Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

48. Azkabán


Oscuridad. Eso era lo único que había: oscuridad... y una carcajada frívola y macabra. De repente, un relámpago iluminó el lugar. La brisa del oceáno la golpeó el rostro. Estaba en un lugar alto. ¿Dónde?

Se agarró a la pared de ladrillo cuando se asomó. Se encontraba en una torre en medio del mar. Los truenos acallaban la risa de una mujer, pero no el aullido de un lobo. Se le erizaron los vellos de la piel, como si sus propios temores reconocieran aquel canto animal.

Un hombre de piel blanquecina, dientes manchados y afilados, con largos cabellos castaños y mojados, se asomó desde el interior del cuarto de la torre con una sonrisa de ilusión. Se veía feliz, aliviado, y estaba celebrando con aullidos.

Otro relámpago iluminó el lugar. Por fin, Arlina pudo ver toda la imagen. Estaba en un calabozo de Azakabán... destruido, bombardeado por alguna magia, y el hombre era un prisionero. Distinguió el uniforme... y el rostro.

Fenrir Greyback.

—¿Terminó? —preguntó Greg, estirándole un regaliz de un puñado de que tenía en la mano. Se veía relajado, casi aburrido— Cuando dijiste que tus visiones ahora eran diferentes, no me imaginé esto. ¿Quieres regaliz, o no? —sacudió el dulce en su mano.

Aturdida, Arlina negó con la cabeza. Él se encogió de hombros y se moció el caramelo.

—¿Qué viste? ¿Servirán malteadas de fresa mañana en el desayuno?

Volvió a negar con la cabeza. Entonces Greg entendió que era una visión más seria que el desayuno del día siguiente.

—¿Qué viste?

—A Greyback —murmuró.

Frunció el ceño, confuso.

—¿No está en Azkabán? Tu tío lo encarceló, ¿no?

—Sí, así es —confirmó—, pero creo que va a escapar.

Greg tragó saliva con dificultad.

—Pero... está en Azkabán. Es imposible huir de ese lugar.

—Bueno, Sirius Black lo hizo —le recordó—. Además, ahora con Voldemort de vuelta, dudo que haya muchas cosas que sean imposibles. Tengo que escribirle a Garrett.

Dejó la Sala Común de Hufflepuff y entró a su dormitorio. Susan estaba tomando su siesta de belleza y Hannah hacía los deberes. Rápidamente tomó tinta y papel y comenzó a escribir, relatando su visión. Guardó la carta en un sobre sellado, abrió la jaula de Picasso, que gorgojeó contento de hacer un viaje y voló a su brazo.

—Llévasela a Garrett. Tan pronto como puedas. Es importante, Picasso —le dijo, atando la carta a su pata. Le dio un puñado de semillas y acarició su cabeza antes de dejarlo salir por la ventana—. No me falles.

Picasso volvió a gorgojear y salió volando del dormitorio. Lo vio aletear y alejarse, perdiéndose hasta volverse un punto anaranjado en el cielo. Sólo podía esperar que su visión no fuera sobre un futuro cercano. Podría ocurrir en unas semanas, días o un año. Sin embargo, tenía la sensación de que estaba mucho más próximo de lo que se imaginaba.

Al día siguiente, todo se volvió realidad. Cuando llegó El Profeta de Hermione, ésta lo alisó, echó un vistazo a la primera plana y soltó un grito que hizo que todos los que estaban cerca se quedaran mirándola.

—¿Qué pasa? —preguntaron Ron y Greg a la vez.

Por toda respuesta, Hermione colocó el periódico sobre la mesa, y señaló diez fotografías en blanco y negro que ocupaban la primera plana; eran las caras de ocho magos, un hombre lobo y una bruja. Algunas de las personas fotografiadas se burlaban en silencio; otras tamborileaban con los dedos en el borde inferior de la fotografía, con aire insolente. Cada fotografía llevaba un pie de foto con el nombre de la persona y el delito por el que había sido enviada a Azkaban.

FUGA EN MASA DE AZKABAN

EL MINISTERIO TEME QUE BLACK SEA EL "PUNTO DE REUNIÓN" DE ANTIGUOS MORTÍFAGOS

"Fenrir Greyback, condenado por el brutal asesinato de Nora Winchester", rezaba el pie de foto de un mago y hombre lobo con la cara larga, pálida y contrahecha, que miraba sonriendo burlonamente a Arlina.

"Bellatrix Lestrange, condenada por torturar a Frank y Alice Longbottom hasta causarles una incapacidad permanente".

El Ministerio de Magia anunció ayer entrada la noche que se había producido una fuga en masa de Azkaban.

Cornelius Fudge, ministro de Magia, fue entrevistado en su despacho y confirmó que diez prisioneros de la sección de alta seguridad escaparon a primera hora de la noche pasada, y que ya ha informado al Primer Ministro muggle del carácter peligroso de esos individuos.

