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09 - {I}



Canción en multimedia: Ain't my fault - Zara Larsson 🎵 🎶




♡ - Lunes, 15 de marzo de 2010


«Mingyu dice que te vio en la ciudad. Cerca del hospital.»


Jungkook tuvo una pesadilla.

Cuando abrió los ojos la tarde del sábado, había un mensaje en su celular.

Solo que no era una pesadilla. De verdad estaba allí.


—Hey, chico. ¿No planeas recibir el dinero?

El pensamiento lo persiguió hasta el autoservicio y el cliente frente a él no era muy paciente a decir verdad. Jungkook estiró la mano para recibir el dinero y notó la chaqueta beige que llevaba el hombre, la cual tenía el pintoresco escudo de la policía local. El susodicho también le estaba mirando como si fuera alguna especie de bicho extraña, entre el disgusto y la curiosidad, sobre todo cuando la mirada agría y seria se detenía sobre su cabello. Su cara era desconcertantemente familiar para Jungkook, al menos hasta que Min se acercó hasta él y le dio una palmada amigable.

—Kim, ¿tan temprano comiendo panecillos? Tendremos un sheriff obeso para final de año —se carcajeó Yoongi. Jungkook le dio una segunda mirada entonces. Así que ese era el padre de Taehyung.

—Mejores que los de Choi, de alguna manera —señaló el hombre alzando orgullosamente la bolsa de panecillos prefabricados híper azucarados.

—¿Cómo están los gemelos? —Mientras Jungkook sacaba el cambio de la caja, su jefe entabló una corta conversación con el sheriff.

—Cada día más listillos. ¿Nada del muchacho?

—No, no lo he visto hoy —respondió Min en un tono más o menos confidencial—. ¿No ha vuelto a casa?

El hombre negó. —No quiero saber en qué ratonera se ha metido —dijo disgustado—. Debe estar con aquellos zánganos despreciables. Hombre, qué desperdicio. —Él recibió su cambio y asintió a modo de despedida hacia Yoongi cuando ya no hubo más conversación. Luego tomó su bolsa de panecillos y dejó el autoservicio.

Yoongi dejó salir el nombre de Taehyung en un largo suspiro mientras negaba y entonces volvió a dejarlo solo. Jennie estaría incapacitada unos cuantos días. Él no sabía cuánto y, si Yoongi conocía el dato, no lo mencionó: solo le dio el domingo como día libre y le asignó el turno de la mañana. Eso significaba que el autoservicio cerraría temprano mientras Jennie no estuviera.

Algunos clientes le preguntaron qué había ocurrido con ella. Algunos otros ni siquiera eran clientes: solo se paseaban por toda la tienda para al final preguntarle a él. Jungkook estaba sorprendido con lo cotilla que eran: ya había escuchado a un par de señoras asumir que Jennie seguramente estaba embarazada. Ni siquiera Taehyung sabía a ciencia cierta eso. Esa mañana, cuando el pelinegro entró al autoservicio, se mostró extrañado de verlo en la caja, como si no entendiera por qué estaba allí tan temprano.

—Supongo que Jennie sigue mal —concluyó. Jungkook cabeceó como saludo y suspiró, apoyando sus brazos sobre la barra y la barbilla en sus manos.

—Ella no está y es una mierda, pero el día ha mejorado considerablemente ahora que me honras con tu presencia.

—Bah —Taehyung bufó cruelmente. Luego dio una mirada de pánico alrededor del lugar, notándolo vacío y silencioso. Sí, cierto. El mediodía era solitario; la gran mayoría estaba en casa, almorzando.

—Uh, pero qué público más difícil —abucheó Jungkook.

—Utilizo las mismas frases —explicó Taehyung desinteresadamente mientras tomaba dos tarros de ramen instantáneo de las estanterías—. No tiene sentido que las uses conmigo. —Él dejó su compra en la barra y apoyó sus manos—. Por cierto, hay un DVD en la tienda de electrónicos a nombre de Jeon Ye-jin...

—Oh, sí. Esa vendría siendo mi adorada progenitora. El DVD se estropeó en la mudanza; algún cavernícola le puso un montón de cajas encima. ¿Lograron salvarlo? —preguntó el castaño con las cejas arriba.

—Mi jefe, básicamente. Pueden ir a buscarlo cuando gusten, o podría traerlo aquí en una hora o dos.

—Eso no será posible. Es mi horario de almuerzo, de una a tres de la tarde. ¿Qué tal si lo llevas a casa? —sugirió Jungkook con sonrisa suave; Taehyung deseó no haber sentido aquel sutil escalofrío en su espina dorsal con la mención de la propuesta—. Para probarlo en el TV, por supuesto. Y si no funciona puedes llevártelo otra vez. Dos pájaros.

—Seguro, suena bien para mí. Hasta entonces. —Él pagó, tal vez demasiado rápido, y metió el cambio descuidadamente en los bolsillos de su chaqueta para partir.

—Por cierto, el autoservicio cerrará temprano hoy, y posiblemente toda la semana —le avisó Jungkook antes de que saliera, considerando que el chico era dado a visitar el lugar en la noche o en la madrugada.

—Se supone que es un jodido 24 horas —rezongó el pelinegro, como si fuera su culpa o algo así.

—No pongo las reglas, cariño.

Taehyung gruñó desde su garganta. De verdad que la palabra le hervía la sangre.

—Cariño tu abuela.

Y cuando estuvo afuera, escuchó: —¡Lo es!



[♥]



Era la 1:30 pm cuando Taehyung golpeó la puerta de entrada de los Jeon. No hubo respuesta.

—Oh, cariño, no hay nadie en casa. —A su segundo intento, quien respondió fue la anciana vecina de la casa del lado—. Será mejor que vengas más tarde.

El pelinegro frunció el ceño y volvió a mirar la hora en su celular. Jungkook había dicho que esa era su hora de almuerzo y que podía llevarlo a casa. ¿Cómo carajos no iba a estar en casa?

—Créeme. El chico salió temprano y el contador fue al ayuntamiento poco después, pero creo que discutieron anoche porque hoy Ye-jin-ssi en realidad subió a un auto rojo que vino a buscarla. ¡Estoy segura de que una mujer lo manejaba pero la vieja Choi dice que no! Terrible, por cierto —Ella se llevó una mano a la barbilla, negando con consternación—. Hasta el momento no ha vuelto nadie a casa. ¿Quieres que guarde el paquete por ti?

—Oh, ¿para que pueda husmear en su interior y descubrir qué traigo conmigo? —replicó Taehyung con ironía—. Se llevará la decepción de su vida porque es un maldito DVD. Puedo traerlo luego.

Él bufó y guardó el paquete de regreso en su maleta, para luego subir a su moto. Simplemente daría la vuelta y entraría por la puerta trasera como la vez que... como la primera vez.

Unos minutos más tarde estuvo frente la cerca del patio trasero. Ni siquiera estaba bien cerrada; probablemente Jungkook no se había tomado el trabajo de hacerlo después de aquella vez y, si ese fuera el otro lado del pueblo, alguien habría saqueado su casa tres veces ya.

Atrevidamente ingresó en la propiedad y caminó hacia la puerta trasera, que daba con la cocina. La puerta estaba cerrada pero no necesitó tocar, pues Jungkook se encontraba allí. El castaño le miró con confusión antes de permitirle la entrada.

—Esta vez podías usar la otra puerta, ya sabes, solo venías a entregar un DVD. Salvo que tu sucia mente confundiera por completo mis intenciones y vengas a buscar algo más. En ese orden de ideas...

—Lo hice; toqué la puerta —replicó Taehyung en un gruñido—. No abriste.

—Oh, ¿en serio? Supongo que no escuché. Esta casa necesita con urgencia un timbre. Todo es tan arcaico en este pueblo. Mi error.

—Como sea. —Taehyung le tendió el paquete y la factura; solo necesitaba el pago y él se iría de regreso a su trabajo—. Solo págame y firma.

Entonces, el horno hizo un sonido, anunciando que lo que fuera que estuviera en su interior estaba listo. Taehyung miró con extrañeza cómo Jungkook utilizaba un guante de cocina para sacar alguna cacerola del horno; en primera instancia porque nunca hubiera pensando que el tipo tuviera alguna habilidad culinaria y en segunda instancia porque eso marrón de aspecto extraño no lucía comestible.

—Uhm —Jungkook tampoco estaba satisfecho con la vista—. Se veía mejor en el paquete.

—¿Qué se supone que es eso?

—Una de esas tortas de supermercado. Solo debía añadir agua, sal, azúcar a la mezcla y dejarlo en el horno diez minutos. Min dijo que estaba por vencerse y me lo regaló —explicó Jungkook—. ¿Crees que le eché mucha agua?

Sin esperar respuesta, el castaño tomó una cuchara y la hundió en la suave masa para darle una probada; luego de degustarlo, finalmente terminó alzándose de hombros.

—Supongo que le eché demasiada agua.

—Dame aquí. —Taehyung tomó la cuchara y también probó aquel pastel de chocolate. En realidad se sentía demasiado dulce y húmedo, pero estaba bien para él, sobre todo después de haber llenado su estómago con una mísera taza de ramen instantáneo para el almuerzo. Su estómago rugió rebeldemente cuando intentó devolver la cuchara.

—Todo tuyo. Las cosas dulces no van conmigo. —Jungkook deslizó el postre hacia él y el pelinegro tomó otra cucharada. Huh. Jungkook podía ver claramente por qué aquel idiota tenía tanta autoconfianza. Era peculiarmente atractivo; su cabello desordenado, su envidiable perfil y bueno, si querías añadir algo más, podías meter a la bolsa sus manos, grandes y de dedos delgados. Era bastante difícil no fijarse en él, con ese aspecto salvaje, feroz e intimidante.

«Mingyu dice que te vio en la ciudad. Cerca del hospital.» 

—No puedo comer si me miras así —murmuró Taehyung, sintiéndose de repente demasiado incómodo por la mirada absorta del castaño.

—¿Uh? —Jungkook se inclinó sobre la isla de la cocina y apoyó su codo allí, reposando la barbilla en su mano—. ¿Así cómo?

—Bueno... así —Una mirada... que si tuviera que utilizar una palabra para describirla tal vez sería demoledora. Demasiado intensa y perspicaz, demasiado profunda—. Como si quisieras comerme.

—¿Comerte? —repitió Jungkook con diversión—. Bien, pues te lo dije ya. El cuerpo no miente.

—No —El pelinegro sacudió la cabeza, ahogándose con el chocolate que aferraba a su garganta—. Me refiero... como un lobo. Destrozarme.

—Peculiar elección de palabras, pero en el contexto correcto puede ser divertido.

—Dios —Taehyung suspiró acalorado y le dio una mirada a Jungkook, la clase de mirada que el castaño estaba acostumbrándose a ver. Una mirada ansiosa y necesitada detrás de un rotundo "jódete"—. Vete al infierno.

Jungkook estiró su mano y limpió un poco de chocolate en la comisura de los labios del pelinegro. —¿Antes o después de comerte y destrozarte como acabas de decir? —preguntó en un susurro, inclinándose con una de esas sonrisillas malvadas y cínicas.

—Después —contestó Taehyung a medio aliento. Él cerró los ojos y probó el chocolate en los labios de Jungkook. Cálidos y dulces se deslizaron sobre los suyos mientras sus manos tiraban firmemente de su chaqueta; él sintió el cuerpo de Jungkook contra el suyo y un suave sonido dejó sus garganta, escapándose entre el beso.

—La próxima vez que te folle, te voy a joder tan duro y bueno —prometió Jungkook, riéndose sobre sus labios—, por todas las veces que me has dicho jódete.

—Jódete —maldijo Taehyung inconscientemente—. No. Quiero decir, en serio. O sea, de verdad. Jódete y vete al infierno mil veces.

—Mil veces. Contando. —La voz ronca contra su oído hizo a Taehyung estremecerse. Él llevó sus manos hacia la camisa de Jungkook, bajo ella. No podía enviarlo. Le gustaba tocar. Los firmes y macizos abdominales del castaño se tensaron bajo su toque y sintió la respiración del chico cortándose unos instantes, justo antes de que sus manos fueran directamente a sus muñecas, deteniéndolo.

—No. Ugh. ¿Por qué? —se quejó Taehyung, molesto cuando sus muñecas fueron apresadas—. ¿Por qué no puedo? No es la primera vez que haces esto. ¿Tienes alguna clase de problema real? O sea, ¿como una mierda psicológica o algo así? ¿Por qué no puedo tocarte? —alargó fastidiado. Su tono quejica y aniñado, más su ceño fruncido, provocaron que Jungkook alzara sus cejas con sorpresa.

—Oh. ¿Acaso quieres tocarme?

—Dijiste que podías hacerlo divertido —Taehyung se quitó la maleta a sus espaldas y luego su chaqueta, que cayó descuidadamente sobre la isla—. Hazlo divertido.

El castaño sonrió y tomó su muñeca, arrastrándolo hacia él. Su mano izquierda fue tras la nuca de Taehyung y su mano derecha se afianzó en su espalda baja, instándolo a caminar con él hacia la sala. En uno de sus jocosos tropiezos, Taehyung sintió su espalda golpeando contra la pared y no pudo evitar soltar una corta risa al verse tan ansioso y desesperado como alguna clase de adolescente hormonal.

Al abrir los ojos, se encontró con su propio reflejo. Había un gran espejo en la sala y la imagen de Jungkook cernido sobre él lo descolocó. El castaño besando su mandíbula y mordiendo el lóbulo de su oreja lo dejaron un poco hipnotizado; fue una sensación placentera ver su mirada borracha y brillante mientras Jungkook hacía su camino por su cuello. Taehyung simplemente siseó y sus dedos acariciaron la nuca del castaño, instándolo a más, mucho más.

—Lo haré divertido, entonces.

Pero ni bien mencionadas aquellas palabras, algunas risas estallaron fuera de la casa, risas femeninas y algunas exclamaciones que hicieron a Taehyung volar lejos de Jungkook porque no, maldición, eso de ser pillados como que no era diversión para él. Al menos esta vez estaba completamente vestido.

—Sagrada mierda. ¿Ella va a interrumpir cada vez? —maldijo Jungkook, golpeando sin muchas ganas la pared.

—El DVD. Iré por él —farfulló Taehyung escabulléndose a la cocina. Esperaba no verse tan agitado como se sentía: desde el calor en su cara, hasta los latidos de su corazón. Por si acaso, limpió sus labios con el dorso de su antebrazo, pero no estaba seguro de que eso hiciera algo con respecto a lo hinchados que se sentían.



—¿Yujuuuu? ¿Hay alguien en casa? —preguntó Ye-jin escandalosamente cuando entró. Se le veía de buen ánimo y llevaba una botella de vino en su mano, la cual agitó con entusiasmo—. Jungkook, mira lo que me ha regalado Neun. Siempre tan encantadora. Oh —Ella se detuvo al ver al chico pelinegro que estaba en su sala, agachado junto a su televisor. Su hijo estaba en el sillón y no parecía nada alarmado por el intruso—. ¿Jungkook?

—Es el DVD. Parece que funciona perfectamente —contestó el castaño, aferrando firmemente un cojín contra su regazo porque bueno, había un problema allí abajo.

—Uhm, buenas tardes. Aquí está la factura —musitó Taehyung, alcanzado el papel—. Necesitaré su firma.

—Iré por el dinero. —Ella asintió y luego hubo un sutil titubeo de su cuerpo, como si hubiera pensado mejor las cosas—. Jungkook, deberías hacerme el favor. Mi mesa de noche, ya sabes.

Jungkook emitió un sonido incómodo desde su garganta. Nop, aquel no era un buen momento para hacer ningún favor.

—No iré. No voy a tocar una miserable cosa de papá —rebatió en un bufido. Su madre respingó y le dio una mirada rápida al pelinegro, antes de observar a Jungkook con los dientes apretados por su insolencia.

—Volveré —avisó al aire. Sus tacones bajos resonaron contra la baldosa del piso mientras se alejaba y Taehyung suspiró profundamente.

—Namjoom debe preguntarse dónde demonios estoy. Debo regresar pronto —se quejó en voz baja.

—¿Planeas irte así sin más? —Jungkook alzó sus cejas—. Cariño, no puedes dejarme así.

—¿Así? ¿Así cómo? Oh. —Cayó en cuenta—. Bueno, contrólate. O lo que sea. No es mi problema.

—¿Demasiado temeroso de una simple amenaza? —se burló Jungkook y Taehyung sonrió.

—Para nada. Tú lo has dicho. Es una simple amenaza.

—Huh. Veremos.






Esta es una hora poco ortodoxa para actualizar pero why not?

No tengo mucho que decir ❤️ Espero que se encuentren muy bien en donde estén, cuídense, descansen, sonrían ❤️

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