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08 - {II}



Canción en multimedia: Freak - Doja cat 🎵 🎶 





—Aquí, aquí. Frena.

El ruidoso motor de la camioneta dejó de sonar y Taehyung sacó la llave. Jungkook bajó del auto y, antes de abrir la puerta trasera, espetó:

—Conduces como un animal.

—Si me dices que gire a la derecha cuando ya pasé la maldita calle, sí, conduciré como un animal —gruñó Taehyung, hastiado.

A las puertas del lugar, el personal respondió rápidamente al verlos entrar. La mujer de bata blanca que hablaba con un enfermero dejó lo que hacía e hizo una seña hacia la camilla, de inmediato preguntando lo que había ocurrido.

—Empezó a sangrar por la nariz y se desmayó —respondió Jungkook cuando Jennie ya no estuvo en sus brazos, sino en la camilla.

—¿Ella está embarazada? —preguntó rutinariamente la mujer después de indicarle a sus enfermeros e internos un par de órdenes.

—No lo sé —murmuró el pelinegro—. Solo soy su compañero de trabajo. —Él miró a Taehyung, dudoso, y el pelinegro hizo una mueca.

—No tengo nada que ver.

—No me refería a... —Jungkook suspiró, sacudiendo la cabeza—. No lo sabemos, doctora. Pero... ella estaba visitando la ciudad regularmente, por citas médicas. ¿Tal vez eso tenga algo que ver?

—¿Alguno de ustedes podría darme más información sobre la paciente? —Con Jennie fuera de la vista y el personal moviéndose para ayudarla, Taehyung y Jungkook quedaron frente a una chica de aspecto joven y aniñado. Ella tenía una planilla y un esfero en su otra mano—. ¿Es alguno de ustedes es su pareja?

—Él —respondió el pelinegro, señalando a Jungkook. Pero el castaño también lo señaló a él y eso hizo que la chica frunciera el ceño.

—Yo —respondió Jungkook entonces; sin embargo, Taehyung dijo exactamente lo mismo al unísono.

—Bueno, pues somos los dos, no vamos a complicarnos —respondió Taehyung. Recibió un duro golpe en sus costillas por parte de Jungkook porque, maldición, no estaban en una situación para bromear.

—Ninguno. Amigos. Solo amigos.

—Necesitaré algún número de contacto —puntuó la no tan paciente chica.

Fue el turno de Taehyung para hablar, dado que Jungkook realmente no conocía a Jennie, mucho menos a su familia o amigos. Una parte de sí ni siquiera deseaba hacerlo. Solo quería regresar tan pronto como pudiera a la ciudad, a su vida.

Desde la puerta del hospital, podía ver los altos edificios del distrito Gangnam y una parte de sí consideró que, tal vez, debería simplemente quedarse. No regresar. Valérselas por sí mismo, lejos de las redes de sus padres, olvidarse de ellos y simplemente rehacer su vida.

¿No pensaba siempre en eso? El problema era que... empezar de cero era aterrador. Conseguir un trabajo en la ciudad no era tan fácil como en aquel pueblo. Siempre, tener una cama asegurada sería mejor que pensar todas las noches dónde podría dormir. ¿Sus amigos? No eran una opción. A la gran mayoría ya no podía decirles amigos, y otros cuantos no querrían problemas; siendo hijos de algunas eminencias, no lo necesitaban cerca. Eso era lo que pensaba él.

—Hey —Fue Taehyung quien lo trajo de vuelta a la realidad con una pesada palmada en su hombro—. Esperemos a sus padres y luego podemos irnos.

—¿Qué? —preguntó Jungkook, frunciendo el ceño. No sabía por qué, pero no pensó que ese fuera el plan de Taehyung—. ¿Te quedarás a esperarlos? ¿Acaso no tienes cosas que hacer? Porque maldición, yo sí. Cosas como regresar a mi casa y dormir.

El pelinegro le miró con rebeldía, como si de verdad esperara que aquello fuera una puta broma.

—Somos amigos.

—¿Y? —replicó Jungkook, incrédulo—. ¿Eso te confiere alguna responsabilidad sobre ella? ¿O solo lo haces para mantenerla en tu lista de conquistas?

El comentario lo golpeó como una cachetada. Más allá de la usual y característica actitud rompe-bolas del castaño, las palabras que osaron abandonar su boca en esos momentos se sintieron mal para Taehyung. Muy mal.

—¿Cuál es tu problema? —preguntó Taehyung, esperando una respuesta. El chico no solo estaba más irritable de lo normal; él parecía querer irse a una discusión, o como si estuviera molesto con Taehyung sin una razón aparente—. Quiero aclarar que soy completamente monógamo —siguió hablando—. Con algunos deslices. Pero sigue siendo mi amiga.

—Hombre, no todos los que te sonríen son tus amigos. ¿Acaso no lo has aprendido?

El pelinegro cerró la boca abruptamente. Ese definitivamente no era Jungkook hablando; y si es que acaso lo era, sus verdaderos colores no le gustaban. No había rastro del tipo burlón y de bromas sutiles, no: aquel era ácido, apático y su expresión de disgusto hizo que Taehyung bufara.

—Eso dependerá de mí. Incluso si nadie estará para mí nunca, me aseguraré de estar para alguien cuando me necesite —rebatió tercamente—. Que te den. Iré al auto. Digo, por si quieres dejar de ser un idiota.

Él cruzó sus brazos cuando estuvo por fin detrás del volante. Aquella era una triste visión de la vida. Imagina ir por el mundo sin confiar en nadie, porque sabes que todos en algún momento se irán o te dejarán. Imagina no poder compartir algo sincero con nadie, nunca. Imagina de repente volverte uno de esos: ser la clase de persona que se interesan en los problemas de los demás solo porque les alegra saberte mal.

Unos minutos después, Jungkook subió a la camioneta. No lo miró y no dijo nada.




[♥]




—¿Desayunaste ya?

Dos cosas. Habían dejado la motocicleta en el taller de confianza de Hoseok, que estaba a las afueras de la ciudad. Tardarían al menos cuatro horas para dejarla como nueva. La segunda no tenía que ver con la moto. Jungkook estaba especialmente callado.

Después de escuchar sus gruñidos todo el camino, Taehyung estaba desconcertado de escucharle escupir castos monosílabos para guiarlo por las calles. No es como si estuviera esforzándose por mantener una conversación, de todas maneras, pero el radical cambio era incómodo.

—No —contestó Jungkook. Estuvo trabajando desde las siete de la noche del día anterior; a las siete de la mañana, la registradora decidió que no quería funcionar y, dos horas y algo después, estaba a las afueras de un taller después de dejar el hospital. Así que no. Ciertamente no había comido absolutamente nada.

—Podemos, uh, pasar por una cafetería. Tardarán —señaló el pelinegro, cabeceando hacia el taller.

—No traigo dinero conmigo.

—Puedo darte —Jungkook lo miró con una ceja arriba y Taehyung carraspeó—. Con énfasis en carácter devolutivo.

Incluso si quisiera negarse, su estómago no lo haría porque además de sentirse drenado de su energía, estaba hambriento.

—Hay un lugar cerca de aquí. Es de una vieja vecina del pueblo, la viuda del anterior sheriff —insistió Taehyung—. Ella compró una cabaña con los ahorros y lo convirtió en un restaurante. Campestre, cinco mesitas, adorable. Me ama así que nos hará descuento.

—Sería bueno. Gracias —masculló el castaño, zanjando el tema. Sus ojos volvieron a la ventanilla y Taehyung encendió el motor del auto. No escuchar queja alguna por parte del castaño por el horroroso sonido fue como la gota que derramó el vaso.

—Muy bien, ¿qué mierda te pasa? —preguntó molesto.

—¿De qué?

—De qué —repitió Taehyung, bufando—. Tienes una actitud de mierda hoy y ni te digo de la cara.

—Solo estoy... pensando.

—¿En qué?

—En ti.

La camioneta dio un vergonzoso trompicón que le recordó al castaño que aquella chatarra ni siquiera tenía un maldito cinturón de seguridad. Jungkook miró a Taehyung con reproche, pero el chico no hizo mucho por mirarlo.

—Fue la camioneta —se excusó con un carraspeo.

—Que no se te suba el ego. No estaba pensando en ti de esa manera. Más bien, en lo que dijiste.

—Ah, claro. La próxima vez podrías, no sé, escoger bien tus putas palabras.

—Claro, lo haré para que no tengas un infarto. —El castaño rodó los ojos. Cuánta arrogancia la de ese chico—. Me preguntaste por qué había aceptado tener sexo contigo. Creo que acabas de darme la respuesta.

—¿Algo que añadir además de mi retaguardia? —preguntó Taehyung con ironía. Jungkook no respondió inmediatamente y tuvo que darle una mirada rápida de reojo para instarlo.

—Sí. Creo que acepté porque... En realidad, me sentía solo.

—Oh, estupendo, ahora me convertí en una muñeca inflable. —Sin duda era mejor quedarse con la excusa de trasero. Al menos así se sentía... deseado, y no solo utilizado para llenar un lugar.

—No me malinterpretes. Me expulsaron de la universidad, tuve que dejar mi casa y mi vida, y tuve que mudarme a un pueblo donde no tuve siquiera oportunidad de empezar una nueva vida porque los rumores me persiguen. Fuiste el único que mostró algo de interés en mí. No en mi padre, no en por qué vine, no en de dónde vengo. Al menos no en un principio.

—No me hagas quedar como un santo. Solo me acerqué a ti porque eras el único que podía... Ayudarme —terminó el pelinegro, apretando el volante en sus manos antes de maniobrarlo para llevar el carro fuera de la carretera, hacia una pequeña trocha que iniciaba detrás de un pequeño cartel con una flecha. Jungkook no estaba seguro de que la camioneta fuera precisamente todoterreno pero el pelinegro parecía confiar mucho en esa vieja Dodge.

—Lo sé —dijo Jungkook—. Por eso estoy pensando. No creo que esto que estamos haciendo nos lleve a ningún lado.

Un silencio pesado cayó entre ellos y paulatinamente el auto se detuvo, en medio de árboles y maleza.

—No hago las cosas porque piense que me van a llevar a algún lado —musitó Taehyung, mirándole.

—¿Entonces?

—Solo... —Él bajó su voz y se inclinó, soltando una pequeña risita—: Las hago porque quiero.

Jungkook lo miró con una sonrisa triste. Algo en ese mantra le daba un poco de lástima.

—Además, ha sido una experiencia... educativa —dijo Taehyung otra vez, acomodándose un poco en su sitio—. He llegado a varias conclusiones. Una de ellas es que te falta probar un buen coño. Por eso eres gay.

—Comentario promedio de heterosexual descerebrado —musitó Jungkook, no sorprendido en absoluto por su reveladora conclusión—. ¿Sabes qué? Yo podría decir lo mismo. Si eres tan hetero como dices, seguro te falta una buena polla. Podría decirlo. Pero ambos sabemos que estaría mintiendo, ¿uh?

Taehyung no dijo nada inmediatamente y el castaño sonrió, estirando su mano para alcanzar la barbilla del chico y obligarlo a mirarle. Taehyung sacudió su cabeza para apartarse de su agarre.

—Bueno, ya te lo he dicho —respondió mirando hacia otro lado—. No voy a mentir: pensé que esto sería más emocionante. Pero no hay nada particularmente misterioso detrás de esto. Supongo que terminaré añadiéndolo a la lista de experiencias, en la que habrá un montón de cosas más, así que no, no es nada especial.

Una risa real abandonó la garganta de Jungkook y Taehyung no pudo evitar mirarlo con cierta sorpresa. Bueno, primero que nada no sabía cuál era el chiste; y además, tampoco creía posible escuchar un sonido de alegría viniendo de ese tipo.

—¿Sabes qué es lo más encantador acerca de los hombres? —preguntó Jungkook en cambio. Su pesada mano cayó en el muslo del pelinegro y Taehyung se retorció bajo su toque, que lentamente avanzó hacia su entrepierna bajo la mirada brillante del pelinegro.

—¿Qué cosa? —Él soltó un suspiro hondo.

—Aunque sus labios lo intenten, sus cuerpos no pueden mentir —contestó el castaño, deteniendo su mano. Casi inmediatamente, Taehyung tomó su muñeca para evitar que se alejara. Su miembro se sintió de repente apretado en sus pantalones y él observó la sonrisa de triunfo en los labios del castaño.

—¿Y qué tiene que ver eso conmigo? —preguntó en un susurro agitado. Cerró los ojos cuando el roce sobre su miembro se hizo más duro y pesado.

—Te escondes detrás del desinterés, refugiándote en un tonto "quería y lo hice, no hay más". Olvidas que te tuve en mi cama y, con todo el respeto a ellas, gemías como una puta.

Taehyung abrió sus ojos con una mirada molesta, que desapareció tan pronto como Jungkook hizo su camino al interior de sus jeans. Él se deshizo en un suspiro tembloroso que no alcanzó a salir. Los labios de Jungkook encontraron los suyos, suavemente, pero tan lento y profundo que las caricias sobre su entrepierna se perdieron allí, entre ellos.

Su mano libre fue tras la nuca del pelinegro para acercarlo pero solo recibió un pequeño ruido de incomodidad cuando Taehyung golpeó su rodilla contra el volante por el poco espacio. Jungkook se separó con un suspiro de cansancio y sus labios brillantes e hinchados revelaron otra sonrisa que prometía el infierno.

—Dios. Eres tan aburrido. —Y así sin más, el castaño se incorporó en el asiento y pasó una pierna sobre sus muslos, dejándose caer sin pudor alguno en su regazo mientras su mano aún acariciaba su erección—. Suerte para ti que no me gusta la timidez.

Taehyung abrió la boca como un pez pero de allí no salió nada por la sorpresa; su miembro sensible y erecto se retorció entre ellos por la sangre agolpándose furiosamente y sus manos quedaron congeladas en el aire unos instantes, mientras trataba de asimilar lo que estaba pasando, lo que provocó una segunda carcajada en Jungkook.

—No te sorprendas tanto. Es lo divertido de esto —dijo. Su mano seguía masturbándolo un ritmo suave y constante; las venas de su miembro se marcaban y rozaban sus dedos con cada movimiento.

—Mierda. —Vencido por las sensaciones, Taehyung dejó caer pesadamente sus manos alrededor de sus caderas e incluso levantó las suyas para frotarse en un suave vaivén. Su glande empezaba a brillar por el líquido preseminal y Jungkook dentro de sus pantalones tenía su propio problema. El pelinegro tenía unas manos especialmente... inquietas; de inmediato, se colaron bajo su camisa, hacia sus abdominales, rozando la piel de su espalda también.

—Uh-huh —Jungkook sonrió contra sus labios antes de volver a besarlo. Empujó su lengua contra la ajena y sintió al pelinegro temblar bajo él, mientras el sonido de su respiración se hacía más y más fuerte.

Taehyung jadeó y levantó sus caderas otra vez, necesitando más de eso. Su vientre caliente cosquilleó; el corazón le retumbaba en los oídos y su cabeza cayó hacia atrás con un hondo gemido. Jungkook tenía razón. Tenía tanta razón. Pero cada palabra fue tragada y forzada a desaparecer. Lo único que quedó fue su orgasmo y el oleaje del mismo, junto con sus suspiros entrecortados y la mirada brillante de Jungkook sobre él.

—Qué desastre —murmuró el castaño, observando su mano manchada por semen. Él sonrió y la puso frente a él, ganándose una mirada confundida por parte de Taehyung—. Chúpalo —demandó. Pero no se escuchó como una orden, más bien, fue un susurro bajo y sugerente. Aún así, la duda en la cara de Taehyung fue evidente—. Bueno, es tu desastre. No veo por qué no puedas limpiarlo.

Rozó sus dedos contra los labios del pelinegro, quien los abrió después de un pequeño titubeo. Su índice y dedo medio se deslizaron dentro de la boca de Taehyung y la cálida lengua los acarició suavemente, limpiando los rastros de semen a su alcance en una lenta y perezosa lamida. El sabor no terminaba de convencerlo; no era su favorito, aunque se tratase del suyo.

—Mmm... —Jungkook ronroneó y sacó sus dedos—. Esto será divertido si me dejas, o será una completa pérdida de tiempo si sigues siendo un idiota. —Su mano limpia tomó la barbilla del chico y sus labios barrieron los del pelinegro descuidadamente, en un sucio y obsceno beso.

Taehyung dejó que sus manos cayeran desde sus costillas hasta sus caderas, sintiendo de repente la necesidad de tocarlo; pero cuando sus pulgares rozaron la cintilla de sus jeans, el castaño tomó su muñeca y se separó con una sonrisa desconcertante.

—Voy a necesitar esta botella —dijo Jungkook, refiriéndose al garrafón de agua que estaba en el asiento trasero y que se utilizaba para surtir el agua de la camioneta cuando se recalentaba.

Él abrió la puerta del vehículo y bajó como si nada, alejándose del camino para poder enjuagar su mano sobre un arbusto. Taehyung exhaló y guardó su miembro dentro de sus pantalones otra vez. Pero qué maldita clase de juego era ese. Si ese tipo creía que cortar el rollo a la mitad era divertido, su estrategia para conquistar chicas debía ser replanteada con urgencia.

Chicos. Conquistar chicos.

Como sea.

—Por cierto, respecto a tu mensaje... —Subió de copiloto nuevamente y dejó el garrafón en el asiento de atrás; Taehyung lo miró expectante—, no se va a poder. Primero que nada, es mi día libre y preferiría, bueno, dormir. Y además, si Jennie no regresa, ni siquiera tendré día libre.

—Bien. —Aunque la palabra indicaba aprobación, el tono venenoso con el que salió sorprendió al mismo Taehyung. Hastiado, encendió la camioneta y se puso en marcha hacia el restaurante.

Jeon Jungkook era un idiota.




CHICOS PERDÓN POR LO QUE VOY A DECIR A CONTINUACIÓN: olvidé decirles que espero que hayan leído las etiquetas porque definitivamente esta historia tendrá Vkook (i mean taetop) y no habrá manera alguna ni forma humana de que me hagan cambiar de opinión y de VERDAD LO SIENTO POR HABER OLVIDADO MENCIONARLO LA INICIO pero sí. Si quieren irse están en todo su derecho pero si se quedan quiero que sepan que OBVIO les avisaré en el capítulo correspondiente y leerlo o no tampoco influirá nada en la trama así que pueden saltárselo.

But you should read it.

PERO ES SU DECISIÓN. 

Sin más que añadir, les doy las gracias por sus buenos deseos y les mando muchos besos y abrazos ❤️ Espero que estén bien y se cuiden mucho ❤️ Mañana actualizaré El mariscal ❤️ Sonrían ❤️

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