Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2. Los Weasley


—Va a ganar Irlanda —pronosticó Cedric, caminando a mi lado con su enorme mochila en brazos y espalda.

—Bueno, en las semifinales le dieron una paliza a Perú —concordó el señor Diggory con una sonrisa bonachona, asintiendo.

—Sí, pero Bulgaria tiene a Viktor Krum —repuso Arlina con voz cantarina.

—Krum es un buen jugador, pero Irlanda tiene siete estupendos jugadores —sentenció Cedric.

—Ojalá Inglaterra hubiera pasado a la final —comentó Amos—. Fue vergonzoso, eso es lo que fue.

Arlina y Cedric asintieron, estando de acuerdo con el señor Diggory.

—Miren, ¡ahí está! El traslador.

Ambos muchachos Hufflepuff siguieron con más prisa al señor Diggory, quien se había detenido en frente de una bota muggle.

—Ahora esperemos a los demás.

—¿Los demás? —preguntó Arlina, confundida— Mi tío me dijo que los Lovegood ya llevan ahí una semana y los Fawcett no consiguieron entradas —explicó ante la mirada curiosa del padre de Cedric.

—Sí, pero no olvides a los Weasley, pequeña —le recordó Amos.

Arlina hizo su boca en forma de "o", recordando a sus otros vecinos de Ottery St. Catchpole. No se imaginó a todos los Weasley llegando en bola, pero se alegró de que lograran conseguir entradas también. Los boletos no eran nada baratos, además de ser difíciles de conseguir por ser una cantidad limitada.

Arlina se volvió con Cedric para seguir conversando acerca de la final. A diferencia de los Diggory, que cargaban con mochilas, ella sólo llevaba un bolso negro con un encantamiento de extensión indetectable, que le había obsequiado Moody en su primer año de Hogwarts.

—¡Aquí, Arthur! —llamó Amos a alguien más. Luego se giró a ver a Cedric y Arlina— Acérquense, chicos, ya llegaron.

Al otro lado de la cima de la colina, vieron que se recortaban contra el cielo estrellado las siluetas de los Weasley, Hermione Granger y Harry Potter.

—¡Amos! —dijo sonriendo el señor Weasley, mientras se dirigía a zancadas hacia el hombre que había gritado. Los demás lo siguieron.

El señor Weasley le dio la mano a un mago de rostro rubicundo y barba escasa de color castaño, que sostenía la bota vieja y enmohecida que serviría de traslador.

—Éste es Amos Diggory —anunció el señor Weasley a su familia—. Trabaja para el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Y creo que ya conocen a su hijo Cedric.

Cedric Diggory, un chico muy guapo de unos diecisiete años, era capitán y buscador del equipo de quidditch de la casa Hufflepuff.

—Hola —saludó Cedric, mirándolos a todos, aún de pie junto a la rubia.

—Hola —saludó también Arlina, balanceándose de atrás hacia delante, hasta que notó a cierto chico de cabello azabache y ojos verdes, y se sonrojó con fiereza. Harry Potter estaba ahí.

Harry nunca antes había visto a esa chica de cabello rubio miel y ojos celestes, pero ahora le parecía imposible quitarle la mirada de encima.

Hermione fue la única en notar cómo se quedó sin aliento al ver a la joven que no se separaba de Cedric. Sonrió quisquillosa al ver que la mirada conectada de ambos casi soltaba chispas de colores.

Todos le devolvieron el saludo a Cedric, salvo Fred y George, que se limitaron a hacer un gesto de cabeza. Aún no le habían perdonado que venciera al equipo de Gryffindor en el partido de quidditch del año anterior.

—¿Ha sido muy larga la caminata, Arthur? —preguntó Amos.

—No demasiado —respondió el señor Weasley—. Vivimos justo al otro lado de ese pueblo. ¿Y ustedes?

—Hemos tenido que levantarnos a las dos, ¿cierto, chicos? —miró a Cedric y a Arlina, quienes asintieron— ¡Qué felicidad cuando tengan por fin el carné de aparición! Pero, bueno, no nos podemos quejar. No nos perderíamos los Mundiales de Quidditch ni por un saco de galeones... que es lo que nos han costado las entradas, más o menos. Aunque, en fin, no me ha salido tan caro como a otros...

Amos echó una mirada bonachona a los hijos del señor Weasley, a Hermione y a Harry, quien seguía embobado con Arlina.

Arlina miraba sus zapatos con nerviosismo por la presencia de su amor platónico y Cedric sonreía divertido por la actitud de su amiga.

