15
El conocido auto rojo se detuvo frente a ellos como si alguien hubiese dejado caer un maldito ladrillo sobre el freno y Taehyung suspiró. Oh, sí, definitivamente esa era Chaewon.
Con un cabeceo, le hizo señas a Jungkook para que se acercara y abordara el vehículo. Las cosas estaban algo... extrañas. Él estaba extraño. Estaba callado y meditabundo; aunque no esperaba que actuara como un payaso después de lo sucedido, a Taehyung le habría gustado no sentir como si estuviera evitándolo.
—Voy a matarte —sentenció Chaewon ni bien Taehyung abrió la puerta del copiloto. Era casi la una de la mañana y ella no entendía por qué realmente había acudido al llamado de auxilio de su ahora ex novio y su... acompañante. El aludido, Jungkook, subió a la parte trasera con un resoplido—. Y hola, tú.
—Hola, yo —musitó Jungkook. Mhm. Chaewon lo miró una fracción de segundo por el retrovisor solo para confirmar lo obvio: el chico estaba de muy mal humor.
—Gracias, pequeño zorrillo —saludó Taehyung. Amistosamente puso una mano en la cabeza de la chica y desordenó su cabello como si se tratase de un niño de cinco años—. Nos salvaste.
Cuando tu ex novio te llama a mitad de la noche diciendo que está muy borracho para conducir su motocicleta lo correcto es colgar. Chica, ¡cuelga! Pero allí estaba Chaewon, en sus pijamas, sin una gota de maquillaje, un rollo en su flequillo y pantuflas sobre los pedales, observando la sonrisa angelical de Taehyung pero deseando borrársela a golpes.
—Taehyung, qué mierda. ¿Qué haces aquí? —preguntó airada. Tuvo que ver dos veces el letrero del pub que se alzaba frente a ella. El guardia de la entrada lucía intimidante y los asistentes entraban y salían del lugar luciendo como alguna especie de modelos para un evento colaborativo entre Victoria's Secret y ve tú a saber qué. Tampoco pudo evitar mirar de nuevo a Jungkook. No pensó que la testosterona de Taehyung le alcanzase para ir a bailar con un... chico. Así, abiertamente, a la vista de todos. Además, los dos lucían desastrosos. Había pintura neón en sus mejillas, en sus labios, en la piel de sus cuellos y algo en su ropa.
—¿Puedes por favor arrancar? —respondió en cambio el pelinegro, carraspeando. Y su cabello era otra historia. Chaewon apretó los labios para contenerse de seguir preguntando. Pensó que Jungkook se sentiría incómodo.
—¿Qué mierda haremos con tu motocicleta? —resolvió decir, a lo que Taehyung simplemente hizo un ademán con la mano. Bueno, pues si no le importaba al dueño, mucho menos a ella.
Condujo de regreso al hotel y en menos de cuarenta minutos estuvieron allí. De noche, la ciudad se veía mágica, sin tráfico, con sus luces de colores y el viento fresco entrando por la ventanilla. Jungkook se sintió un poco nostálgico. Diablos, realmente extrañaba ese lugar. Su velada no hacía más que empeorar. No pensó que le fastidiaría tanto ver a Chaewon y mucho menos escuchar su conversación con Taehyung, tan casual, como si fuesen amigos de toda la vida. Como si no hubiese tenido que recorrer media ciudad para rescatar a su novio de un maldito club queer.
Porque ella tenía que haberlo notado, ¿no? No podía ser tan tonta.
El pensamiento lo hizo suspirar con frustración. ¿Qué hacía descargando su mal humor en la chica?
Supuso que tenía que estar aunque sea un poco agradecido con ella.
—Gracias —musitó de dientes para fuera cuando bajó del auto en el estacionamiento del hotel. En cambio Taehyung rodeó el cuello de la chica como si quisiese asfixiarla y dejó un sonoro beso en su sien.
—Quítate, orangután —masculló Chaewon sintiendo sus quince productos de skincare yéndose en los labios de Taehyung—. Me llenas de saliva, ¡quítate!
Jungkook viró la mirada en otra dirección con incomodidad. A eso se refería. Taehyung era cálido, como un abismal sol; lo estaba quemando. Ver cómo dedicaba esa sonrisa tonta y borracha y a Chaewon lo iba a volver loco.
Oh. Así que ese era el problema. ¿Estaba celoso?
—No me agradezcas mucho —aclaró Chaewon con cierta prepotencia—. Hay una cama que no compartiré y un sofá. Mucha suerte con lo demás.
Jungkook pensó que encontrarían más problemas para ingresar al hotel, pero realmente parece que no debes preocuparte por nada cuando Taehyung puede ir por el mundo dedicando esa sonrisa a toda recepcionista para conseguir lo que quiere. La habitación era considerablemente grande. Una cama central de dos cuerpos y un modesto juego de sofás con su mesa ratón en la mitad; había una mesita de noche, una nevera mini y la puerta hacia el baño.
—¡Hey, no! —Y hablando de la nevera, de inmediato fue asaltada por Taehyung, quien con dos latas de cerveza en su mano miraba con inocencia hacia la feroz chica que ahora manoteaba su brazo—. Eso no viene incluido en la habitación. Tendrás que pagar por eso.
—¿Con la plata que tu padre se robó? Por supuesto. —Ruidosamente sorbió de la lata batida que abrió y la otra la arrojó sin aviso hacia Jungkook. Esta por poco cae al suelo y Jungkook la contempló con cansancio. De verdad no era una buena idea seguir tomando, ¿pero por qué no estaba devolviendo la cerveza?
—Ugh, como sea. Me iré a dormir. Si hacen ruido, los sacaré a patadas. —Y en ese instante miró con mucha intensidad a Taehyung. Vale. La indirecta había llegado. Realmente él tenía la suficiente vergüenza. ¿Qué estaba mal con ella?
Taehyung tomó asiento en el sofá y arrojó sus zapatos lejos mientras veía a Chaewon ponerse un ridículo gorro de satín; Jungkook hizo lo mismo.
—¿Te sientes mejor? —le preguntó a Jungkook manteniendo su voz baja. El chico le dio un largo sorbo a la cerveza y asintió. Ahora Chaewon sacaba la artillería pesada: un antifaz de gato.
—No es como si pudiera hacer algo —Se alzó de hombros. Lección aprendida: amigos sus huevos. Y hablando de Chaewon, ahora ella estaba lista para envolverse en sus sábanas y echarse a dormir. Jungkook observó el sofá donde estaban sentados. Realmente había lugar suficiente para uno de ellos. Luego observó la cama y le dio otro largo trago a la cerveza. Ah. Por supuesto, ella dejó libre el espacio a su lado. Incluso molesta actuaba como una buena novia.
—Sí que pues hacer algo. Puedes enviarlos a la mierda, a todos ellos.
—Pensé que eso había hecho y mira, terminamos en casa de Seokjin, y de alguna manera Jimin terminó en la mía.
—Bueno, mírale el lado bueno... —murmuró Taehyung. Notó pintura seca en la ceja de castaño y su primer impulso fue quitarla. Con su dedo pulgar, frotó suavemente la piel del chico, barriendo el color y viendo cómo caía en pedacitos sobre su pómulo.
—¿Cuál es el lado bueno? —inquirió Jungkook cerrando los ojos. El pelinegro no respondió de inmediato. También barrió la pintura seca de sus pómulos, dándose cuenta de que realmente no importaba. Había pintura en toda su cara.
Ese era el lado bueno. Estaban allí, en el ahora. ¿Qué importaba lo demás?
—El lado bueno es que tenemos cervezas gratis —susurró Taehyung tratando en vano de quitar también algo de pintura de la comisura de sus labios. El toque hizo que Jungkook abriera los ojos por las ligeras cosquillas y la vista frente a él lo hizo sentir... poderoso. Taehyung, con sus rizos salvajes, sus mejillas coloradas por el par de tragos encima, viendo fijamente a sus labios mientras los acariciaba con su pulgar. Consciente de esto, Jungkook pasó la lengua sobre estos y la humedad hizo respingar a Taehyung, quien finalmente lo miró a los ojos, suspirando pesadamente.
—Ya te dije que no eran gratis —Entonces, la voz de Chaewon interrumpió el momento y Taehyung brincó en su sitio como un gato asustado. El sonrojo en sus mejillas estalló con furia mientras se alejaba de Jungkook y rascaba su nuca.
—Tienes pintura por toda tu cara —dijo en un carraspeo—. Deberías tomar un baño.
Jungkook se lo quedó mirando con una mirada indescifrable y segundos después sonrió con cinismo ante su hermoso acto de amabilidad.
Por supuesto. ¿Qué estaba esperando?
Cuando estuvo solo y escuchó la puerta del baño cerrándose, Taehyung no pudo evitar llevarse las manos a la cara y resoplar. Su vida era un desastre y él, específicamente, también lo era. Hasta sintió que la habitación se hacía más caliente. Lo siguiente que haría sería tomar un buen baño también.
Pocos minutos después, además del agua corriendo, podía escuchar la suave respiración de Chaewon, lenta y profunda. Hasta él comenzaba a sentir el cansancio. El asunto con Jimin, Yugyeom e incluso Jaehyun había drenado su energía y serían problemas para el Taehyung del futuro. Ahora tenía que lidiar con la situación en sus manos.
Y esa era Chaewon y Jungkook. ¿Debería decirle a Jungkook que Chaewon ya no era su novia?
En su cabeza, no tenía ningún sentido. ¿Qué haría Jungkook? ¿Sacar una botella de champagne y celebrar? Sospechaba un comentario sarcástico o algo por el estilo. Es decir, no estaba seguro de que las noticias le interesaran lo suficiente... y Taehyung no quería que su impulsividad lo pateara en el culo. Él recogió sus piernas sobre el sofá y miró hacia la única ventana de la habitación. En su éxtasis, sentía que la ciudad lo recibiría con los brazos abiertos. ¿Jungkook estaría dispuesto a...?
Dios.
—¿Jungkook? —Taehyung miró en dirección al baño cuando escuchó un fuerte ruido viniendo desde adentro. No escuchó respuesta y eso lo obligó a levantarse. ¿Se había caído? Realmente no habían bebido lo suficiente, ni siquiera en el club—. ¿Jungkook? —Dio dos toques a la puerta y al no obtener respuesta giró la perilla de la puerta, sobresaltándose cuando la puerta que dividía la ducha vibró por la fuerza con la que fue golpeada una segunda vez.
—Ouch. —Al parecer, Jungkook trataba de fregar su espalda. Taehyung suspiró con alivio al ver que solo se había golpeado el codo y aunque de inmediato trató de dar media vuelta, su subconsciente lo traicionó y terminó dándole un vistazo a lo que había tras el vidrio empañado. Su amplia espalda se estrechaba, marcando su cintura. Era obvio que había perdido músculos, pero todo estaba justamente donde debía estar.
—¿Te vas a quedar ahí? —La voz de Jungkook lo hizo levantar la mirada y la vergüenza lo invadió, obligándolo a cerrar la puerta detrás de él, quedando en su interior.
No, un momento. Tuvo unos instantes de pánico y salió del baño, porque en realidad no había manera de que quisiera entrar allí con Jungkook, no con Chaewon en la misma habitación. Al cerrar la puerta, la aludida dio vuelta en la cama, y el pánico terminó llevándolo a encerrarse en el baño de nuevo. Maldijo al final.
—No —respondió muy orgullosamente, pero ya estaba allí, en ese pequeño cuarto, con Jungkook a menos de dos pasos de distancia, en su total desnudez, mirándolo con escepticismo. El baño estaba caliente. O era él. Y esa puerta de vidrio en realidad era su lugar seguro hasta que el castaño, hastiado, la abrió de golpe con otro estruendoso ruidoso; el agua de la regadera abierta salpicó el piso.
—No puedo quitar la pintura de mi espalda. Ayúdame —dijo Jungkook en voz baja. Esa maldita mirada prometía todo, menos una inocente petición de ayuda.
—¿Qué es un poco de pintura? Caerá con el tiempo. Saldré y... —Puso la mano en la perilla, o al menos lo intentó.
—¿Por qué estás actuando como un mojigato? Quítate la ropa y ven aquí —ordenó Jungkook agarrando su muñeca. Taehyung iba a desmayarse.
—No, espera. Chaewon... —empezó.
—¿No? —Jungkook lo interrumpió y de repente Taehyung sintió que el agua de la regadera estaba cayendo sobre su cara y su cuerpo, empapando todo a su paso—. Con ropa será, entonces.
—Qué está mal contigo —lloriqueó el pelinegro en voz baja mientras trataba de respirar bajo el chorro del agua. De alguna manera se sintió como un castigo estar allí, con sus muñecas apresadas y la mirada oscura de Jungkook sobre él; sus pestañas adornadas por gotas gruesas de agua. Quizá era el alcohol, la marihuana o las pastillas, pero Taehyung se sentía incapaz de controlar el ferviente mar de emociones que buscaban desbordarse de su cuerpo.
—Tienes pintura por toda tu cara —dijo Jungkook con sorna, o más bien repitió, pero su rostro estaba a milímetros y Taehyung no pudo pensar con suficiente coherencia para notar que se burlaba de él; solo se concentró en sus labios tocándose—. Deberías tomar un baño.
Sus labios se encontraron castamente. El agua se sentía fría ahora que sus cuerpos se rozaban. Taehyung volvió a inclinarse por sus labios, viéndose vencido y superado por la situación. ¿Por qué no podía decirle que no a ese idiota? Sus labios se movían exactamente como lo quería y sus manos, colándose bajo la camisa húmeda, se sentían hirviendo.
—No podemos... hacer ruido —susurró Taehyung, angustiado. De verdad, Chaewon no dudaría en matarlos. Pero las palabras solo fueron robadas de sus labios con cortos besos, una y otra vez. Jungkook ni siquiera pareció prestarle atención. Hábilmente quitó su camiseta húmeda llevándola sobre sus hombros, pero la dejó sobre sus labios, tirando de ella desde su nuca hasta dejarla como una mordaza poco delicada.
—Así estarás bien, ¿no? —Con la mano aun sosteniendo la tela y sus quejas viéndose silenciadas por la mismísima sorpresa, Jungkook tiró de la camisa hacia atrás, prácticamente obligándolo a dar la vuelta. Taehyung fue muy consciente de lo duro que se sentía su miembro cuando presionó este contra su espalda baja.
Pero las cosas como eran. Esa cosa en su boca no le gustaba. Él dio pequeños toquecitos, aunque muy desesperados, en la mano de Jungkook. No era alguna clase de ganado para que lo amordazaran como tal. Con la tela húmeda y el agua cayendo sobre ellos, se sentía como alguna clase de cuarto rojo y esa mierda como que no le gustó.
—Oh, ¿no es de tu agrado? —concedió Jungkook. Su voz rasposa susurrándole al oído hacía cosas extrañas con la sangre en su entrepierna. Ya ni siquiera sabía si era la mordaza o si de verdad estaba asfixiándose por las sensaciones en su cuerpo—. A simple vista, no pareces el tipo de chico que disfrute el sexo vainilla. Pero en realidad eres un pequeño ególatra mimado, ¿mm?
El castaño aflojó la camiseta con una risilla y la desechó sacándola sobre su cabeza, para nada inmutado por la mirada indignada de Taehyung, misma que se tiñó de sorpresa al sentir la piel de su nuca escocer allí donde los dientes de Jungkook se clavaron sin delicadeza alguna; el dolor lo hizo removerse y el otro chico lo mantuvo en su lugar cruzando su brazo frente a su abdomen, desapareciendo cualquier espacio entre ellos.
—E-Eso dolió —espetó con la voz entrecortada, mientras más mordiscos lo obligaban a retorcerse. ¿Por qué actuaba como un cavernícola?
—Shh —siseó Jungkook—. Quítate esos pantalones. Déjalos en el suelo; no queremos resbalar.
—Promete que serás... suave —instó Taehyung con el corazón a mil, desabrochando sus jeanes que ahora se sentían pesados por el agua. Realmente harían eso con Chaewon a una puerta de distancia. Segundo aviso: iba a desmayarse—. Ni se te ocurra hacer ruidos extraños.
—Déjala que escuche. Quiero que escuche su novio llorando y rogándome —susurró Jungkook a su oído y sus palabras enviaron un escalofrío por su espalda. Ni siquiera supo qué corrección debía hacer primero. Uno: él no rogaba. Dos: él no lloraba. Tres: ya no eran novios.
—Que te ruegue tu abuela. —Pero su comentario ácido y malintencionado no se escuchaba como algo que Jungkook diría. Taehyung lo miró de reojo y conectaron una casta mirada. Los ojos de Jungkook brillaban con... enojo.
—Mi abuela no es algo en lo que quisiera pensar ahora; espero lo entiendas.
—¿Estás celoso? —preguntó Taehyung entonces. Su tono de voz no era de burla, sarcasmo o superioridad. Estaba curioso. La idea no le desagradó del todo.
—¿Yo? —bufó Jungkook, pero la pregunta sin duda lo agarró con la guardia baja. Primero tendría que tragarse un tarro de jabón antes que admitirlo. Ni siquiera era cuestión de orgullo. ¿Qué cambiaría decirlo en voz alta? Su mano derecha, que estaba libre, se posó sobre la piel del trasero de Taehyung y le dio un buen apretón—. ¿Celoso de qué? ¿Has olvidado con quién estás ahora mismo y quién es el único que puede tenerte así?
Mientras hablaba, tomó el jabón y lo frotó en su mano hasta que hizo espuma. Taehyung entendió el porqué del jean en el suelo cuando sus piernas flaquearon al sentir la espuma y los dedos de Jungkook colándose en su interior. Dejó salir un hondo suspiro y decidió que el brazo del castaño que rodeaba con tanta fuerza su cintura debía quedarse ahí o él terminaría en el suelo. Desde su garganta, emitió suaves sonidos de placer conforme ese punto dentro de él era suavemente masajeado en círculos; la sensación se extendía hacia su vientre bajo como unas tortuosas cosquillas.
—¿Crees que tienes alguna clase de poder sobre mí? —preguntó, no dispuesto a ceder la última palabra. Jungkook besó su hombro y se deleitó viendo la piel erizarse como una lenta descarga eléctrica. Él empujó sus dedos con firmeza y Taehyung tuvo que apoyar la mano en la pared frente a él con afán, siseando entre sus dientes.
—¿Crees que no? Puedo arruinar tu perfecta vida de Casanova si así lo quisiera. Olvida a Chaewon. ¿Qué dirían tus amigos si te vieran así?
Taehyung gimió con angustia cuando su próstata fue dulcemente masacrada. Oh, ellos perderían la cabeza.
—No te equivoques. Fue mi elección —susurró con la voz ahogada; su mano, la que no estaba apoyada en la pared, se deslizó por el muslo de Jungkook hacia su ingle. Su miembro se sintió grueso y pesado en la mano del pelinegro cuando cerró los dedos a su alrededor.
—¿Qué dices? —Jungkook también jadeó. Su amigo agradeció la atención.
—Cuando me acerqué a hablarte en la estación de servicio —Taehyung lo miró con los ojos brillantes—, cuando te pedí que tuviéramos sexo. Lo hice porque quería. No soy alguien que esconde el rabo tras las patas. Chico, no tienes ningún poder sobre mí. Haz lo tuyo, cariño; solo hazme correr.
Jungkook sintió alguna especie de gruñido animal queriendo salir de su garganta cuando se adentró en él. Maldita sea. Esa era justamente la razón por la que los celos se lo estaban comiendo vivo. Porque incluso así, allí, penetrando su cuerpo, embistiéndolo con lentitud cómo le gustaba y robando a lengüetazos esos sonidos obscenos que salían de su boca, aunque lo tuviese en sus manos, sabía que no lo tenía. Eso le hervía la sangre.
Si estaban siendo ruidosos realmente no importó. Jungkook se aferró a ese momento y a esos minutos, al calor de sus cuerpos y a su piel deslizándose contra el otro. Realmente era lo único que podía tener.
—¿Es lo único que quieres de mí? —preguntó el castaño en medio de los jadeos y gemidos pobremente opacados por el agua. Sus caderas embistieron con fuerza y Taehyung cerró los ojos, ido en la bruma del placer.
—Más —pidió Taehyung con la voz quebrada, sin siquiera cabeza para responder a la pregunta con coherencia.
Entonces Jungkook cerró la llave de repente y abrió la puerta de la regadera para sorpresa de Taehyung. Sus pies mojados se deslizaron en la baldosa del baño cuando Jungkook tiró de él fuera de este. Con ojos de horror, Taehyung vislumbró en la penumbra de la habitación la figura ovillada de Chaewon en su cama antes de que fuera toscamente arrojado al sofá, así, desnudo, mojado, lleno de jabón, a punto de entrar en pánico.
—Espera, espera. —¿Estaba loco? Estaba loco. Más que eso. ¡Había perdido la cabeza!
—Baja la voz —le ordenó Jungkook presionando el pulgar contra sus labios—. No querrás despertarla. Me estás pidiendo más, tendrás más.
No, no, no, no. Eso decía Taehyung en su cabeza. ¿Pero por qué sus piernas simplemente abrazaron las caderas de Jungkook cuando este se posicionó frente a él? Después de un cruce de miradas, asintió con desespero y el castaño embistió dentro de él una vez más, duro, profundo. Los labios de Jungkook llegaron tarde a los suyos para que ese pecaminoso sonido no saliera de su boca, y los sonidos que sus besos crearon no fueron más decentes. Eran una mezcla de jadeos, gemidos, lloriqueos y palabras suplicantes.
Más lento, más rápido. Taehyung no sabía qué más decir o hacer porque era un desastre. Solo podía ver la sonrisa triunfante en la boca de Jungkook y sentirse más atraído. Cada movimiento tocaba un punto distinto. Tal vez fue la adrenalina de la situación, pero no pensó que se correría tan rápido y que todo terminaría tan pronto. La calidez en su interior se sintió como un gel hirviendo; su propio semen parecía cera derretida sobre su abdomen.
Jungkook hizo un vano intento de retirarse y los muslos de Taehyung solo afianzaron su agarre. Incluso con los ojos cerrados, respirando pesadamente y vencido, tenía esa expresión complacida en el rostro.
—Hijo de puta —susurró el pelinegro con cansancio—. Tendremos que volver a bañarnos.
—Empieza por soltarme —señaló Jungkook—. ¿O planeas que te lleve cargado?
—Primero muerto. —Eso sería muy vergonzoso. Afanoso, empujó a Jungkook y lo instó a bañarse primero, mientras él procesaba todo lo ocurrido con un hondo suspiro. Se había sentido... diferente. ¿Estaba imaginando cosas? Aunque volvía a sentir ese frío ahora que estaba solo, había una extraña sensación en su estómago. O en su pecho, no estaba muy seguro. Nuevamente miró hacia la ventana de la habitación y al cielo oscuro que se colaba entre los espacios de las persianas, sintiendo de repente una timidez inexplicable. Cuando saliera Jungkook de ese baño, ¿qué haría?
—Chaewon —llamó con voz plana—. Chaewon, no hay manera de que no estés despierta. Sé que no fui particularmente silencioso.
El ovillo en la sábana se levantó de un brinco y con eso, una almohada aterrizó sobre su cabeza. Taehyung se encogió cuando el segundo ataque fue una de las pantuflas.
—No tienes ni un poco de vergüenza —siseó la chica con desesperación. Ella realmente estaba dormida hasta cierto punto. Ella miró de reojo la puerta del baño y se echó sobre la almohada con un suspiro—. Nunca pensé que sería testigo de algo así. Las cosas a ustedes... l-les funcionan. Quiero decir, las cosas funcionan entre ustedes. Mejor de lo que imaginé.
—Tengo muchas dudas ahora mismo —admitió Taehyung en voz baja, casi deseando no ser escuchado. El sonido del agua se detuvo y ambos se miraron con ojos grandes horrorizados.
—Hablaremos luego, a solas. Dios, y por favor déjame dormir —se lamentó Chaewon. La almohada y la pantufla volaron de regreso a su dueña con rapidez y las sábanas volvieron a su lugar. Cuando Jungkook abrió la puerta del baño a duras penas logró ver el borrón de la figura de Taehyung pasando por su lado y cerrando la puerta detrás de sí.
Él miró a la cama; a la figura de Chaewon. Lo único que Chaewon escuchó fue un suspiro cargado de fastidio.
Imaginen que casi no encuentro el separador.
Chicos, realmente disfruté escribiendo este capítulo. Me sentía inspirada, así que espero haya estado a la altura de sus expectativas. Poco a poco estamos regresando, ya saben que la vida da muchas vueltas.
Gracias por la espera <3
y sonrían.
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