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Capítulo 7. 30 días sin accidentes.


Seis meses.

Seis meses desde que me encontré con la prisión.

Seis meses desde que conocí a la gente que habitaba en ella.

Seis meses desde que me acogieron en su grupo.

Cinco meses y veintinueve días desde que me enteré de que el tío de la ballesta, es mi segundo hermano mayor.

Daryl. El puto Daryl Dixon era mi hermano.

Medio año había pasado desde que llegué aquí, y mi vida volvió a cambiar. Por lo visto no había suficiente con que sea inmune. No, que va. El destino me tenía preparadas cosas aún mejores. Y ya las he encontrado.

¿Qué por qué llevaba la cuenta? Sencillo. En todo este tiempo había aprendido a leer, a escribir y a contar hasta más de diez perfectamente, por lo que quiero aprovechar ahora que sé.

Además, mi hermano quería saber en qué día estábamos, porque en pocos días será mi cumpleaños y, por raro que parezca, está empeñado en que lo celebre de alguna forma.

Joder, que raro se me hacía referirme a Daryl cómo mi hermano. Aun habiendo pasado seis meses.

Lo cierto es que desde ese día, llamémosle extraño, en el que me enteré, nuestra relación había mejorado notablemente. Aunque al principio le hubiera pegado, y odiado por unos días. Lo entendió, me dio tiempo para asimilar la noticia. Mi odio se debilito y empezó a transformarse en pequeñas dosis de alegría. Él se encargó de eso. Me contó anécdotas, historias de cuando yo era más pequeño. Cosas que ni siquiera recordaba, pero que gracias a él, empezaron a aparecer como destellos en mi mente. Me demostró que sabía todo de mi, cosas que me dejaron con la boca abierta, haciéndome saber que él nunca me había olvidado. Me explicó todo lo que había vivido desde que el mundo se fue a la mierda. Todo lo que este grupo había pasado hasta llegar aquí. Me habló de Merle. Me contó que había muerto, y aunque se enfadó ligeramente cuando dije que me importaba una mierda lo que a mi primer hermano le hubiera pasado, en parte me entendió. Más a mi favor cuando supe que nunca pudo venir a visitarme al orfanato y que me dejó allí por culpa de ese imbécil. Decía que sería una carga para ambos, él quería abandonarme directamente, en cualquier lugar, y para evitar algo así, Daryl se vio obligado a dejarme en el orfanato, asegurándose de que alguien me cuidara. De que tuviera techo y comida. Y aunque en aquel momento no lo entendía, y la ignorancia se transformo en odio hacia él, ahora lo entiendo. Ahora las piezas de ese raro y oscuro puzle que fue mi pasado, empezaban a encajar.

Así que ¿Sentir pena por Merle "gilipollas" Dixon? Que le jodan. Está mejor muerto.

Soy lo peor, lo sé.

¡Pero maldita sea! Había encontrado a mi hermano en medio del fin del mundo. A la única persona de mi familia a quién siempre había querido y respetado. ¿Tenía motivos para estar enfadado? Si, y a veces le reprochaba algunas cosas, pero no podía permitirme perder más tiempo sin estar junto a él. En un mundo lleno de muerte y destrucción, nunca se sabía cual podía ser la última vez.

Aunque ya llevásemos treinta días sin accidentes, o esa era la cuenta que llevaba Beth.

La cárcel había mejorado. Las celdas habían sido más acondicionadas para toda la gente que seguíamos siendo, cuando yo llegué ya estaban en proceso de ello, pero hace un tiempo que todo ya estaba listo. Hasta le habían conseguido una pierna ortopédica a Hershel, lo que ahora le facilitaba la vida. La especie de granja del patio había mejorado bastante, aparte del caballo que usa Michonne, también habíamos incorporado cerdos. Incluso el huerto, que cuidan justo ahora Rick y Carl, había crecido.

Creo que hasta día de hoy puedo decir, que el apocalipsis es lo mejor que le ha podido pasar a mi vida.

Estoy loco, eso también lo sé.

Pero lo que el mundo normal me arrebató, el fin de este me lo devolvió.

Noto un leve golpe en la nuca que me saca de mi ensimismamiento.

- Despierta – dice Daryl divertido justo después de darme. Me encuentro apoyado, en una especie de muro que hace una pequeña barbacoa, donde justo detrás está Carol, cocinando, quién ríe por lo que el primero acaba de hacer. Ni si quiera le había oído llegar.

- ¡Eh! – exclamo con una sonrisa mientras me froto la nuca - ¿A qué coño viene eso?

Otro golpe.

Pero esta vez por parte de Carol. Me giro hacia ella alzando una ceja.

- Vigila tu lenguaje, jovencito. – dice apuntándome con las pinzas que usa para dar la vuelta a la carne.