—No tenía idea de que también tenías una hija, Amos —comentó el señor Weasley, mirando a la joven junto a Cedric.

—No, no. Ella es la mejor amiga de Ced, aunque es casi mi hija. Ellos son amigos desde bebés, ¿pueden creerlo? Lástima que no van en el mismo grado, pero al menos están en la misma casa. Es Arlina Winchester.

Arlina Winchester, una chica muy linda de catorce años, era cazadora del equipo de quidditch de la casa Hufflepuff.

Arthur le sonrió a la joven, un poco sorprendido. Todos los pelirrojos la miraron igual. Fred y George exclamaron que aquello era "grandioso" y Ron se quedó blanquecino. Todos los del Mundo Mágico, al menos en Gran Bretaña, conocían el apellido Winchester. Era una de las pocas familias de sangre pura que quedaban, y tan antigua como los Malfoy o los Black. Aunque, a diferencia de esas otras familias, no se inclinaban por la magia oscura. De hecho, eran famosos por razones muy diferentes.

—Entonces, tú debes ser la sobrina de Garrett —dijo Arthur, acercándose a la rubia con algo de entusiasmo, y estrechó su mano con una sacudida—. Tu tío ha sido un gran amigo. Me ha ayudado varias veces en el Ministerio. El mejor auror que haya conocido. Él siempre habla mucho de ti. Es un placer conocerte por fin, pequeña.

—El placer es mío, señor Weasley —murmuró Arlina con sus cachetes enrojecidos, debido a la repentina atención que estaba recibiendo—. Hola, Herms.

—Hola, Arli —correspondió, provocando que sus dos mejores amigos la vieran desconcertados.

—¿La conoces? —inquirió Ron casi en su oído.

—Es mi mejor amiga, Ronald.

—No es cierto —frunció el ceño el pelirrojo—. Tú no tienes amigas. ¡Au! ¿Por qué me pellizcas?

—Nunca mencionaste nada —habló Harry, curioso.

—La conocí en la biblioteca en segundo año. Le gusta estudiar ahí. Ya saben, ese lugar con libros que sirve para estudiar, leer y aprender.

—Ya, ya —la calló Ron con un resoplido—. ¿Sabes? Pudiste haber mencionado que conocías a la sobrina del auror más conocido de todos los tiempos.

—¿Qué hay de ti, Arthur? ¿Son todos tuyos?

—No, sólo los pelirrojos —aclaró el señor Weasley, señalando a sus hijos—. Ésta es Hermione, amiga de Ron... y éste es Harry, otro amigo...

—¡Por las barbas de Merlín! —exclamó Amos Diggory, abriendo los ojos— ¿Harry? ¿Harry Potter?

—Ehhh... sí —contestó Harry.

Arlina se imaginó que ya estaba acostumbrado a la curiosidad de la gente y a la manera en que los ojos de todo el mundo se iban inmediatamente hacia la cicatriz en forma de rayo que tenía en la frente, pero era obvio seguía sintiéndose incómodo.

—Ced me ha hablado de ti, por supuesto —dijo Amos Diggory—. Nos ha contado lo del partido contra tu equipo, el año pasado... Se lo dije, le dije: esto se lo contarás a tus nietos... Les contarás... ¡que venciste a Harry Potter!

A Harry no se le ocurrió qué contestar, de forma que se calló. Fred y George volvieron a fruncir el entrecejo. Cedric parecía incómodo y Arlina fruncía el ceño y la nariz. Era verdad que su equipo había ganado, pero ella no consideraba que la victoria hubiese sido justa ni bien merecida.

—Harry se cayó de la escoba, papá —masculló Cedric—. Ya te dije que fue un accidente...

—Sí, pero tú no te caíste, ¿a que no? —dijo Amos de manera cordial, dando a su hijo una palmada en la espalda— Siempre modesto, mi Ced, tan caballero como de costumbre... Pero ganó el mejor, y estoy seguro de que Harry diría lo mismo, ¿a que sí? Uno se cae de la escoba, el otro aguanta en ella... ¡No hay que ser un genio para saber quién es el mejor!

—Ya debe de ser casi la hora —se apresuró a decir el señor Weasley, volviendo a sacar el reloj—. ¿Sabes si esperamos a alguien más, Amos?

—No. Arlina me dice que los Lovegood ya llevan allí una semana y los Fawcett no consiguieron entradas —repuso el señor Diggory—. No hay ninguno más de los nuestros en esta zona, ¿o sí?

—No que yo sepa —dijo el señor Weasley—. Queda un minuto. Será mejor que nos preparemos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro