Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8. King's Cross


Cuando Arlina despertó a la mañana siguiente, en el ambiente había una definida tristeza de fin de vacaciones. La copiosa lluvia seguía salpicando contra la ventana mientras se ponía unos vaqueros negros, un sueter rosa y unas botas negras de tacón bajo. Se vestiría con la túnica del colegio cuando estuviera en el expreso de Hogwarts.

Cuando bajó a desayunar, Garrett ya estaba dando el primer bocado a su tostada con mermelada mientras leía una página de El Profeta.

—¿Qué ocurrió con Moody? —preguntó Arlina, mientras le untaba mantequilla a su tostada.

—Dice que oyó a un intruso en el patio de su casa. Estaba muy alterado cuando llegué.

—¿Atacó a nadie?

—Saltó de la cama y comenzó a echar maleficios contra todo lo que tenía a su alcance desde la ventana —contestó Garrett con una mueca, molesto por las consecuencias que habían traído el ataque de pánico de su amigo y antiguo mentor—, pero cuando yo llegué... ya no había nadie. El intruso logró escapar. Nadie le cree a Moody, pero ya sabes que yo preferiría cortarme la mano antes que dejar de creer en su criterio.

—¿Y aún piensa ir a Hogwarts? —cuestionó insegura.

—Le pregunté que si se sentía bien para ir, que siempre podría decirle que no a Dumbledore, pero ya sabes cómo es... Así que igualmente lo tendrás de profesor. Lo cual es bueno. Aprenderás mucho con él, estoy emocionado por eso. Y más vale que te comportes, porque ya le he dicho que enfoque el ojo de cristal en ti.

Arlina no se contuvo poner los ojos en blanco. Con "comportarse" sabía que se refería a no andar muy cerca de ningún chico que no fueran Cedric Diggory o Greg Rusquett.

—Como sea. Me alegro de que esté bien. Supongo que pudimos evitar que algo malo le pasara.

Garrett asintió con la cabeza antes de volver a leer El Profeta.

Después de tomar una ducha caliente, Arlina pegó el grito en el cielo cuando despertó de su trance y el empañado espejo de su baño tenía el dibujo de un ojo, trazado con su dedo. Arlina necesitó unos cuantos segundos antes de descifrarlo. Garrett no dudó ni un segundo en ir a la casa de Moody cuando le informó de su visión.

—Será mejor que nos demos prisa. Después de dejarte en el tren, me iré al Ministerio para hacer el reporte de Alastor —le dijo mientras se terminaba el jugo de calabaza.

Fue un alivio llegar a King's Cross, aunque la lluvia caía con fuerza y se calaron completamente al cruzar la transitada calle en dirección a la estación, llevando los baúles.

Arlina ya estaba acostumbrada a entrar en el andén 9¾. De hecho, le emocionaba. No había más que caminar recto a través de la barrera, aparentemente sólida, que separaba los andenes nueve y diez. La única dificultad radicaba en hacerlo con disimulo, para no atraer la atención de los muggles.

Arlina sólo necesitaba cargar a su gata Helga en brazos y su bolso mágico al hombro. Caminaron hacia la barrera, hablando entre ellos despreocupadamente, y la atravesaron... y, al hacerlo, el andén 9¾ se materializó allí mismo.

El expreso de Hogwarts, una reluciente máquina de vapor de color escarlata, ya estaba allí, y de él salían nubes de vapor que convertían en oscuros fantasmas a los numerosos alumnos de Hogwarts y sus padres, reunidos en el andén.

—No olvides escribirme. ¡Ah! Y recuerda: no quiero que...

—Que ningún chico se me acerque. Lo sé, lo sé —dijo con tono monótono, rodando los ojos. Le sonrió de lado—. Te voy a extrañar, tío.

—Y yo a ti, abejita —le sonrío brevemente con un toque de dulzura en sus ojos, que luego perdieron brillo—. A ti no, bola de piel arrugada.

Helga le siseó y Arlina la dejó en el suelo un segundo para abrazar a Garrett. Sintió la fuerza de los brazos de su tío deseando no dejarla ir. Aunque no lo admitiera, Garrett sufría cada vez que la llevaba al tren, porque su paranoia no lo dejaba estar tranquilo y constantemente temía no volver a verla.

Arlina le regaló una tranquilizadora sonrisa una última vez antes de recoger a Helga y subir al tren para coger sitio. No tardó en soltar su bolso en uno de los vagones centrales del tren, tomar asiento y dedicarse a acariciar a Helga, que ronroneaba contenta en su regazo.

Alguien abrió el compartimiento. Arlina sonrió cuando lo vio asomarse con signo de búsqueda en los ojos. Cedric suspiró aliviado.

—Por fin te encuentro. Vi a Garrett allá afuera, por cierto. Se veía ansioso, como siempre —mencionó Cedric, metiéndose con su baúl y la jaula de su lechuza anaranjada, Picasso—. Llegaste más temprano de lo usual.

Arlina fue quien le dio el nombre a la lechuza el día en que fueron a la tienda de mascotas del callejón Diagon, días después de que Cedric recibiera su primera carta de Hogwarts.

—Garrett tenía que ir al Ministerio por unos asuntos —explicó, encogiéndose de hombros y poniendo sus piernas sobre el asiento de enfrente, sobre el regazo de Cedric—. Tu papá debe estar apurado también.

—No tienes idea —suspiró—. Todos los días se va temprano y regresa después de las diez. Rita Skeeter está atacando al Ministerio y eso les está causando problemas a todo mundo.

—Esa mujer no tiene vergüenza —bufó Arlina, arrugando la nariz—. Sólo le gusta ver conflictos donde no los hay. ¿Pasó algo más con Winky? ¿Le dijiste a tu padre lo que te pedí? ¡Ella es inocente!

—No me escuchó. Estaba como loco... No ha querido escuchar a nadie estos días. Mamá dice que es el estrés.

—Entiendo, pero...

—Sin embargo —la calló, sonriéndole con cariño—, el profesor Dumbledore ha ido a pedir que Winky trabaje en Hogwarts.

—¿Qué? —exclamó, entre sorprendida y feliz. Cedric asintió, confirmando lo dicho— Le dije a Garrett que pidiera la trasladaran a la Jardinera, pero rechazaron su petición porque todavía no sabían que hacer con ella.

—Conoces las influencias del profesor. Seguramente ni rechistaron en dársela.

—Me alegra saberlo. El profesor Dumbledore les da un mejor trato a los elfos que cualquier otro mago. Winky estará mejor en Hogwarts que con Crouch.

—¡Aquí están! —gritó una voz enfadada. Cedric y Arlina voltearon hacia la puerta, encontrando a su amigo, Greg Rusquett.

—Hola, Greg. ¿Por qué tardaste tanto en encontrarnos? —preguntó Cedric con burla.

Arlina se rió por lo bajo.

—Muy gracioso —contestó Greg con sarcasmo, metiéndose al compartimiento con su baúl en manos y la jaula de su lechuza parda, que dormía en absoluto silencio y quietud.

Cedric era un chico muy amigable y cortés, por lo que en su primer año en Hogwarts se hizo varios amigos. Sin embargo, ninguno se volvió tan cercano a él como lo hizo Greg. Tres años después, cuando Arlina entró a Hogwarts, Greg la recibió con los brazos abiertos y la trató como si la conociera de toda la vida. Después de todo, así se sentía desde que Cedric le hablaba de Arlina, y a ella de Greg. De los tres, Greg era el más simpático y despreocupado, además de increíblemente hábil para la clase de pociones.

La espesa lluvia salpicaba en las ventanillas con tal fuerza que apenas se distinguían nada del exterior. Se hacía aún más y más intensa conforme el tren avanzaba hacia el norte. El cielo estaba tan oscuro y las ventanillas tan empañadas que hacia el mediodía ya habían encendido las luces. El carrito de la comida llegó traqueteando por el pasillo, y Cedric compró un trozo de tarta de calabaza para compartir con Arlina. Greg se compró dos bolsas de regaliz, que se negó a compartir. No es que fuera egoísta..., pero Greg nunca compartía su regaliz.

Varios de los amigos de Cedric y Greg pasaron a verlos a lo largo de la tarde, incluidas Susan Bones y Hannah Abbott. Por alguna razón, Arlina no se llevaba mucho con las chicas de su casa. Ni siquiera con las de su generación. Claro, Susan y Hannah eran siempre agradables con ella, ya que compartían dormitorio desde primer año, pero nunca se habían llevado lo suficiente como para enviarse cartas en el verano. Así que, cuando no estaba en clases, pasaba el tiempo con Cedric y Greg.

No hablaron de otra cosa aparte del Mundial hasta que todos decidieron ir a ponerse el uniforme del colegio. Cedric y Greg fueron a cambiarse a otro lado para dejar a Arlina a solas.

Apenas se había puesto las mayas, la falda y los zapatos, y cuando estuvo por ponerse la camisa... Harry Potter abrió el compartimiento.

—Oigan, ¿creen que...?

Arlina jadeó angustiada y agarró la túnica del asiento para cubrirse el torso y el pecho. El rostro y las orejas de Harry adquirieron un tono escarlata. Ella no se quedó atrás.

—¡Lo siento!

Cerró la puerta con tanta fuerza que el cristal tembló, pero no se fue y empezó a tratar de explicar que se había confundido de compartimiento, mientras que Arlina se apresuró a ponerse la camisa y la túnica.

—¡Y-yo... Yo no! ¡Te juro que...!

—¿Potter?

Era la voz de Greg.

—¿Podemos ayudarte con algo? —preguntó Cedric a su lado, confundido por verlo afuers de su compartimento con la cara roja.

—Y-yo... Yo me confundí. Creí que era mi compartimiento —habló lo suficientemente alto para que Arlina captara el mensaje.

No volvió a oírlo.

—¿Arlina? ¿Terminaste?

—¡Un segundo! —casi gritó, obligándose a tomar largas respiraciones para calmarse.

Cuando se abrieron las puertas del tren, se oyó el retumbar de un trueno. Arlina envolvió a Helga con su capa, y Cedric puso una túnica para cubrir la jaula de Picasso antes de salir del tren bajo el aguacero con la cabeza inclinada y los ojos casi cerrados. La lluvia caía tan rápida y abundantemente que era como si les estuvieran vaciando sobre la cabeza un cubo tras otro de agua helada.

—Ah, no me haría gracia pasar el lago con este tiempo —aseguró Arlina enfáticamente, tiritando mientras avanzaban muy despacio por el oscuro andén con el resto del alumnado.

Cien carruajes jalados por thestrals los esperaban a la salida de la estación. Arlina, Cedric y Greg subieron a uno de ellos, la puerta se cerró con un golpe seco y un momento después, con una fuerte sacudida, la larga procesión de carruajes traqueteaba por el camino que llevaba al castillo de Hogwarts.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro