─Capítulo 4 : Del otro lado del puente.
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❝Vi un pedazo de cielo, esperando por mi❞
No había nada en la cabeza de Leif que no fuera la palabra "escapar", tampoco podía ponerse en contacto con su padre, de lo contrario los extraños podrían descubrirlo y destruir la herrería, tal y como lo habían hecho con su casa, no sabía cómo estaba su madre, pero claramente ella no era el objetivo, tampoco había escuchado a la voz ni la luz que no había desaparecido de su lado en estos últimos días, él no lo podía entender.
Incluso después de pasar por infinidad de obstáculos los tres amigos seguían corriendo con todas sus fuerzas, atravesando a la gente que parecía estar ajena a la situación, hoy no era más que un día normal como cualquiera en la vida de un "Lowland" viviendo en Evergreen, trabajando sin parar desde el alba hasta que el sol descienda dándole paso al astro lunar; sin embargo, no esperaron que presenciarán un espectáculo como ese.
Lorelei quien iba a la izquierda, comenzó a lanzar pequeñas esferas con su resortera, en dirección a sus "cazadores" quienes les estaban pisando casi los talones, después de todo el poder mágico de un "Highland" era sin duda superior a la de un "Lowland", Bastian por su parte intentaba que sus múltiples fallos en la alquimia decidieran explotar para crear una cortina de humo y retomar ventaja, Leif quien encabezaba la escapada, miraba a su alrededor a ver si encontraba algo para distraerlos.
—¡Son muy rápidos! Leif tú también tienes alas, tal vez deberías usarlas ahora —exclamó la joven, lanzando sus ataques.
—¡No sé usarlas!, se saldrán de control y nos atraparán, solo debemos resistir —contestó Leif, a duras penas, aunque siempre estuvo acostumbrado a usar su fuerza y energía, esto estaba sobrepasando sus límites.
—¡Debes intentarlo, amigo! se me están acabando las pociones y a ellos no parece que les afecte de ninguna manera —añadió Bastian, agitado él no era alguien especialmente fuerte, la mayor parte del tiempo se la pasaba en su laboratorio entre libros— ¡sé que lo conseguirás!
Y así hizo, Leif intentó desplegar sus alas y alzar vuelo, pero no había ninguna reacción, intentó impulsarse como la última vez, sin éxito y cada vez más estaban a punto de ser atrapados, no podía dejar que eso pase; sin embargo, aunque rogó ser ayudado como las otras veces, la voz ni la luz aparecieron para guiarlo, Leif no podía entenderlo, siempre habían estado ahí para ayudarlo, pero ahora no había rastro de ellos.
Salto por encima de una carreta que se atravesaba en el paso, pero falló y cayó violentamente rondando unos metros sobre el suelo, los gritos de sus amigos lo alertaron y se levantó como pudo retomando el paso.
Aunque sin darse cuenta dejó de tocar el piso y el sonido particular de aleteo se escuchó detrás de él, se impulsó de todas las formas corriendo sobre los techos e intentando mantenerse estable con las alas, era incluso más difícil, ya que nunca las había usado, miró rápidamente hacia abajo observando a Lorelei y Bastian siendo también perseguidos, trató de desviarlos hacia otro camino, pero tropezó cayendo nuevamente al suelo, volvió a retomar el vuelo en vano, por lo que siguió corriendo en otra dirección.
Pero fueron emboscados, ahora parecía que había más de uno, rodeándolos en círculos ya no sabía cuánto más podían soportar, el sudor y el cansancio se apoderaba de sus cuerpos, al igual que sus corazones que latían con fuerza debido a la adrenalina, siendo esta la gota que derramó el vaso, los tres jóvenes quienes huyeron ferozmente desafiando cualquier tipo de obstáculos, cayeron sobre una fuente, dejándolos aturdidos, sin posibilidad de escapar.
—¡Es momento de que se rindan, Lowlands!, su jueguito termina aquí y ahora, no queda duda que la magia viene de ti, por lo que deberás acompañarnos —decretó uno de los extraños que estaba en su casa, acercándose tranquilamente— como veo que son un pequeño equipo, deberé llevarlos también.
