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09 - {III}



Canción en multimedia: Hot Girl Bummer - Blackbear 🎵 🎶 




♡ - Miércoles, 17 de marzo de 2010




Hay un momento de tu vida en el que piensas... ¿Qué mierda estoy haciendo?

Para Taehyung, no era ese. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

La boca de Jungkook sabía a menta y dulce. Su lengua era demandante, húmeda y, si es que no había vencido a Taehyung ya, estaba por hacerlo. La lluvia no se había detenido desde el día anterior, pero ambos estaban francamente sofocados y acalorados dentro de ese pequeño cuarto.

Sus dedos rozaron el torso de Jungkook bajo la camisa; su piel estaba caliente y sus abdominales se tensaron casi con violencia bajo el toque. Que no le apartara lo hizo regodearse para sus adentros, mientras sus labios eran felizmente atendidos y devorados.

Podía sentirlo, también. La entrepierna del castaño rozaba su ingle y no había manera de retroceder: la mesa presionaba contra su espalda baja y las manos de Jungkook estaban en la orilla, a sus costados. Taehyung se sentía apresado con su ropa encima y para ser honestos, comenzaba a desesperarse. Aquel juego lo estaba llevando al borde, y a su paciencia también, pero no estaba dispuesto a perder esa pequeña batalla.

—Mmm —El castaño suspiró pesado, apartándose solo unos centímetros. Taehyung abrió sus ojos y le observó detenidamente; su pecho bajaba y subía, casi rozando con el de Jungkook, pero la lluvia opacaba un poco el sonido—. Te estás tomando tu tiempo hoy. ¿Asustado de mis palabras?

—No —respondió Taehyung en voz baja—. Tú eres que se está tomando mucho tiempo. ¿Qué pretendes, uh? ¿Verme rogando? Anota esto, campeón. Si tengo que pedirlo, no es divertido para mí.

—No tienes que decirlo en voz alta —Jungkook sonrió de forma arrogante—. Es la mirada que me estás dando ahora mismo, cariño, no trates de engañarme.

—¿Qué mirada?

Un trueno resonó con fuerza y la luz de la bombilla sobre ellos titiló. Ambos miraron al techo unos segundos en silencio y luego el sonido de un celular los hizo respingar a ambos. Jungkook siseó con fastidio al notar que era el suyo y lo sacó de su bolsillo trasero, solo para estamparlo contra la mesa sin mucho interés, a pesar de que seguían llamando.

—No le prestes atención. No dejaré que nos interrumpan como la otra vez —Pero a pesar de sus palabras, Taehyung no pudo estar más en desacuerdo.

—Contesta. Volverán a llamar.

—No hay nadie importante en mis contactos. Eso te lo puedo asegurar.

—Pues ya está, lo hago yo. —Sin importarle mucho, el pelinegro tomó el celular. Era de esos nuevos, que tenían un pequeño teclado con cada letra en una tecla individual. En la pantalla se leía Seokjin, pero antes de poder contestar, Jungkook se lo arrebató con un suspiro exasperado.

—En serio. No es nadie. —Y a pesar de la convicción en sus palabras, el chico se quedó observando el celular por largos segundos.


💬 Mensaje de: Seokjin

Yah, tú, pequeña bestia, estuviste en la ciudad y ni siquiera me dijiste

4:34 pm

Tengo que enterarme por otro lado, maldita sea

4:36 pm

No puedes evitarme toda la vida

5:42 pm

No hemos hablado desde que te fuiste

6:43 pm

Si no vas a contestar mis llamadas, al menos podrías, no sé, escribirme

7:55 pm

Kook

9:50 pm


—¿Quién es Seokjin? —Fue la voz de Taehyung lo que lo trajo de vuelta al mundo real. O más bien, su tono demandante y caprichoso. Él hablaba y daba órdenes como si fuera el maldito rey del mundo.

El ambiente murió como lo haría una vela a la que le ha caído un balde de agua. Jungkook se alejó y arrastró la silla, dejándose caer con un hondo suspiro mientras frotaba su cara. La dramática respuesta hizo que Taehyung frunciera el ceño.

—Maldición —gruñó—. No me digas que soy el cacho. Es decir, si ahora ese tipo quiere venir a golpearme o algo así, primero te mataré por arrastrarme a un problema y luego a él por joderme.

—Solo es un amigo —aclaró Jungkook y eso desconcertó más al pelinegro.

—Ignorándolo de esa manera. Le debes dinero o es realmente fastidioso el chico, ¿huh?

—No. Solo... —Jungkook suspiró y le pareció cómico encontrarse en la misma cabina en la que se había follado a un tipo que un día cualquiera se lo ofreció, pero ahora sintiendo la impetuosa necesidad de hablar y explicarle algo que ni siquiera él entendía—. No me necesita.

—Uh, no estaría llamándote a las diez de la noche. En lo que a mí respecta, podría ser una urgencia.

—Créeme, si lo fuera, sería la última persona a la que Seokjin llamaría —musitó él, alzando sus cejas un segundo—. No necesita todos los problemas que puedo causarle. Te lo dije. Mis últimas semanas en la universidad fueron un escándalo digno de película. No necesita esa estupidez ahora. Estoy haciendo lo más sensato y eso es alejarme.

—Oye —Taehyung levantó la palma de sus manos, alzándose de hombros—. No soy nadie para juzgar si lo que haces es sensato o no. Pero si realmente son amigos como dices, ¿por qué no contestas el maldito teléfono y le explicas lo que acabas de decirme? Tienes los huevos para prometer que vas a follarme tan duro y tan fuerte —Él suspiró, rodando los ojos—, ¿pero no puedes con una llamada? Lo siento, soy un hombre de hechos, no de palabras.

Otro trueno cayó y esta vez la luz se desvaneció. Taehyung no se sorprendió en absoluto; de hecho, se estaba demorando. Lo único que iluminaba el pequeño cuarto era la pantalla del celular de Jungkook; el resplandor dejaba entrever unas facciones contrariadas y molestas.

—Tampoco quiero ser metiche —Taehyung siguió hablando; ahora sus brazos estaban cruzados, y con la calentura desvanecida, su cuerpo se sintió frío—. Dijiste que aceptaste acostarte conmigo solo porque te sentías solo. Lamento no simpatizar con la situación, pero es estúpido lloriquear por eso cuando eres el culpable de tu soledad.

Jungkook dejó escapar una corta risa, pero extraña. No era de gracia y tenía un tinte ácido; Taehyung se sintió excluido de alguna clase de chiste, o de un gran pedazo de la historia. Aun así, el castaño sonrió.

—Brillante consejo. Muchas gracias por la consulta. Ahora iré a mi casa, a reflexionar acerca de lo aprendido el día de hoy.

—¿Es en serio? —Por la poca luz, Taehyung apenas logró divisarlo tomando su mochila. Un ventarrón se coló dentro de la cabina en cuando Jungkook abrió la puerta—. ¡Sigue lloviendo! ¡Y...! —¿Y se atrevía a citarlo solo para... una besuqueada de adolescentes? Menudo fastidio.

—Tranquilo, cariño. No debes preocuparte por mí. Tendré mucho cuidado. —Y luego, sin más, salió.

Taehyung sintió que una bestia mitológica amenazó con nacer desde sus entrañas, de cólera que le invadió. Luego un pequeño bombillo se encendió en su cabeza.

¿Así que había tocado un punto sensible en Jungkook? Y ahora el chico estaba... alejándose.

De nuevo, volvió a pensar en ese amigo que acababan de nombrar. Se alejaba no para proteger a Seokjin, sino para protegerse a él mismo.

Bueno, maldición, eso de todas maneras no aliviaba su molestia.




[♥]



♡ - Viernes, 19 de marzo de 2010



Chaewon cerró los ojos, viendo el color blanco y las estrellas detrás de sus parpados. Un hondo suspiro abandonó su boca, mientras sentía su cuerpo como en el mar, siendo golpeado por las olas.

Escuchó la risa de Taehyung y su respiración le hizo cosquillas en el bajo vientre. El colchón crujió cuando abrió sus ojos; los oscuros irises del pelinegro le devolvían la mirada y una sonrisa de satisfacción escondida detrás de unos labios húmedos.

—Siempre es un placer escuchar ese sonido —dijo Taehyung, mordiendo su labio. Los rizos caían sobre sus ojos en una mata desordenada y Chaewon trató de ponerlos en su lugar, segura de que en algún momento ella iba a desmayarse porque eso había sido demoledor.

—Seguro que eso alimenta tu ego, hijo de puta.

La sonrisa del pelinegro desapareció en cuanto escucharon la puerta principal. Chaewon le dio un empujón afanado, instándolo a vestirse con una mirada de pánico. La voz del gobernador Nam resonó con fuerza y, a regañadientes, Taehyung tomó su camisa del suelo, no sin antes espetar:

—No tenemos jodidos quince años. —¿Qué seguía ahora? ¿Salir por la ventana y luego jugar a Romeo y Julieta? Por Dios—. El gobernador debe enterarse de que algún día tendrá nietos. Quiero decir...

—Sabes que ese no es el maldito problema —siseó ella, logrando apenas colocarse su sostén y la camisa de su pijama.

—El maldito problema es que no tienes los ovarios para decirle que no planeas salir con los hijos de sus socios, mucho menos casarte con esos idiotas engominados.

¡Chaewon!

Sus valientes palabras fueron borradas por el estridente grito. Taehyung escuchó la madera crujir cada vez con más fuerza y por reflejo se agachó junto a la cama, apenas metiendo la mitad de su cuerpo cuando la puerta se azotó contra la pared. Bueno, mierda, lo que sea que estuviera pasando, no lucían como buenas noticias.

—¿Qué pasa? —Escuchó preguntar a Chaewon. La conversación duró menos de dos segundos, pues su padre espetó:

—Haz tus maletas. Tal vez vayas algunos días a Seúl con tu madre.

Luego, la puerta se cerró de nuevo y Taehyung asomó su cabeza con una mirada confundida, misma que le fue devuelta por la chica.



[♥]



—Algo malo está pasando.

No son las palabras que quieres escuchar viniendo de tu jefe, pero fue esa la manera en la que Yoongi lo recibió esa mañana.

Jungkook frunció el ceño y la intriga lo invadió al ver la expresión del hombre. Él no era precisamente un cotilla, pero aun así preguntó:

—¿Qué sucede?

—No lo sé y ese es el problema —Después de las primeras horas, donde el autoservicio se abarrotaba con clientes que compraban cosas para el desayuno, quedaba un apacible silencio en el lugar; eso hizo que sus palabras sonaran extrañamente misteriosas—. Vi algunos camiones con la estampa del gobierno en la carrocería.

—Oh. Justo ayer, una camioneta del canal de noticias pasó por aquí —comentó Jungkook desde su puesto en la caja. Yoongi se apoyó sobre la barra y apretó sus labios, meditando—. ¿Cree que tiene que ver con el otro lado del pueblo?

—No lo creo. —Sospechaba del gobernador. El corrupto gobernador envuelto en otro escándalo. No era sorpresa para él y posiblemente para nadie en el maldito pueblo.

—No se me ocurre nada —murmuró el castaño con una mueca. Sin embargo, para la hora del almuerzo, el enigma estuvo resuelto. Algunos de los vecinos que hicieron las compras del mediodía soltaron un par de detalles aquí y allá. El gobernador había recibido un soborno de una gran empresa agricultora que utilizaba las tierras aledañas al pueblo para que les fuera permitido utilizar pesticidas que, si bien eran eficientes y baratos, habían sido prohibidos por el gobierno hacía años por su toxicidad.

Hacía tres semanas, dos chicos fueron enviados al hospital y casualmente Jungkook se dio cuenta de que su palidez, el sangrado por la nariz y los desmayos coincidían con todo lo que Jennie había pasado. Descubrió que su compañera de trabajo vivía cerca al río, tal como los otros dos, y que seguramente era dicho cuerpo de agua el culpable de que estuviesen intoxicados. Ahora, con la notificación del hospital, gente de salubridad estaba invadiendo el pueblo.

—Ellos deben estar en el río y en los cultivos —señaló Yoongi cuando una de las vecinas trajo la pieza faltante de la historia. Dijera lo que dijera, Jungkook sabía que el hombre era tan cotilla como todos allí—. Mierda. Suspenderán el servicio del agua en cualquier momento.

—Carajo —Jungkook masculló con fastidio—. La electricidad viene y va desde ayer y ahora no tendremos agua. Este pueblo parece sacado de un círculo del infierno.

—Yah —Su jefe le dio un golpe en la nuca—. Estamos hablando de gente enfermándose y tú solo piensas en la comodidad de tu trasero.

El castaño no podía sensibilizarse por la situación. Detestaba ese pueblucho, para ser honestos, y aunque Jennie le agradaba, no podía decir lo mismo del resto allí.

Solo había algo divertido de ese lugar y era Kim Taehyung.

Lo que no era divertido eran sus amigos. Jungkook casi lo había olvidado. A las tres de la tarde, su pesada presencia hizo que el castaño levantara la mirada de la caja cuando la puerta se abrió. Esta vez no venía Hoseok, pero sí el rubio lleno de piercings. Ji-ho. Por suerte, no había rastro del bate que traía la última vez, pero Jungkook no se sintió más seguro.

—Hola otra vez, Jungkookie. Estaba muy molesto porque no había recibido noticias tuyas —dijo acercándose a la caja—. Yo en serio me enojé. Luego recordé que ni siquiera tenías nuestro número. Mi error. Así que... —Se apoyó en la banda y se inclinó hacia él—. ¿Qué dices? Saldremos mañana temprano, a las seis. ¿Te veo en el puente?

—¿Decir que no es realmente una opción? —preguntó Jungkook con seriedad. Ji-ho sonrió en grande.

—No. Así que te veré allá. Por cierto, me gustan tus mechas rosadas —señaló con una risa burlona, antes de abandonar el autoservicio.




Hola, mis niñas. No tengo mucho que decir, solo que espero que wattpad envíe la notificación porque hoy no es día de actu pero igual 😓

Veré si puedo traerles maratón para el cap de la playa 🤗 Sonrían 🤗❤️

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