- Ya, claro. – respondo soltando un bufido.

- ¿En qué pensabas? – me pregunta Daryl.

- En nada. Tan sólo observaba lo que ha cambiado todo. – respondo. Este asiente con una leve sonrisa mientras revuelve mi pelo.

Echaba de menos sus muestras de cariño hacia mi.

Veo como algunas personas que se unen a desayunar en las mesas empiezan a saludar a mi hermano. Este asiente y responde a algunas. Carol y yo le miramos con una ceja alzada.

- Huele bien. – dice este desviando el tema.

- Para que lo sepas yo te pedí antes. – le informa Carol divertida.

- ¡Oh venga ya! ¡Romped la tensión y besaos de una vez! – exclamo.

Y un golpe más.

Por parte de ambos.

La verdad es que este me lo he ganado.

Carol disimula una sonrisa mientras que Daryl se encarga de asesinarme con la mirada.

- Rick se ha traído a un montón. – continua él mientras se mete algo de comida en la boca, observando a la gente de su alrededor.

- No creas que tantos. – responde Carol – Si das asilo al fugitivo y comida al hambriento, tendrás que soportar el cariño.

- Daryl no sabe hacer eso. – afirmo. Este me mira, y antes de que intente darme otra vez me alejo dando un paso a mi izquierda. – Otro golpe más y se considerará maltrato. – digo mientras le señalo.

- Ya. – sentencia él con una leve sonrisa.

- Quiero enseñaros algo. – dice la mujer - ¿Patrick me sustituyes?

- Si señora. – responde el chico. Patrick es amigo de Carl, no parece mal tío, pero creo que es demasiado inocente para el mundo en el que vivimos ahora. Este se acerca a la parrilla y Carol le da sus pinzas mientras empezamos a andar. – Señor Dixon – dice interrumpiendo nuestra marcha. Mi hermano me mira.

- A mi no me ha llamado, de los dos tu eres el "señor". – respondo. Carol empieza a reír.

- Quiero agradecérselo – continua Patrick. Daryl le mira extrañado. – Por traer el ciervo ayer. Fue un festín señor. – Mi hermano nos mira y nosotros a él mientras nos encogemos de hombros. Digamos que a Daryl no se le suelen dar muy bien los actos amables. – Quisiera estrechar su mano.

La risa que estaba conteniendo se escapa y el hombre me da un golpe seco con el dorso de su mano en el pecho como reproche. Me callo al momento. Desvío mi mirada mientras cruzo los brazos sobre mi pecho. Acto seguido me froto la nariz en un intento fallido por disimular.

Daryl piensa durante unos segundos, para después recorrernos con la mirada. Seguidamente se lame cada uno de los dedos de su mano derecha, con la cual estaba comiendo, y le da la mano al chico. Nos marchamos dejando a un satisfecho Patrick frente a la barbacoa.

En el camino, Daryl se pone su chaqueta y el chaleco, dándome a mi la camisa sin mangas de cuadros rojos y negros. Su camisa. La que yo llevaba el día que descubrí la verdad.

Él me había entregado esa camisa días después de que yo se la estampara en la cara antes de pegarle, en el momento en el que volvió a hablarme. Como si me pidiera perdón. Cuando me la dio, me prometió que no volvería a separarse de mi. Me dijo que, de alguna forma, estábamos destinados a encontrarnos en este mundo y que la camisa era una señal de ello. Porque el mundo nos juntó otra vez, para que él me la pudiera regalar. Algo que había sido suyo, pasó a ser mío. El símbolo de una nueva unión entre ambos.

Algo cursi, aunque bastante cierto.

Pero esta vez, la camisa tenía algo diferente.

En la espalda de esta podía leerse la palabra DIXON, formada por parches, uno por letra.

Interrumpo mi camino. La sostengo entre mis manos, intentando asimilar lo que leo.

Carol y Daryl frenan en seco al ver que había dejado de andar con ellos. Ambos se giran hacia mi. Mi hermano avanza unos pasos hasta llegar a mi altura.

- ¿Te gusta? – pregunta mirándome. Asiento levemente.

Apenas consigo creérmelo.

- ¿Cómo lo has...? – intento averiguar.

- Bueno... - empieza mientras se rasca la nuca – La última vez que salimos, encontramos una tienda de ropa y pensamos en traer un poco para la gente de aquí, y vi las letras en una vitrina. Michonne sugirió que sería un buen regalo. Así que cogí las necesarias. Carol y ella me ayudaron a coserlo.

- ¿Te ayudamos? – interviene Carol poniendo las manos en su cintura. Daryl suspira.

- Está bien – dice rindiéndose con una leve sonrisa – Ellas lo bordaron. Yo no tengo ni idea de cómo se hace. – confiesa. Río ante eso. - Yo... - continúa tartamudeando – La verdad es que yo quería que fueran unas alas como las mías...

- No – le interrumpo. Él vuelve a mirarme. – Así está perfecto. – sentencio. Mi voz se rompe al final de la frase.

Daryl se arrodilla ante mi y pone una mano sobre mi hombro.

- Era un regalo por tu cumpleaños. – aclara. Alzo la vista y le miro fijamente, sorprendido. – No podía esperar para dártelo. Quiero que empieces los catorce recordando quien has sido y serás siempre. – termina este totalmente serio.

Limpio deprisa una lágrima que se escapa de mis ojos.

Y de forma impulsiva, le doy un abrazo. Este lo corresponde mientras ríe brevemente.

Ahora sé porque Daryl tiene unas alas de ángel en su chaleco, porque es lo que significa para mi.

Carol observa la escena con ternura.

- Vamos tortolitos, tenéis que ver esto. – dice la mujer mientras ríe y echa a andar.

- Me gusta para ti. – digo sonriente mientras observo como Carol se aleja de nosotros. Me pongo la camisa sobre la camiseta negra de manga larga que llevo. Si antes me gustaba esa camisa, ahora me encanta.

Daryl me da un leve golpe en el brazo por mi comentario y río. Ambos comenzamos a caminar tras la mujer hasta llegar a su lado.

- Sobre lo de hoy... - empieza a hablar Carol – No podremos prescindir de muchos para que te acompañen.

- El sitio es perfecto, hay que hacerlo. – responde Daryl mientras camina.

- Ya... - sigue la mujer. Detenemos nuestra marcha frente a una valla. – Pero es que han aumentado mucho de un día para otro. – dice mientras observa el gran grupo de caminantes que se amontonan en la verja, y los que empiezan a llegar hacia ahí. Abro los ojos asombrado. – Hay docenas más cerca de la tercera torre. Está tan mal como el mes pasado... Cuando llegan no se marchan.

- ¿Por qué? – pregunto.

- Como somos más les atraemos. – responde Daryl. – Y si se agarran demasiado acabarán subiéndose.

- Volverán a tirar las vallas. – añade Carol. – Aún son manejables, pero no por mucho tiempo. – continúa. Gira su cabeza y mira a mi hermano. – Lo siento, guapo.

Río por su comentario mientras que Daryl le da un leve empujón con el codo a la mujer.

Mi hermano empieza a caminar y le sigo, dejando a la mujer frente la escena de la alambrada. Una vez un poco lejos de ahí me animo a preguntar algo. Aunque se cuál es la respuesta.

- Oye... Carol tiene razón. – este se para y me mira extrañado. Freno a su lado. – Respecto a lo de que necesitan gente. Podrías prescindir de alguien de la expedición, se quedaría ayudando en las verjas y yo podría acompañaros en vuestra salida.

- No. – sentencia serio, empezando a caminar con la vista al frente.

A esa respuesta me refería.

Desde que estaba aquí, tanto Rick como él se habían empeñado en que volviera a ser un niño normal. Al igual que con Carl. Nada de expediciones, nada de armas y nada de matar caminantes. Y menos aún personas.

Y eso me aburría. Ellos hacían mucho por nosotros, y yo quería ayudar de cualquier forma. Pero sobre todo, adoraba pasar a la acción. Era esa la razón por la que seguía entrenando cada día, bajo la atenta mirada de Carl, y a veces con la ayuda de Michonne. Eso, y que me aburría. Sentía como me iba oxidando cada día que pasaba sin hacer nada.

- Oh venga ya Daryl ¿Por qué no? – pregunto cansado del tema.

- Porque no. – reafirma este mientras sigue caminando. Acelero el paso para caminar a su lado.

- Dame una sola razón por la que no pueda ir. – le pido mientras dejo de caminar. Este, a unos metros de mi, frena y se gira.

- Porque ahora que te he recuperado no pienso volver a perderte. – vuelve a sentenciar, con cierto enfado, mientras me mira a través de su flequillo.

Me quedo pasmado. No esperaba esa respuesta.

Es cierto que Daryl se había vuelto bastante sobreprotector conmigo, y lo entendía. Entendía su postura, incluso a veces me gustaba sentir esa sensación de sobreprotección por su parte. Me hacían gracia los momentos en los que pasaba de ser un hermano mayor a comportarse como un padre con su hijo. Pero sé que esta vez podía ayudar de verdad.

- No... No vas a perderme. – respondo. Veo como él bufa. – Oye, sé que te preocupas por mi, y te lo agradezco, hace años que no sentía esa sensación de importarle a alguien, de verdad. Hasta me gusta cuando me sobreproteges porque me hace sentir especial. – sonríe levemente ante mi confesión – Pero sabes que puedo serte muy útil. – me mira serio por un instante cuando digo esto.

