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Reclutando

—El equipo debe ser de siete, no más, no menos.

Spreen chasqueó la lengua al escuchar las palabras salir del hombre en la entrada, por el rabillo del ojo vio a un nervioso Shadoune rascando su nuca. Primera y última vez que le dejaban a cargo.

—Vamos, amigo —Conter se acercó al guardia, codeándolo amistosamente—, seguro que puedes hacer una excepción, que somos seis, si nos movemos rápido, y créeme, lo somos, nadie lo notará.

—El equipo debe ser de siete, no más, no menos —repitió el hombre con voz monótona, claramente no dejándose influenciar por los intentos de persuasión.

—Bien, yo lo intenté —Conteo se encogió de hombros—, buen trabajo Shadoune, ya saben lo que dicen: nunca debes confiar en un francés.

El denominado team tryhard comenzó entonces una discusión acalorada ante la mirada aburrida del guardia en la puerta, ganándose también varios cuchicheos curiosos de equipos, aparentemente, mucho mejor organizados que ellos.

—No vamos a arreglar nada así —Farfa alzó la voz en medio del caos, cruzándose de brazos—, si en verdad queremos entrar, en lugar de estar acá perdiendo el tiempo aceptando que Shadoune es imbécil--

—¡Hey!

— --mejor deberíamos emplearlo en buscar a uno más, seguro algún equipo está incompleto también.

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“Ni siquiera debe ser bueno” recalcó Farfa antes de que se separaran con un nuevo objetivo “con que nos siga el paso es más que suficiente”

Sentado en las ramas de un alto árbol, Spreen escaneaba la zona de llegada a la entrada a la arena, bufaba divertido al ver a equipos enteros a los que sin duda haría papilla en cuestión de segundos y sentía su sangre hervir de emoción al observar algunos rostros conocidos que ya le habían dado pelea tiempo atrás.

Tenía que estar dentro, pensó.

Y Farfa en realidad tenía razón, vamos que encima era prácticamente imposible encontrar a alguien bueno a pocos minutos de que arrancara el evento, con que respirara le bastaba.

—¡¿Qué dijiste de mi madre?!

Una voz desconocida a los pies del árbol lo hizo mirar hacia abajo, un par de chicos apuntaban sus espadas y acorralaban a un chico castaño contra el tronco, el cuál levantaba ambas manos al frente suyo y portaba lo que él calificaría como una sonrisa bastante boba.

Examinó a los dos chicos que portaban espadas, postura pobre y agarre demasiado fuerte en la empuñadura, si esa era la forma en que manejaban sus espadas se cansarían a los pocos minutos de entrar en combate.

Aunque bueno, al menos uno era menos peor que el otro, podría probar reclutarlo.

—No, no, no, “chingas a tu madre” —habló el chico acorralado entre risas, al parecer demasiado idiota para medir la gravedad de su situación—, es un decir, lo usamos mucho de donde vengo.

—¿Sí? —uno de los agresores relajó la mirada y bajó un poco la espada que apuntaba a su cuello— ