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14 - {IV}




—¿Otro?

Taehyung cerró los ojos, sintiéndose mareado por las luces. No le gustó la sensación.

—Sí, no me parece —respondió levantándose de su asiento. Tambalear lo hizo espabilar un poco. Oh, mierda. Era hora de salir de allí.

—¿Te vas? —preguntó Jaehyun luciendo decepcionado; hasta le hizo pucheros y Taehyung torció el gesto con asco. ¿Qué le pasaba a ese idiota? Que le hiciera pucheros a su abuela.

—Sí, uhm... muy... divertida tu historia, pero gracias. —Era hora de que Jungkook y él salieran de allí. A pesar de que Jaehyun lucía como un buen chico, como que no pintaba bien emborracharse a su lado, en especial cuando lucía mucho más sobrio.

—Cuidado —siseó Jaehyun cuando lo vio tambalear nuevamente. Lo sostuvo agarrándolo por la muñeca y la cintura y Taehyung se zarandeó con fuerza.

—Mira, ya te dije que no soy gay. Si vuelves a tocarme así, haré un collar con tus dientes —le advirtió tranquila pero muy seriamente. Lo que sea que tuviera para responder, Taehyung no quería escucharlo. Necesitaba volver al baño para echarse agua fría en la cara y calmarse un poco antes de ir por Jungkook y poder hablar en un lugar mucho más... tranquilo.

Las luces del club fueron una patada directo a su estómago. Las náuseas aparecieron y se preguntó si realmente había bebido tanto. Tal vez no, pero para alguien acostumbrado a tomar latas de cerveza baratas de un autoservicio seguro que el vodka iba a patearle el trasero. Oh, qué patético de su parte.

Algunos rastros de la pintura en su cara se cayeron con el agua y los restantes los contempló un largo rato frente al espejo. Su cuello aún tenía las manchas. Los dedos largos de Jungkook quedaron plasmados como un collar. Recordaba su tacto cálido, aunque la pintura estuviera fría.

Cuando dejó el baño, le pareció curioso ver a Jimin saliendo de la sala, solo. Una segunda mirada le hizo saber que la sala también estaba vacía. ¿Dónde estaba Jungkook?

No quiso pensar lo peor, pero terminó haciéndolo. ¿Yugyeom había vuelto? Le gustaría no haberse sentido herido al pensar en esa posibilidad.

No llamó el nombre de Jimin, pero lo siguió. Si Jungkook estaba con Yugyeom tenía que confirmarlo. Aunque no tenía una idea de lo que haría si era así. ¿Podía reclamarle? No. Ni siquiera era su estilo hacer algo como eso.

Sin embargo, todo se tornó un poco extraño cuando notó que Jimin en realidad miraba a sus lados, como si también estuviera buscando al castaño. No supo cuántos metros más lo siguió, pero el pasillo se le hizo eterno, y pronto se acabaron las salas.

—Hey —llamó a voz de grito. El rubio giró sobre sus talones con un respingo y, al verle, suspiró.

—¿Qué haces aquí?

—¿Qué haces tú aquí? —contraatacó Taehyung—. ¿Dónde está Jungkook?

Que ni siquiera tuviera la decencia de responder lo hizo enojar. Estaba borracho, no era muy paciente y odiaba desde el fondo de su alma a Jimin.

—¿Dónde demonios está?

—Oye —empezó Jimin, levantando las manos en son de paz—. Amigo, tranquilo...

¿Tranquilo? La palabra lo enloqueció aún más. Se sintió mareado cuando volteó a mirar a su alrededor, pero no vio a Jungkook por ningún lado. Era desesperante la sensación baldía que estaba en su pecho, pero era todavía peor la manera en la que Jimin sonreía para él.

—Dime dónde está Jungkook —repitió Taehyung a punto de perder la paciencia. La música era ensordecedora y sin su celular no tenía manera de saber qué hora era. No sabía en qué parte del club estaba, pero no había ventanas o puerta alguna que le hiciera saber este precioso dato.

—¡Créeme! —apremió Jimin, tomando brazo con si fueran compinches—. Él está...

Fue la gota que derramó el vaso.

—Deja de actuar como si fuéramos amigos —gruñó el pelinegro, girando su cuerpo con violencia y atinando un buen puntapiés a la rodilla de Jimin. Este, adolorido, soltó un desgarrador grito cuando cayó al suelo al perder el equilibrio. Hasta el momento aquella broma le había parecido una inocencia, sin embargo, la cara de Taehyung cuando se agachó en cuclillas frente a él le dijo que había tentado a la suerte—. Escúchame bien, hijo de puta. Esa es la rodilla que te fracturaste en ese accidente, ¿no? Conducías a toda velocidad en tu preciado carro y mataste a dos personas. ¿Lo recuerdas, o solo quedó en las viejas noticias de Internet?

Irascible, se levantó solo lo suficiente para asestar otro pisotón a la rodilla que ahora Jimin cubría con sus manos desesperadamente. Aun así, el latigazo de dolor lo hizo escupir mil maldiciones y derramar lágrimas inmediatamente.

—¿Y qué harás con esa información, justiciero? —preguntó rebeldemente el rubio. Su máscara se había caído y ahora lo miraba con furia, una expresión que estaba seguro que ni siquiera Jungkook llegaría a ver nunca—. ¿Vas a matarme? ¡Ja!

—Nunca he matado a nadie —admitió Taehyung con un asentimiento—. Pero créeme que desearás que lo haga. Andas para todos lados con tu preciada camioneta porque no soportas caminar, ¿no? El dolor en tu rodilla es espantoso. Cuando acabe contigo, vas a tener que arrastrarte para subir a ella. ¿Creíste que esto terminaría así cuando entramos a este club?

—¡Bastardo! ¡Animal! —siseó Jimin apretando los dientes—. Te traje porque Jungkook lo quería. Y mira, ahora se ha ido. ¡No tengo ni puta idea de dónde está!

—Realmente eres la inutilidad personificada, ¿verdad? Dame las putas llave del casillero. —Con desagrado, Taehyung se apartó de él una vez que le arrebató las llaves y recapituló lo sucedido hasta el momento. No lo había visto en la pista de baile, ni en el baño. Jungkook no estaba borracho, seguro que no, así que lo habría reconocido a él —es que ambos estaban como pintados por un niño de preescolar en su frente, mejillas, cuello. Y parecía que Jimin ya había dado una ronda o más en las salas, así que, el que camino que tenía frente a él parecía ser la única opción.

Fue el alcohol lo que lo hizo pensar que el pasillo era interminable. En realidad, la puerta blanca al final se perdía con la pared. Era una salida de emergencia o algo así, porque daba hacia un lote baldío cercado, con algunos carros parqueados, cajas apiladas y algunos cachivaches descartados. Su vaho se perdió en el frío de la noche y estuvo a punto de regresar, hasta que vio su figura apoyada contra la reja hacia la calle. Miraba hacia el suelo y no pareció notarlo hasta que la puerta rechinó un poco.

—Los odio a todos —suspiró Jungkook en voz baja y temblorosa. Le dio una mirada cansada y dolida. De hecho sus ojos se veían más pequeños, brillantes. Así que estaba llorando. Taehyung dejó que la puerta se cerrara y se acercó a él en silencio, sin nada para decir realmente. Solo se recostó en la pared y se dejó caer hasta quedar sentado.

—¿Quieres hablar de eso? —preguntó. Jungkook sollozó ligeramente.

—La verdad no. Odio a Jimin, a Yugyeom, a Seokjin y a todos. Yo en serio pensé —Meneó su mano, buscando las palabras—, que llegaríamos a algo hablando. Pero solo me hizo sentir peor. ¿Sabes qué dijo?

—Yo... no me hago una idea...

—Dijo que no entendía por qué era el malo. Me preguntó si acaso yo le habría hecho caso si me hubiera advertido, cuando yo estaba tan obsesionado. Muchas gracias, por cierto. Dijo que era un mártir, porque finalmente quien no quería alejarse era yo, entonces que no debería culpar a los demás. Muchas gracias nuevamente.

Ugh. Taehyung cerró los ojos y enterró la cabeza entre sus rodillas. Qué grano en el culo era Jimin. ¿Pero qué podía decir? Ni siquiera le enojaban esas palabras. No es como si él no quisiera gritarle algo muy parecido a Jungkook. ¿Por qué aferrarse al pasado y encerrarse a sí mismo por una única persona? Había toda una vida por delante. Había muchas personas por delante.

Solo que... ver las cosas desde afuera era muy fácil.

—Me siento tan malditamente solo —continuó Jungkook, y Taehyung tragó pesado. Bueno, lamentaba que su compañía no fuera suficiente. Seguro que no era suficiente para nadie: alguien tan desordenado, alivianado, sobrado e irresponsable no merecía ser una opción para ninguna persona, ¿eh? De repente lo que tenía que decirle a Jungkook perdió importancia. O tal vez él perdió valentía. ¿Por qué pensó que terminar con Chaewon bastaría?

—Entonces vámonos ya —sugirió después de un largo silencio—. Tengo las llaves del casillero y bueno, la noche está arruinada.

Jungkook asintió, pero también se dejó caer junto a él al suelo. Quería compadecerse un poco a sí mismo, si no era molestia.

—Taehyung, deberías besarme.

—¿Lo dices a modo de recomendación? —masculló Taehyung a medias, pero la mano de Jungkook ya estaba empujando su mejilla para obligarlo a mirar. El castaño probó en los labios ajenos el alcohol y el sabor dulzón de un cóctel, todo junto, explosivo, atrapante. Qué caliente era ese chico. Y lo decía más allá de las apariencias. Se sentía cálido, como un abrazo, como un toque de consuelo, incluso si era de todo menos delicado. Era firme, tenaz, rudo; como una víbora atrapando a su presa en un solo latigazo. Pero tal vez era esa tenacidad lo que lo anclaba al suelo en esos momentos donde, francamente, se sentía perdido.

—Bebiste —señaló Jungkook al separarse. Taehyung gimoteó como un perro, deseando de hecho no haberlo hecho.

—Ugh, me siento fatal. Late muy rápido mi corazón... Siento que va a estallar —se quejó.

—Ah, es por mi culpa. Debería hacerme responsable.

Y aunque era broma y la dijo entre risas nasales, Taehyung se quedó observándolo por cortos segundos que se sintieron como una eternidad.

—Sí, hazte cargo —resolvió decir, apartando la mirada.

—Oh, olvido que eres un poco mimado. ¿Qué puede hacer este sucio plebeyo para complacer a Su Alteza? Solo tengo... Un cuerpo, un alma y mi vulgar compañía. Tómalo o déjalo.

Seguía bromeando, con esa sonrisa arrogante plasmada en los labios. A Taehyung le hubiera gustado que no fuera así.

—O podemos buscar una habitación —sugirió Jungkook—, pero estás borracho y yo no conduzco motocicleta, así que estamos aquí varados.

—Ugh —El pelinegro se frotó la cara con frustración—. ¿Una habitación? ¿Acaso crees que solo pienso en sexo?

—Una puta habitación para dormir porque estás borracho, idiota.

—Oh. —Qué vergüenza.

No se escuchaba como una buena idea conducir de regreso al pueblo. Y aunque podía hacer un valiente intento por enseñarle a Jungkook cómo conducir la motocicleta, en realidad solo tenía un casco y no estaba preparado para una multa —o morir, en su defecto. Solo una persona pudo llegar a su cabeza en ese momento.

—Llamaré a Chaewon —decidió. La chica lo había visto en sus peores momentos. Con un par de tragos encima ni se inmutaría.

—¿Qué? —Jungkook torció el gesto. No se lo esperaba y la idea no le agradó del todo, pero su única persona en mente era Seokjin, y eso sí que estaba fuera de discusión.

—Sí, se está quedando en un hotel aquí. No le enojará un poco de compañía nocturna. —Al menos eso era lo que esperaba y si no, bueno, de alguna manera tendría que convencerla. Animado, se levantó de su sitio y sacudió sus pantalones.

—Oh, ¿planeas dormir en la misma habitación? —inquirió Jungkook.

—Sí —respondió Taehyung con obviedad—. Dos chicos llegan a la medianoche a la habitación de una chica. Suena terrible, pero después de lo que he visto acá, no creo que a nadie le importe mucho. Vamos —instó con un cabeceo hacia la puerta. Aún tenía que sacar sus cosas del casillero. Jimin podía... arreglárselas, lo que sea. No le importaba.

Sostuvo la puerta para Jungkook unos segundos en los que el castaño suspiró y se levantó de su sitio. Chaewon ni siquiera le desagradaba, pero... De todas las personas, ¿tenía que ser ella?

Pasó junto a Taehyung y nuevamente sintió esa calidez y fogaje emanando de él. Era como el fuego. Brillante, tibio, inclemente. ¿Pero qué sucede cuando te quemas? Simplemente retiras la mano.



Cansancio extremooooo -inserte emoji llorando-

Gracias por su paciencia -inserte emoji de corazón- 

-inserte emoji llorando porque no tiene emojis- -ni energía-

Como les dije, estamos en la mitad o más de la historia, le pongo unos 6-10 pero divididos en partes jeje pero soy mala con eso perdón xc

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