11 - {I}
¿Cuánto tiempo necesitaba un estúpido elevador para abrir las malditas puertas?
Si permanecía un minuto más en ese edificio, llamaría a una ambulancia y no específicamente para él. Estaba enfurecido, enardecido, tan enojado que no podía controlar su respiración.
—¡Taehyung!
Escuchó su nombre a sus espaldas, pero no se giró. Taehyung presionó los botones, furioso, como si se tratara de un control de consola. No quería escuchar a nadie y no quería escucharlo específicamente a él.
—¡¿Qué?! —bramó fuera de sí, cuando la mano de Jungkook cayó sobre su hombro para detenerlo. El castaño le miró con un brillo de sorpresa en sus ojos, para después empañarse de completa resignación.
—No te voy a pedir que te calmes —empezó de forma suave—. Pero escúchame.
—No quiero escucharte. —Las puertas del ascensor decidieron que era un buen momento para abrirse, ahora que Jungkook podía simplemente plantarse en la mitad para evitar que se cerraran, como lo hizo en ese momento.
—Taehy...
—¡No quiero escucharte! —repitió Taehyung, puntuando cada palabra mientras lo señalaba con un dedo acusador—. Porque lo único que he visto y escuchado hasta el momento es que eres un tipo patético que no puede poner un maldito límite.
—Maldita sea, no conoces...
—No me interesa lo que haya sucedido —lo interrumpió bruscamente. Ya está, al demonio el ascensor. Once pisos o los que sean, aquí vamos. —Si lo que estoy viendo es realmente lo que eres, entonces estoy asqueado. ¡No vengas a hablarme como si fuera un perro rabioso cuando no puedes controlarte ni tú mismo!
Jungkook puso una mano en su hombro, empujándolo hacia atrás.
—¡Lo sé! —Su estruendoso grito dejó el piso entero en silencio, y muy a su pesar, también a Taehyung—. Maldición, lo sé. Porque nunca nadie me había dañado tanto —El golpeó su puño contra la pared aledaña sin mucha fuerza, vencido—. Y estoy tratando de lidiar con eso desde hace meses. Estoy tratando de sanar —masculló con los dientes apretados—. No te atrevas a decir que mis inseguridades son algo patético.
El pelinegro tragó con rabia el nudo de palabras que se habían atascado allí con aquel grito. La puerta del ascensor trató de cerrarse en vano una vez más. Por el rabillo de ojo, podía ver la luz en el panel de botones: otros pisos brillaban demandando el elevador. Pero el tiempo parecía congelado en ese instante.
—Maldición —Taehyung rehuyó su mirada. No le gustaba sentirse... culpable. Tuvo que haberse saltado alguna parte muy importante de su desarrollo como niño porque no estaba seguro de poder definir lo que estaba sintiendo. Él estaba indignado y... algo más, así que no tendría que estremecerse por el brillo apagado en los ojos de Jungkook.
—Así que —El castaño se recompuso, carraspeando. Tampoco esperaba disculpas, a decir verdad. En ese momento ambos estaban aprendiendo que, tal vez, la persona que tenían al frente definitivamente no era ni un cuarto de lo que ellos estaban imaginando—. Escúchame bien. Iré por mis cosas y regresaremos al pueblo. Espérame en la motocicleta. ¿Entendiste?
—No me hables como a un niño —siseó Taehyung, siendo su turno para obligarlo a dar un paso atrás—. Tienes cinco minutos. Si no llegas me iré.
Con ese ultimátum, las puertas se cerraron y solo Jungkook quedó en el pasillo, largando un hondo suspiro. Estaría allí en menos tiempo porque tampoco deseaba demorar mucho más en ese edificio.
Reuniendo fuerzas de donde no las tenía, caminó hacia la puerta del departamento de Seokjin pensando seriamente en la situación. Juró que solo Seokjin sabría que él estaría en la ciudad junto a Taehyung. De verdad, no había motivos para intentarlo. Ni siquiera a él podía llamarlo amigo, ¿eh?
—No puedo creerlo —refunfuñaba Yugyeom, presionado una toalla con hielo contra su mejilla—. Jungkook, cielo, me preocupa ese pueblo, a decir verdad —masculló al verlo pasar por la puerta. Seokjin torció los labios en una mueca de angustia. No iba a negar que también le preocupara ese pueblo, o más bien las andanzas de Jungkook.
—No actúes tan incrédulo —masculló de todas formas. No es como si estuviera del lado de su hermano, tampoco. Tal vez se lo merecía por ver a todos a su alrededor como un nivel más de un juego—. Jungkook, déjame llevarte —pidió al ver al castaño tomar su maleta del sofá.
—No, gracias. Y a ti —dijo, esta vez hacia Yugyeom—. Te pedí que no fastidiaras —Y con una sonrisa triste añadió—: No todos estamos dispuestos a dejarnos pisotear por ti.
Taehyung subió a su moto con un suspiro. Ahora que intentaba calmarse, empezaba a notar el inminente dolor de cabeza en la tensión de sus sienes. No necesitaba ese tipo de emociones en su tranquila vida.
Su teléfono sonó en el bolsillo de su pantalón. Al mirar pantalla se dio cuenta de que se trataba de Chaewon. En otra ocasión, habría colgado sin pensárselo dos veces, pero en esos momentos, de alguna manera sintió que necesitaba una voz conocida.
—¿Mm? —Las fuerzas no le alcanzaron para un saludo. Además, ella felizmente lo había enviado a la mierda el día anterior, así que tampoco tenía que escucharse feliz por hablar con ella.
—Tu mamá mencionó que estuviste en la ciudad —Ella tampoco fue muy gentil—. Solo llamo para decirte que espero que tu hermano esté bien. Pero sigues siendo un hijo de puta.
—Muchas gracias, malcriada, siempre es un honor escuchar tus halagos.
—Y también habló sobre Jennie y... uhm, el hijo del contador. ¿Estuviste con ese chico de las mechas rosadas en la ciudad? —preguntó ella en voz baja, casi un susurro, pero muy seriamente. O debería decir muy confundida.
—Qué te importa si fue así —gruñó Taehyung. Comenzaba a arrepentirse de contestar, así que era hora de decir adiós—. Escucha, no tengo tiempo para esto. Solo hazme un maldito favor.
—Oh, ahora te debo favores.
—Sí. Entra a clases de karate o algo así. Quiero que la próxima vez que un hijo de puta te toque el culo, le rompas la nariz de un puñetazo.
—¿Eh?
—Sí. Nada de cachetadas. Quiero un puñetazo limpio y al tabique. Si me traes un diente, tendrás una recompensa.
Un largo silencio se hizo en la línea y luego una risotada.
—No puedo permanecer enojadas si empiezas a bromear —replicó Chaewon, y Taehyung frunció el ceño, preguntándose en qué momento estuvo bromeando—. Escucha, ni siquiera podría llegar a hacerlo. Tú siempre lo impides.
—¿Exactamente qué cosa?
—Tú solo... espantas a todos los hombres. Cuando ven tu cara, seguro que ellos saben que si me dan una palmada en el culo terminarán con la cara en el de ellos. Esos tipos respetan más a un hombre desconocido que a la mujer que tienen al frente —rezongó con amargura—. Y bueno... creo que puedo defenderme sola, pero me gusta pensar que siempre estás ahí para darme una mano. Si no fuera así, me sentiría... muy triste.
Esas palabras fueron dolorosas para él, tal vez porque había encontrado el sentimiento que estaba buscando. Sí. Estaba triste.
—¿Qué es eso? —preguntó en un bufido—. ¿Ahora quieres un héroe?
—No —contestó Chaewon seriamente—. Solo alguien que muestre que mínimamente le importo.
Taehyung no contestó de inmediato.
—De todas formas, no seas engreído. Solo es tu cara de matón la que espanta; terminarías apaleado también. No eres invencible.
—Huh. Gracias.
[♥]
El viaje de regreso fue tan silencioso que Taehyung podría haber olvidado que llevaba a Jungkook en su parrilla hasta que vio el desabrido letrero que anunciaba la llegada al pueblo. Fue allí donde ambos se separaron, sin nada más que un asentimiento como despedida.
—Llegas tarde. —Fueron las palabras que le dieron la bienvenida cuando puso un pie en el autoservicio. Jungkook rascó su nuca con una mueca. Estaba pensando que regresaría tranquilamente en la noche del día anterior y estaría a primera hora del día tras la caja. Solo que su viaje no fue muy tranquilo, y había terminado viviendo una pesadilla en el departamento de Seokjin.
Yoongi solo suspiró. —Es tu primera vez, así que lo dejaré pasar.
Además, en parte era culpa de él. Los domingos eran los días libres del muchacho, pero con el asunto de Jennie había tenido que cubrir todos los días el puesto de la caja.
—Contrataré a alguien más mientras Jennie está ausente —le informó—. Así que volverás al turno de la noche. ¿Está bien para ti?
El castaño asintió, sin saber realmente si podía replicar o no. El viejo Min se veía como alguien serio, no amargado, solo innecesariamente balanceado. Tal vez Taehyung podía bromear con él, pero con esos ojos pequeños y fríos, Jungkook no estaba seguro de que él también tuviera ese privilegio.
—Bien. Vete a casa. —El hombre asintió toscamente hacia la puerta—. Me haré cargo por hoy.
Jungkook podría haberse negado, porque en realidad le gustaba estar en el autoservicio, o para ser más claros, no le gustaba estar en su casa. Pero se sentía agotado física y mentalmente.
De hecho, tal vez lo que de verdad deseaba en el momento era distraer un poco la mente y silenciar los pensamientos que rondaban por su cabeza, lo que había sucedido desde Busan hasta Seúl, Seokjin, Yugyeom, y por qué no, Seokjin.
De todas formas, tampoco estaba seguro de poder llegar a su casa sin armar una guerra campal, no después de desaparecer un día entero sin avisar. A su padre no le importaría, seguro —es más: podría ni siquiera encontrarse en casa—, pero su madre haría de tan insignificante cosa una tragedia, como todo.
Tal vez era hora de buscar una habitación lejos de allí.
[♥] Miércoles, 23 de marzo de 2010
Era cerca de las dos de la mañana cuando Hoseok escuchó el portón de la bodega abriéndose y la ruidosa moto de Taehyung. No debería importarle cuánto tardaba en regresar del trabajo, pero era particularmente tarde; con Chaewon lejos de la ciudad, un sinfín de posibilidades acerca de su paradero cruzó por su cabeza, aunque no dijo nada.
—Traje cervezas —anunció levantando el six-pack de latas. Hoseok le observó detenidamente mientras lo veía entregarle el paquete a Han Bin, quien jugaba cartas con Ji-ho. Desde su desaparición el sábado, había estado un poco extraño, algo callado y reacio. Dudaba mucho que Chaewon fuera la razón. Tal vez era el asunto con su hermano, pero él tampoco mencionó algo al respecto como para estar seguro. Se enteró por su cuenta en las calles del pueblo, por supuesto.
—¿Quieres? —Hoseok le tendió un cigarro cuando se sentó a su lado, pero el pelinegro se negó con un gesto hastiado, entonces Ji-ho le extendió el porro que él estaba fumando, el cual aceptó sin chistar demasiado. Aun así, no quiso ser partícipe de la conversación.
—Estoy seguro de que no es nueva en el pueblo —declaró Han Bin. A sus oídos no había llegado nueva información, así que estaba seguro de lo que decía.
—No lo sé, hermano —Ji-ho negó con su cabeza, riéndose mientras lanzaba una de sus cartas—. Era una monada. Si vuelvo a verla en el bar, tal vez la invite a salir.
—Hace tiempo no traes a un chica —señaló Han Bin, siendo su momento para lanzar.
—Ya no hay mucho en este pueblo. La última... —Ji-ho le dio un sorbo a su lata de cerveza a la vez que sonreía cínicamente—. Bueno, fue decepcionante. Escucha esto.
Taehyung largó una calada en medio de un suspiro. Acababa de llegar, y ya quería irse. ¿Cuántas veces no había estado en el lugar de Ji-ho, hablando como él? Hablando de una chica en la cama, su cuerpo o lo que llevaba. Realmente no sabes lo vulnerables que se sienten estando allí, permitiendo que te deslices en su cuerpo y reglándote un pedazo de su confianza, hasta que... eres tú el que está en esa posición.
Cerró los ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás en el sofá. Ellos no podrían saber la cantidad de inseguridades que despiertan cuando estás frente a esa persona, expuesto, sintiéndote como la presa; cuando decides ignorar todo eso y dejarte levar. Luego todo termina y entonces... Imagina preocuparte por lo que dirá, por lo que contará a sus amistades. La peor traición a la más genuina muestra de confianza.
—¿Puedes callarte? —preguntó con la voz ronca y cansada, interrumpiendo a Ji-ho a media palabra. El rubio tuvo que mirarlo dos veces para asegurarse de que le hablaba a él.
—¿Qué dices?
—Viejo, te juro que no me importa si la tragaba toda o no —rezongó abriendo los ojos—. Además, ¿por qué le cuentas eso a Han Bin? Estás... ¿tratando de que el hombre se interese en lo tuyo o algo así?
Ahora lo miraba con algo de interés. Es que contarle historias eróticas a otro hombre resultaba un poco gay si lo pensaba bien. Pero no era quien para juzgar.
—¿Qué mierda dices? —repitió Ji-ho, ahora con la voz airada. Él incluso se levantó de su sitio con los puños cerrados; tal vez, si no fuera por la marihuana, Taehyung estaría un poco más preocupado por recibir un puñetazo.
—Además, si le cabía toda en la boca no era tan grande como presumes —comentó Hoseok al aire, riéndose antes de darle una calada a su cigarrillo. Han Bin escupió su trago en una risa y fue esto lo que aligeró el ambiente un poco, solo lo suficiente para que Taehyung se levantara del sofá sin darle mucha atención a Ji-ho.
Le tendió su porro de regreso, y se fue.
Hola a todos 👋
Repetiré lo que dije en el mariscal:
1. Feliz Navidad y felices fiestas. Sé que en algunos casos la familia ya no está completa, así que les envío muchas fuerzas y abrazo 😌
2. Mi salud ha mejorado, muchas gracias por sus buenos deseos 🥺 Por favor cuídense también, escuchen a su cuerpo, no sean imprudentes 🥺
3. He estado lidiando con un tremendo bloqueo creativo, pero me han sugerido una manera de salir lentamente, así que tal vez vean varias OS por aquí y por allá.
4. Síganse cuidando, gracias por su paciencia y su apoyo. 💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro