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CAPÍTULO 1 La guerra


Habían pasado dos años desde aquello. Ahora era un joven de 18 años, casi 19. Izuku aún seguía suspirando por su Kacchan, seguía enamorado profundamente de él.

Ya casi no podía recordar el sonido de su voz o los pocos rasgos que logro ver de su rostro. Solo recordaba sus conversaciones y esos intensos ojos rojos.

Mucha gente en el pueblo se dio cuenta de su enamoramiento, nadie sabía quién era la "señorita" del pueblo vecino por la cual izuku suspiraba, después de un año fue capaz de disimular mejor y aclarar el malentendido, por lo que el apodo del "afeminado Izuku" regreso y con más intensidad ya que ahora estaba en perfecta edad de casarse y seguía mostrando poco o nulo interés en las mujeres.

Rumoreaban que sentía atracción hacía los hombres (lo cual era cierto en parte) pero no tenían por qué difundirlo, no era su asunto, aún así no tenían pruebas para decirlo y por eso puede estar tranquilo.

Izuku salió a recolectar hierbas desde temprano, la costumbre de pasear a Might no se había perdido, pero ahora no pudo sacarlo a pasear.

-¡Qué linda! No tuve que buscar mucho para encontrarla - toma la planta de menta en sus pálidas y pecosas manos guardándola en su pequeña bolsa amarrada al pantalón.

Se giró viendo a su madre buscar entre algunas hierbas, llamó su atención estirando su brazo.

-¡Mamá! ¡Lo encontré! ¡Encontré la menta para el señor Chang!

Corrió hasta su pequeña choza hecha con madera, barro y paja. La casa consistía en la cocina que era una pequeña chimenea y una mesa de piedra al lado derecho, en el lado izquierdo medio pegado a la pared un mueble recibidor largo de madera donde atendían a los clientes y daba la cara a la puerta. Dos cuartos sencillos, el principal donde dormía su madre y el propio, un baño mediano con una cantimplora donde se bañaban y por último un pequeño cuarto que usaban para guardar cosas. Junto a la casa Izuku había construido junto con ayuda de un vecino un pequeño establo para su caballo, su alma gemela en animal.

Corrió cuidando no pisar las verduras de su huerto dejando la puerta abierta. Hecho más madera al fuego en el suelo colocando con cuidado la olla de barro con agua y vertiendo las plantas de menta, espero hasta que hirviera cortando un trozo de jengibre en pedacitos y vertiendolos en el agua. Su madre entró a la casa con el ceño fruncido. Hizo una pequeña reverencia de disculpa al verla molesta.

-Izuku ¿Cuántas veces tengo que decir que la puerta debe estar cerrada?

-Lo lamentó madre, no sucederá de nuevo - Su madre sonrió de nuevo acariciando sus mejillas pecosas.

-Esta bien Izuku

La olla pronto fue sacada del fuego y su contenido servido en una pequeña taza que fue cubierta con una tela y una pequeña cuerda. El peliverde le entregó a su madre la taza y esta la colocó en la canasta junto a las demás cosas.

-Vuelvo en un rato, ve a comprar algo de pescado para la cena Izuku y consigue más cuerdas -Asintió con una sonrisa acomodando el paño sobre la cabeza de su madre y besó su frente con una sonrisa.

La mujer salió de la casa y el pecoso comenzó a buscar lo necesario. Necesitaba una red para el pescado y no podía salir en sus ropas desgastadas que usaba para preparar sus remedios, Dios, no quería que su madre lo viera y lo regañara. Decía que si no vestía apropiadamente ninguna chica se casaría con él. Izuku no estaba muy interesado en el matrimonio (al menos no con alguien que no fuera Kacchan, pero eso era imposible) pero no quería correr el riesgo a un regaño de su madre.

Salió de la pequeña casa con una canasta en la espalda y sus ropas no tan elegantes, pero no tan simples.

Un pantalón verde oliva que se ataba a la cintura y se extendía hasta arriba del tobillo, era ligero y holgado, también tenía una prenda blanca que se cruzaba en el pecho como los kimonos hasta los codos e iba descalzo como acostumbran la mayoría de jóvenes en el pueblo para más comodidad al pasar por la húmeda tierra.

De la salida de su casa, justo en frente había un pequeño puente de piedra que lo ayudaba a cruzar el río hasta las casas de sus vecinos más cercanos.

Saludo algunos de sus amigos que movían la tierra y se despidió de otros que pescaban, cuando terminó el recorrido por las casas más cercanas se subió a otro pequeño puente caminando por la orilla de piedra estirando los brazos y agitándolos un poco para no caerse al río. La plaza está frente a su rostro y él solo quería jugar. Tenía un excelente equilibrio y era ligero, por eso era tan fácil para él.

Recuerda que Kacchan alguna vez le mencionó eso "Un guerrero debe ser fuerte y flexible como el bambú" Izuku jamás lo olvidaría, habían conversado sobre la flexibilidad y equilibrio del pecoso, el soldado solo elogió las características como buen material para un guerrero.

El sonrojo se extendió por sus mejillas al pensar en Kacchan otra vez. Sacudió la cabeza apartando esos pensamientos con miedo a ser visto.

Saltó de la orilla hasta el camino y caminó por los puestos improvisado frente a las casas más bonitas del lugar. Se paseó por ellos hasta que encontró lo que buscaba.

Una chica de cabello castaño se acercó a él.

-Buenos días izuku ¿Qué hace por aquí? Creí que no te gustaba venir a la plaza.

Se extrañó un poco, pero aún así saludo.

De lo contrario sería grosero y él no lo era.

-Buenos días señorita Ochako, está en lo correcto, no disfruto mucho de venir. Necesito dos pescados y su padre los vende.

La chica se sonrojó.

-Oh es cierto, debí suponerlo, espera un segundo.

Ella volvió con dos pescados grandes y los metió en su canasta de red en la espalda mientras él se agachaba un poco, no era alto, pero la chica era algo bajita.

-¿Cuánto sería? -Sacó un poco de monedas de su bolsillo y la chica lo miraba sonrojada.

-Dos monedas de cobre.

Asintió y entregó las monedas entregando un extra.

-Esa es para usted, por ser tan agradable siempre -sonrió, sonrojando a la chica he izuku de nuevo se extraño ¿estaría enferma? No le tomó mucha importancia -. Muchas gracias señorita Uraraka

Se dio la vuelta intentando volver a su casa, pero el fuerte sonido de unas trompetas y los galopes de los caballos lo impidieron.

Unos hombres con armadura rodeaban a uno que vestía con kimonos largos y costosos, todos se detuvieron en el centro de la plaza mientras las personas del pueblo los rodeaban murmurando.

-¡Hemos venido en nombre del emperador! -Gritó el hombre con armadura más brillante -. ¡Escuchen con atención! ¡El emperador necesita a más hombres en la guerra y se ha elegido a los varones de cada una de las familias de todos los pueblos del Sur!

Izuku retrocedió intimidado por los hombres y la castaña se escondió en su espalda.

-Solo se ha elegido a algunas familias, las que cumplen con todos los requisitos. Todos tendrán que presentarse en el campamento de entrenamiento en máximo una semana.

Todos guardaron silencio he izuku rezo en su mente mordiéndose el labio con frustración, si él se iba ¿Qué pasaría con su preciada madre? ¿Quién le ayudaría a cargar con lo que ya no puede? Al final Kacchan había tenido razón, la guerra azotó incluso su pequeño pueblo.

-La familia Chang -llamaron he izuku se puso ansioso, el nieto del señor Chang pasó al frente y le entregaron un pergamino, su vecino se mantuvo firme a pesar del sudor que izuku pudo ver en su nuca.

-Iré en lugar de mi cansado abuelo -el hombre ya mayor miró a su nieto con orgullo aunque el chico parecía querer morir, aún así, reverencio.

-La familia Li -esta vez un hombre joven pasó al frente he izuku sólo sentía como su corazón salía del pecho, su madre lo miraba con atención a la distancia recién llegando al lugar. Una mujer le susurró lo que ocurría y ella también se tensó.

-Seré yo quien vaya en lugar de mis hermanos menores y mi padre -con una reverencia y el llanto de sus hermanos se marchó.

Al pecoso solo le bastó que leyeran el siguiente nombre para que su corazón se detuviera.

-La familia Midoriya -el peliverde trago grueso y tembló en su lugar, caminó despacio ante la atenta mirada de todos, sus manos temblando tomaron el pergamino con cuidado y sus ojos se toparon con la mirada oscura y seria de los guardias, todo su cuerpo tembló ante la atónita mirada de todos que no notaban lo que sentía.

-Iré... iré yo, co-como el único hombre en mi familia -reverencio juntando sus manos, el guardia asintió y siguió nombrando familias.

Vio a su madre desplomada en el suelo llorando y se acercó a tomarla de los brazos.

-Madre... -susurro con cuidado mientras la mujer lloraba a mares -vamos a casa.

Se llevó a la mujer regordeta abrazándola por un lado alejándose de la mirada preocupada de todos y de los hombres que habían sellado su destino.

Izuku llevó a su madre hasta su casa y la recostó en la cama sirviendo un poco de té que calentó a prisas.

-Ma... -trato de comenzar.

-No irás -declaró su madre antes de dejarlo terminar -. No vas a ir a que te asesinen.

-Madre, pero... -fue interrumpido.

-Nada de peros ¡no quiero que mueras igual que tu padre!

El pecoso callo, escuchando a su madre. Después de años de insistencia, por fin ella lo mencionaba.

-Tu padre antes de que tú cumplieras un año... asistió a la guerra... él murió, Izuku... me quede sola y solo por ti... por un bebé seguí. No quiero perderte -lloró la mujer -. La guerra no era tan horrible como ahora Zuzu, solo eran unos traidores, pero ahora es diferente, estamos peleando contra el ejército más grande del mundo -su ceño se frunció, Izuku sabía que diría algo que lo haría desistir -. No quiero que manches el orgullo de tu padre, no quiero que deshonres a tu familia y a ti mismo.

El dolor atravesó el pecho de Izuku, su madre sabía exactamente qué hacer para lastimarlo.

El peliverde limpio las lágrimas del rostro de su madre y la recostaba en la cama.

-Hablaremos de eso más tarde, ahora descansa -susurró.

Su madre asintió acostándose e Izuku apenas escuchó la respiración calmada y como el día se tornaba en atardecer salió de la habitación.

Fue hasta la parte trasera de su casa donde un caballo negro comía tranquilo, lo jalo con cuidado y lo amarro al frente de su casa corriendo a su habitación.

Empaco en una bolsa las cosas que creyó necesarias, solo tres cambios de ropa y algunas prendas para el frío, en un baúl amarrado al caballo, metió cobijas y un lugar donde dormir cómodamente sin ser demasiado ostentoso. Metió la bolsa en la caja y volvió adentro. Kacchan decía que la guerra era eterna, esperaba que estuviera equivocado.

Sabía que su padre tenía una armadura extra por algún lado en la casa y la encontró enterrada en lo más profundo del armario de su difunto padre.

Ató su cabello en un pequeño moño en su cabeza y se vistió con la pesada armadura negra con verde olivo.

Antes de marcharse preparó un desayuno decente para su madre, sirvió un poco de arroz y un trozo de pescado, empaco el otro en su baúl para evitar el hambre y tomó la mitad de las ganancias, no sabía cuánto podría necesitar.

Sus nervios lo comían vivo, dejó todo listo para su madre y al marcharse cerró la puerta suavemente.

-Adiós mamá, lo siento -y sin esperar más tiempo se subió a su caballo marchándose del lugar.

Habían pasado unas cuantas horas desde entonces, el caballo iba a paso lento, Izuku miraba la luna resplandeciendo sobre su cabeza en el enorme cielo lleno de estrellas.

-Creo que debí despedirme -susurró al aire y el caballo bufó -. ¿Piensas lo mismo Might? -le pregunto al caballo blanco con negro que bufo de nuevo -. Eso supuse -se reacomodo en el caballo, suspirando.

Might era el nombre del caballo, habían tardado mucho en conseguir uno, pero con un poco de esfuerzo lo lograron, su nombre era en honor a uno de los guerreros más famosos que servían al emperador. El gran y poderoso All Might, Izuku era un admirador muy grande desde pequeño, su madre le contaba historias de cómo él había acabado con la guerra de los rebeldes, la guerra en la que su padre falleció.

Su estómago rugió con hambre, el pequeño pecoso sostuvo su estomago con una mueca, seguro Might también tenía hambre. Hace tiempo que habían pasado la cueva donde Kacchan y él compartieron tantos momentos juntos, el pobre caballo jamás había cabalgado tanto tiempo, seguro pensaba que era un paseo largo cuando en realidad se estaban marchando de casa para tal vez jamás volver.

-Descansemos un rato Might -el caballo se detuvo y el pecoso bajo de él suavemente, algo le decía que debía empacar su armadura así que se cambió de ropa a la misma que portaba en la tarde, esa ropa con la que su destino fue sellado.

Tomó varias manzanas dejándolas en el suelo para el caballo que comió con gusto. Izuku tomó un poco del arroz que había preparado para su madre y comenzó a comer. No quería gastar el pescado tan rápido, si se daba prisa llegaría al campamento en unos dos días, he izuku quería llegar lo antes posible para evitar complicaciones.

Might se recostó suavemente en el suelo, Izuku sonrió y acarició su cabeza con cariño.

-Solo somos tú y yo Might, espero que mamá pueda perdonarme algún día.

Y con esas últimas palabras se quedó dormido recargado contra su caballo.


A la mañana siguiente Izuku emprendía camino al campamento, el galope de Might era rápido, el pecoso no podía dejar de sudar por la adrenalina y el solo bañando su piel, la suave brisa despeinaba sus rizados cabellos verdes. Sus ojos verdes estaban concentrados en un solo objetivo, donde los cerezos dejaban de aparecer y el bosque junto a los prados más planos comenzaban, los ríos se hacían grandes y el aire olía cada vez más al humo de los cañones y las cenizas del fuego.

Las esmeraldas no dejaban de mirar ese lugar en específico, ese último árbol de cerezo que soltaba sus pétalos y el aire arrastraba.

Kacchan sería su cerezo, lo conoció cuando ellos florecieron y se marchó cuando ellos comenzaron a irse también. En su mente comenzó a rezar, en su mente Kacchan era su cerezo que lo iba a acompañar.

"Kacchan... por favor acompáñame a donde sea que vaya, que el viento te traiga hasta mi cada que pierda la esperanza, que el sol y la luna me amparen y te guíen a mi."

Rezaba izuku en su mente con los ojos llorosos, no quería continuar, pero tenía que hacerlo, era su deber. Kacchan le había dicho eso el día en que se fue, el deber era antes que el corazón, sabe que si no obedece, la vida de su madre está en riesgo, sabe que si no se marchaba del pueblo, la vida de ambos estarían en riesgo y que el honor de su familia quedaría por los suelos y el honor de su difunto padre quedaría manchado con su deshonra.

Así que se forzó a continuar, estaba haciendo esto por la vida de su madre, en la fama de su familia, la deshonra de su padre y por supuesto su propio honor.

El galope le martillaba los oídos y su respiración se agitó cuando el último cerezo fue dejado atrás por su rapidez, llevando con él cientos de pétalos que lo envolvieron casi por completo con la fuerza de su galope.

Izuku secó sus lágrimas con el dorso de su mano, los pétalos acariciaron suavemente su rostro como un pequeño beso en sus mejillas, como esos que su madre solía darle. Como esos que Kacchan sopló en su rostro el último día que se vieron. Algunos quedaron enganchados en su ropa y el pecoso comenzó a sentir nauseas, porque a lo lejos podía ver el rastro del humo de una enorme fogata que manchaba en un largo trazo del cielo, igual que la tinta en una hoja.

-¡Vamos Might! -grito al mismo tiempo que Might galopaba más rápido camino al gran trazo de humo en los cielos.

Un día después se encontraba al borde del colapso.

-Demonios, no lo pensé con claridad -repetía caminando en círculos alrededor de la fogata en la que acababa de cocinar el pescado que ya había devorado cual oso después de invernar.

Might lo miraba con curiosidad mientras bebía agua de un pequeño río en el que Izuku se había bañado hace poco, a diferencia de muchas personas él se bañaba casi todos los días, le parecía algo limpio y elegante, algo que en su pueblo era raro y cosa que solo hacían las mujeres, lo que le daba más fuerza a sus teorías sobre la feminidad del pequeño pecoso.

-¡No lo considere! -grito no tan fuerte, el campamento estaba a solo unos metros de distancia y podrían escucharlo. Izuku como el tímido que es, se escondió en el bosque a solo 10 minutos del campamento, solo estaba parado detrás de unos arbustos y cuando saliera estaría tocando territorio del campamento. Eso era lo que lo aterraba, estaba a solo 10 minutos de la posible muerte.

Suspiro resignado y miró hacia el frente, de verdad no quería hacer esto.

Apago la fogata y tomó las cuerdas de Might, respiro profundo y cerró los ojos. Se acomodó la armadura y dejó la malla en su rostro junto al casco, aunque era inevitable que vieran algunos de sus rasgos ya que la tela estaba algo desgastada.

"Tu puedes Izuku" se dio ánimos mentalmente y soltó todo el aire retenido en sus pulmones dando un paso fuera del bosque.

Comenzó a caminar poco a poco hasta que las tiendas de campaña estaban cada vez más cerca. Algunos lo miraron mientras pasaba a su lado, si quería comenzar lo antes posible tenía que registrarse y le darían una tienda para dejar sus cosas y un lugar para su caballo.

Algunos lo miraban raro mientras pasaba por sus tiendas, otros lo veían con curiosidad y otros con disgusto. Podía escuchar todo lo que susurraban de él.

"¿En serio está aquí por la guerra?" "¿No será un mensajero?" "Es tan pequeño" "Tiene cara de bebé".

Izuku se aguantó los nervios lo mejor que pudo, siguió caminando tratando de buscar lo que se supone que debía hacer ahora.

De pronto un hombre de aspecto gigante y muy musculoso apareció frente a él. El peliverde trago saliva nervioso, apenas y le llegaba al pecho, tuvo que levantar la cabeza hacia arriba para poder verlo y eso era vergonzoso. No podía evitar comparar ese musculoso cuerpo con el suyo. El estómago de este hombre era marcado y muy duro, el de Izuku era suave y blandito como una masita.

Estaba por decir algo cuando fue interrumpido.

-¿Qué haces aquí? -pregunto, izuku tembló hasta su voz daba miedo.

-Yo... mmm... Vengo por reclutamiento -trató de explicar y mostró el pergamino, el hombre se lo arrebató y comenzó a leerlo.

-Muy bien ¿Cuál es tu nombre Midoriya? -guardó el pergamino en una bolsa junto a muchos otros, Izuku supuso que así era el registro. El hombre tomó las cuerdas de su caballo y se las paso a otro chico quien se llevó a Might a un establo.

-Soy Izuku -declaro, un chico a su lado de cabello rubio y ojos ámbar comenzó a carcajearse.

-¿Izuku? -continuó riendo -, parece nombre de mujer, aunque te queda bien niño bonito.

¿Niño bonito? Eso hizo que cada célula del cuerpo del chico hirviera en enojó ¿un nombre afeminado? Era el significado de una larga tradición en su familia.

-Izuku significa noveno -explico con calma -, en mi familia se ponen los nombres del primer primogénito según el orden en que nacieron -el chico dejó de reír, pero mantenía una sonrisa.

-Eso no tiene sentido.

-Si lo tiene, mi padre fue el segundo hijo, pero su hermano mayor tiene un nombre con significado de octavo, igual que mi abuelo que es el séptimo y el difunto tío de mi abuelo que era el sexto.

-Vaya tradición de numeritos -se burló -, en mi familia los nombres se escogen según las cualidades que tiene el día cuando nace - se señaló a sí mismo con orgullo -. Mi nombre es Kaminari Denki, por los rayos y la electricidad, ese día era una tormenta eléctrica.

Todos comenzaron a reírse con mayor razón, como si ese rubio fuera alguien genial. El enojo devoraba con fuerza el lado racional de Izuku.

-¿Oh enserio? -Izuku preguntó con un fingido tono de curiosidad, el otro asintió -. Ahora tiene sentido, tus padres escogieron muy bien tu nombre, queda perfecto con tu cerebro quemado ¿Te habrá alcanzado un rayo ese día que naciste? -preguntó inclinando su cabeza con una fingida inocencia.

Todos alrededor de ambos comenzaron a reír más fuerte, aunque esta vez se reían del rubio, este se sonrojo un poco avergonzado y lo miró furioso.

-Voy a matarte -y dicho y hecho, se abalanzó sobre Izuku, todos comenzaron a gritar emocionados por el espectáculo.

Izuku devolvía los golpes lo más que podía, pero él no era bueno peleando, nunca lo fue y probablemente nunca lo sea. Denki era más alto que él y tenía músculos, el cuerpo de Izuku era delgado y bajito.

Aun así logró darle un puñetazo que hizo al rubio retroceder la cabeza, el pecoso aprovechó ese momento para levantarse y alejarse, mientras se paraba, Denki se levantó furioso dispuesto a seguir peleando, el pecoso lo miró desafiante con la nariz sangrando, pero justo en ese momento todos se quedaron callados y comenzaron a abrir el paso a otra persona.

Izuku se crispó al ver bajar de un elegante caballo blanco a un hombre rubio cenizo con los ojos rojos como lava hirviendo. Esos ojos eran tan parecidos a los de Kacchan, pero el uniforme era diferente, era imposible que fuera él. Su corazón dio un salto al pensar por un momento que ese hombre sería Kacchan. El hombre se quitó su casco y lo lanzó al chico musculoso que hacía los registros, este lo atrapó y todos retrocedieron un paso cada que el cenizo daba uno. Por su uniforme era obvio que era el general.

El pecoso tembló en su lugar y Denki parecía tan intimidado como él. Ambos se pararon rectos cuando estuvo frente a los dos. Los demás hombres continuaban mirando, pero más alejados e intimidados por su general.

-¡¿Qué demonios estaban pensando?! -gritó. Izuku tembló y Denki se crispo -. Saben que tenemos una junta con los demás generales y el capitán y ustedes están perdiendo el tiempo con sus estúpidas peleas.

A pesar de la evidente molestia del cenizo, era obvio para Izuku que se estaba controlando para verse lo más profesional posible.

-Yo... .-fue interrumpido.

-¡¿Tu qué?! -gritó.

-Yo... no lo sabía acabo de llegar -susurró dando una reverencia -, me disculpo por mi comportamiento.

-Oh acabas de llegar -su tono de voz se convirtió en sarcasmo -. ¡Eso no importa! ¡Las peleas sin sentido no son permitidas, aunque no venga nadie!

-Lo entiendo completamente mi general -quitó su casco revelando los rizos verdosos y su rostro, el hombre se quedó con la boca abierta un momento analizándolo, el peliverde trago grueso, nervioso por cómo lo miraba el cenizo. El guerrero más grande carraspeó llamando la atención del general quien parpadeó despacio y se paró más recto. Izuku cerró los ojos esperando más gritos, pero el cenizo solo suspiro.

-¿Acabas de llegar cierto? -el peliverde asintió -. Bien, deja tus cosas en tu tienda y después cuando se esté poniendo el sol, ven a mi tienda.

Asintió asustado, el cenizo suspiro ya un poco más tranquilo y volteo hacia Denki de nuevo con el ceño fruncido.

-¡¿Y tú qué estás haciendo ahí parado?! ¡No tienes ni la decencia de disculparte por tu falta de cerebro como este mocoso de aquí! -señaló al pecoso quien alzó una ceja confundido -. ¡Si provocas un maldito revuelo y tu superior se entera, lo mínimo que haces es disculparte por tu maldito error!

-Yo... lo siento general -reverencio y un golpe fue dado en su cabeza.

-¡No sirve de nada si te lo piden! ¡Ahora mismo te enseñare modales! - Denki hizo una mueca asustada -. ¡Vas a limpiar todo el establo y no probarás comida hasta el anochecer! ¡¿Te quedó claro?! -Denki asintió -. Dije.. ¡¿Te quedó claro?!.

-Sí mi general -una reverencia más y el cenizo chasqueó la lengua dándole la espalda.

-¡No quiero más escándalos, ahora todos van a preparar la comida! - inmediatamente todos obedecieron, Izuku suspiro aliviado, hasta que noto la mirada furiosa de Denki.

-Esto es tu culpa maldito -dijo.

-Fue culpa de los dos -admitió Izuku.

Denki se marchó chasqueando la lengua. El hombre fuerte de antes lo llamó y lo guio a una tienda de color verde oscuro, izuku se adentró notando que solo era una carpa simple que no tenía suelo.

-Gracias... -se quedó un momento pensando, no sabía su nombre.

-Inasa, mi nombre es inasa, la mano derecha del emperador -dijo con una sonrisa animada. Izuku pensó que esa apariencia intimidante no quedaba con su personalidad animada.

-Gracias Inasa.

Izuku cayó en cuenta que sería una larga y dura estadía.


Hola se moi la autora :3

Este capítulo es más que nada introductorio. El segundo capítulo es un poco más largo, en lo personal, de lo que llevo escrito hasta ahora, el prólogo, el capitulo 2, 3 y el 4 han sido de mis favoritos a la hora de escribirlos

Espero los disfruten :3

Chao

:D

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