─Capítulo 5: Metamorfosis.
[⚜️]
❝Soñé que tenía siete años y lo vi a él❞
Leif nunca había creído en el destino, los Lowland no tienen tiempo para soñar ni para imaginar, lo único que hacen es trabajar sin cesar, incluso si soñaran sería con seguir trabajando, pero él no soñaba con pasar largas noches en la herrería, él soñaba con un cálido y colorido campo de flores, donde su único escenario se trataba de perseguir alegremente a un pequeño niño de larga cabellera blanquecina.
Nunca le importo buscar su significado o en buscar si ese campo en realidad existía en alguna parte de Evergreen, sin embargo, ahora no podía apartar la mirada de aquel joven frente a él que sostenía un par de llaves en sus manos «¿acaso los liberarían?», pensó, pero no se atrevió a preguntar, simplemente se había perdido en los ojos lilas del desconocido, estiró su mano completamente hipnotizado, pero se detuvo tras escuchar el grito del que parecía ser un guardia.
—¡Su Alteza! Lo he estado buscando por todas partes —exclamó el guardia exhausto dirigiendo una mala mirada a los tres amigos — Su Alteza, no debería venir aquí sin autorización de su Majestad y tu asquerosa criatura, aleja tus manos de Su Alteza, el príncipe a menos que quieras que te corten las manos.
—Mi intención no era lastimarlo, simplemente quería hacer esto —mencionó Leif, extendiendo su mano delicadamente hacia al que ahora conocía como el "príncipe", para quitarle una hoja de su cabello— si tengo perder la mano por esto, al menos la imagen de Su Alteza estará impecable.
Leif sonrió sujetando la pequeña hoja en su mano, sonriendo en dirección al guardia que parecía que estaba a punto de estallar, decidido alzó su lanza hacía Leif quien no retrocedió ante la amenaza, sin embargo, se detuvo tras ser interrumpido por el príncipe quien extendió su mano hacia el frente, tapando su campo de visión.
—Su Majestad dijo que los prisioneros no deberían tener ni un solo rasguño hecho durante su estancia en las mazmorras, de lo contrario habría una sanción —decreto seriamente— me retiraré a mis aposentos, pienso que debería hacer lo mismo también.
Ambos se fueron, dejando a los tres jóvenes confundidos y sorprendidos a su vez, Leif por su parte no sabía por qué había actuado así o porque parecía que había cortejado a aquel joven, hasta ahora no había aceptado aquel hombre como el Rey siendo que este no lo gobernaba a él ni a su pueblo, pero ahora había usado un título como Su Alteza de forma tan natural.
—¿Qué demonios fue eso?, ¿acaso te escuchaste? —preguntó Lorelei molesta— nos negamos orgullosamente a arrodillarnos y rendir pleitesía a ese hombre que cree que va a gobernarnos y ¿tú nos humillas de esta forma?
—Lorelei, tranquilízate por favor, si nos enemistamos así ellos tendrán ventaja —aseguró Bastian, tomando las manos de sus amigos que miraron rápidamente en dirección opuesta. — no podemos dejar que este lugar arruine nuestra amistad.
El silencio se instaló en aquel lugar, nadie más dijo ni una sola palabra más, por su parte Leif pensaba en el estado de su madre la imagen de ella cayendo al suelo llorando devastada no podía dejarlo tranquilo, poco a poco la noche fue cayendo el lugar estaba oscuro y frío la única fuente de luz, eran unos cristales en ciertos pilares del largo pasadizo que habían recorrido hasta llegar a las celdas.
Miró a sus amigos quienes se encontraban acurrucados uno con el otro, sonrió levemente antes de comenzar a caminar de aquí para allá, cuando otro pensamiento abarcó su mente, recordando el particular sonido de las llaves, claramente se sabía que él no tenía ninguna intención de abrir la puerta, incluso sin el odioso guardia a su alrededor.
Volvió a su lugar e intentó acomodar su cabeza sobre el hombro de Bastian, cuando percibió otra fuente de luz frente a él, abrió los ojos cuidadosamente, observando a una joven mujer quien irradiaba una luz similar a la que había visto en el bosque, era tan celestial que avanzó sin miedo llegando un poco más cerca, no podía saber quién era o si se trataba de algún peligro.