—¡Es a mí a quien buscan! ellos no tienen nada que ver con esto —dijo Leif, defendiendo a sus amigos, no tenía que haberlos arrastrado a esto.
—¿En serio?, eso debiste haberlo pensado cuando decidieron huir —afirmó seriamente— me temo que ahora están en nuestra custodia.
Cada uno de ellos fueron tomados del brazo, sacándolos de aquella fuente que había interferido con su escape, otro de ellos se acercó y les colocó una especie de cadenas que brillaban intensamente a cada uno, las personas se acercaban y los miraban fijamente, murmurando entre sí. Siendo así que divisó a su madre, que parecía estar al borde del llanto y la desesperación.
—¡Leif, hijo mío!, no temas mi niño, encontraré una forma de liberarte —exclamó su madre, derrumbándose en el suelo, su pecho dolía, él odiaba verla así— ¡Debes resistir, yo iré a buscar a tu padre!
—¡No te preocupes madre!, por favor no llores así, yo volveré por ti —respondió, tranquilizándola.
Definitivamente, se trataba de un error, debía haber una explicación... él la encontraría.
Finalmente, ahí estaban, parados sobre la división que separaba "Evergreen" de "Starfall" era una puerta de ornamentos dorados y con una aura igual a la que había visto en aquel bosque, tenía unas palabras que no logro comprender del todo, avanzaron poco a poco por aquella entrada, Leif cerró sus ojos cuando una luz cegadora los cubrió.
Del otro lado era un mundo diferente, las casas eran de color marfil con acabados dorados tal como la puerta que habían acabado de cruzar, había criaturas volando por los aires, las cuales no había visto en su tierra; sin embargo, lo que verdaderamente llamó su atención fueron sus habitantes que aunque tenían similitudes físicas con los "Lowland" estos así como sus captores poseían un largo cabello blanco, ropajes delicados y joyería, además de lo más importante las alas detrás de sus espaldas.
Todos los miraban con curiosidad y algunas veces por encima del hombro, claramente ellos tampoco eran bien recibidos, no sabía por cuánto tiempo habían estado siendo llevados, que se detuvieron frente a un gran castillo que parecía que estuviera hecho con cristal, en la puerta habían unas criaturas que yacían paradas erguidas de cada lado de la gran puerta, las extrañas criaturas parecían ser igual de enormes que la entrada del lugar, murmurando palabras que Leif tampoco podía entender.
Finalmente, entraron al desconocido palacio, siendo nuevamente observados como si fueran alguna clase de atracción, pero nadie parecía decir nada, caminaron por un extenso pasillo hasta donde lograron observar a un hombre mayor vestido ostentosamente sosteniendo con firmeza un cetro dorado, además de una corona que yacía sobre su cabeza, él tenía una imponente presencia.
—¡Anunciando la llegada de la guardia real! —exclamó una voz al fondo del salón— Todos arrodíllense frente a Su Majestad el Rey y entreguen sus respetos.
Los "guardias" como ahora sabían procedieron a arrodillarse bajando sus cabezas; sin embargo, ni Leif ni sus amigos lo hicieron, sino que se mantuvieron tranquilos sobre su sitio, voces comenzaron a murmurar a su alrededor, ellos no le rendirían culto a un rey que ni siquiera les gobernaba.
—¡Te dijeron que te arrodilles, maldito Lowland! —decretó una voz detrás él joven, que pateó la espalda de este, haciéndolo caer de rodillas— este no es el fango de donde te trajimos.
—¡Oye tú! No creas que porque lograste atraparnos, eres más poderoso —exclamó furiosa Lorelei, quien parecía resistirse a arrodillarse— ¿por qué mejor no me liberas y veremos quién de los dos termina comiendo polvo?
Un sonido estridente se hizo paso en el lugar, todo el mundo se quedó en silencio y miró atentamente hacia el frente, el rey quien estaba sentado en su trono se levantó y caminó hacia Leif, con su cetro el cual uso para elevar el mentón del joven que lo miraba furioso.
—Jovencito, mis oficiales han detectado un rastro de magia que los ha llevado hacía a ti y por lo que veo no se han equivocado —mencionó el hombre, refiriéndose a las alas y a los cabellos del joven, inclinándose un poco miró algo más detenidamente — aunque tus ojos, jamás he conocido a un Lowland que los tenga así.
—Monsieur quiero decir Majestad, no sé que es lo que está sucediendo realmente, pero debe ser un error, yo soy un Lowland —insistió Leif— mis padres también lo son, y yo soy solo un joven herrero.
—Debo pensar en mi decisión y que haré con ustedes, guardias llévenselos y manténganlos en custodia hasta que termine de meditar —decretó firmemente— convocaré una audiencia mañana por la mañana con los padres de estos jóvenes, en especial con los del joven herrero.
Sin importar nada, los oficiales se los llevaron de vuelta... todo no estaba saliendo bien, era su culpa.
Leif no podía sentirse tranquilo, daba vueltas en su lugar completamente inquieto y desesperado, el lugar era igual a su habitación; sin embargo, este tenía unos barrotes plateados y una larga cadena que los sujetaba a los tres.
—Leif, caminar de esa forma no nos va a ayudar a salir, solo estás haciendo todo más sofocante para todos, especialmente para ti—murmuró Bastian, recostado sobre el frío suelo— esta prisión es completamente hecho a base de magia, no hay manera de que podamos romperlas con el poder de las miradas o las caminatas.
—Bastian, ¿acaso no tienes algo en tu cinturón que nos sirva de algo? —preguntó Leif, arrodillándose frente a su amigo— tiene que haber ¿cierto?, recuerdas cuando nos quedamos encerrados en la bodega de tu padre y tú solo las usaste...
—No es lo mismo, la alquimia no se puede comparar a la magia, Leif sé que estás preocupado por tus padres, pero debemos ser pacientes —dijo Bastian tranquilizándolo— solo mira a Lorelei, estuvo a punto de pelear con uno de esos guardias armados.
—No iba a dejar que esos idiotas nos atacaran así, malditos se creen mucho con su estúpida magia, quiero ver qué harían si no la tuvieran —farfulló la joven completamente molesta— como sea, no creo que nos hagan algo, Leif les interesa por su supuesto rastro de magia, seguramente negociaran para tenerlo aquí con ellos.
Todos permanecieron en completo silencio, pero era cierto, todo esto sucedió porque ellos fueron a buscarlo a él, no puede imaginar el estado de su madre en estos momentos, su padre y todos a su alrededor.
Se recostó sobre las barras y se abrazó a sí mismo, ese lugar no era su hogar y nadie podía obligarlo a permanecer ahí, ni siquiera la voz que alguna vez consideró que se trataba de algún guardia o su protector lo protegió de ser llevado a un lugar que él no conocía.
Ni la luz que estuvo acompañándolo de día y de noche, la que estuvo en el bosque cuando el árbol los elevó con sus ramas, que estuvo el día que despertó con ese par de alas en su espalda y que era la razón por la que todos a su alrededor estaban sufriendo y por último la que estuvo cuando él y sus amigos fueron atacados en ese lago, pero no estuvo presente mientras era perseguido y prácticamente cazados por aquellos extraños.
La magia no existe, eso fue lo que se repetía cada día mientras se miraba en el espejo intentando comprender los cambios en su cuerpo, la magia no existe es lo que se decía cuando esas voces en el bosque lo perseguían, pero ahora sabía que solo se mentía a sí mismo, la magia existía, pero no para él ni nadie que haya crecido con los pies en la tierra, la magia existía para aquellos que gobernaban con poder sobre los más débiles y él no quería ser parte de eso, no quería ser parte de esa magia que estaba causando dolor a su madre y la cual lo había arrastrado a un lugar que no es su hogar.
El sonido del tintineo de unas llaves irrumpió sus pensamientos, alzó su cabeza topándose con la inexplicable mirada de un joven de delicadas facciones, cabello largo y blanco como la nieve. Su presencia era casi celestial y sublime, Leif no podía explicarlo, pero él sentía que ya lo había visto, aunque solo fue una vez en un sueño que tuvo de niño.
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Z I D I A N
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