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i. pezzi perduti

EXTRA. PRIMERA PARTE
Amor a primera partitura

    Aquella noche, un irlandés había subido al escenario. Lo habían presentado como Rowoon, Kim Seok Woo, un concertista veterano que ganó su fama gracias a sus espléndidas habilidades con el instrumento, especialmente los pizzicatos rápidos y precisos en exigentes pasajes. En aquella ocasión, ejecutaba una pieza de gran complejidad, apodada entre los demás violinistas como el “capricho de un demonio”, pues decían que quien la hubiese creado, llevaba por única motivación el burlarse de quienes sin éxito intentasen interpretarla.

    Seok Woo era de los mejores de su generación y aun así tenía problemas a partir del tercer movimiento. No muchos solían notarlo, la mayoría solo aplaudía y le felicitaba con gran entusiasmo, sin embargo, nunca faltó uno que otro erudito que lo felicitaba por “su gran esfuerzo”, dándole a entender que le faltaba muchísimo para consumar una carrera. La mayoría seguro que habían escuchado el Concierto para violín en Re Mayor, o como comúnmente se le conocía “Pezzi Perduti” de las manos del mismísimo diablo que la había compuesto. Por eso es que se daban el lujo de juzgar los resultados de su esfuerzo.

    Y aún así, nunca faltó quien le felicitara realmente porque le parecía que su desempeño había sido realmente bueno.

“Esa melodía... ¿Usted la compuso?”.

    Su representante le había llevado a entablar conversación con dos jovencitos que querían hacerle unas preguntas. Al parecer eran gente muy rica y de gran influencia, pues este insistió en que no les hiciesen esperar.

    En aquel entonces, el mayor de los Min apenas había alcanzado la mayoría de edad a los catorce años. Su hermano menor tenía once, recién cumplidos; pero ya se paseaban entre las más exclusivas reuniones de alcurnia gracias a las influencias de Sir Min, el padre de ambos, y a la gran habilidad de Yoon Gi, el mayor, de hacerse notar como un hombre adulto confiable. Habían sido ellos quienes habían pedido una pequeña audiencia con el intérprete, gracias a que el hermano menor parecía encandilado con la melodía.

    —¡Oh, no! Para nada —dijo con sencillez, apenas notando la mueca de decepción en el hermano pequeño—. Esta es de un genovés bastante famoso por estos días, eh… Kim Tae Hyung, sí, me parece que ese es su nombre. ¿Quiere una copia de la partitura? Puede preguntar tras bambalinas.

    Así fue como aquel brillante violinista llamado Seok Woo, entendió que las nuevas generaciones comenzaban a robarse toda la atención.

    No... no eran todos los integrantes de la nueva generación de Músicos salidos de la Academia... Pues aquella no fue la primera vez que le preguntaron por el nombre del compositor.


⊰ ᯽ ⊱


    —Kim Tae Hyung... Kim Tae Hyung... Kim Tae Hyung —repitió con entusiasmo, esforzándose por memorizar el nombre sin equivocaciones—. Dijo que era genovés, y que es bastante famoso, pero es la primera vez que escucho algo de él... ¿Habías oído algo como eso antes?

    Hablaba con entusiasmo, dejando que el vaho de su aliento dejara un rastro ante las gélidas temperaturas de Irlanda del Norte por aquellas fechas. Saltaba con gran entusiasmo, parando de tanto en tanto para esperar a su hermano, quien le seguía con un humor que, si bien no era efusivo, resultaba agradable.

    —También es la primera vez que escucho ese nombre —exclamó un joven Yoon Gi, un poco disperso por los mil pendientes que tenía para resolver lo antes posible. El trabajo en la compañía bajo la tutela de su padre no permitiría errores. No para él—. Si te gustó mucho la pieza podemos pedir que la programen para la próxima semana también. Papá puede hablar con el encargado de los espectáculos.

    —¡Sí! —exclamó Jeon con gran efusividad—. Le dirás por mí, ¿cierto?, ¿cierto?

    —Ahora también es tu padre, Jung Kookie. Puedes acercarte a él —reprendió de inmediato—. Papá es un buen hombre... —susurró para sí mismo.

    Jung Kook sonrió con pena.

    ¿Cómo decirle que no estaba tan convencido?

    Para Jung Kook, quien había crecido tan lejos, era un poco extraño ver a Sir Min como un padre, mucho menos cuando no sentía que el hombre lo tratara como a un hijo.

    —Te escuchará, ¿podrías hacer eso por mí? Te lo compensaré, lo prometo.

    Allí Min comenzó a darse cuenta de lo difícil que sería negarse a las peticiones de su único hermano.

⊰ ᯽ ⊱

“¿Otro concierto?”

    La dura voz de Sir Min inundó su despacho, desde donde parecían lanzar todas las miradas frías, duras y pesadas que pudiese hacia su primogénito.

    —Jung Kook parecía muy animado con la idea de visitar a los músicos —explicó con la espalda erguida y la voz firme—. Tiene una gran fascinación por las piezas de violocello y violín, pensé en darle gusto, teniendo en cuenta que su cumpleaños está próximo.

    —Así que planeas escaparte en días laborales para perder el tiempo. Prefiero no pensar que mi heredero es un hombre tan vago. Por supuesto que no irán, ambos tienen lecciones y sesiones con la institutriz.

    —Lo sé, padre. Es solo que... Me pareció escuchar al hijo de Sir Park Yoo Kwon, decir que se encontraría con un posible distribuidor de tecnología naval. ¿No sería prudente... presentarnos en caso de que su contacto nos sea de utilidad más adelante? No tienes que ir si no te apetece, puedo encargarme solo.

    Al mencionar ese nombre, el semblante serio de Sir Min se había desplazado para dar paso a un ademán de perspicacia. Sonrió con ligero orgullo y un poco de vergüenza también, cerró los ojos y levantó una ceja. Yoon Gi estaba aprendiendo a una velocidad envidiable.

    —En ese caso, hijo mío, no veo inconveniente en que tu hermano pueda distraerse un poco más. Estoy seguro de que cuidarás de él como es debido, sin desatender tus deberes.

    —¡Por supuesto que no, Padre! Le agradezco profundamente. Mi hermano estará muy complacido.

    Horas más tarde, Jung Kook había agitado las sábanas de su cama cuando Yoon Gi fue a despertarlo a su recámara.

    —Buenos días, Jung Kookie...

    —Buenos días, Yoon. ¿Por qué vas vestido de esa forma?, ¿es el día de San Patricio y lo he olvidado?

    —Me he puesto mis mejores trajes porque estoy de buen humor, es todo. Y quería estar bien vestido cuando te diga la noticia. Te tengo dos obsequios que te volverán loco. Me deberás mil favores a partir de hoy, porque soy el mejor hermano del mundo, por supuesto.

    Jung Kook rio con los ojos hinchados todavía, al ser tan temprano.

    —Es bien sabido que eres un hermano excepcional, mi querido Yoon. Pero no veo un obsequio que te haga subir de puesto, ni mucho menos inflar más tu ego. Que ese ya lo tienes hasta el cielo.

    —Já. Eso es, mi querido Jung Kookie, porque no tienes idea de lo que tengo planeado para ti el día de hoy.

    Ese mismo día en la noche, caminaron hasta el teatro.

    —He convencido a nuestro padre, así que estaremos frecuentando estos eventos al menos tres veces por quincena —exclamó—. Él está de acuerdo, dice que es una gran idea enriquecernos de cultura y buen gusto.

    —¿En serio?, ¿ha dicho algo como eso?

    —Por supuesto —mintió—. Así que no quiero que sientas culpa alguna. Él cree que es bueno que te distraigas un poco.

    —¿Y tú, mi querido Yoon?

    —Bien sabes que de música no sé lo más mínimo, así que trataré de hacer amigos de quienes aprender. Al menos lo básico. —Aunque lo cierto es que él solo estaría allí por trabajo, en un intento sutil de aproximarse al hijo de los Park. Sir Min estaría muy complacido y su hermano tendría algo más para hacer que solo pasarse las tardes encerrado en la quinta.

    Así fue como comenzaron a asistir con mucha más frecuencia. Jung Kook se la pasaba encandilado con los imitadores. La Marcha Roja en Invierno Andante fue su favorita durante los siguientes diez meses. La tarareaba todos los días cuando llegaba a casa después de los estudios, y se volvió su compañía cuando estaba en soledad.

    —¿Por qué siempre estás con canción? —exclamó Eun Woo, mientras se recargaba sobre los codos, quitando su atención del libro en el que había estado inmiscuido durante la tarde. Su voz serena combinaba con el verano, pues resultaba cálida y amable. Se encontraban en el jardín desde esa mañana, aunque el sol comenzaba a disipar el frío de la temporada.

    —Canciones las que cantas en el baño —dijo con diversión. Jung Kook se levantó del césped con una ofensa infantil y caminó un poco hacia atrás para estirarse y tomar todo lo que pudiera del sol—. Se le llama pieza, o melodía. Pero no le llames canción.

    —Honestamente, no entiendo la diferencia.

    —Eso es porque eres un tonto, Eun.

    —Escuché que tu padre te ha permitido ir a Génova para visitar a ese ídolo tuyo... Felicidades.

    Jung Kook sonrió al instante.

    —¡¿Verdad que es maravilloso?!, lo cierto es que he pecado de juzgar mal a mi padre. Aunque, en realidad, siento que solo accedió porque Yoon Gi se lo pidió... No estoy seguro de que él me hubiese escuchado igual, ¿sabes? Cuando él pide las cosas los regaños son severos... Si así trata a su hijo predilecto, no puedo ni imaginarme cómo me trataría a mí si me acercase a él.

    —No digas, eso, Kook. El señor Min parece amarlos mucho a ambos. Tienes mucha suerte de tener a alguien como él como padre.

    —¿Cómo es un papá Eun?, quiero decir... ¿Cómo es cuando has vivido con él toda tu vida? Al señor Min a penas lo conozco hace unos meses, cuando mi madre y él por fin se casaron. Pero no tengo la más mínima idea de cómo era la vida aquí cuando Lady Min estaba con ellos. Si mi madre no hubiese muerto, ni siquiera sabría que tengo un padre y un hermano... —dudó, muy confundido— al hombre parece solo importarle que no de problemas con los estudios —dijo, al tiempo que se le escapaba una sonrisa tímida.

    Eun Woo pareció titubear ante la pregunta.

    —Bueno, los padres son... —No podía decir sobre los demás, pero tenía una idea de lo que era el suyo. Sir Min tenía la fama de ser en extremo severo, pero, tomando en cuenta lo que Jung Kook solía contar sobre su escasa relación familiar, no parecía un hombre violento ni desagradable. Lo que sí, riguroso. Pero al menos no... en ese momento, el joven muchacho sacudió la cabeza y cambió de tema de inmediato—. ¿Qué clase de pregunta es esa, Kookie? Los padres son... mezquinos. Mandan cosas, y tú obedeces. Así funciona.

    Jung Kook pareció poco satisfecho con la respuesta.

    —No dudo que la obediencia sea algo que los padres aprecien. Pero... Me refiero a...

    —¡Mira! El libro de Verne trajo un panfleto.

    —¿Oh, sí?, ¿y qué dice? —preguntó el niño con inocencia.

    —Dice que pronto saldrá una nueva publicación. ¡Tenemos que comprarlo! Uno para cada uno. Escribiré algo en la solapa para ti, y tú escribirás algo para mí. Así, cuando seamos ancianos, les mostraremos la dedicatoria a nuestros nietos. ¿Qué opinas?

    —¡Es una gran idea! Le pediré a Yoon que le diga a papá que nos adelante la mesada. No se negará si se lo pide él.

    Eun Woo asintió.

    —Iremos a comprarlos cuando regreses de tu viaje a Génova y me cuentas cómo suenan los violines tocados por los italianos —exclamó el chico con falso desdén—. A ver si es cierto que son mejores que los irlandeses, que honestamente, lo dudo.

    Jung Kook asintió animadamente, justo antes de levantarse y sacudir sus pantalones para ir rumbo a su casa, no sin antes despedirse de su amigo. El joven Cha se quedó apoyado en las vallas en donde solían compartir sus tardes, a un lado de la fuente que se alzaba justo en la delimitación de ambos terrenos de casas vecinas, pensando en que a veces le gustaría ser un músico como ese genovés que no salía de los pensamientos de Jung Kook. Quizá entonces podía convertirse en igual objeto de su admiración.


22052023 | Love, Sam 🌷

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