Capítulo 5. Un lugar al que poder llamar hogar.
Apoyo mi cabeza en los barrotes. Sigo esposado a uno de ellos en la puerta que da a la sala de las celdas. Un poco de sol se filtra por las altas ventanas.
Ya es por la tarde.
En la sala dónde me encuentro están Daryl, sentado sobre una mesa, limpiando las flechas de su ballesta, Carl, quién cuidaba del bebé que antes sostenía la chica rubia, la cual ya no estaba con nosotros, y por último la chica castaña y el anciano, que están sentados juntos en una de las mesas. La mujer del pelo gris y blanco se sienta sobre la mesa, a unos metros de Daryl. Rick, Glenn y Michonne han ido junto a Tyresse y Sasha, a quienes ya me han presentado, para asegurarse de que no entran más caminantes. Zarandeo un poco las esposas por el aburrimiento.
- Eh, estate quieto. – me dice Daryl desde su sitio. Le miro de mala gana.
- Oye ¿Tú no tienes nada mejor que hacer? ¿Cómo ducharte o algo así? – le digo enarcando una ceja. La chica castaña contiene una leve sonrisa. El mencionado hace el amago de levantarse en mi dirección.
- Daryl... - dice la mujer del pelo corto alzando las cejas con una pequeña sonrisa mientras pone una mano en su hombro. Él vuelve a incorporarse como estaba. Los miro curioso.
- Que ni me mire. – sentencia. Pongo los ojos en blanco. Dirijo mi mirada hacia la chica que está al lado del anciano.
- Gracias. – le digo. Ella me mira extrañada. – Por apoyarme antes. Con Rick. – continuo.
- No hay de qué. – dice ella con una sonrisa. – Soy Maggie. Él es Hershel, mi padre. – habla mientras señala. El anciano asiente con amabilidad. Me agradaban la presencia de padre e hija. – Él es quien ha hecho que estés recuperado.
- Muchas gracias, de verdad. Si no llega a ser por usted, ahora estaría muerto. – le agradezco.
- No importa, es mi deber. – dice.
- ¿Es médico? – pregunto.
- Veterinario – responde con una sonrisa. Mis ojos se abren como platos.
- Por eso supo curarte. – dice Daryl mientras observa la punta de una de sus flechas y le pasa un trapo. Carl ríe ante mi reacción y el comentario del idiota de la ballesta. Vuelvo a mirarle mal. Este se encoge de hombros. – Te lo debía. – continua sin mirarme.
- ¿La chica rubia de antes? – me pregunta Maggie siguiendo con su presentación.
- ¿La del bebé? – sugiero. Ella asiente.
- Ella es Beth. Mi hermana. – dice Maggie.
- Y yo soy Carol. – se presenta la mujer del pelo corto. Ahora por fin podía ponerle nombre.
- Y el bebé es Judith. – continua la chica.
- Mi hermana. – habla Carl por primera vez en todo este tiempo. Le miro fijamente y después a la niña.
- ¿Tu madre...? – pregunto señalando a la niña con la mano que tengo esposada.
- Si. – me interrumpe. Era evidente que la madre había muerto en el parto.
- Lo siento. – respondo bajando la mirada.
- Mentira. – alzo la vista y sus ojos se clavan en los míos – No la conocías.
- No me refiero a eso. – aclaro – No siento su muerte. – continuo - Siento que tuvieras que matarla.
El chico del sombrero se sorprende ante mis palabras, parecía no esperar esa respuesta.
- Bueno... - dice Maggie interrumpiendo la escalofriante conversación. – Cuéntanos algo de tu vida, chico de las katanas. – continua sonriente. Veo como Carl se sienta, con su hermana en las rodillas.
- No hay mucho que contar. - digo alzando una ceja mientras niego con la cabeza.
- Seguro que algo se te ocurre – dice ella esbozando una nueva sonrisa. A mi derecha entran Rick y Glenn.
