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─Capítulo 2 : Voces en el bosque.

[⚜️]

❝Me sentí vivo y no me puedo quejar❞

«Leif, despierta» un dulce y cálido susurro llegó a los oídos del joven Lowland, que gimió de dolor al momento que recobró la conciencia, busco el origen de la voz y no vio nada más que una especie de luz que se movía de un lado al otro alrededor de la habitación, aunque hasta ahora lo que realmente lo hizo espantarse fue que ya no se encontraba acostado en el piso como creía o en su cama improvisada, más bien parecía que estaba sobre el tumbado.

Como si una extraña fuerza lo empujara, cayó repentinamente formando una sensación rara en su estómago, se cubrió el rostro por instinto esperando el impacto, pero este nunca llegó cuando abrió los ojos se percató que su cuerpo flotaba a escasos centímetros del suelo, confundido intento incorporarse, pero un extraño y leve aleteo se escuchó detrás de él.

Sujetándose de un pequeño mueble, se miró en aquel extraño objeto que reflejaba su aspecto, topándose con un par de alas casi transparentes, que comenzaron aletear rápidamente, llevándolo de un lado al otro, causando un completo alboroto. Pese a sus intentos de mantenerse en un solo lugar, la fuerza de aquellas extrañas alas no parecían querer hacer caso a sus ruegos.

—¡Leif! ¿Te despertaste?, ¿qué es todo ese alboroto? —gritó su madre desde la planta baja, alertando al joven, no podía dejar que su madre lo viera en este estado— si no bajas ahora, tendré que ir a ver que haces a estas horas.

—¡Organizaba unas cosas, no te preocupes madre! —exclamó, esperando que su madre no estuviera ya a punto de abrir la puerta de su habitación— ¡bajaré enseguida!

—¡No te demores, hijo! —finalizó, tranquilizando al joven.

Leif dejó de luchar y se mantuvo en calma, respiro profundamente y pidió nuevamente en murmullos que se detuviera, la luz que había estado en el bosque y ahora en su habitación lo atravesó una vez más, una aura fría lo cubrió dejándolo caer suavemente en el suelo. Se levantó rápidamente tratando de observar su espalda sin éxito, pero ellas seguían ahí, solo que más tranquilas.

Sin embargo, se percató de algo más, su cabello negro como la noche, ahora tenía un mechón blanco que jamás había tenido hasta esta mañana, preocupado tomo un poco de agua que tenía en un balde e intento lavarlo; sin embargo, no resulto, definitivamente estaba en problemas.

Escuchó los pasos de su madre subir por la escalera, por lo que disolvió unas piezas de carbón en un cuenco de agua que tenía en el balde, formando una pasta negra que usó para teñir su mechón, cubrió sus "alas" con una capa y abrió la puerta fingiendo una sonrisa, frente al serio rostro de su madre.

—Quisiera saber que significa "enseguida" para ti, mira todo ese desastre ¿a esto llamas organizar? —reclamó su madre, entrando en la habitación— quiero que todo esté en orden cuando llegue, Monsieur Dubois está muy ocupado y me pidió ayuda, ahora baja para que comas algo antes de empezar las tareas del día.

Leif asintió rápidamente, aunque le extraña que su madre no haya dicho nada de su salida del día ayer, ya era muy oscuro cuando se encontraban en el árbol... ¡Bastian! ¿Cómo había podido olvidar a su amigo?, pensó Leif, corriendo rápidamente por las escaleras.

—¡Leif!, veo que tienes mucha energía, haces un alboroto en tu habitación, bajas corriendo por las escaleras, sin siquiera decir un "Buenos días, papá"—dijo su padre interrumpiendo su salida— si no hubieras llegado temprano ayer, seguramente estarías en muchos problemas

—¿Yo llegué temprano ayer? —preguntó confundido, él colgaba de un árbol y cuando cayó de este, aterrizó en su cama o eso es lo único que él recordaba— de hecho quería ir a ver a Bastian y luego quería arreglar el cartel de la Sastrería y ahí volvería a la herrería...

—Veo que ni siquiera tú lo crees, si llegaste a casa comimos juntos y luego subiste a tu habitación, creo que mencionaste algo de tu «elojr» o que sé yo —afirmó su madre— como veo que tienes tanto apuro de ver a tu amigo, llévate esto y coman algo ¿de acuerdo?

—claro, lo haré —contestó Leif, tomando la cesta entre sus manos.

Salió de la puerta, recibiendo los rayos del sol, algo sin duda había pasado en ese bosque y él tenía que averiguarlo, pero primero debía verificar que Bastian esté bien, seguramente él también debe tener esas alas y ahora que sabía cómo lidiar con ellas, no podía dejar que su amigo entre en pánico o mucho peor sus padres o la gente de la aldea, descubran lo que pasó.

En camino a la casa de Bastian, Leif miro los alrededores intentando descifrar si algo había cambiado, pero no, absolutamente nada había cambiado ni el cielo azul ni el sol que irradiaba en lo alto, las personas eran las mismas que ha estado viendo desde que aprendió a dar sus primeros pasos, la vida era como siempre había sido, todos ocupándose de sus puestos de trabajo y empezando un día más, igual al anterior y el que venía después.

Aquella luz volvió aparecer frente a él, dando vueltas a su alrededor como si nadie más pudiera ver que está ahí, Leif miró a su alrededor a ver si alguien se había dado cuenta de aquello que lo había estado persiguiendo desde el bosque, pero no, nadie lo vio.

Siguió su camino mirando de reojo a su "compañera" que nuevamente tomó impulso y desapareció de su vista, aceleró el paso tratando de ver a dónde se dirigía, mientras más corría el camino comenzaba a volverse más familiar, ¡La casa de Bastian!, es ahí donde estaba yendo, como había estado perdido en pensamientos, olvido completo la razón por la que estaba ahí.

Una vez estuvo frente a la casa de su amigo, el corazón le latía con fuerza, «¿él también habrá cambiado?» , pensó Leif, aunque el miedo de encontrarse con la noticia que Bastian no había llegado a casa, lo paralizaba. Una explosión se escuchó detrás de la casa, Leif corrió inmediatamente para ver lo que ocurría, con un poco de suerte sería su amigo, haciendo explotar más de sus pócimas.

Una vez ahí, el joven Lowland de cabellos castaños salió de lo que parecía ser su taller envuelto en un humo de varios colores, cayó al piso tratando de agarrar aire, por lo que Leif avanzó rápidamente tomándolo del brazo.

—Pero miren a quien tenemos aquí, es Leif —murmuró Bastian, al que parece que su experimento le explotó en su cara— ¿Qué acaba de pasar?

—Maldito, me asustaste en serio —dijo Leif; sin embargo, Bastian parecía que estaba en algún lugar, completamente fuera de sí — reacciona, no es momento para ir al campo de mariposas.

Busco rápidamente en el cinturón de su amigo, la pócima de anulación, no era la primera vez que Bastian sufría los efectos de sus propios inventos, por lo que siempre tenía una que contrarrestaban los efectos por seguridad, Leif retiro la tapa del frasco y lo acercó a la boca del joven Lowland, que parecía que ya comenzaba a hablar con el verdoso pasto de su jardín.

—¡Oh! Leif ¿Cuándo llegaste?, estaba en medio de un experimento y de repente...—exclamó, antes de darse cuenta lo que había pasado.

—Llegue en el momento en el que estabas a punto de hacer explotar tu laboratorio idiota, si no hubiera llegado a tiempo, volverías a comerte las flores de tu padre —se burló Leif, ganándose una mala mirada de su amigo— sabes que es verdad, por cierto ¿cómo llegaste del bosque, ayer?

—¿Bosque?, no sé a que te refieres, ayer estuvimos recolectando muestras cerca del lago ¿no te acuerdas? —respondió, dejando a un Leif confundido, ellos estaban en el bosque.

—Fuimos al bosque Bleau y nos atacó ese árbol, estábamos volando en el aire y luego te caíste y luego yo y ese rayo...—explicó Leif rápidamente, definitivamente habían ido, pero la risa de Bastian lo interrumpió.

—Amigo, ¿seguro que no te afectó la poción a ti también?, el bosque Bleau, es muy peligroso para nosotros dos, incluso los mejores cazadores han salido asustados —afirmó Bastian, ante la mirada confusa de Leif— nadie se atreve a ir, debes haber tenido una pesadilla, yo también las tengo.

—Si seguro que fue eso, bueno vine a verte para saber si estabas bien, pero debo irme a ahora tengo trabajo que hacer —dijo Leif, cambiando el tema— toma mi padre te envió esto, nos vemos pronto.

Leif sabía que no lo había soñado, aunque Bastian no tiene las mismas alas que él, no significa que no haya estado ahí, él debía volver y averiguarlo, sin importar que pase.

«¿Por qué soy el único que ha cambiado?» , pensó Leif, los Lowland son criaturas de rutinas, naces siendo herrero y vives la vida siendo herrero, nada ni nadie se ha atrevido a desafiar a su naturaleza, todo sucede exactamente igual, nadie cuestiona y todos saben cuál es su deber, eso es lo que Leif ha aprendido desde niño, su padre dice que «no hay mejor logro, que ser un herrero» y tiene razón, nada lo hacía más feliz que pasar horas frente a la candela forjando el metal, una y otra vez.

Después de haber ido a ver a Bastian, fue a la Sastrería para ayudarle a Monsieur Dubois con aquel cartel destartalado que se encontraba en la fachada, que parecía que estaba a punto de caerse, pero no conseguía concentrarse, su mente seguía pensando en eso.

—Te noto distraído muchacho, ¿ha ocurrido algo? —preguntó el mayor, haciendo sobre exaltar al joven.

—Monsieur Dubois, ¿alguna vez ha escuchado de un Lowland teniendo alas? —preguntó Leif, haciendo sorprender al mayor, que parecía ahora conmocionado— quiero decir, ¿eso es posible?

—Qué cosas tan raras dices muchacho eso es imposible, los Lowland somos una raza de tierra, caminamos y todo lo que hacemos es de nuestra fuerza no como los Highland, ¿has oído de ellos, cierto? —preguntó el mayor, llamando la atención de Leif— ellos utilizan magia y son los únicos poseedores de esta y claro sus alas es lo que más destaca de ellos, ambas razas no se han juntado desde hace más de 200 años, aun así no ha habido ningún nacimiento mestizo, ¿Por qué lo preguntabas?

—Solo se me ocurrió, pero gracias por responder —respondió Leif rápidamente— terminé la reparación, así que me retiro si no necesita alguna otra cosa

—Puedes irte tranquilo muchacho, no salgas de noche... suele ser muy peligroso, en especial si estás cerca del linde del bosque —advirtió el mayor— cuídate, pasa mañana para entregarte una recompensa.

Leif se despidió emprendiendo su camino nuevamente al bosque, aunque no podía quitarse de la cabeza aquellas palabras del mayor, decidió no tomarlo en cuenta y seguir su camino, en su morral había llevado una pequeña lámpara para alumbrar el camino.

Miraba con cuidado que no vaya a volver a caer en la misma trampa que ayer, esta vez no podría correr ningún riesgo, sonidos de campanas acompañado de un viento que sacudía los árboles, acompañaron al joven que cada vez que se adentraba, una presencia merodeaba cerca de él

«Leif» llamó una voz a los oídos del joven Lowland, que miro en todas direcciones, «Leif»  otra vez fue llamado...«Leif» «Leif»...«Leif» cada vez era más insistente, un escalofrío lo recorrió cuando escuchó hojas crujir detrás de él.

«Leif»...«Leif, ¡Ten cuidado!» , esta vez fue una clara advertencia, una bestia se abalanzó contra él, la esquivó rápidamente, pero era demasiado para él, lanzaba zarpazos y no sabía cómo escapar; sin embargo, la luz que había estado junto a él apareció, haciendo que los árboles se abran formando un camino. 

«Leif»...«Leif, huye» dijo la voz dulcemente, él hizo caso y corrió por el sendero que había sido formado solo para él, ella lo vio marcharse encarcelando a la bestia que se había atrevido a atacar a aquel joven...«Leif, debes regresar a casa» dijo por última vez, antes que los árboles volvieran a cerrar el paso, desatando una fuerte tempestad.

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Z I D I A N

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