- Que lo decida Rick. – dice mientras echa a andar en dirección a donde Carl y su padre se encuentran.

Mierda. Buena jugada.

Rick no me dejaría ni en sueños.

Bufo por su respuesta y él ríe. También sabe que el hombre no me va a dejar.

Una vez ahí Rick nos mira entrecerrando los ojos.

- Hijo, aprende esta lección: Cuando los dos hermanos Dixon se aproximen hacia ti, significa que no deben estar pensando nada bueno. – dice el hombre a Carl.

Si llamar a Daryl "mi hermano" se me hacía raro, imaginad que me unan al apellido Dixon. Lo sé, debería estar acostumbrado. Y más ahora que lo llevaba en mi espalda gracias a la camisa. No es que no lo estuviera, sino que a veces me chocaba saber que esto era realidad. Y esa realidad cada vez me gustaba más.

Carl se incorpora, dejando de estar de rodillas frente a una de las plantas del huerto, y ríe por el comentario de su padre, quien apoya sus brazos en la pala que ha dejado clavada en el suelo. Daryl también ríe ante las palabras de Rick. - ¿Qué ocurre?

- Áyax pregunta si puede acompañarnos a la salida de hoy. – informa mi hermano al hombre frente a nosotros.

- ¿Ves lo que te he dicho? – dice el hombre mientras mira a su hijo, haciendo referencia a su anterior comentario - No. – sentencia con la misma reacción que Daryl había tenido hace unos minutos, mientras vuelve a coger la pala. Mi hermano sonríe victorioso.

- Eh, eh, un momento. ¿Es que lo que yo opine no importa? – pregunto exaltado. Rick se detiene por unos segundos.

- No. – vuelve a repetir sonriente mientras sigue cavando.

- ¡Oh joder! – exclamo echando la cabeza atrás, mirando al cielo.

- Esa boca – dice mientras continúa haciendo su trabajo.

"Venga ya"

- Bienvenido a mi mundo – agrega Carl a la conversación con una sonrisa. Le miro mientras resoplo.

"Esto no va a quedar así"

- Vamos Rick, necesitáis gente en las verjas. Sería mejor prescindir de algunas personas que van a la expedición, ayudarían más en las vallas. Soy más útil que ellos. – digo. Rick me observa abriendo los ojos ligeramente ante mis palabras, mientras detiene sus acciones. Daryl me da un toque en el brazo.

- Tampoco te pases, aquí todos ayudan lo mejor que pueden. – me reprocha este último.

- Vale, no quería decir eso. – suspiro dándome cuenta de mi error. Remango las mangas de mi camiseta hasta los codos para después seguir hablando – No quiero menospreciar a nadie, a lo que me refería es que yo soy más útil fuera. Soy bueno. – continúo - Sé pelear, sé usar las katanas, se me da genial escalar, saltar y trepar lo que sea, además de que esas cosas ni me detectan. Puedo colarme en cualquier parte sin ser visto.

- Si, por eso te atacan a veces. – añade Carl, visiblemente molesto, señalando el vendaje de mi brazo derecho.

- Eso es distinto. – aclaro yo.

- ¿Ah si? ¿En que es distinto? – dice él mientras avanza un par de pasos hacia mi, cruzándose de brazos.

- En que sólo me atacan si hago ruido frente a ellos. Se ponen lo suficientemente alterados como para llegar a confundirse. Sólo reaccionan a mi si les hago algún ruido. En cambio a vosotros os huelen, a mi no. – respondo. ¿Soy yo o se está enfadando conmigo? Desde que estaba aquí, Carl y yo nos habíamos vuelto prácticamente inseparables. Por lo que no entendía este comportamiento repentino hacia mi.

- Y una mierda. – sentencia este.

- Carl. – le regaña su padre, molesto y un tanto asombrado por la reacción de su hijo.

- ¿Y a ti que coño te pasa conmigo? – le pregunto avanzando unos pasos hacia él. Su enfado estaba empezando a tocarme las narices. No pensaba callarme.

- Áyax. – me regaña a mi Daryl.

- Basta. Los dos. – añade Rick. Daryl asiente dándole la razón al hombre. Bajo la mirada mientras que Carl la desvía hacia la prisión. – Está bien, te dejaré ir. – informa.

- ¡Bien! – exclamo. Este me mira alzando las cejas. – Ah... Perdón. – digo mientras trago saliva.

- Pero sólo porque tienes razón, aquí necesitamos más gente. Además, Daryl cuidará bien de ti.- continúa. El mencionado tenía cara de enfado. Era evidente que su plan no había salido del todo bien.

- ¡Gracias! ¡Gracias de verdad! No te arrepentirás. – le informo alegre. Giro sobre mis talones para dar media vuelta, pero interrumpe mi camino.

- Pero... - dice. Me giro hacia él de nuevo. Condiciones, claro. No me iba a dejar ir así como así. – Será mejor que no hagas nada raro, estás bajo las órdenes del grupo ¿De acuerdo? – asiento aún sin entender muy bien esa extraña condición. Rick mira hacia otro lado, coge aire para después observarme de nuevo. – Puedes ir. – sentencia.

Carl resopla con enfado y se marcha de ahí, chocando su hombro contra el mío al pasar por mi lado. Su padre y Daryl le miran estupefactos, pero no hay ni punto de comparación con el asombro con el que le miro yo.

No entiendo nada de lo que acaba de pasar.

- Se le pasará. – informa Rick – A él no le dejo hacer cosas así, se habrá molestado por eso. – continua. Asiento, y en el fondo me siento mal. Sé que Carl y yo somos iguales, y mientras que yo consigo hacer algo, él se queda aquí haciendo "cosas de un chico de nuestra edad".

- Será mejor que nos vayamos. – dice mi hermano desviando la atención de lo que acaba de pasar.

Después de lo ocurrido, Daryl y yo nos dirigimos al coche para terminar de meter algunas cosas. Veo como Michonne se acerca con mis katanas y me las entrega.

- Muchas gracias. – le digo con cierta alegría. Ella sonríe mientras me las pongo.

Que gusto volver a notarlas en mi espalda.

- Las he cuidado bien. – afirma ella.

- No lo dudo, créeme. – sonrío.

- Me alegro de que vengas. – dice poniendo una mano sobre mi hombro. Asiento.

- Y yo me alegro de que estés de vuelta. – confieso con sinceridad. Por lo visto salía de vez en cuando en busca de ese tal Gobernador, lo que no me hacía mucha gracia, me contaron lo que ese tío les hizo.

– Vaya ¿Soy yo o has crecido? – pregunta intentando cambiar de tema. No me resisto a que lo haga y río. Era cierto. Había crecido un poco, tampoco mucho, al igual que Carl, sólo que le pasaba unos centímetros a este. Antes parecía más un crío, y según Daryl, ahora empezaba a ser más "un adolescente normal".

Si, sobre todo normal.

Aún me quedaba mucho para eso.

- Sois una telenovela. – escucho decir a mi hermano. Veo como Beth se marcha indiferente después de haberse despedido de su novio, ese tal Zach. Para mi gusto, ese chico era una de esas personas de las que se podían prescindir en esta expedición, no se le veía muy preparado.

Empezamos a meter las cosas en los coches, seriamos Tyresse, Sasha, Glenn, Bob, quién he de decir que me caía bastante bien por su particular positivismo, Zach, Michonne, mi hermano y yo los que saldríamos hoy. Michonne y Glenn iban en los asientos traseros del coche, Daryl se sentó en el asiento del conductor y yo en el del copiloto. A su lado.

Este asintió mirándome, con una pequeña sonrisa, antes de arrancar.

- El ejército levantó estás vallas, para que la gente pudiera venir. – explica mi hermano, quien tiene a Bob a su lado.

Hacía unos minutos que habíamos llegado al destino. Una especie de gran supermercado con una verja a su alrededor. Les observo sentado en el capó de uno de los coches. – La semana pasada, cuando lo descubrimos, había un puñado de caminantes tras la alambrada, como perros guardianes. No se podía entrar.

- ¿Y se han ido todos? – pregunta Bob.

- Escucha eso. – dice Sasha. Una música se oye de fondo.

- Los sacasteis. – aclara Michonne. Aunque más bien parece que lo pregunte.

- Encendimos un equipo de música. – responde la anterior.

- Conectado a dos baterías. – añade Glenn.

- Muy bien, registrémoslo. – sentencia Daryl. Seguidamente me mira. – Te quiero a mi lado en todo momento. - Asiento mientras resoplo y bajo del capó para ponerme a su derecha. Empezamos a entrar por el agujero de la verja. – Coged lo que podáis. Mañana volveremos con más gente.

El resto se separa examinando el improvisado campamento militar mientras que me mantengo junto a Daryl, quien tiene su ballesta hacia abajo, caminando con cuidado.

Como echaba de menos hacer algo útil.

El hombre golpea con el codo un par de veces un cristal, sentado en el saliente de la ventana. – Esperemos. – añade. Observo a mi alrededor mientras Michonne inspecciona el interior desde otro cristal.

- Creo que ya lo tengo. – dice Zach, apoyado en la pared del edificio.

- ¿El que? – pregunta la mujer.

- Intento adivinar lo que hacía Daryl antes de esto. – aclara el chico.

- Lleva intentándolo seis semanas. – responde el mencionado.

- Ya, yo voy poco a poco. – añade Zach divertido mientras se sienta entre mi hermano y yo. - Una idea al día.

- Vale, a ver. – dice mi hermano.

- Por como eres en la prisión. – dice al cabo de unos segundos. – Estás en el consejo, sabes seguir rastros, ayudas a otros, pero continuas siendo algo... - hace una pausa intentado buscar la palabra adecuada, bajo nuestra mirada - ... hosco. Voy a adivinar: eras poli de homicidios.

Suelto una carcajada mientras Michonne empieza a reír.

- ¿De que os reís? – nos reprocha Daryl mirándonos. Apoyo el antebrazo izquierdo en el cristal, sobre mi cabeza y miro el interior.

- De nada. – responde Mich con una sonrisa. – Encajas perfectamente.

- Pues tiene razón. – responde mi hermano. Giro mi cabeza hasta mirarle. Enarco una ceja.

Solo de pensar a mi hermano siendo policía me entra la risa. – Era secreta. – continua este.

- ¿He acertado? – pregunta Zach con cierta ilusión.

- Si... No me gusta recordarlo porque aquello era una mierda ¿Sabes? – responde mi hermano.

- ¿Tío, en serio? – vuelve a preguntar el chico.

Vuelvo a reír.

- Chaval, te está vacilando. – digo mientras río y le doy un leve golpe en la mejilla con la palma de mi mano derecha. – Sigue adivinando. – continúo mientras miro al resto.

Los golpes en el cristal de varios caminantes que aparecen en el interior de repente, hacen que los tres se asusten y se aparten de la ventana mientras que yo ni me inmuto y observo a uno de los bichos. Se me quedan mirando al ver que yo ni he reaccionado por el susto que han provocado.

- ¿Estás bien? – pregunta Daryl de forma irónica. Sonrío a la vez que empezamos a caminar. Miro como Zach sigue con la mano en el pecho por el susto. Niego con la cabeza.

A eso me refería con lo de que no estaba preparado.

Tyresse saca a rastras al último de los caminantes muertos, más aún si cabe, para que podamos entrar sin problema.

- Mantenemos la formación durante el barrido. – informa Sasha – Ya sabéis lo que tenéis que buscar. ¿Alguna duda? – dice antes de que su hermano bromee por las órdenes serias de la chica.

Entramos en fila por la puerta del establecimiento.

- Toma – dice Daryl mientras me entrega una pistola una vez que estamos dentro. Le miro extrañado mientras alzo una ceja. – No quiero que vayas desarmado.

- No voy desarmado. – respondo señalando las katanas en mi espalda.

- Aún así. – aclara. - ¿Sabes disparar? – pregunta. Cojo el arma, le quito el seguro y deslizo la corredera hacia atrás para cargarla. Me mira abriendo los ojos ligeramente.

- Si. – sentencio sonriendo con autosuficiencia. Guardo el arma en la parte trasera de mis pantalones.

Empezamos a caminar por los pasillos del super mercado. Este estaba intacto. Algunos cogieron carritos para poder llenarlos con lo que necesitaban.

Hasta que un fuerte ruido llama nuestra atención. Daryl y yo nos miramos para después echar a correr hacia él.

Bob estaba atrapado bajo una enorme estantería.

- ¿Estás bien? ¿Te has cortado? – pregunta mi hermano mientras alumbra con una linterna.

- No, nada, pero me he quedado atrapado. – responde este.

- Vale, es sólo el pie. – dice mientras se dispone a levantar el mueble. Ty, Zach y yo empezamos a ayudarle. Levantamos la primera estantería.

- Es que iba muy rápido tío, y choqué con los estantes. – se excusa Bob.

- Has tenido suerte, si te hubieran pillado peor al caer... - le responde Tyresse.

Y antes de que nos demos cuenta, el techo se rompe dejando pasar a un caminante, que queda colgando de él por sus tripas. Retrocedemos mientras que Daryl enfoca con la linterna. El resto se une al nuestro alrededor.

- Ah... Eh... Deberíamos irnos. – habla Glenn observándonos.

- Veo tu oferta y la subo a que ha de ser ya. – respondo mirando al caminante.

- Bob está atrapado ahí. – dice Daryl arrodillándose frente al segundo estante en el suelo.

- Avisaré ah... - contesta Michonne, pero otro caminante cae del techo al hacer un agujero en él.

Y seguido de este, empiezan a caer muchos más.

- ¡EH! ¡SOCORRO! – grita Bob.

Por extraño que parezca, parece que los caminantes lluevan ante nosotros. Saco ambas katanas y empiezo a matar a cada uno que encuentro en mi camino, aprovechando que estos ignoran mi presencia.

Sin darme cuenta me he separado de Daryl. Me giro y lo veo subido a un montón de cajas, rodeado de caminantes, pero antes de que haga nada Glenn aparece liquidando a cada uno de ellos. Otros dos se dirigen a mi hermano que ya está abajo, saco el arma, apunto a sus cabezas y les disparo desde mi posición. Daryl sigue el ruido de los disparos y me mira, asiente levemente en agradecimiento. Bob vuelve a gritar. Corremos hacia allí y veo como Daryl arrastra por el suelo al caminante que estaba a punto de coger al hombre atrapado, reventándole el cráneo de un pisotón. Zach levanta la estantería mientras que mi hermano ayuda a Bob a salir de ahí.

El techo empieza a desmoronarse ante nuestros ojos.

- Vale. Vámonos. – dice Glenn agitado. Pero un grito nos detiene.

Un caminante que estaba en el suelo ha mordido a Zach en el gemelo, arrancándoselo.

Nos giramos hacia él.

- ¡ZACH! – exclama el asiático. Pero antes de que alguien haga nada, actúo.

Le descerrajo un tiro en la frente a Zach, matándole al instante.

Su cuerpo inerte cae al suelo y el caminante trepa por él para devorarle parte del cuello.

Las miradas horrorizadas de todos se dirigen hacia mi. En especial la de Daryl, quien respira de forma temblorosa por la boca, observándome.

- ¡VAMOS! – les grito mientras camino pasando de largo ante todos ellos, que se han quedado estáticos siguiéndome con la mirada. Guardo el arma y saco mis katanas de nuevo.

Reaccionan y empiezan a correr.

Y el techo se derrumba tras nosotros.

Volvemos a subirnos en los coches, nadie era capaz de hablar. Ahora éramos uno menos, y alguien tendría que decírselo a Beth.

Apoyo la cabeza en el respaldo del asiento del copiloto y cierro los ojos. Puedo notar la mirada de Daryl clavada en mi, en el asiento del conductor. Este no arranca.

El silencio cada vez se hace más incómodo y el aire empieza a ser irrespirable por la tensión.

Glenn mira por la ventana, al igual que Michonne, quien no se ha dignado a mirarme después de lo que ha pasado.

Abro los ojos y miro a mi hermano.

- ¿Qué? – pregunto secamente. Él no deja de mirarme, de forma dura.

- Por qué lo has hecho. – responde de la misma manera que yo. Suspiro. Cruzo la pierna derecha, poniendo el tobillo en la rodilla izquierda. Apoyo el codo de mi brazo derecho en el reposabrazos de la puerta y descanso la cabeza en la palma de mi mano, mientras que pongo el dedo índice sobre mi labio superior. Miro por la ventana.

- Alguien tenía que hacerlo ¿Vale? ¿Qué íbamos a hacer sino? – digo al cabo de unos segundos, separando la cabeza de mi mano para mirarle. Vuelvo a ponerme en mi posición anterior, mirando al frente.

Me mira como si no pudiera creer lo que digo.

- Podríamos haberle salvado. – dice, sin apartar sus ojos de mi. Su mirada enfadada era como una tortura. Podía notarla aun sin verla.

- Oh si, amputándole la pierna. Seguro que así se habría convertido en un miembro muy útil del grupo. – respondo escupiendo con acidez cada palabra.

Y al segundo me doy cuenta de que soy gilipollas.

No sé como he sido capaz de decir algo así.

Aunque bueno, si lo sé, porque es lo que una parte de mi piensa.

Miro a Daryl.

Y hace que me sienta una mierda por pensar así. Suspiro y paso la mano por mi pelo. – Yo... Joder lo siento, no quería decir eso. – digo mirándole.

Aparta sus ojos de mi, apreta la mandíbula y arranca bruscamente el coche.

La he jodido.

Una vez de vuelta en la prisión, me bajo del coche al igual que el resto. Michonne extiende su mano hacia mi, sin mirarme. Resoplo, desabrocho mis katanas y se las entrego.

"¿De verdad he hecho tan mal?"

Empiezo a andar mientras veo como Daryl se dirige hacia Rick, quien está terminando su trabajo en la granja.

Continúo caminando por el patio de la prisión hasta llegar tras nuestro pabellón, donde nos había llevado Carol esta mañana. Me respaldo en la pared, apoyando el pie derecho también en ella. A veces venía a este sitio para estar a solas, aunque desde que el fin del mundo empezó, no es que me gustara mucho estarlo. Pero ahora lo necesitaba.

Suspiro y miro al frente. Quedan pocas horas de luz.

Intuyo que no volveré a salir después de lo que ha ocurrido.

Sonrío.

Me siento como un adolescente al que su padre acaba de pillar fumando.

Vuelvo a sonreír. Meto la mano en mi bolsillo trasero derecho, sacando un paquete de tabaco estropeado al que le quedan pocos cigarrillos. Lo encontré en el bolsillo de un caminante. Cojo uno y me lo pongo entre los labios mientras vuelvo a guardar el paquete y saco el mechero de mi bolsillo izquierdo delantero. Enciendo el cigarro con la mano derecha mientras que con la izquierda cubro la llama. Le doy una calada y expulso el humo. Guardo el mechero en su lugar y dejo la mano metida en el bolsillo.

- ¿Fumas? – escucho una voz a mi derecha.

- Si vas a escandalizarte porque fumo, mejor escandalízate porque lo hago desde los doce. – respondo mirando al horizonte mientras sujeto el cigarrillo entre el índice y el pulgar.

Carl sonríe.

- Es tu vida. Yo no me meto. Tan sólo te diré que Daryl te matará si se entera, pero no puedo hacer mucho más. – continua. Se encoge de hombros mientras sigue sonriendo. Camina con las manos en los bolsillos hasta colocarse a mi lado izquierdo y se apoya en la pared igual que yo. Acerco el cigarro a mi boca y le doy otra calada.

- ¿Esta mañana casi me pegas y ahora me sonríes? – digo para después volver a soltar el humo. Acto seguido le miro, este mantiene su vista en el frente.

- Perdóname. – dice de golpe, clavando sus ojos en mi. Alzo una ceja sin entenderle del todo. – Por lo de esta mañana, no quería ponerme así.

- Tranquilo. – contesto antes de dar otra calada – Sé que tu también quieres ayudar, Rick no te deja y de golpe a mi si. Pero no pasa nada, no me dejarán volver a acompañarlos. – este me mira extrañado. – He matado a Zach. – confieso como si nada mirando al frente mientras vuelvo a colocarme el cigarro en la boca. Carl abre ligeramente los ojos, pero no parece sorprenderse mucho. – Le habían mordido en la pierna. El chaval no tenía escapatoria, quise ahorrarle el sufrimiento de que muriera devorado y...

- Has hecho bien. – sentencia él interrumpiéndome. Le miro a los ojos rápidamente, sorprendido.

Me esperaba cualquier respuesta menos esa.

Sonríe levemente mientras clava su mirada en mis pupilas. Cuando esta se vuelve tan intensa y sincera, provoca siempre la misma reacción en mi: un escalofrío.

- Gracias. – respondo – Eres el único que lo entiende. – continúo. Asiente. Coloco el cigarrillo en mis labios mientras miro al frente. Ha oscurecido.

- Y no me refería a eso. – dice después de unos minutos. Le miro extrañado mientras doy otra calada y aparto el cigarro de mi, sujetándolo de nuevo entre los dedos. Este se separa de la pared, mete las manos en sus bolsillos mientras se coloca con el cuerpo mirando hacia el lado derecho, por donde ha venido. – No me he puesto así porque a ti te hayan dejado ir y a mi no.

- ¿Entonces? – pregunto observándole intrigado. Desvía su mirada a las verjas.

- Me ha molestado que mi padre te dejara ir porque confiaba en que no lo hiciera. – explica, como si le costara que las palabras salieran de él, sin mirarme – Aquí estás a salvo, si te deja ir podría pasarte algo. – continúa - Y no quiero que te ocurra nada. – dice alzando su mirada hacia mi – No quiero perderte. – sentencia clavando sus ojos en los míos.

Trago saliva.

"Espera... ¿Qué?"

Miro al frente y parpadeo un par de veces. Bajo mis ojos para observar fijamente como el cigarro se consume entre mi pulgar y el índice.

Su frase resuena en mi cabeza.

Tartamudeo un par de veces el intento de una frase como si fuese gilipollas.

- ¿Qué...? ¿Qué quieres decir? – consigo decir. Este vuelve a mirar el frente. Y abre los ojos como platos.

Miro hacia donde sus ojos se dirigen.

Daryl nos observa desde la esquina por donde hemos venido.

Me observa a mi. Más concretamente al cigarro que sostengo entre mis dedos.

Trago saliva y me quedo como una estatua.

Este camina lentamente hacia mi. Coge el cigarro. Le da una calada y lo tira, para pisarlo, apagándolo completamente. Me mira fijamente a través de su flequillo. Miro al frente a la vez que trago saliva.

- Entrad. Es tarde. – sentencia duramente. Da media vuelta y empieza a andar hacia el pabellón.

Un extraño silencio nos rodea. Miro a Carl.

- ¿Recuerdas cuando antes has dicho que me mataría si se enteraba? – pregunto. Él asiente con una leve sonrisa. – Créeme, va a hacerlo. – sentencio. Este empieza a reír mientras echamos a andar hacia el interior.

Antes en el coche me equivocaba, entonces no la había jodido.

Ahora sí.

Y mucho.


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