- Todo despejado. – dice el primero mientras camina hasta posicionarse frente a su hijo para coger en brazos a la niña. Glenn no pierde un segundo en colocarse al lado de Maggie.
- No volveremos a tener problemas. – habla Sasha mientras camina seguida por su hermano. Este asiente. Ambos han entrado por la puerta de la derecha con Michonne tras ellos. La última toma asiento cerca de mi mientras que la primera se dirige a por una botella de agua y el segundo va hacia la otra puerta.
- Será mejor que volvamos fuera, la gente empezará a alarmarse si ve que faltamos demasiados. – dice el hombre del gorro de lana. Parecía buen tío. Rick asiente mientras Sasha deja la botella cuando ha terminado de beber para seguir a su hermano hacia fuera.
- ¿Cómo lo llevas? – me pregunta Rick. Señalo las esposas con mi mano libre. Él sonríe levemente.
Vaya, este hombre sabe sonreír.
- Estaba a punto de contarnos algo de su vida. – habla Maggie.
- No me gusta hacerlo. – respondo yo.
- Tendrás que hacer un esfuerzo. Hemos de saber con quién convivimos. – dice Rick mientras mira a su hija y juega con las pequeñas manitas de la niña.
- Está bien... - suspiro – He pasado desde los cinco años hasta ahora en un orfanato. – continuo. Maggie me mira, animándome a contar más. Estaba claro que eso no iba a ser suficiente. Suspiro de nuevo y sonrío. - No recuerdo mucho de mi familia. Bueno realmente no recuerdo nada, tan sólo a mi madre.
- ¿Y dónde está? – me pregunta Carol.
- Muerta. – digo con una leve sonrisa. Veo como algunos se miran de reojo.
- Lo siento. – dice Carl de forma impulsiva. Le miro. Sonrío ampliamente mientras alzo una ceja.
- Mentira. – sentencio. Me mira fijamente. No se lo esperaba. Baja la cabeza levemente hasta que su vista queda tapada por el sombrero. Seguidamente puedo ver como sus labios se curvan en una sonrisa por un momento.
Se la he devuelto y no lo ha visto venir. Él lo sabe. Y su orgullo aún más.
- Cómo murió. – pregunta duramente Daryl, con su mirada fija en mi.
- Daryl. – le llama la atención Carol. Este ni se inmuta.
- Un incendio. La muy imbécil se quedo dormida fumando en la cama. – sentencio igual de duramente. Carl levanta la cabeza y puedo ver como sus ojos se abren ligeramente, de reojo mira a Daryl, quien no deja de clavar su mirada en mi.
Apoyo mi brazo izquierdo en la rodilla que tengo doblada y estiro la otra pierna. Estar todo el rato sentado me cansa. Respaldo mi cabeza en la pared mientras miro vacilante a Daryl.
- Pero... ¿Tienes más familia? – pregunta Maggie. Asiento.
- Dos hermanos mayores, el primero más idiota que el segundo. – contesto mirando a la chica de ojos verdes. – Y un bastardo hijo de puta que decía ser mi padre.
Un escalofrío me recorre al pensar en él.
Acto seguido, siento un fuerte golpe en mi pierna. Miro en la dirección de donde viene. Michonne me mira con mala cara.
- Esa boca. – dice señalándome con su dedo índice. Pongo los ojos en blanco mientras me masajeo la zona del golpe. He de reconocer que pega fuerte. Rick sonríe levemente.
- De todas formas está muerto. Mejor así. – continuo – De mis hermanos no sé nada, de hecho, al primero le importaba una m... - interrumpo mi historia y miro a Michonne, quien alza las cejas – no le importaba. – corrijo – El segundo siempre me demostró más cariño. Durante mis primeros cinco años de vida él me cuidó, ni mi padre ni mi madre se hacían cargo de mi. Cuando esta murió todo cambió. Mi segundo hermano me llevó al orfanato y me dejó allí. Decía que era menor y que legalmente no podía hacerse cargo.