"Desgraciadamente, nos encontramos en la misma situación en que estábamos hace dos años y medio, cuando huyó el asesino Sirius Black — declaró Fudge ayer por la noche—. Y creemos que las dos fugas están relacionadas. Una huida de esta magnitud sugiere que los fugitivos contaron con ayuda del exterior, y hemos de recordar que Black, el primer preso que logró huir de Azkaban, sería la persona idónea para ayudar a otros a seguir sus pasos. Creemos también que esos individuos, entre los que se encuentra la prima de Black, Bellatrix Lestrange, han acudido a ofrecer apoyo a Black, al que han erigido líder. Sin embargo, estamos haciendo todo lo posible para capturar a los delincuentes, y pedimos a la comunidad mágica que permanezca alerta y actúe con prudencia. No hay que abordar a ninguno de estos individuos bajo ningún concepto".

—Ya está, Harry —dijo Ron, atemorizado—. Por eso estaba tan contento anoche.

—¿De qué hablas? —cuestionó Arlina con el ceño fruncido. Miró a Harry— ¿Tuviste otra pesadilla?

—No, no. Ayer me dolió la cicatriz y tuve la sensación de que estaba feliz.

—Ya veo —musitó pensativa.

—¿Qué pasa? —preguntó Hermione.

—¿A qué hora tuviste ese dolor, Potter? —preguntó Greg, tan pensativo como Arlina.

—No lo sé. Por la tarde. En la Sala Común.

—Estábamos haciendo los deberes —completó Ron.

—Arlina predijo eso —dijo Greg, señalando el periódico.

—¿Qué? —exclamó Hermione, y carraspeó, controlándose de no volver a alzar la voz y llamar la atención— ¿Por qué no lo dijiste? —susurró.

—Le avisé a Garrett —susurró Arlina de vuelta—. No creí que fuera a suceder al día siguiente. ¿Sabes cuáles eran las probabilidades de eso?

Hermione hizo una mueca con la boca, no por que estuviera molesta, sino porque lo entendía y veía su punto. No había nada que hubiera podido hacer. Había hecho lo correcto al avisarle a Garrett, pero su predicción había ocurrido mucho antes de lo esperado.

—No puedo creerlo —gruñó Harry, tomando el periódico y releyendo con el ceño fruncido—. ¡Fudge culpa de la fuga a Sirius!

—¿Qué otra opción tiene? —comentó Hermione con amargura— No puede decir: "Lo siento mucho, Dumbledore ya me advirtió que esto podía pasar, los vigilantes de Azkaban se han unido a lord Voldemort..." ¡Deja de gimotear, Ron! "...y ahora los peores partidarios de Voldemort se han fugado". Hay que tener en cuenta que Fudge lleva seis meses diciendo a todo el mundo que Dumbledore y tú son unos mentirosos.

—Debí decirle a Dumbledore. Él le habría advertido a Garrett de esto más rápido —se lamentó Arlina, mirando de reojo la fotografía de Greyback, en el periódico que Harry todavía sostenía indignado.

—Dumbledore le adivirtió a Fudge que algo así sucedería, Arli. No debes sentirte culpable —le dijo con voz calmante—. Fudge no lo habría escuchado.

Arlina sintió gran consuelo cuando Harry tomó su mano. Estaba tan sorprendido y molesto, que sólo hasta ese momento reparó en la fotografía de Greyback. Recordaba bien lo que le había platicado sobre aquella noche, el asesinato de su madre y que por poco pudo ser también el día de su muerte. El rostro de su viejo boggart.

—No va a acercarse a ti —le prometió en voz baja, mientras Ron se engullía un plato de cereales con expresión temerosa y Hermione y Greg seguían hablando sobre la noticia.

Arlina lo miró a los ojos, y distinguió esa mirada decisiva. Harry estaba dispuesto a protegerla, a defenderla de cualquiera, especialmente de aquel mortífago.

—En realidad, espero que lo haga —confesó—. Porque voy a matarlo cuando lo vea.

Se sintió sorprendida cuando él no la miró horrorizado ni temeroso, o como si estuviera diciendo locuras. Él había experimentado la misma sensación hace dos años, cuando creía que su padrino era el responsable de la muerte de sus padres.

Apretó su mano bajo la mesa, entre la pierna de ella y la suya. Entendía su sed de venganza, y él no era nadie para negársela o contradecirla.

—¿Harry?

Al mismo tiempo, levantaron las cabezas y voltearon a sus espaldas. Atrás de ellos, Seamus Finnigan estaba parado. No se veía como si fuera a discutir o llamarlo mentiroso, pero Arlina no bajó la guardia. Si estaba ahí para pelear, había elegido un mal día.

—Quería pedirte disculpas —dijo con tono bajo, casi culposo. Arlina y Harry intercambiaron miradas rápidamente antes de volver a verlo—. Hasta mi mamá dice que lo que dice El Profeta no tiene sentido... Lo que estoy tratando de decir es que... te creo.

Arlina creyó que la fuga de Azkaban le daría una lección de humildad a la profesora Umbridge, o que tal vez se avergonzaría de la catástrofe que se había producido en las mismísimas narices de su querido Fudge. Sin embargo, parecía que sólo había intensificado su furioso deseo de tomar bajo su control todos los aspectos de la vida en Hogwarts. Se mostraba decidida, como mínimo, a conseguir un despido lo más pronto posible, y la única duda era quién iba a caer primero: la profesora Trelawney o Hagrid.

Arlina tenía la impresión de que la profesora Umbridge la estaba privando metódicamente de todo lo que hacía que su vida en Hogwarts resultara agradable. Y ella se vengaba de la única forma en que podía: redoblando sus esfuerzos con Harry en el ED.

—Hola, Neville —saludó en voz baja.

Neville se dio media vuelta y vio a Arlina entrar a la Sala de Menesteres con papeles en sus manos y un andar cauteloso. Le dio una desanimada media sonrisa como saludo.

Arlina se acercó al espejo frente al que estaba parado y le tendió un par de los papeles que llevaba. Neville pasó los ojos por los titulares de los recortes de periódico.

—Pensé que sería buena idea colgarlos, para recordarnos por qué hacemos esto y a qué nos enfrentaremos algún día.

Neville asintió sin decir nada y la ayudó a colgar los recortes. Se quedó mirando la fotografía de Bellatrix Lestrange, no tenía el pie de página, por lo que no podía leer que había sido la agresora de sus padres. Lo mismo ocurría con la fotografía de Greyback.

—Lo siento mucho —murmuró.

Arlina lo miró y le regaló una triste media sonrisa.

—Yo también lo siento —le dijo. Volvió la mirada al espejo, dio un paso al frente y terminó de pegar el último papel. Excepto que ése no era un recorte, sino la fotografía de Cedric, regalando su deslumbrante sonrisa—. Nada de lo que ocurrió será en vano, Neville. Lo prometo.

Le alegró comprobar que la noticia de que otros diez mortífagos andaban sueltos había estimulado a los que participaban en las reuniones a esforzarse más que nunca, y todos parecieron muy entusiasmados cuando Harry dio una alegre noticia: ese día aprenderían a conjurar el encantamiento patronus.

—Debe ser un recuerdo poderoso, el más feliz que tengan —explicó Harry, caminando entre sus compañeros para observar su progreso—. Permitan que los llene.

—Hemos elegido este día para hacérselos un verdadero desafío —continuó Arlina, andando con él—. Hoy no es un día para celebrar ni estar felices. ¡Sorpresa! Muchos días no lo son. No esperen lograr un patronus en un momento de dolor si sólo lo han logrado en un ambiente tranquilo y seguro. ¡Concéntrate, Ron!

—Merlín. Suena como su tío —se quejó Ron, un poco temeroso.

—Creo que su método es efectivo —opinó Hermione—. ¡Expecto patronum!

—¡Excelente, Hermione! —felicitó Arlina sonriente, observando una linda nutria nadar a su alrededor.

—Arlina tiene razón —habló Harry—. Un patronus de cuerpo entero es difícil de conjurar, pero los recuerdos pueden ser útiles contra muchos rivales.

—Recuerden que sus patronus sólo los pueden proteger si se concentran —aclaró Arlina, caminando junto a los gemelos Weasley—. Te toca George. Concéntrate. Piensa en la cosa más feliz que puedas.

—¡Expecto patronum!

Un hilo de vapor plateado salió de su varita, pero no terminó de formarse en algo corpóreo.

—Debe ser un recuerdo más potente —lo animó—. Estas cosas son muy avanzadas. ¡Van muy bien! —dijo a toda la sala.

En ese momento la puerta de la Sala de los Menesteres se abrió y volvió a cerrarse. Arlina se dio la vuelta para ver quién había entrado, pero no vio a nadie. Tardó un instante en darse cuenta de que los alumnos que estaban cerca de la puerta se habían quedado callados. Entonces algo le tiró de la falda a la altura de las rodillas. Miró hacia abajo y se llevó una sorpresa al ver a Winky y Dobby.

La elfina la miraba con ojos desorbitados; estaba temblando de miedo. Arlina reconoció la expresión preocupada de la elfina.

—¡Winky! ¿Qué ocurre?

—¡Hola, Dobby! —exclamó Harry, acercándose a su lado para mirar a los elfos con curiosidad— ¿Qué hacen? ¿Qué pasa?

Los miembros del ED que estaban más cerca de Arlina y Harry se habían quedado mudos y todos contemplaban a los elfos. Los pocos patronus que los alumnos habían conseguido se disolvieron en una neblina plateada, y la habitación quedó mucho más oscura que antes.

