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13 - {I}




[♥] - Sábado, 26 de marzo de 2010




Chaewon cerró su chaqueta con un suspiro y vio el vaho de su respiración perderse frente a ella. Era una mañana especialmente fría y no hablaba solo del clima: el ambiente en el pueblo se sentía gris, pesado, triste.

En contra de las réplicas de su madre, había decidido viajar al pueblo para el funeral. Sentía que era lo mínimo que podía hacer después de que su padre se llevara el pueblo por delante.

Vio su casa con los cristales rotos, medio vacía, con porquerías en la entrada, mientras su padre gozaba de plena seguridad en un hotel en la ciudad. Los ojos curiosos de sus vecinos se asomaban por las ventanas mientras la veían ojeando la propiedad, pateando aquí y allá lo que se cruzaba en su camino. Ni siquiera la cinta amarilla policial en la puerta los había detenido de saquearla.

Miró su celular y lo vio sin notificaciones, marcando las seis y media de la mañana. Taehyung aún no contestaba. Qué amargura tragarse su orgullo y luego ser ignorada. Como fuera, llegaría por su cuenta al cementerio. Solo sentía que su auto rojo era demasiado llamativo para la ocasión, y bueno, caminar no era una opción para ella.

Se estacionó frente al autoservicio para poder tomar un café. No ver a Jennie allí fue un poco sorprendente. En cambio, llegaba la hermana menor de Lalisa para el turno de la mañana. Aquella niña tonta se atrevió a darle una mirada despectiva. Como si realmente le interesara. Jungkook estaba en la caja aún, terminando de contar el dinero en la registradora. Apenas le dio un asentimiento como saludo.

—¿Vienes por el funeral de Jennie? —Quiso saber él. Resultaba obvio por la vestimenta negra, pero bueno, no es como si alguna vez la hubiera visto vestir otro color.

—Sí —respondió castamente—. ¿Puedes servirme un expresso mediano, por favor?

Mientas esperaba por el café, viró la mirada hacia afuera con un suspiro. Vio una moto acercarse y fue una tonta al pensar que podía ser Taehyung. En cambio, vio los destellos rojos en la carrocería, muy típicos de Hoseok. El autoservicio no parecía ser su destino, pero frenó bruscamente al ver el auto rojo.

—Tu café —dijo Jungkook. La puerta del local sonó entonces, llamando la atención del castaño. Casi sintió en deja-vu y su estómago brincó emocionado un instante viendo aquel paso confiado, la chaqueta de cuero y las botas militares, pero no, no era él. Solo era Hoseok. Aunque no es como si esperara a alguien más.

Hoseok no parecía interesado en él. Fue directamente hasta Chaewon, ocupando la silla junto a ella.

—¿Quieres que te lleve? Taehyung dijo que no estaba seguro de asistir.

Chaewon rodó los ojos internamente. ¿Podía Taehyung guardarse algo para él?

—Es hasta las ocho, me las arreglaré —respondió tajante antes de darle unos cuantos sorbos a su café. Estaba hirviendo y sintió calor en su abrigada chaqueta de piel sintética, por lo que no dudó en sacársela de encima. Llevaba un crop top negro sin tirantes, que dejaba su espalda y su abdomen a la vista. Para ser exactos apenas cubría sus senos, y por supuesto que no llevaba sostén.

—Oye —Hoseok rascó su cuello, carraspeando—. Espero que no planees ir... así.

Chaewon lo miró con aburrición. No era tonta. De verdad, podía ver a un kilómetro de distancia que desde la primera vez que Taehyung los presentó, el chico quiso saltar sobre ella. Ni siquiera era feo. Hombre, tenía un perfil afilado, su nariz y su mandíbula, ojos pequeños y rasgados, y una sonrisa deslumbrante. Pero se metía en el mismo saco que todos aquellos idiotas del pueblo: tan arcaicos.

—¿Así cómo? —preguntó—. ¿Hiere tu sensibilidad ver un poco de piel?

—No, no, para nada —Se apresuró a decir él, volviendo a carraspear—. Pero, oye, tal vez en el funeral a la gente no le...

—¿Vas a ir a un funeral a juzgar la puta camisa que trae alguien? —inquirió Chaewon perdiendo la paciencia—. Hombre, pensaría que estás un poco triste para eso. Y si estás lo suficientemente feliz para hacerlo, mejor no vayas.

Siempre con comentarios innecesarios, como si quisiera controlarle o meterla a la fuerza en su estereotipo de chica ideal. Lo detestaba, a él y a su grupo de amigos, aunque eso en gran medida incluyera a Taehyung.

Fue su teléfono quien los sacó de aquel incómodo silencio que se había creado. Hablando del rey de Roma. Taehyung había contestado su mensaje y dijo que la vería en el autoservicio a las siete en punto. No faltaba más de diez minutos para eso, de todas formas.

—Taehyung viene para acá —le informó a Hoseok a modo de invitación. Para irse, claro. Tampoco tenía los huevos para admitir que quería meterse en sus pantalones. Mucho menos para sincerarse con su amigo. Sencillamente, era todo lo que no quería en un hombre.

—Ahora lo usas como excusa. ¿Adónde fueron el domingo, cuando viajamos a Busan? Desaparecieron los tres.

Chaewon frunció el ceño ligeramente. Decir "fueron" era un enorme error, cuando la única en el carro era ella. Taehyung no estuvo con ella. Mucho menos Jungkook.

—¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? Te vas, molesta, y arrastras a Taehyung contigo como una niña berrinchuda. Ustedes podrían, bueno, dejar de ser tan pegajosos.

Así que... ¿Taehyung no se quedó con ellos ese día?

—No es de tu incumbencia.

—Bien —dijo Hoseok, entre dientes, mientras se levantaba. Nuevamente pasó junto a Jungkook sin siquiera reparar en su existencia. El castaño solo pudo mirar la escena, sintiéndose como su vecina. Al final tenía que darle algo de crédito a la viejita: era entretenido ver un poco de drama de vez en cuando.

—Contaré base —anunció Mai. Jungkook repiqueteó sus dedos con impaciencia para apurarla. No es como si tuviera afán por salir, de todas formas, pero quería irse cuanto antes. No asistiría al cementerio tampoco. No quería causar problemas para nadie. Seguramente el sheriff estaría ahí.

Antes de que Mai terminara de contar, la campana del local volvió a sonar. Esta vez Jungkook tuvo que dar una segunda mirada para asegurarse de que lo que sus ojos veían era real.

—Maldición —dijo, pero no él. Fue Chaewon, y parecía más una exclamación consternada—. Taehyung. Ahora sí me siento mal.

El pelinegro tosió mientras acomodaba los botones en la manga de su camisa blanca. Sí, exactamente. Camisa. ¿Cuánto tiempo llevaba sin sacarla de clóset? Cerca de tres años. ¿Había tenido que plancharla? Sí. ¿Sabía planchar? No realmente. La corbata había quedado descartada de inmediato, pero aún no lograba dejar de sentirse como un payaso con ese pantalón de traje y los jodidos zapatos de cuero negro.

—Maldita sea, cállate —siseó ofuscado—. No se sentía bien imaginar presentarse en una vieja chaqueta de cuero en el cementerio. Eso es todo.

Jungkook sintió su espina dorsal derritiéndose. Bueno, por su parte, muerte a esa chaqueta. Y al jean oscuro que siempre usaba. Con ese pantalón de traje, la liviana tela caía desde el cinturón por la curva de su trasero suavemente. Se veía... bien. Muy bien. Taehyung lo miró una fracción de segundo y huyó de su mirada hambrienta, sintiéndose demasiado inquieto. ¿Por qué todos estaban perdiendo la cabeza?

Te peinaste —recalcó Chaewon, aún atónita. No pudo hacer mucho por detenerse a tocar su cabello suave—. Te ves bien. Ahora me siento como una... tonta. —Se le escapó un puchero y una mirada frustrada hacia su top. Siempre luchaba contra las inseguridades, pero la batalla era dura.

—¿Qué sucede? Te queda bien ese top. Hace que tus senos se vean redondos. Bonitos —dijo Taehyung, sonriéndole. Chaewon apretó sus labios. Era un idiota las 24 horas del día los 7 días a la semana, pero no podía enojarse con él.

—Lo sé, ¿verdad? Gracias por notarlo.