- Igual decía la verdad. – dice Daryl, volviendo a clavarme su mirada.
- No lo niego, pero me prometió venir cada día a verme y no lo hizo. Me juro que me sacaría de allí y... – le respondo mientras me señalo a mi mismo y al lugar donde me encuentro. Sostengo mi mirada en la suya. La desvío hacia el suelo. – Mentiroso de mierda... - digo más para mi mismo que para el resto. Michonne pasa la mano por mi pelo, dándome una leve caricia, para después seguirla de un pequeño golpe. La miro extrañado. Empiezo a reír cuando me doy cuenta de que es por mi costumbre de ser un malhablado. Ella ríe junto a mi.
Daryl cambia su posición. Pasa de estar medio tumbado recostado en su brazo izquierdo a apoyar los antebrazos en sus rodillas, tiene los pies sobre el banco de la mesa, mientras juega con la flecha que tiene entre sus manos, mirándola como si esta fuera lo más interesante del mundo.
- Has pasado por mucho. – dice Rick. Me encojo de hombros. Veo como Carl se levanta.
- Vamos, te enseñaré un poco la prisión. Tal vez te presente a Patrick. – dice el chico del sombrero rompiendo la tensión que se estaba generando en el ambiente. Me sorprendo al saber de sus intenciones.
- Lo haría encantado, pero te olvidas de un pequeño detalle. – le digo mientras zarandeo las esposas y se las señalo. Sonríe. Se gira hacia su padre. Este cierra los ojos, asiente levemente y muestra una pequeña sonrisa.
De su bolsillo saca una llave que le lanza a su hijo.
- Pero no tardéis mucho, quedan pocas horas de luz. – dice el hombre con su hija entre brazos, la cual está ya dormida.
- ¿Dónde ha quedado lo de la desconfianza? – digo asombrado mientras alzo las cejas. Carl empieza a quitarme la esposa de la muñeca. Me ofrece su mano para ayudarme a levantarme y se la doy.
- Oh no, eso sigue en pie, créeme. – me informa Rick sonriente. Sonrío a la vez que él. Empiezo a seguir a Carl quien camina detrás de mi. – Carl – le llama su padre – el arma. – sentencia mientras con los ojos señala a la mesa. El mencionado pone los ojos en blanco y deja su pistola sobre la mesa. Acto seguido sube los escalones.
- ¿Y encima le dejas desarmado? – digo vacilante con media sonrisa desde los escalones. Carl está apoyado en la puerta de la salida, escondiendo nuevamente su cara bajo el sombrero, pero me apuesto mi brazo mordido a que está sonriendo.
- Estoy tranquilo. Sasha es muy buena tiradora. – dice el padre mientras se levanta y se apoya sobre la mesa en la que estaba sentado. Sonrío. – Por cierto, no le menciones a nadie lo de tu brazo ni lo que te ocurre. – me avisa. Asiento.
- ¡Eh, chico de las katanas! – exclama Glenn llamando mi atención.
- ¿Si? – pregunto deteniendo mi marcha en los escalones, me giro hacia él al igual que Carl.
- ¿Cómo te llamas? – pregunta este de forma evidente.
Les cuento mi vida, pero no les digo mi nombre. Empiezo a pensar que soy idiota.
Sonrío.
- Me llamo Áyax. – respondo. Glenn me sonríe a la vez que yo, mientras este asiente. Veo como Rick mira seriamente a Daryl, quien me mira fijamente desde su asiento. Clava sus ojos azules en mi, examinándome. Decido ignorarle completamente dedicándole una mirada fulminante y empiezo a seguir a Carl, quien reanuda su marcha.
Aún me cuesta creer que he encontrado gente buena en medio de tanta destrucción.
- Se te hace raro estar entre tanta gente ¿verdad? – me dice Carl mientras me observa chutar una pequeña piedra. Me encojo de hombros.
- No creas. Antes de que el mundo se fuera a la mierda prefería estar sólo, pero ahora... - digo mientras observo el lugar – Habéis construido algo increíble.
- No ha sido fácil. Hace casi un mes que un tío intentó arrebatárnoslo, pero se llevó su merecido. Se hacía llamar "Gobernador". – me informa.
Le miro desde el suelo. Está sentado en unas gradas del patio. Asiento levemente antes de verle llevarse un pedazo de carne a la boca. Subo hasta donde se encuentra para comer de la carne que ha conseguido para mi también.
- Hay capullos hasta en el fin del mundo. – digo al sentarme. Asiente ante mi frase.
- ¿Cuánto tiempo llevas sólo? – me pregunta.
- Desde que todo empezó. – digo después de tragar.
Casi se me saltan las lágrimas al saborear la carne. Jamás pensé que echaría de menos algo tan simple como comer carne cocinada.
- ¿Qué has hecho todo este tiempo? – vuelve a preguntar.
- Ir de aquí para allá... Intentando buscar gente. – digo mientras vuelvo a comer.
Tras unos minutos de silencio, Carl vuelve a hablar.
- Gracias – dice mientras me mira.
- ¿Por qué? – pregunto sin entender de lo que habla.
- Por salvar mi vida. Antes. – responde mirándome.
- De nada. – musito. Asiente y le dedico una pequeña sonrisa.
Algo dentro de mi me hace saber que está pequeña conversación no ha sido sin importancia. Su expresión seria me confirma que lo dice de corazón.
Carl y yo somos bastante parecidos. Hemos pasado por cosas que un chico de nuestra edad no debería vivir, parece que tengamos más edad de la que aparentamos y que carezcamos de sentimientos, lo que hace que nuestra seriedad vaya ligada a la sinceridad con la que decimos las cosas. Ambos no somos niños normales y corrientes.
- Aún quedan unos minutos de luz – dice mientras mira el sol que empieza a ponerse – Podríamos seguir caminando un poco más antes de... – continua al verme terminar mi plato.
- ¿Antes de que tu padre vuelva a esposarme? – le interrumpo sonriendo. Asiente mientras ríe.
Bajamos de las gradas y le sigo. La gente empieza a despedirse de mi. Todos parecen buenas personas. Gente amable y agradable, que se ayudan sin poner ningún tipo de oposición.
Seguía pensando que esto debía de ser un sueño.
Detenemos nuestro camino cuando vemos a Daryl y Rick sobre un puente que conecta ambos pabellones. Rick está apoyado de espaldas en la barandilla y Daryl tiene ambos brazos apoyados en esta. Este nos mira desde su posición, entre las rejas que envuelven el puente. Rick se da cuenta y se gira levemente alzando el brazo para saludar a Carl, este le devuelve el saludo levantando ligeramente la barbilla. Ambos hombres vuelven a sumergirse en su conversación. Dirijo mi vista hacia el chico del sombrero.
- ¿Por qué tu padre te ha hecho dejar el arma antes de salir? – le pregunto con curiosidad. Este se cruza de brazos mientras da la espalda a su padre. Observa la poca gente que queda por el patio.
- Está empeñado en que vuelva a ser un niño normal. – responde como si fuera lo más lógico del mundo. – Antes siempre llevaba mi arma encima. Hasta que disparé a un chico del bando del Gobernador. Matándole. Desde entonces cree que casi pierde al niño normal que una vez fui.
- Y realmente nunca lo has sido. – digo interrumpiéndole. Asiente. – Te entiendo perfectamente. – veo como este me mira. Pero su mirada en mi dura unos segundos y vuelve a desviarla hasta donde la tenía en un principio.
- Estaba apuntándonos. A Hershel, a Beth y a mi. Aunque Hershel defiende que el chico entregaba sus armas. – continua.
- Hiciste lo que debías. – le digo. Sus ojos azules vuelven a posarse en mi. Nuevamente, como si no esperara esa respuesta por mi parte. Sus pupilas se me clavan. Antes de que vuelva a recorrerme uno de esos extraños escalofríos, aparto mi vista y empiezo a observar a mi alrededor.
- ¿Te gusta este sitio? – pregunta él mirando en la misma dirección que yo.
Suspiro. Una leve sonrisa asoma por mis labios.
- Es lo más parecido a un hogar que he visto en años. – contesto con sinceridad, metiendo las manos en mis bolsillos.
El chico del sombrero sonríe, y seguidamente, sonrío yo también.
- Volvamos dentro. – dice poniendo una mano en mi hombro.
El sol está poniéndose poco a poco haciendo que empiece a oscurecer a nuestro alrededor. Un leve, pero agradable silencio, se amolda en el patio de la prisión. Tan sólo se escuchan nuestros pasos entrando en el edificio, algunos grillos en el bosque y los lejanos gruñidos de los caminantes.
Extra
- ¿Cuándo se lo vas a decir? – oigo la voz de Rick a mis espaldas. Me giro hasta apoyar mis brazos en la barandilla. Observando a los muertos de las vallas exteriores. Este camina por el puente hasta colocarse en mi lado izquierdo, apoyándose de espaldas en la reja.
- ¿Decirle qué a quién? – digo sin desviar mi mirada. Noto como él me mira, sonríe brevemente.
- Si se entera de otra forma, será mucho peor. – continúa este. Se cruza de brazos y mira al frente.
- No es una buena idea, ya le has oído. – confieso. Veo como Carl y el chico aparecen por una esquina, se detienen cuando nos ven. Rick, a mi lado, se da cuenta y alza la mano para saludar, y su hijo le devuelve el saludo.
- No lo creo así. – dice. Le miro extrañado. – Has hablado muchas veces de él, pensando que sería de ese chico. Incluso te vi hablarlo con Merle. – continua.
"Merle"
Sonrío. Ese pedazo de imbécil. Siempre se negó ante la idea de ir a buscar al chico, diciendo que sería una gran carga para nosotros.
"No sabes lo equivocado que estabas"
- No es tan fácil. – respondo – Además, está infectado. ¿Y si se transforma?
Rick enarca una ceja mientras mira al frente. A continuación me mira a mi.
- Más duro para ti. Toda tu vida recordarás que murió sin saber la verdad. – dice como si nada, en un intento de chantaje emocional. Suspiro, soltando todo el aire que tengo en mis pulmones.
- Ya has visto el odio que tiene a su familia. – digo cambiando de tema.
Mi amigo me mira. Seguidamente niega con la cabeza.
- He visto el odio hacia su padre y su primer hermano mayor. – dice. Se gira y pone una mano en mi hombro. – No hacia el segundo. Ese que dice que le quería y le cuidaba. – sentencia con una pequeña sonrisa mientras quita la mano de mi hombro y coloca ambas en su cintura.
- Si, y también le ha llamado mentiroso de mierda. – añado con una leve sonrisa. Rick vuelve a sonreír.
- Bueno, tiene el mismo mal carácter y es igual de malhablado que él. Será cosa de familia. – dice mientras palmea mi espalda. – Y el chico tiene fuerza. – continua mientras toca su abdomen, lugar en el que le había dado la patada. Sonrío.
- En eso tienes razón. – afirmo mientras toco mi costado, donde había recibido el codazo. Vuelvo a suspirar de nuevo mientras miro el patio de la prisión. Ha oscurecido. Los chicos ya han entrado. – Es como si estuviera destinado a acabar en este grupo. Ya has visto a Michonne.
- Más a mi favor. – me dice - Tómatelo como una segunda oportunidad que te ha dado el fin del mundo. – dice este mientras se gira y apoya sus antebrazos en la barandilla. Le miro sin entender a dónde quiere llegar. Este pasa su brazo derecho por mis hombros. – Una oportunidad de recuperar a tu hermano pequeño. – sentencia.
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