—Harry Potter, señor... —chilló el elfo, que temblaba de pies a cabeza—. Harry Potter, señor... Dobby ha venido a avisarle..., pero a los elfos domésticos les han advertido que no digan...

Se lanzó de cabeza contra la pared. Harry, que conocía bien la costumbre de Dobby de autocastigarse, lo sujetó antes de que lo consiguiera.

—¿Qué ha pasado, Dobby? —le preguntó Harry mientras lo agarraba por el delgado brazo y lo apartaba de cualquier cosa con la que pudiera intentar hacerse daño.

—¡Es la profesora Umbridge, señorita Arlina! —gritó Winky apresurada, agarrándose al dobladillo de su falda, mirándola desde abajo con nerviosismo. Sentía mucha más lealtad a Arlina que miedo hacia otros magos, incluyendo a Umbridge— ¡Viene hacia aquí! ¡Lo sabe, señorita Arlina! ¡La profesora Umbridge lo sabe!

Harry se enderezó y echó un vistazo a los inmóviles y aterrados alumnos que miraban a los elfos.

—¿QUÉ ESPERAN? —gritó— ¡CORRAN!

Entonces todos salieron disparados hacia la puerta, formando una marabunta, y empezaron a marcharse precipitadamente de la sala. Harry los oyó correr por los pasillos.

—¡Arlina! —gritó Greg, esperándola en la puerta.

—¡Te veo en las cocinas! —gritó de vuelta.

—¡Vamos, Harry! —gritó Hermione, desde el centro del grupo de alumnos que peleaban por salir.

Harry levantó en brazos a Dobby, que todavía intentaba lastimarse, y Arlina a Winky. Corrieron con ellos para unirse a sus compañeros.

—Dobby, esto es una orden: baja a la cocina con los otros elfos, y si ella te pregunta si me has avisado, miente y di que no —dijo Harry—. ¡Y te prohibo que te hagas daño! —añadió, y cuando por fin cruzó el umbral, soltó al elfo y cerró la puerta tras él.

—Winky, no te separes de Dobby y haz lo mismo que él, ¿entendido? Si ella intenta hacerles daño, ¡quiero que vayan a la Jardinera y se queden ahí!

—¡Gracias Harry Potter! —chilló Dobby, y echó a correr a toda pastilla con Winky.

—¡Señorita Arlina! —gritó Winky, negándose a dejarla sola.

—¡Ve, Winky! ¡Haz lo que dije! —exclamó.

Harry la agarró de la mano y la jaló. Miró a derecha e izquierda; los otros corrían tanto que sólo alcanzó a ver un par de talones que doblaban cada una de las esquinas del pasillo antes de desaparecer...

—¡AAAYYY!

Algo se había enroscado en sus tobillos, y los dos cayeron estrepitosamente al suelo y resbalaron boca abajo unos dos metros antes de detenerse. Oyó que alguien reía detrás. Se colocaron boca arriba y vieron a Malfoy escondido en una hornacina, bajo un espantoso jarrón con forma de dragón.

—¡Embrujo zancadilla, Potter! —dijo— ¡Y les he dado a los dos! ¡Eh, profesora! ¡Profesora! ¡Ya tengo a dos!

La profesora Umbridge apareció jadeando por un extremo del pasillo, pero con una sonrisa de placer en los labios.

—¡Son ellos! —exclamó con júbilo al ver a Arlina y Harry en el suelo— ¡Excelente, Draco, excelente! ¡Muy bien! ¡Cincuenta puntos para Slytherin! Voy a sacarlo de aquí... ¡Levántate, Potter! ¡Tú también, Winchester!

Harry se puso en pie y los miró con odio a los dos antes de ayudarle a Arlina. Jamás había visto tan feliz a la profesora Umbridge, que lo agarró fuertemente por un brazo y se volvió, sonriendo de oreja a oreja, hacia Malfoy.

—Corre a ver si atrapas a unos cuantos más, Draco —le ordenó—. Di a los otros que busquen en la biblioteca, a ver si encuentran a alguien que se haya quedado sin aliento. Mirad en los lavabos, la señorita Parkinson puede encargarse del de las chicas. ¡Deprisa! Y ustedes —añadió adoptando un tono aún más amenazador de lo habitual, mientras Malfoy se alejaba—, ustedes van a venir conmigo al despacho del director.

Al cabo de unos minutos estaban frente a la gárgola de piedra. A Arlina le habría gustado saber a cuántos más habían atrapado. Pensó en Greg (la señora Rusquett iba a matarlo) y en cómo se sentiría Hermione si la expulsaban antes de que pudiera hacer sus TIMOS. Y aquella había sido la primera reunión de Seamus... Y Neville estaba mejorando tanto...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro