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─Capítulo 1 : Erase una vez en Evergreen...

[⚜️]

 ❝Y todo este tiempo he estado mintiendo❞

En una tierra no muy lejana, en medio de hermosos y frondosos árboles, había un claro en aquel apartado bosque, donde criaturas mágicas se acercaban a una joven que se encontraba en medio de un doloroso, labor de parto, el sol irradiaba en lo alto, las aves cantaban y las bestias del prado la rodeaban protegiéndola, empuñando su mano sobre el verdoso pasto, gimió por última vez, escuchando ahora el llanto de su bebe, con una respiración agitada y ojos llorosos tomó finalmente al pequeño ser entre sus brazos arrullándolo, toda la naturaleza clamó y las voces de los astros murmuraban "el hijo de la luz del cielo, acaba de nacer" "El rey está aquí" "La gracia del cielo sea con él"

Sin embargo, un grito desgarrador se escuchó desde el linde del bosque, una oscuridad que marchitaba todo a su alrededor, engullendo la magia y la vida del que fue aquel verde y frondoso claro en el bosque, sumiéndose en una oscuridad, siendo así que la madre fue sacrificada, desvaneciéndose siendo ahora parte de la misma naturaleza que agonizaba, mientras que todos exclamaban, el bebe era lanzado a las turbulentas aguas, siendo así que no solo los Astros celestiales no son los únicos que escuchan... ellos también oyen.

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Golpes incesantes de un martillo sobre el metal se escuchaba desde dentro del interior de una vieja herrería en medio de un poblado, donde se podían apreciar diferentes tipos de artilugios forjados bajo el fuego abrasador de un antiguo horno, frente a él yacía sentado un joven pelinegro que se encontraba trabajando en otras de sus "maravillosas piezas" que quería vender en el mercado. 

—¡Leif! ¿De nuevo perdiendo el tiempo en esos cachivaches? —preguntó su padre mirándolo seriamente— mira tengo un trabajo para ti, ¿por qué mejor no vas a entregarle su pedido a Monsieur Dubois? 

—Lo se padre, pero mira aquí, este pequeño objeto se llama «elojr» aunque aún no me decido cómo llamarlo, pero es la mejor forma de tener el tiempo contigo —dijo sonriente, mientras sostenía el artículo en sus manos, ante la estricta mirada de su padre— de acuerdo ya me voy, por cierto me encontraré con Bastian en el linde del bosque, llegaré temprano lo prometo.

—Espero que si Leif, tu madre se preocupa mucho cuando sales, espero que tú... bueno ese... como sea espero que llegues a tiempo —mencionó su padre, sacándole una risa al joven. 

—Mi «elojr» me dirá cuándo volver a casa —respondió alegre, ante la complicación de su padre, ante el extraño nombre que le había dado a su pieza del tiempo como le había dicho antes, tomó el pedido y lo guardo cuidosamente en un morral — entonces nos veremos, trabaja muy duro. 

Finalizó saliendo del lugar, antes que su padre pudiera decirle algo más, «tiempo» seguramente era la palabra que más había escuchado desde niño, para un «Lowland» el tiempo es lo más importante, cada minuto desperdiciado es una ganancia menos. Caminando por las calles saluda amablemente a todos a su paso, aunque solo basta con un efusivo «Buenos días» para luego seguir con el trabajo. 

 Para todos el trabajo era su única aspiración, su único recurso y lo único que saben hacer, sin ningún tipo de magia, hacían las tareas más pesadas y las que nadie se atrevería a realizar, pero eso es lo que eran y serán.

Una vez llegó a su destino, se detuvo a leer el destartalado letrero que decía «Sastrería Dubois» sonrió y abrió la puerta inmediatamente, el lugar era un desastre había hilos y telas por doquier, se acercó lentamente a un hombre que parecía tener un monólogo con el mismo, mientras recortaba sin cesar. 

—¿Monsieur Dubois? ¡Buenos días!, soy Leif, el hijo de...—se interrumpió a sí mismo, cuando el hombre mayor lo miró seriamente de arriba a abajo ¿acaso lo había interrumpido? 

—¡Por supuesto que sé quién eres muchacho!, ¿cómo no reconocería al hijo de mi buen amigo?, me alegra que hayas venido, tu padre me contó que haces maravillas con esos artilugios, espera un momento que tengo algo para ti —dijo alegremente el hombre, que fue hasta el fondo del lugar buscando entre sus cosas, al parecer su padre prestaba más atención de lo que Leif creía. 

—Monsieur Dubois, sabe vi el letrero de afuera y parece algo antiguo, tal vez pueda ayudarle reparándolo, podría ser un peligro —comentó Leif, viendo al mayor acercarse a él con una caja. 

—Tu madre me dijo exactamente lo mismo, tal vez debería aceptar la ayuda —dijo, tomando el pedido rápidamente y entregando a sí mismo aquella caja que Leif tenía mucha curiosidad de ver— hay unas piezas extrañas, un viejo amigo los trajo de su exploración, verás ¿qué podría hacer un viejo sastre con eso?, puedes hacer lo que quieras con eso. 

—Muchas gracias, mañana por la mañana vendré a ayudarlo, pase un buen día —agradeció Leif, guardando la caja en su morral y saliendo del lugar, debía contárselo a sus amigos. 

Partió rápidamente hacia el linde del bosque, aunque algo le había parecido extraño del lugar, ahora parecía que había algo distinto en el cielo, ¿acaso iba a llover?, pero si solo hace unos minutos el sol irradiaba y ahora todo lucía muy apagado.

Sus pensamientos fueron interrumpidos, cuando alguien chocó con él, pero este se marchó rápidamente sin que pudiera ofrecerle disculpas. 

—¡Leif!, ¿estás bien? —preguntó alguien detrás de él, busco el origen de la voz, topándose con la mirada confundida de Bastian. — Te estuve llamando desde que saliste de la sastrería y no me hiciste caso. 

—¿Qué?, sí claro nunca me había sentido mejor —comentó Leif sonriendo, pero ¿qué había pasado?, ni siquiera él lo entendía— será mejor que vayamos, el clima no parece en buenas condiciones. 

No podía saber de qué se trataba exactamente, pero una extraña sensación lo estaba persiguiendo desde que recibió aquella caja.

El Bosque Bleau, era muy conocido por albergar extrañas y curiosas plantas y criaturas, no se podía considerar «magia», ya que en Evergreen no había ni un solo rastro de ella; sin embargo, los más ancianos del pueblo, comentaban que hace muchos años ocurrió una tragedia que cambió la belleza y la vida de aquel bosque. Leif no creía en esas cosas y es por eso que había convencido a su amigo a que lo llevará, Bastian es hijo de cultivadores y alquimistas, su extenso conocimiento, lo podría ayudar en su exploración. 

En el camino hacia la parte más profunda del bosque, comenzó a escuchar cientos de murmullos casi inaudibles, miro hacia todas partes y estaban completamente solos, vio a su amigo que se divertía observando cada planta y tomando pequeñas muestras, pero él se sentía intranquilo, como si estuviera siendo vigilado. Leif, nunca había creído en historias tenebrosas, él estaba convencido de que eso es algo que todos los adultos inventaron para que los niños no se aparten de ellos y no sean desobedientes, incluso en las frías y oscuras noches donde se encontraba solo en la herrería, con el fuego como su única fuente de luz y compañía, jamás tuvo miedo. 

Se río en sus adentros y caminó hacia su amigo que se encontraba de espalda, planeaba asustarlo un poco, él sabía que todo eran supersticiones e iba a demostrarlo, cuando se acercó más un susurro lo hizo paralizar «Leif» una voz dulce y femenina lo detuvo, no podía ser Bastián porque siempre se ha burlado de su tono grueso y áspero, miró hacia atrás y no había nadie. 

 —¿Por qué me miras así? ¡Leif!, ¿acaso agarraste alguna planta o algo? —exclamó su amigo, sacudiendo una mano frente a él, pero no podía reaccionar — ¡Oye!, no es bueno hacer ese tipo de bromas, ¿dime cuántos dedos ves aquí? 

Estaba confundido, podía escuchar y podía ver, pero no podía decir ninguna palabra «¿Bastian me escuchas?», dijo Leif, o eso creía porque en verdad solo lo había dicho en su mente, no podía decirlo en voz alta, los murmullos eran más molestos; sin embargo, recibió un fuerte golpe que lo hizo reaccionar finalmente. 

—¡Oye!, ¿por qué me golpeaste tan fuerte? —se quejó Leif, apoyando su mano en su rostro— no sé si felicitarte o enojarme, ese gancho estuvo perfecto, pero sí que dolió. 

—Te, golpee porque estabas como un idiota paralizado, por un momento creí que había estado cerca de esas setas de ahí, sus efectos son alucinantes, algunos granjeros los usan para domar a los animales salvajes, pero en una persona es bastante corrosivo —advirtió Bastian, extendiendo la mano hacia su amigo— ¿quieres seguir o regresamos?, tus padres podrían estar preocupados

 —Será mejor que regresemos, estamos muy lejos de las afueras y no estamos familiarizados por el camino, incluso si evitamos la plantas de día, de noche es casi menos posible que incluso tú un experto en ellas, pueda identificarlas a tiempo —respondió, mirando su «elojr» parecía que iba a oscurecer pronto.

Siguieron su camino por el mismo donde habían ido antes, ellos hubieran querido quedarse más tiempo, pero no existía mapas ni nada que pudiera guiarlos, aun así Leif no podía quedarse tranquilo y a medida que avanzaba los murmullos seguían, no sabía qué era exactamente y eso lo estaba inquietando, las gotas de las lluvias comenzaron a caer poco a poco hasta que ahora llovía torrencialmente, apresuraron un poco más el paso, pero tropezaron con unas ramas del árbol «¿Eso siempre estuvo ahí?», pensó Leif confundido, cuando ellos pasaron ahí más temprano no había nada. 

Intentó levantarse, pero algo lo sujetó de las piernas, elevándolo por lo alto, miró a todos lados buscando a su amigo, parecía que estaba en su misma situación, seguía luchando, pero ahora parecía más peligroso, ahora estaban a muchos metros sobre el suelo. 

 —¡Oye!, ¡no te muevas, idiota! —alertó Leif, llamando la atención de su amigo— ¡Es peligroso!

—¿¡Entonces qué planeas hacer!?, ¡no podemos estar colgados para siempre! —exclamó molesto, truenos y relámpagos retumbaron con fuerza— ¡Maldición! ¡Leif, ten cuidado!

 No podía ver con claridad, pero intentó esquivar cualquier peligro del cual pudo haberle estado advirtiendo su amigo, «¿Habremos activado alguna trampa?», se preguntó Leif, ya que no tenía otra forma de explicar su situación, nunca habían visto ni oído hablar de una planta que tuviera vida propia, del Bosque Bleau se habían dicho muchas cosas, desde maldiciones o plantas venenosas y alucinógenas, además de bestias desconocidas que suelen atacar a los que se pierden del camino.

—¡Bastian!, ¿estás ahí? —gritó con las últimas fuerzas que le quedaban, estar de cabeza lo estaba mareando, la lluvia que seguía cayendo, parecía enmudecer sus últimos esfuerzos por mantenerse en comunicación con su amigo— ¡Oye! ¿¡me estás escuchando!? 

—¡Sí!, ¡pero tengo sueño! —respondió a lo lejos— ¡No creo poder seguir luchando! 

—¡No te duermas, idiota!, ¡saldremos de esta! —exclamó tratando de liberarse, pero seguía siendo peligroso, estaban por lo menos a 7 metros del suelo, Leif trataba de mantenerse alerta, pero un rayo de luz impactó contra el joven que cayó en medio de la oscuridad —¡Bastian! 

Leif intentó liberarse una vez más, pero era imposible las ramas lo tenían completamente sujetado y apretaban con fuerza, minutos después aquel mismo rayo lo impactó, como si fuera atravesado, sintió su cuerpo descender con fuerza, cerró los ojos esperando el impacto, pero este no fue como esperaba.

Cayó con fuerza sobre una superficie blanda, respiro con fuerzas e inhalo y exhalo tratando de calmar a su agitado corazón, abrió los ojos de a poco encontrándose con su habitación, no sabía cómo había llegado, parece que era muy tarde, ya que podía observar a la luna en su punto más alto, intentó levantarse, pero un dolor punzante lo hizo caer. 

Como si su piel estuviera bajo un brasero ardiente, su espalda dolía y ardía con mucha fuerza, se arrastró hacia la puerta, pero cada vez más era insoportable, apretó los dientes y cerró los ojos con fuerzas, se abrazó a sí mismo revolcándose del dolor que lo sujetaba, los murmullos volvieron y creyó que se estaba volviendo loco, como en el bosque una luz brillante entró por la ventana rodeándolo, sumiéndose nuevamente en la oscuridad.

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Z I D I A N

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