Un estruendo los sacó a ambos de la conversación. Las monedas rodaron por el suelo, a los pies de la caja y más allá. Sin querer, Mai había tirado las monedas que ya estaban contadas. O queriendo, pensó Jungkook para sí mismo: si estaba tan anonadada viendo a Taehyung como para prestar no atención, o si lo había hecho a propósito para llamar su atención, no podía decirlo.

—Mai —alargó con reproche.

—Lo siento. Los recogeré —balbuceó avergonzada. Taehyung le dio una mirada de cansancio.

—¿Nos vamos? —preguntó a Chaewon. Ella asintió, emprendiendo su marcha.

—En serio —Jungkook suspiró y giró para mirar a Mai cuando reunió un par de monedas en el suelo—, es mejor que comiences a superarlo. Es obvio que no le interesas.

Quería aclarar que no eran celos. Solo empezaba a sentir lástima por ella.

—Deberías irte ya —Pero obstinadamente ella se alzó de hombros, y Jungkook decidió que no valía la pena la amargura. Solo esperaba no tener que sacarla de un club nocturno una vez más o alguna estupidez así. Como alguien que había pasado por ahí, podía decir con total seguridad que la terapia de choque era efectiva pero supremamente dolorosa.

—Bien. Que tengas buen turno.

Mai murmuró las gracias sin mucho ánimo.

A la salida, Jungkook se dio cuenta de que el auto de Chaewon seguía allí. Discutía algo con Taehyung a susurros exasperados. El pelinegro lucía completamente hastiado y ella, con las manos en la cintura, parecía no dispuesta a ceder.

—Lo haré —declaró con firmeza, antes de que, sorpresivamente, se girara hacia él—. Jungkook, ¿quieres que te dé un aventón a casa?

—Maldita sea —siseó el pelinegro entre dientes. Entre un grafiti y él, no sabía quién estaba más pintado en la pared cuando de Chaewon se trataba.

—¿Mmm? —El castaño alzó las cejas y metió las manos en sus bolsillos, alzándose de hombros—. No está tan lejos, en realidad.

—No, pero bueno, mi casa está vuelta mierda —dijo Chaewon—. Al menos podría dejar mi auto en tu casa, ¿verdad?

Jungkook miró a Taehyung con ojos tranquilos. Él no quería. Podía verlo en su repiqueteo incómodo, la manera deliberada en la que miraba hacia otro lado y sus brazos cruzados en un silencioso berrinche. Qué chico tan difícil, en serio.

—Creo que tu novio no está de acuerdo —respondió con una sonrisa serena. Chaewon miró a Taehyung como una mamá histérica.

—¿Él ha estado de acuerdo con algo alguna vez en su vida?

Taehyung cerró los ojos buscando paciencia de donde no la tenía. Si alguien lo llamara loco por sentir que odiaba la manera en la que ellos interactuaban, aceptaría gustosamente el cariñoso apelativo. Ella se transformaba en una pequeña arpía complaciente y de voz dulce. Solo para molestarlo. Como si el truco fuese a funcionar.

—Lo sé, ¿verdad? —Y sin embargo, ahí estaba ese hijo de puta. Siguiéndole la corriente. Dos contra uno. De verdad lo odiaba—. No quiero molestarlo. Creo que ya tengo bastante mala fama.

—Dale las llaves —dijo Taehyung cruzando sus brazos. Chaewon frunció el ceño.

—¿Qué?

—Creo que él puede conducir perfectamente. ¿Podemos buscar el auto luego, verdad? —preguntó, siendo su turno para sonreír con inocencia. Así, hasta parecía un angelito. Jungkook dio por perdida la batalla cuando la expresión de Chaewon se iluminó y buscó las llaves en su abrigo, ofreciéndoselas.

—Seguro. —El llavero de gato le hizo mofas y Jungkook sonrió, muy a su pesar. Se sentía como las palomas de aquel experimento. Taehyung le arrojaba un hueso algunas veces, y otras no. De verdad era alguien peligroso y claramente él no sabía leer ese enorme letrero de advertencia.




[♥]




Ambos podían decir que estaban arrepentidos de asistir a la ceremonia. Jennie era una buena chica, no así sus vecinos. Escucharlos decir aquellos elaborados discursos era vomitivo. ¿Eran un consuelo para sus padres? La pareja estuvo impávida en su asiento, prácticamente sin lágrimas ya para derramar, así no podrían saberlo.

Fue una decisión unánime partir a mitad de la ceremonia, y de forma irónica terminaron camino al río que había causado aquel desastre. Sus aguas seguían igual que siempre, tal y como cuando eran niños. Había un momento en el que todos los chiquillos en el pueblo empezaban a crecer y a olvidarse de él, de los momentos que pasaron con sus amigos, de las largas horas dándose chapuzones y de sus madres que, furiosas, venían a buscarlos tirando de sus orejas por escapar todo el día de casa. Lalisa, Jennie, Hoseok, él. Taehyung bufó para sus adentros. Qué final de novela trágica parecía esperarles a todos.

Se sentaron alejados de la orilla, en el pastizal seco. ¿Estaban locos por pasar una semana ignorándose y luego reunirse como si nada? Tal vez. Sencillamente estaban demasiado acostumbrados al otro. A ese punto, discutir era desgastante.

—Estaba pensando —Chaewon abrazó sus rodillas, recostando el mentón sobre ellas—. Pasar esta semana fuera del pueblo... Me hace pensar que no quiero regresar.

Taehyung la miró con una sonrisa incrédula, sintiendo el peso de la edad en sus hombros. Vaya. Ya no tenían quince años, ¿no? Antes no era ni siquiera una posibilidad dejar el pueblo. Aquí lo tenían todo.

—Pero la ciudad me comería viva —admitió—, incluso a mí.

—No sé cómo ayudarte —confesó Taehyung después de un siseo—. Pero creo que eres de los pocos que puede hacerlo sin pensarlo mucho. Si quieres, solo hazlo.

—Oh, ¿quieres que te abandone y te deje a suerte para que puedas vagar por el mundo siendo un perro mujeriego? —preguntó Chaewon, solo bromeando para aligerar en el ambiente, pero Taehyung retrocedió un poco, como si eso le hubiese dolido.

—¿Para qué? —preguntó tristemente—. Ahora entiendo que eso nunca me convertiría en la primera opción de alguien. —Y cuando decía que todos buscaban ser elegidos, pues también se refería a él.

—¿Qué demonios? —Sin marihuana de por medio o alcohol, escuchar esa parte de él era un poco sorprendente. Era como un viejito gruñón pero no era bueno mostrando ese lado vulnerable. Tal vez era el ruido del agua corriendo, la suave brisa moviendo las ramas de los árboles, o el mismo sentimiento del funeral que habían dejado atrás.

—No soy tu única opción —exhaló Taehyung, recostándose de espaldas en el césped—. Soy tu mejor opción. Y esas son dos cosas distintas. ¿Es egoísta de mi parte querer ser la primera opción de alguien?

Chaewon cerró los ojos y suspiró. Los hombres y sus eufemismos.

—¿Estás queriendo decir que te gusta alguien y no te presta la atención que quieres?

—No. —Pero se demoró mucho en responder.

—Déjame adivinar. ¿Conociste a una chica más hija de puta que tú? Salida de un revolcón de una noche, sin responsabilidad afectiva, y sin noción del compromiso. Algo que te tiene sumamente cautivado porque te están pagando con tu misma moneda.

Taehyung emitió un suave sonido desde su garganta. Si lo ponía así, la situación era aterradora. Como una fría y silenciosa guerra para ver quién vence al final. Sonaba insano.

Con un suspiro, estiró el brazo y rodeó la cintura de Chaewon, queriendo tirarla a su lado en un afanoso intento por consolar esa sensación en su pecho. Sin embargo, ella manoteó su brazo como si fuera un perro metiendo el hocico en la comida ajena.

—Chaewon —susurró un poco consternado. Ella tenía una mirada diferente, no necesariamente dolida, pero se sentía como si hubiera puesto un muro entre los dos—. Maldición, no. No puedes ponerte así.

—¿Así cómo? —espetó de vuelta la chica.

—Celosa. Siempre estamos con otras personas y volvemos.

—No estoy celosa. Es que... Nunca me habías dicho que alguien te gustaba.

El silencio reinó con esa afirmación y solo podrían haber escuchado el agua del río corriendo contra las piedras. Las nubes sobre él se movían sin emitir ruido alguno, pero se parecía mucho a lo que estaba pasando en su cabeza: todo era lento y pesado, como engranajes oxidados tratando de mover una maquinaria entera.

—No he dicho que me gusta —replicó Taehyung de todos modos. Chaewon lo miró de reojo, escéptica. No es como si lo hubiera negado, tampoco.

—No me malentiendas. Está bien si te gusta alguien —dijo ella tranquilamente—. Solo no me uses para convencerte de que no es así.

Con su voz y esas palabras, Taehyung sintió algo de nostalgia. Había estado junto a ella por tanto tiempo; si no había caído en un pozo era gracias a su poca delicadeza y honestidad. Casi que no quería soltarla y aun así era muy obvio a lo que Chaewon quería llegar.

—¿Estás diciendo que deberíamos terminar?

—Sí —concedió la pelinegra, mirándolo—. Esta vez de verdad.

—Bromeas —bufó Taehyung, sintiendo el corazón latirle muy rápido, con algo de miedo. Incluso se levantó para mirarla a los ojos. Ella se mantuvo seria y serena. No se estaba yendo, o algo así de dramático. Solo estaba colocando límites para que algo tan delicado como el corazón irresponsable de un mujeriego que no toleraba la soledad no terminara hecho un lío. Conocía a Taehyung tan bien, que presentía que era el único que podía cavar su propia tumba.

—No bromeo. Hey —murmuró apretando su antebrazo al ver esa mirada de niño asustado—. No te estoy dejando. Solo considero que deberías mantenerte fuera de mis pantalones mientras piensas en lo que quieres de verdad.

—No es tan fácil —siseó lanzándose al suelo nuevamente. Su camisa blanca ya no era blanca, pero no podía importarle menos, no mientras la mirada de Chaewon parecía taladrar dentro de su alma lo estaba llevando al borde de un ataque de pánico. Ella ya lo había dicho. Jungkook era la otra cara de la moneda, pero finalmente de la misma moneda.

—¿Por qué no?

—Es un chico —suspiró pesadamente después de una larga pausa. No sabía qué estaba esperando, pero tampoco esperaba nada. Silencio absoluto por eternos segundos en los que se arrepintió mucho de haber soltado eso. Cuando se atrevió a mirarla, solo encontró una mirada impávida, no muy sorprendida.

—¿Y? —dijo Chaewon.

—¿Qué mierda quieres decir con "y"?

Chaewon se alzó de hombros.

—Admito que no lo esperaría de ti, pero justamente porque eres tú, no me sorprende. Es que, siempre haces lo que quieres —Ella se alzó de hombros de nuevo, sin más explicación—. Lo viste, te gustó, lo hiciste. Suena muy como tú.

—Es un tipo. Con pene —repitió Taehyung enderezándose, solo para ver si estaban en la misma línea. Ella asintió.

—Sí, estás en problemas. Si encontraste un malnacido justo como tú, te aseguro que el camino será tormentoso.

—Vaya consuelo. Ni siquiera puede superar a su ex así que, te tomo la palabra. Es un hijo de puta, ¿te conté? Uno real —aclaró airado—. Lo conocí el domingo cuando fui a la ciudad por mi hermano y es tan desagradable.

Oh. Chaewon cerró los ojos, recordando las palabras de Hoseok.

—No me imagino.

Él se lanzó al pasto nuevamente cerrando los ojos. No iba a pensar en eso cuando seguramente era cosa de pasajeras y jóvenes ganas de probarlo todo y de tomar hasta la última gota. Chaewon tenía razón. Él no era alguien que se negara las cosas a sí mismo, por tanto decir que no le atraía era ridículo. Con Jungkook las cosas eran... Calientes, explosivas, una marea tibia que lo arrastraba y lo envolvía. Estaba obnubilado.

—Oh, por Dios —susurró Chaewon—. Acabas de gemir.

—¡Fue un suspiro!

No lo dijo. Nunca mencionó su nombre. Pero Chaewon apostaría todo lo que tenía a que se trataba de Jungkook. Las palabras de Hoseok solo lo confirmaban.

Ella sonrió sin mostrar los dientes y miró a otro lado. Solo le gustaría no sentir algo tan inquietante en su pecho, como si presintiera que todo podía acabar mal. 





Hola a todos! Gracias por esperar :) Sonrían :)

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