—Leif, yhie hili mi es eth saluvieotur ed sic reoyaunum —murmuró dulcemente, pero Leif no pudo entender ni una sola palabra — misevehir...
Una sensación extraña lo rodeó y nuevamente fue abrazado por aquella luz que lo empujó a un abismo oscuro.
Esa noche Leif volvió a soñar, un inmenso campo de flores se encontraba rodeándolo, miró hacia el horizonte y vio un enorme y frondoso árbol de varios colores, avanzó lentamente siendo llamado por una extraña fuerza, pero a medida que se acercaba este se marchitaba, dando paso a una oscuridad que devoraba todo a su paso, persiguiéndolo a él también.
Justo cuando pensó que iba a ser engullido por aquella sombra, se levantó precipitadamente al sentir una ya conocida sensación, miró rápidamente hacia dos guardias que sostenían un balde en su dirección.
Giro rápidamente a ver hacia Lorelei quien se encontraba furiosa apretando sus puños con fuerza, por su parte Bastian se mantenía tranquilo, pero no podía ocultar su mirada molesta.
—¡Arriba! Esto no es una posada, ahora deben ir a la audiencia frente a su Majestad —decretó seriamente uno de los guardias, como pudieron los tres amigos se levantaron.
Al salir, uno de ellos posó una de sus manos sobre el hombro de Lorelei descendiendo sus manos hacia su espalda, Bastian sonrió y Leif simplemente retrocedió unos pasos, claramente ese tipo había firmado su condena, con un movimiento rápido la joven que se había quedado quieta en su sitio, procedió a darle un pisotón con sus fornidas y gruesas botas, para luego pegarle una patada y enviarlo unos metros lejos de ella, los demás guardias se quedaron inmóviles.
—La próxima vez que se atrevan a ponerme una mano encima, los enviaré de vuelta al vientre de sus madres, ¿entendieron? —amenazó, mirando a los guardias que ya no parecían tan intimidantes como antes. — ¿No me oyeron?, acabo de preguntar que si ¿entendieron?
—¡Sí, Madame! Lo entendimos —exclamaron al unísono.
—¿vieron? Este es un trato decente para tres jóvenes indefensos que se encuentran en una extraña tierra —dijo suavizando su voz, mientras fingía limpiarse unas lágrimas— andando.
Caminaron en silencio en dirección al salón donde habían estado antes, aquellos guardias se quedaron muy alejados de Lorelei, quien caminaba con la mirada en alto, las grandes puertas se abrieron, encontrando una escena que les resultaba bastante conocida.
Una vez llegó hacia enfrente que ya no estaban solos, sus padres estaban ahí, iba a decir algo, pero un hombre cuya vestimenta era de igual de lujoso que aquel rey, se paró en medio de la sala brindando una reverencia y tomando un pergamino en sus manos.
—Por orden de su Majestad el Rey, Lorelei Fournier cuyo padre es Renaud Fournier, quien en el pasado fue un mercenario a sueldo, ahora será retenida por orden Real, además que se le otorga cargos por irrespeto de las máximas autoridades, cuyo acto es considerado un crimen en nuestro reino —decretó, dejándolos perplejo Lorelei miró a su padre, quien agachó la cabeza de inmediato.
—¡Mi hija no debe pagar por mis crímenes! Tenga piedad —pidió, temiendo por la vida de su hija.
—Por favor continúe —decretó, callando a cualquiera que interrumpiera.
— Bastian Brunet cuyo padre es Fabien Brunet, quien en el pasado vendió pócimas adulteradas a mercaderes de Starfall, y provocó un envenenamiento en nuestros campos y niños, ahora también será un cautivo de su Majestad, sumando cargos por el uso de pócimas explosivas contra nuestros oficiales, que solo cumplían con la orden Real —dijo, ante nuestras miradas confundidas.
—Vaya veo que la manzana nunca cae lejos de su árbol ¿no es interesante? —se burló, turbando aún más el ambiente.
— Por último Leif Lefebvre cuya madre es Edme Couturier, quien en el pasado intentó arrebatarse la vida, debido a que su vientre era estéril e incluso después de tantos rituales no pudo concebir, se le acusa del rapto de un recién nacido, además que el joven deberá asumir una sanción por escapar y tener complicidad con los otros dos acusados —finalizó, aquellas palabras habían sido como un balde de agua fría sobre Leif, quien retrocedió unos pasos sintiendo su corazón desmoronarse— debido al buen estado y crianza del niño no se le va a atribuir una sanción severa, sin embargo, Leif al poseer un rastro de magia en su interior por las alas características de un Highland, deberá quedarse en el reino, bajo supervisión.
—¡Eso es mentira! Madre por favor diles que soy tu hijo, diles que están equivocados —rogó Leif, yendo a dirección de su madre que lo abrazó fuertemente, acariciando su cabello suavemente, podía escuchar su corazón latir con fuerza — por favor díselo.
—Mi niño querido, sé que debí decírtelo antes, pero aunque no te haya tenido en mi vientre, ni sufrir dolores por el parto, eres mi hijo quien crie con amor —susurró su madre, tomando su rostro con las manos y secando sus lágrimas— te amo desde que sentí tu aroma y me miraste con tus hermosos ojos.
—Esta es mi orden, despidanse porque no los verán en un largo tiempo —ordenó fríamente, que apenas los padres pudieron abrazar a sus hijos, cuando los guardias los tomaron de los brazos apartándolos.
Leif sujetó la mano de su madre con firmeza, pero la arrastraron fuertemente hacia la salida, todos corrieron desesperados, detrás de sus padres, pero un golpe detrás de la cabeza los noqueo, haciéndolos caer en la mitad del salón.
«"No te la lleves" » repitió incansablemente, hasta que lo soltó en un grito ahogado sintiendo una opresión en su pecho, miró a su alrededor un poco aturdido, y tocó su cabeza sintiendo un dolor punzante en la parte trasera de su cabeza, se levantó lentamente incorporándose en su lugar, detalló aún más la habitación donde se encontraba, frente a él había un gran ventanal de cristal, decorado con ornamentos dorados y flores coloridas.
Siguió admirando el lugar, había una repisa con algunos libros que se encontraban en una lengua que él desconocía, recordó aquel extraño encuentro con esa mujer a la que no le pudo comprender palabra alguna, siguió recorriendo la habitación observando una espada dentro de una caja de cristal, decorada con pequeñas gemas en su mango, dirigió su mirada hacia unas pinturas que colgaban en las paredes, en esta había un árbol que se parecía al de sus sueños.
Se acercó aún más, para observar detenidamente, pero su mirada fue hacia una pared donde había tres puertas , decoradas de formas diferentes, caminó hacia ellas pasando las manos delicadamente.
—¿Leif, que pasó? ¿Dónde estamos?, solo recuerdo estar corriendo y luego ese golpe en mi cabeza —murmuró Bastian tocando su frente— yo...no puedo creer lo que ese hombre dijo.
—Esto es solo una trampa, ese Rey nos está usando para mantener a Leif aquí y que no intente escapar —aseguro firmemente Lorelei, abriendo lentamente los ojos— uso los pecados de nuestros padres, para retenernos y manipularnos.
—Lorelei tiene razón, ahora más que nada debemos estar en alerta, además está habitación es muy extraña, ¿no les parece? —cuestionó Leif, observando detenidamente las puertas frente a él.
El silencio se instaló en la habitación, los tres jóvenes se quedaron pensando en cómo podían lidiar con aquella situación, tampoco podían sentirse abatidos por aquellas extrañas revelaciones.
La puerta se abrió repentinamente dando paso al Rey, quien entró con algunos oficiales detrás de él, los tres jóvenes retrocedieron, empuñando sus dagas detrás de ellos.
— Veo que tuve razón en no subestimarlos, son audaces y feroces, justamente lo que necesito en mi reino —dijo alegremente, dejando los confundidos.
Sin duda tanto su gobernante como el reino, eran más extraños de lo que aparentaban.
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Z I D I A N
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