XVI. Sanar Dolores
No fue difícil entender para ese punto, que Sir Kim realmente no quería morir. Quería dejar de sentir dolor por supuesto, y Jung Kook no pudo culparlo por ello. Durante esos días, hizo muchas preguntas a su hermano mayor, acerca de los médicos familiares, pues comenzaba a considerar la posibilidad de recomendar esos médicos al músico. Después de todo, Sir Kim se había convertido rápidamente en un amigo al que apreciaba, más allá de la admiración que de por sí sentía hacia él.
No era como si admirarlo fuera malo en particular. Pero las últimas tardes a su lado lo hicieron ver como una persona real y accesible, en lugar del inalcanzable violinista al que nadie podía acercarse por miedo a su personalidad ácida y distante.
No era ácido, ni altanero... a pesar de que su personalidad tímida empeorara los rumores de su desagrado hacia el mundo.
—¿Reuma? —preguntó Yoon Gi sin despegar los ojos de los papeles del trabajo acumulado. La espalda comenzaba a dolerle mucho por esos días, y procuraba no cansarse demasiado, pero las exigencias de la empresa en crecimiento solo se hacían mayores y no podía hacer mucho al respecto. Se lamentó que aquel viaje no fuera precisamente por placer. En verdad necesitaba un descanso.
—No, Yoon. Dice que ya ha visitado a varios doctores y todos concluyen en que no es reuma, y que no hay nada que puedan hacer. Le han recetado un medicamento muy fuerte, pero según entendí, es solo un alivio momentáneo.
—¿Doctores italianos? —preguntó Yoon Gi con ligero desdén.
—Y tailandeses también —respondió Jung Kook desde la silla al otro lado de su escritorio.
—Mhm... Es que los tailandeses no saben ni dónde están parados, es la realidad; y los italianos tienen el intelecto y la tecnología, pero también el ego demasiado enorme como para aceptar que se equivocan —Yoon Gi hablaba con dureza, acostumbrado a soltar sus pensamientos con la misma fuerza con la que los pensaba, sin adornos y sin intentos de suavizar su punto de vista y por supuesto, convencido de que sus palabras eran absolutas verdades—. Hablaré con Phillip cuando lleguemos a puerto. Quizá pueda decirle que reserve una cita para Sir Kim, si es que él está de acuerdo por supuesto, ¿está bien? Phill me debe favores por lo de la constructora del hospital hace dos años... No creo que se niegue —decía Yoon, distraído con solucionar lo que aquejaba a Jung Kook de manera rápida y definitiva como siempre lo hacía, para después poder enterrarse en sus demás pendientes. Sacó un papel en blanco y anotó la tarea de redactar una carta para el doctor Phillip Morgan, que tenía su consultorio a unas horas de Queenston. Puso el papel hasta al frente de su lista de tareas, lo que hizo saber a Jung Kook que le estaba dando la máxima prioridad, como siempre y que sería lo primero que haría después de la reunión de esa tarde.
De inmediato Jung Kook sintió que saltaba de alegría. Mordió su labio inferior por un instante antes de esbozar una gran sonrisa y ya no se pudo controlar la euforia.
—¡Gracias, Yoon! —exclamó mientras efusivamente rodeaba su escritorio y le daba un gran beso en la mejilla—. Eres el mejor, ¿lo sabías?
Los ojos de Sir Min se hicieron todavía más pequeños gracias a las comisuras de sus labios levantadas. Cerró los ojos con un poco de cansancio, pero se las arregló para seguir luciendo alegre.
—Si tú así lo piensas, me tomaré el atrevimiento de creerlo. —Yoon Gi sonrió, disfrutando del gran abrazo que le daba su hermanito, dando palmaditas con la mano que tenía libre de papeles—. Supongo que querrás contarle la noticia a tu amigo —exclamó Min, mientras rodaba los ojos y confirmaba sus sospechas en las mejillas infladas de Jung Kook que se demostraban sinvergüenzas en su rostro, y se aguantó la risa ante la imagen—. Amaría poder darte la tarde libre —exclamó con sinceridad—, pero me es imposible. Necesito que les des una leída a los contratos por si acaso y que pongas tu firma en cada uno de ellos.
—¿En serio? —preguntó Jung Kook totalmente consternado—. Pensé que todo estaba listo para cuando llegase el notario público.
—No, lo siento. Yo, eh... —Yoon Gi soltó un gran suspiro—. Me sentí un poco cansado ayer en la tarde y no pude hacer más que cerrar los ojos un rato. Dormí en el sofá sin siquiera sacarme los zapatos, ¿puedes creerlo? —exclamó entre risas, restándole importancia a sus palabras al momento en que las soltó.
—Estás cansado. Yo podría hacerme cargo de algunas cosas además de solo revisar los contratos, de verdad. Déjame...
—¡No! —exclamó Yoon Gi con el rostro apenado—. Es decir... No tienes por qué lidiar con esto, ¿bien? Lo resolveré. Ordenaré unos papeles aquí y escribiré una carta para Phillip; apenas toquemos puerto, compraré una estampilla y la enviaré. Sir Kim quizá pueda hacer algo con una nueva opinión médica y podrás estar más tranquilo.
Jung Kook dijo "sí" más veces de las que Yoon Gi necesitaba para entender, pero tampoco se quejó cuando exclamó un animado y dulce:
—¡Gracias, mejor hermano de los siete mares!
Y Yoon Gi le respondió con un:
—¡Es un placer, mocoso malcriado! —para después terminar de acomodar los documentos y que ambos pudieran encaminarse a su reunión de esa tarde. Yoon Gi tomó sus planos y sus papeles soltando un gran suspiro, mientras dejaba que Jung Kook se adelantara y lo observó dar saltitos al caminar, al tiempo que su cabello rojizo rebotaba sobre su coronilla; y se sintió dichoso de verlo de tan buen humor, justo como lo recordaba antes de Eun Woo.
Minutos más tarde, estuvieron instalados en la sala para fumadores, hablando con los inversionistas de White Star y estos se habían encontrado maravillados con los planos de Yoon Gi, lo que le valió muchísimos elogios de los socios involucrados; y a nadie le sorprendió que la fiesta se hubiese armado alrededor de los hermanos gracias a su naturaleza agradable y efusiva.
—Descubrí la solución de las fórmulas gracias a Jung Kook. Pasé estancado con los mismos planos durante casi tres semanas, y llegó este muchacho una mañana y me tiró los portafolios casi gritando "¡Yoon, los resolví mientras dormías, levanta tu trasero del escritorio y ven a comer algo decente!".
Y entonces todos comenzaron a reír junto a Yoon Gi, al tiempo en que el rostro de Jung Kook se tintaba de rojo de la vergüenza.
En esas últimas temporadas, los hombres solían optar por fracs negros sobre una camisa sencilla en blanco y un moño del mismo color. Pero a Jung Kook no le gustaba usar negro bajo ninguna circunstancia. Lo hacían sentir que estaba de luto. Por eso es que en esa reunión repleta de hombres en blanco y negro, el menor de los Min resaltaba con un traje color vino que se entallaba a la perfección con sus hombros anchos y su esbelta figura. Y claro que había alguno que otro disgustado por la falta al código de vestimenta, pero al tiempo en que los demás socios de la empresa se tragaban sus comentarios, así Jung Kook se tragaba los deliciosos bocadillos que los meseros traían a su alrededor. Pues si era así de talentoso, ¿a quién le importaba cómo iba vestido?
—Tienes un talento nato para esto, Jung Kook —exclamó Hong Bin en tanto daba unas suaves palmadas en la espalda del muchacho—. Deberías estar orgulloso.
Los ojos de Jung Kook se iluminaron al escuchar esas palabras.
—¿Talento?
—¡Claro! —El señor Lee sonrió ampliamente mientras rellenaba su copa de bebida porque ya se le estaba acabando y los meseros no parecían haberse percatado—. Los navíos estaban perdiendo su calidad. Cuando el Campbell Blank llegue a su destino en el tiempo récord, sus nombres estarán en todas las portadas de los periódicos.
—Ciertamente, eso sería un gran logro —dijo Yoon Gi con una sonrisa honesta entre los labios—. Brindemos cuando eso suceda, por favor.
Al cabo de un rato de pláticas, quizá algunos de los socios estaban un poco bebidos, por lo que las pláticas ya no eras precisamente profesionales.
—Es que no entiendo cómo se puede ser tan vulgar... Escuché que hizo una rabieta solo porque los demás violinistas iban a compartir escenario con él. Se cree el centro del universo. ¡Se comporta como si fuera una actriz de la ópera!, Jung Kook podrá decirnos si es o no es tan altanero como se dice.
Jung Kook frunció el ceño de inmediato.
—No tengo nada qué decir al respecto, Señor Ho Seok. Es bien sabido que tenemos opiniones muy diferentes respecto a la música y a Sir Kim.
Se estaba esforzando por ignorarlos. Pero Jung estaba quizá bebido y no paraba de soltar grosería tras grosería. Los demás no ayudaban a que se pudiera guardar la prudencia en la reunión porque le seguían el juego como los descerebrados que eran algunos.
—Ah, es que Jung Kookie, eres tan inocente que no te das cuenta de que incluso los rumores contienen algo de verdad. Si huele a humo, es que hay fuego.
—Hope, basta —señaló Nam Joon.
—¿A usted le constan esos rumores, Jung? —exclamó Jung Kook, harto de ignorar las palabrerías del Señor Ho Seok durante toda la mañana. En su voz se comenzaba a destilar el hartazgo y eso hizo tensar la mandíbula de Yoon Gi, quien no hizo más que revolver el champagne en su copa y llevarse los dedos al entrecejo con frustración.
—¿Te enojaste? —preguntó Jung hacia el menor de los Min, con la mirada filosa, como si esperara la mayor explosión del mundo ocurrir en sus narices—. Ha sido solo mi opinión, Jung Kookie. Tienes que aprender a aceptar que todas las personas opinan diferente, todo el tiempo y eso no lo puedes controlar.
Deliberadamente, lo estaba fastidiando para observar su reacción. Necesitaba corroborar sus sospechas, aun si estando borracho no fuera la mejor manera de hacer sus averiguaciones.
—Para que su opinión pudiese causarme enojo, Jung, primero tendría que importarme.
—¡Yoon Gi!, ¡Mira cómo se está comportando tu hermano! —dijo irguiéndose sobre su espalda con total indignación—. ¿Es que en estas reuniones uno no puede pensar diferente?
El mayor de los Min volvió los ojos con verdadero fastidio hacia el percance.
—Te he dicho mil veces que no te metas con el violinista en frente de Jung Kook, si insistes en hacerlo, solo puedo pensar en que te encanta salir lastimado —dijo Yoon Gi, desinteresado en meterse en discusiones que no le interesaban en lo más mínimo. En tanto Jung Kook no cayera en el juego, él estaría bien. Pero lo veía tan difícil en estos momentos que solo pudo atinar a decir—: Ten fuerza, Ho Seok.
—¿Sabe cuántos insultos recibo a diario solo por compartir aquello que me gusta? —exclamó Jung Kook—. Su "opinión" de hace un momento, no aparenta más que un intento burdo de provocación. Sabe perfectamente que yo a ese músico le adoro. No es un secreto, Jung, no pretendo que lo sea. Todos en esta sala son conscientes de eso. Pero al único que veo preocupado por ello, es a usted. ¿Qué es exactamente lo que pretende conmigo?
—Yo, ehm... —Y por primera vez, Jung no supo que contestar ante ese ataque. Tragó saliva con dificultad, sintiendo a sus manos sudar.
—¿Qué me enoje?, ¿qué pierda los estribos? —dijo el joven Jeon con total serenidad, mientras se recargaba en su asiento con la total confianza y autoritarismo de un Min—, ¿qué le trate de convencer sobre por qué creo que está equivocado? Lo haría, si supiera que tiene intenciones de debatir con argumentos coherentes. Pero bien sabemos que no es así, que sólo ha lanzado lo primero que se ha cruzado por su mente, esperando el momento en que mi rabia le haga disfrutar de un espectáculo. —Su voz era calma y serena, mas su determinación caló en todos los presentes en la reunión que no podían dejar de mirar a ambos involucrados en la discusión—; así que mejor vamos a ahorrarnos el mal rato y dejemos el tema hasta aquí, que el tiempo también es dinero y yo no gastaría ni mi dinero ni mi tiempo en una discusión tan inútil, ¿no es así, hermano? —dijo, mirando a Yoon Gi a lo lejos, quien trataba de esconder su sonrisa tras una copa de champagne. De inmediato tornó el semblante serio con mucho esfuerzo y asintió. «Sí, sí. Por supuesto, Jung Kookie» señaló, levantando su copa para dar su aprobación—. ¿Por qué no mejor seguimos disfrutando de la velada?, que eso es lo que venimos a hacer, ¿o no?
Y después de proferir tales palabras, la incomodidad de Ho Seok fue ignorada porque todos cambiaron de tema siguiendo al menor de los Min.
Al terminar la reunión, Ho Seok ya no se despidió de los Min como siempre lo hacía. Sino que se había levantado con la cara tan roja como una granada y se había marchado con su amigo Nam Joon, hacia su camarote. Cuando el calor del alcohol se le pasó, se restregó la cara con las manos usando mucha fuerza para disipar su vergüenza. ¿Qué sucedía con él?
—El pequeño Min restregó el piso contigo —dijo Nam Joon con burla. Sus enormes hoyuelos asomaron en sus mejillas, en tanto un mechón húmedo se asomaba por su frente morena, aquellos ojos de dragón se atravesaban entre los cabellos grises que yacían a la altura de su frente y le observaban con atención minuciosa-. Necesitas molestarlo más seguido, eso fue muy divertido —Jung solo le dedicó una mirada de muerte, disgustado por sus comentarios—. ¿Te pusieron nervioso? Te entiendo, Jung Kook se vuelve cada día mejor en esto. No me sorprendería que en unos años supere a Yoon...
—Cállate, Kim, ¿quieres?
—Te traeré agua, para que se te baje la borrachera. No queremos que Jeon vuelva para humillarte de nuevo.
Ho Seok dio un suave puñetazo en el muslo de Nam Joon cuando pasó a su lado, a lo que él solo rio en consecuencia, sobando el área con notable dramatismo, justo antes de salir de la habitación a buscar el agua que le había ofrecido y que le dejara en medio de la habitación sin que pudiera entender sus propias emociones.
26032022 | Love, Sam 🌷
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