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17 - [II]



El pelinegro se hizo a un lado para dejarlo pasar y fue Jungkook quien miró nuevamente a sus espaldas antes de entrar.

No pensó que Taehyung simplemente... lo invitara a entrar.

La puerta se cerró y el olor a marihuana se concentró un poco más. La habitación era pequeña y el escritorio lleno de cables junto a la cama era estorboso. No había una cocina, o una nevera. ¿Realmente había estado viviendo en ese cuchitril?

—Ten. —Taehyung le tendió del porro que fumaba y Jungkook no vio razones para negarse. Hasta el momento su semana había sido una completa mierda, así que también le dio dos hondas caladas. —¿No estás trabajando?

—Mai pidió el turno de la noche. Descansé ayer. —Al ver su cara golpeada Min realmente no tuvo otra opción que enviarlo de regreso a la casa. ¿Qué diría su amada clientela?

El olor dulzón del humo llenó la habitación cuando Jungkook exhaló. Aparte de pequeño y horrible, el colchón era durísimo, notó.

—¿Debo pensar que si estás aquí es porque estás listo para darme una respuesta? —preguntó Taehyung. Al levantar la mirada vio al pelinegro apuntando una cámara hacia él.

—Qué haces —se quejó Jungkook cubriendo su cara por reflejo.

—Mmm. Funciona para mí. Prueba tú.

—¿Estabas arreglándola? —La recibió y miró la pantalla enfocando a Taehyung. Estaba grabando un vídeo, según mostraba. Tenía algunos pixeles desconectados, pero parecía funcionar a la perfección y la imagen era lo suficientemente nítida. Incluso a través del lente, la mirada del pelinegro era intensa, oscura, demandante.

Un poco desalentado, Jungkook bajó la cámara.

—¿Qué sucede? —Su cara tuvo que ser épica porque Taehyung la notó de inmediato; recibió la cámara, pensando que podía ser un problema con ella y se dejó caer en la cama con un mohín—. Hey, no veo nada de malo...

Él actuaba con tanta naturalidad, como si no tuvieran una conversación pendiente. Quizá ninguno quería tocar el tema. Supuso que era hora de hablarlo.

—Taehyung... ¿Qué es lo que quieres de mí?

El aludido se incorporó y se sentó junto a él, dándole una mirada cargada de misterio.

—¿Qué es lo que quieres tú? —contestó a cambio, con una risa tonta. Su atractivo natural hacía un poco difíciles las cosas; su cabello estaba largo, rizado y desordenado, pero al tacto estaba suave. Jungkook lo peinó lejos de la crema en su cuello.

—Me parece que yo pregunté primero.

Su mano rozó la mejilla ardiente de Taehyung; así se sentía contra su piel, como el fuego.

—No sé —respondió el pelinegro—. Quiero que las cosas... fluyan. —Y no hablaba de algo vago. Hablaba de querer recorrer todo un camino con él, sin ganas de sonar ridículamente cursi; no terminarían casándose, pero... Jungkook le había mostrado una parte de sí que ni siquiera él conocía. Incluso si al final esa chispa moría, Taehyung estaba seguro de que atesoraría el recuerdo.

—Por favor. ¿Qué mierda significa eso? —preguntó Jungkook con cansancio.

Taehyung relamió sus labios con nerviosismo y bajó la mirada, aun jugueteando con la cámara.

—Es solo que... me gusta estar contigo. Siento que toco la libertad con la punta de los dedos. Es... refrescante.

No tenía otra manera de describirlo. Con Jungkook había descubierto cosas nuevas; su insaciable alma anhelaba más de aquello. Nunca había sido tranquilo; más bien era irreverente, impulsivo, y por primera vez había encontrado alguien que parecía ir a su ritmo. Los demás a su alrededor eran... aburridos, monótonos, repetitivos.

Jungkook suspiró con frustración. Siempre escuchó que los heterosexuales con dudosa moral eran una experiencia de vida que debía saltarse. Quizá debió prestar atención. Ni siquiera era culpa de Taehyung. Simplemente no podía decir que no a esos ojos oscuros y traviesos; sin duda alguna se sentía atraído por el chico frente a él, ¿quién no? Lo tenía en una bandeja de plata, justo es frente, como un cordero. Podía destrozarlo si quería.

Como hicieron contigo.

Pero estaba ese brillo de anhelo en su mirada, como de emoción, el de una primera vez.

Él era mejor que eso. Era mejor que todos esos hijos de puta que se habían aprovechado de sus sentimientos.

—No puedo darte lo que me pides, Taehyung —susurró a media voz. No estaba preparado y una parte de sí ni siquiera confiaba en Taehyung. Hasta hace unas semanas el chico iba y venía como un picaflor. ¿Volver a entregarle el corazón a alguien así? —Te veo y lo único que siento es... es... Es que voy a terminar jodido. Sé que en cualquier momento te irás. Cuando menos me lo espere, volverás a ser el chico heterosexual que conocí. ¿Qué haré entonces? ¿Dónde reclamo todo mi tiempo, mi energía? ¿Sabes lo que se siente que hagan una pelota de papel con tus sentimientos y...?

Taehyung posó una mano en su nuca, atrayéndolo. Lo besó para interrumpirlo. No le gustaba a dónde iba la cosa. No le gustó sentirse rechazado; peor, le asustó que aquello terminara de raíz. Sus labios fueron demandantes y firmes, como si tratara de tatuarse en la boca ajena. Aunque dijo que le daría tiempo, no estaba preparado para un no. Y no iba aceptarlo como respuesta.

—¿Es lo único que ves? —preguntó separándose apenas, llevándolo hacia atrás hasta que estuvo recostado sobre su espalda. Su ombligo quedó a la vista cuando la camiseta se levantó y Taehyung acarició la piel de su abdomen en círculos. —Sabes que te pongo. ¿Eso no lo ves?

Jungkook cerró los ojos, vencido por la situación. Sintió los dedos del pelinegro acariciando sus pectorales y tuvo que detener su mano agarrándolo por la muñeca.

—Dios, Taehyung; no hagas esto. Está tan mal. —Porque sabía lo que hacía, y también sabía cuánto iba a dañarlo.

—¿Por qué está mal? —replicó Taehyung con terquedad, obligándolo a abrir los ojos cuando lo sintió sentarse a gachas sobre él—. Quiero quitarte la ropa; dejar que hagas lo que quieras conmigo. ¿Por qué está mal? No quiero un noviazgo; tampoco te estoy hablando de amor. ¿Hasta dónde podemos llegar? ¿Hasta dónde puedes llevarme?

Volvió a inclinarse y tomó otro beso de sus labios. Se sentía familiar, dulce y ardiente. Jungkook gimió desde su garganta, tomando sus caderas; en un principio, en realidad quiso alejarlo y detener esa locura, pero luego se encontró a sí mismo respondiendo ese rudo beso, superado por la ola de emoción que lo golpeaba cuando estaba con él. Físicamente no podía mantener sus manos alejadas de ese chico. Era delicioso y adictivo.

—¿Estás seguro que eso es lo que quieres, Taehyung? —preguntó en un jadeo.

—Es lo que quiero en estos momentos. —De lo que pasara después, él se encargaría.

Cuando sus labios se encontraron otra vez fue como si hablaran su propio idioma. Sus cuerpos parecieron entenderse a la perfección en esos momentos y la camiseta de Jungkook sobró. Entonces, Taehyung estiró su mano en la cama y volvió a tomar la cámara, que había quedado olvidada a un lado de la cama.

—Quiero grabarte —susurró perdido en el éxtasis y el calor del momento—. Tócate para mí.

—Estás loco —Jungkook gimió, sintiendo su ropa apretada e incómoda—. No deberías combinar drogas, sexo y cámaras.

—Me quedaré con la tarjeta y no saldrá tu cara. Solo... no seas ruidoso. Estas paredes son muy delgadas.

Taehyung apuntó la cámara hacia su entrepierna, esperando. Frente a esa mirada lasciva Jungkook no tuvo otra opción más que desabrochar sus jeans, dominado por la curiosidad. Bajo la cintilla negra de su bóxer la tela color vino se asomó y el pelinegro se removió en su sitio, expectante; la forma de su falo se marcó bajo esta y no pudo evitar delinearla con la punta de sus dedos mientras respiraba agitadamente, sintiendo su firmeza.

—Creí que yo lo haría —se burló Jungkook. Taehyung miraba por la cámara cuando deslizó el bóxer hacia abajo y dejó su erección a la vista. La punta estaba roja y se sintió caliente entre sus dedos cuando envolvió su falo. El abdomen del castaño se tensó visiblemente con su tacto y exhaló en un suspiro tembloroso, llamando la atención de Taehyung.

Ellos conectaron una corta mirada. Jungkook realmente era renuente a dejarse tocar o acariciar. Taehyung pensó que el chico estaba... roto. ¿Acaso creía que no lo merecía?

—Recuerda, no seas ruidoso —susurró Taehyung con una sonrisa cómplice. Él se deslizó con suavidad de arriba abajo y Jungkook jadeó con desespero. ¿Qué era lo especial de la situación? Taehyung ni siquiera lo miraba. Sus ojos estaban fijos en la cámara y en lo que pasaba tras la pantalla. En el silencio del momento, solo interrumpido por los ruidos que dejaban su boca, Jungkook terminó corriéndose unos minutos después. El semen se derramó lentamente sobre su abdomen y la cámara hizo un ruido al detener la grabación.

—¿Lo borrarás?

—No. Es mío.

—Degenerado. —Taehyung hizo el amague de dejar la cámara en el escritorio, pero Jungkook tomó su muñeca para detenerlo. —Dámela. Ahora es mi turno.

—¿Qué? —El pelinegro le miró con ojos grandes y llenos de sorpresa. Un poco de miedo también, pero dejó que tomara la cámara. Con una mano, Jungkook sostuvo su espalda baja y se incorporó nuevamente; Taehyung estuvo a punto de caer. Con la otra mano, vio cómo acomodaba la cámara en una esquina del escritorio, apuntando hacia algún punto entre la mitad y los pies de la cama.

—Desvístete para mí, vamos.

Lo instó a levantarse y Taehyung desabrochó sus pantalones, deslizándolos por sus piernas hacia abajo; Jungkook apoyó las manos atrás cuando fue momento del bóxer y lo observó hacer su camino fuera, levantándose en el momento que tocó el suelo. Tomó la barbilla de Taehyung con una mano y la otra sostuvo la espalda baja del chico contra sí, sintiendo la piel suave y tibia de sus glúteos. Sus labios se encontraron suavemente, con lentitud y Taehyung se quejó de la sensación del jean contra su sensible miembro; como pudo, también empujó hacia abajo el pantalón del castaño. Vagamente este lo pateó en el suelo y entonces solo fueron ellos, sus cuerpos y una cámara.

—El lubricante está en el baño. Uhm, y trae los condones; solo hay lavandería los martes —dijo Taehyung manteniendo su voz baja.

—Inclínate —ordenó Jungkook señalando la cama y el pelinegro sintió que toda la sangre le subía a la cabeza de verse a sí mismo de manos y rodillas sobre la cama—. Y pase lo que pase, no mires a la cámara.





No pensó que lo vería caer rendido. Al menos una hora después, Taehyung volvió a colocarse la ropa interior y dejó a Jungkook dormir a sus anchas en la cama. Era la primera vez que no salía corriendo y lo dejaba a su suerte como si se tratara de alguna trabajadora de burdel.

Diligentemente se deshizo de los preservativos que habían usado en la papelera del baño y se sentó en la orilla de la cama. La habitación se sentía caliente, húmeda y olía a fresa artificial. Él volvió a encender lo que quedaba del porro mientras veía el pecho de Jungkook subiendo y bajando con lentitud. Si había tenido lo que quería, ¿por qué se sentía tan vacío?

Entendía si Jungkook no quería estar con él. ¿Quién en su sano juicio querría? Era un desastre con d mayúscula y no parecía haber esperanzas para tipos como él.

Pero... si hacía las cosas bien, ¿Jungkook cambiaría de opinión?

Parecía solo querer una relación física; y de hecho, eso era lo único que Taehyung en su momento buscaba. Pero no estaba muy seguro en qué momento las cosas habían cambiado.

Él se recostó junto a Jungkook en la cama, de medio lado, enfrentándolo. Dormido, todas sus defensas estaban abajo. No había ni una sola línea de expresión en su frente; parecía en completa paz.

—Hey —lo llamó en voz baja, solo para asegurarse de que estaba dormido. Echó los cabellos castaños lejos de sus ojos cuando no hubo respuesta alguna. —¿No te gustaría irte de este maldito pueblo y comenzar una nueva vida en la ciudad?

Susurró porque no deseaba ser escuchado. Si su conversación hubiese tomado otro rumbo, de verdad le habría preguntado. La ciudad era grande, llena de oportunidades. Se las ingeniarían. Eso pensaba.

En cambio, tendría que conformarse con eso. Con mirarlo de lejos, tocarlo y sentir que era solo humo que se escurría entre sus dedos.

Darían las nueve de la noche en cualquier momento y el cansancio también lo estaba venciendo. Cerró los ojos con un suspiro, y se preguntó si al abrirlos Jungkook seguiría allí.





Fun fact: me gustan mucho sus comentarios, los releo mil veces y me motivan a escribir.

Sonrían~

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