermanos disfrutaron antes de que su cerebro quisiera hacer las mismas estúídas preguntas. —¿Steve?

—Hmm. —Sus ojos estaban cerrados y su cabeza recargada en el sillón.

No lo hagas, no lo hagas, su cerebro gritaba internamente. Su curiosidad le ganó callando a su sentido común. Tenía que preguntarle. —¿Cuánto tiempo espero?

—¿Cuándo tiempo espero quien?

—¿Cuánto tiempo espero Bucky antes de seguir adelante?

Eso despertó la atención de Steve. Sus ojos se abrieron en un instante, dándole toda la atención a su hermana menos. Su cara de hermano mayor preocupado volvió a anifestarse en su semblante. —No salió con nadie por un año Mel, realmente le afectaste.

Su corazón se cayó. —Le dije que siguiera con su vida.

Steve le regaló una sonrisa triste. —¿Realmente pensaste que iba a hacerte caso? ¿Qué sería tan fácil para él?

—Eso esperaba. —Melissa miró sus manos.

—¿Qué hay sobre ti?

—¿Qué hay sobre mí? —Melissa se desconcertó. —No tuve tiempo para ver a nadie, si acaso solo fueron una o dos citas. ¿Si viste qué estuve haciendo todo este tiempo? Al menos dime que le echaste una ojeada.

—Lo hice, lo juro. Se que nunca hablamos del tema pero en cuatro años, ¿nunca tuviste una relación?

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras parpadeaba lo más rápido para retenerlas. —Bucky no fue el único en terminar jodido y afectado.

—Hermanita. —Steve suspiro levantándose de su silla y acercándose hacia ella. La acercó con sus brazos y la acurruco en ellos. Dándole un fuerte abrazo, un abrazo que necesitas pero te da miedo pedir.

—Tienes que detenerte. —Dijo ella mientras lloraba y reía al mismo tiempo tratando de empujarlo pero al mismo tiempo no dejarlo ir. —No quiero terminar sollozando.

—Tienes que dejar salir todo. —Steve murmuro descansado su barbilla sobre su cabeza. Finalmente dejo de pelear y siguió sus indicaciones dejando que Steve la abrazara mientras ella lloraba aceptando el calor de su hermano.

Después de unos minutos, se sintió mejor, solo un poco. Él lo sintió también y se alejó con una sonrisa en su rostro.

—¿Te sientes menos triste?

—Sí, muchas gracias.

—Cuando quieras, Mel. Ahora, creo que lo mejor será ir a dormir. Se supone que mañana tendremos que estar temprano.

—Buenas noches Steve, la verdad me quedaré un rato. —Steve iba a seguir su camino pero lo cierto era es que él tampoco quería dormir.

—¿Sabes qué? Creo que tengo una botella de tequila escondida por algún lado. A lo mejor es tiempo de que ya se abra. —Steve dijo con una sonrisa atrevida en su rostro. —Vamos, que Sharon no me dejara hacerlo en otra ocasión.

—Suena más que perfecto para mí.

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