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Canción en multimedia: Go f*ck yourself - Two feet 🎵 🎶
♡ – Miércoles, 10 de marzo de 2010
Había algo... inquietante en Jungkook.
Taehyung no podía decir qué, pero al encontrarse con su mirada cuando el chico le abrió la puerta trasera de su casa, de nuevo lo sintió.
Sus ojos oscuros eran como un pozo cálido. Era como si con ellos Jungkook pudiera adentrarse lentamente en ti, un pacífico mar negro que golpea suavemente contra tu alma. Pero su sonrisa... Su sonrisa. Había un atisbo de arrogancia en ella, como si él supiera perfectamente los estragos que podía causar.
Con una toalla en su cintura y su cabello húmedo por el baño recién tomado, el pelinegro le invitó adentro con un ademán. Taehyung nunca había estado antes en esa casa, y no estaba seguro de que todo les perteneciese a los Jeon, pero al menos por lo que podía decir, era como ver un pequeño pedazo de Seúl allí. Las casas del pueblo eran más bien... llenas, acogedoras, cálidas y rústicas. Aquella parecía tener solo lo necesario y un poco más, todo tan frío y milimétricamente acomodado.
—Lamento recibirte en paños menores —dijo Jungkook—. Consideré poco práctico vestirme, teniendo en cuenta que tendré que desvestirme.
—No creo que lo lamentes en absoluto —Taehyung giró sobre sus talones y notó que el castaño estaba más cerca de lo que imaginó. Ninguno de los dos dio un paso atrás, sin embargo.
—¿Por qué creerías eso? No soy una máquina de sexo. Puedo tratarte muy, muy dulcemente —Jungkook sonrió apenas antes de inclinarse hacia sus labios y Taehyung por reflejo cerró los ojos, aunque no estaba preparado para un beso suave como ese. Sus labios se separaron un poco y Jungkook empujó su lengua, simplemente acariciando, húmeda y cálida rozando la suya en una danza lenta y profunda—. Si así lo quieres —Él terminó y un suspiro se perdió entre ambos.
—No digas ridiculeces —gruñó Taehyung. Su mano sostuvo la nuca del castaño y sus labios se encontraron nuevamente, ahora en un desordenado compás.
Hicieron su paso hacia la habitación, entre besos y tropezones, mientras la temperatura rompía el termostato por las ansías y el deseo implícito. Jungkook cerró la puerta con llave detrás de sí, a pesar de que estuviesen solos: era un efecto colateral desde que se había mudado a ese cuarto y sus padres se habían convertido en sus vecinos, quienes ocasionalmente se aparecían para joderle porque sí y porque no.
El castaño levantó la camisa de Taehyung, la cual hizo su camino fuera, y con el rozar se sus pechos desnudos no pudo evitar notar la abominable diferencia. No es como si las chicas de ese pueblo pudieran presumir de sus senos, pero diablos, una copa A era mejor a... bueno, a nada. Además, Jungkook no era pequeño, ni mucho menos más bajo.
—Está bien. No cosas dulces. Picantes. —Jungkook volvió a besarle y con las camisas lejos, el brazo del castaño rodeó su torso, acercándolo; Taehyung se sintió francamente atacado, pero su pánico fue reemplazado por la sorpresa cuando luego fue empujado hacia la cama. Su espalda rebotó contra el colchón y tuvo una buena vista de Jungkook en sí, lo cual no hizo más que hacerlo sentir doblemente atacado, porque esa era la primera vez que lo veía sin camisa y diablos, ¿cuál era la necesidad de tener su cuerpo tan bien trabajado? ¿Intimidar a las personas? Porque bueno, estaba funcionando.
—No me gustan las cosas picantes. —Se sintió como un estúpido al decirlo, pero también quería aclararlo. En serio, las cosas picantes no se llevaban bien con él.
—¿Por qué luces como si fueras un venado a punto de ser atropellado? —Jungkook afirmó su rodilla en la cama, justo entre sus piernas, y luego apoyó sus puños a cada lado de su cabeza.
Taehyung no respondió a eso. Su corazón latía demasiado fuerte, como si fuera su primera vez o algo así.
—Mira, no tenemos tanto tiempo para una conversación. Los eventos en el ayuntamiento duran como cuarenta minutos. Habla el gobernador, presenta a tu padre, el señor habla y luego baja del estrado para saludar primero a la esposa del gobernador, luego al sheriff, luego a las viejas chismosas del pueblo que necesitan hacer un estudio de suelos y dar algunas sugerencias y hablar mal de algunas cuantas familias y luego se acaba todo.
—Uhm —Jungkook se inclinó, sonriendo—. Bueno, lamento decepcionarte entonces, pero no puedo ser dulce con tan poco tiempo.
La cara del castaño se perdió en la curvatura de su cuello y Taehyung cerró los ojos, suspirando por la humedad que dejaba la lengua de Jungkook a su paso. A pesar de sus palabras, el chico no parecía muy apurado; él mordió la piel de su clavícula, sus pectorales y su pequeño y moreno pezón, arrancándole un sonido de sorpresa y queja.
—Dios. —Él respiró pesadamente y escuchó a Jungkook reír contra su abdomen. Los dedos del castaño se engancharon en el borde de su sudadera; Taehyung levantó sus caderas, viéndose completamente desnudado ante Jungkook cuando este tiró de su ropa hacia sus muslos. A Taehyung le sorprendió su propia desesperación y cómo estiró su mano para arrancar la toalla de Jungkook, aunque luego se mostró bastante arrepentido al respecto.
—¿Esos eventos duran tan poco o solo tienes afán? —Quiso saber Jungkook, al ver su pene semi-erecto creciendo poco a poco bajo la mirada indescifrable del pelinegro.
Pero la pregunta pudo haberse respondido por sí misma cuando la puerta principal fue abierta. Taehyung abrió los ojos con horror y trató de incorporarse, tal vez buscar su ropa y huir, pero Jungkook empujó sus hombros contra la cama y presionó una mano contra su boca, siseando.
—No armes un maldito escándalo.
Su mano libre se deslizó hasta la entrepierna de Taehyung. Sus dedos se cerraron alrededor de su miembro y el pelinegro alzó sus cejas, preparándose para ser golpeado por una segunda ola de pánico cuando el castaño susurró:
—Será mejor que te mantengas callado.
La voz de su madre se escuchaba lejana y sus tacones sonaban intensamente sobre la baldosa, mientras renegaba de su memoria. Seguro algo había olvidado y ese algo no podía estar en su cuarto.
Taehyung se retorció bajo él y gimió contra sus dedos con las caricias en su miembro. Jungkook no se detuvo, siguió moviendo su mano por toda su longitud, observando los ojos del pelinegro cerrándose por el placer y escuchando sus bajos jadeos, aún cuando los tacones de la mujer resonaron en el pasillo frente a la puerta.
—Jungkook —Ella forzó la perilla, gruñendo al ver que esta no cedió—. ¡Jungkook!
—Estoy muy dormido —contestó el chico con una sonrisa. Podía ver el brillo en los ojos de Taehyung, el miedo y la excitación juntos.
—Esto es importante para tu padre. ¿Estás seguro de que no quieres venir? Podrían... arreglar las cosas.
Jungkook presionó el glande de Taehyung en sus dedos, jodiendo el pequeño orificio en la punta. El pelinegro respingó y tomó la mano de Jungkook, pero la que estaba sobre su boca, porque necesitaba más que una mano para no dejar escapar ni un solo ruido.
—Acabo de terminar mi turno en el autoservicio. Solo quiero dormir —contestó Jungkook en un tono borde. Unos segundos después, el ruido de los tacones alejándose se escuchó y el castaño movió su mano más rápido; Taehyung realmente trató de controlar su respiración, pero las cosquillas en su vientre aparecieron y él solo pudo concentrarse en aliviarlas, embistiendo la mano del castaño en un intento desesperado por hacerlo.
La puerta principal sonó y eso fue todo lo que necesitó Taehyung para dejarse ir. Él gruñó desde su garganta, la mano de Jungkook aún presionando contra su boca. El orgasmo lo golpeó con fuerza y su semen se derramó en la mano de Jungkook cuando su cuerpo se estremeció.
—Eres un idiota. Eres un imprudente —remilgó Taehyung cuando por fin su boca fue liberada; las marcas en sus mejillas quedaron, pero al menos él no podía verlas, o Jungkook estaba seguro de que recibiría un par de patadas en los huevos.
—¿De qué te estás quejando? A cualquier persona se le aguaría el pene cuando una señora está por descubrirlos. Tú lucías bastante excitado.
—No. No fue así. Ahora todo tiene sentido. ¿A qué idiota lo atrapan cogiendo con su profesor? Solo al más imbécil.
La mano de Jungkook, húmeda con su semen, se deslizó sobre sus huevos y presionó contra su entrada, sin aviso. Taehyung respingó y alzó sus caderas, resintiendo un poco la intrusión.
—Cariño, no sabes la historia completa, así que mejor cállate —dijo sin dejar de sonreír. Sus dedos penetraron un poco más profundo y Taehyung se retorció con un pequeño gemido.
—Entonces, ¿qué ocurrió? Quiero saber —demandó en un tono insolente.
—No quieres, y no estás en posición de pedir una mierda —Hundió sus dedos y los sacó lentamente, repitiendo dicha acción un par de veces. Taehyung mordió su labio. Su interior se contraía casi inconscientemente alrededor de los dedos del castaño y su miembro volvía a llenarse. ¿Era consciente de eso? Se encendía tan rápido; Jungkook disfrutó joderlo con sus dedos, ver cómo movía sus caderas hacía estos, pero cómo mordía su labio, negándose a gemir.
Jungkook se detuvo y el chico tuvo la osadía de mirarle con molestia. Se inclinó hacia la mesa de noche y de los últimos cajones sacó el lubricante y el preservativo. No perdió tiempo en colocárselo y lubricar el látex, así como la entrada de Taehyung, quien aún no lograba acostumbrarse a ese frío gel.
—¿Seguro? —preguntó Jungkook, presionando el glande su miembro contra su ano: se ganó una mirada incrédula—. Solo me cercioro de que de repente no hayas cambiado de parecer y salgas huyendo.
Se acomodó de rodillas frente a Taehyung, llevando las piernas del pelinegro por encima de sus muslos, alrededor de sus caderas. Taehyung miró a otro lado, sonrojado pero muy orgulloso, sobre todo muy orgulloso.
Jungkook lo penetró lentamente y embistió con sus caderas. El pelinegro exhaló, recordando el no tan agradable ardor de la otra vez.
—Está bien, relájate —murmuró Jungkook, yendo más profundo.
¿Cuántas veces no había sido él el quien dijera "relájate"? Ahora podía ver que no servía para una mierda. Taehyung lanzó su cabeza hacia atrás con un suspiro. De todas formas tenía que admitir que el hecho de sentirse lleno fue complaciente y el pensamiento lo asustó un poco. Él mordió su labio y el castaño movió sus caderas en un suave vaivén. Podía sentir sus pliegues estirándose y luego succionando el miembro de Jungkook. Cómo la línea entre el dolor y el placer se borraba no terminaba de maravillarlo.
Él era suficientemente honesto consigo mismo para aceptar que aquello le gustaba, pero no para decirlo en voz alta y eso provocó que Jungkook siseara.
—Cariño, no te hagas el difícil. Dame un poco de crédito y dime cómo lo estoy haciendo. —Embistió con fuerza su entrada y un grito abandonó la boca de Taehyung, cuyos ojos se abrieron con sorpresa. Jungkook volvió a penetrarlo, duro, seco, y Taehyung arqueó su espalda, no sabiendo qué hacer para liberar esa sensación que estremecía sus nervios.
Él abrió la boca y de allí escaparon jadeos entrecortados, uno sobreponiéndose al otro con cada embestida de Jungkook. Los huevos del pelinegro se estrellaban contra su trasero y el leve ardor era descolocante también.
Taehyung movió sus manos, un poco desesperado: primero cubrió sus ojos, luego tomó las sábanas entre sus dedos; después sus manos, curiosas, tocaron a Jungkook sutilmente. Los músculos de sus brazos se sintieron tensos bajo su tacto, calientes, así como sus hombros, sus dorsales, sus oblicuos. La piel macciato del castaño casi le quemó. Entonces, llevó las manos a la almohada bajo su cabeza, aferrando la tela con fuerza.
—Inquieto —Jungkook gruñó; su voz estaba un poco ronca. Sus manos atraparon las muñecas de Taehyung contra la cama y sus movimientos no cesaron. Él jodió al pelinegro, duro, lento, sintiéndose como el puto amo viéndolo perder la batalla contra él, cómo gemía sin contenerse, cómo se retorcía bajo su cuerpo y bajo su agarre.
—J-Jungkook —Esa voz, esa jodida ronca y aterciopelada voz gimiendo su nombre. Taehyung logró zafar una de sus manos y la puso en el abdomen de Jungkook, entre ellos, deseando gritarle, deseando pedirle más, deseando parar, deseando seguir, deseando cualquier cosa que aliviara esa fogosa sensación en su interior, porque su cuerpo no parecía poder con tanto, con todas las sensaciones nuevas, con lo bien que se sentía ser penetrado, cómo su interior se estiraba hasta hacerlo ver estrellas, cómo los dedos de sus pies se encogían por el placer.
Todo su cuerpo se tensó deliciosamente y él arqueó su espalda, dejando salir un hondo suspiro de alivio cuando se corrió, fuerte, chorreando su abdomen. Jungkook gimió y Taehyung, sintiéndose como en el mar, flotando, lo miró solo un momento. Su ceño fruncido, su labio apresado entre sus dientes, cómo encajaba entre sus piernas, cómo sus caderas golpeaban contra las suyas.
—Ese fue uno bueno, ¿eh? —Jungkook gruñó. Taehyung solo cerró los ojos, rendido, sintiendo la calidez del semen a pesar de látex del preservativo. La sensación lo hizo estremecerse.
¿Y ahora qué? Él se preguntó a sí mismo, cansado. Jungkook se separó y se levantó, anudando el preservativo para evitar un desastre. Tendría que envolverlo en papel para que su madre no se desmayara si lo veía en la papelera del baño, porque, ciertamente, lo primero que la mujer iba a pensar no sería sobre su hijo volviendo al camino de la heterosexualidad.
—Puedes cambiarte en el baño o aquí, como gustes. Sal por la puerta trasera de nuevo —dijo Jungkook cuando regresó, en un gesto desapegado, pero que contestó muy bien la pregunta de Taehyung. El pelinegro bufó y recogió del suelo su ropa interior y su sudadera; luego su camisa.
—No soy tu cariño —rezongó mientras la pasaba sobre su cabeza, ignorando la desnudez de Jungkook, quien sin pudor alguno se paseaba por aquí y por allá.
—Nada personal, cariño, llamo así a todos los que me colman la paciencia con rapidez —dijo Jungkook alzándose de hombros. Taehyung deseó golpearlo.
—Jódete —masculló dejando la habitación. Lo último que escuchó fue una risa y un descarado:
—No es un insulto para mí.
Debido a un cambio repentino de horarios y cronograma, posiblemente no sepan de mí hasta la otra semana. Espero que les haya gustado, por favor sonrían y organicen su tiempo para que no estén estresadas como yo ahora 🤓❤️
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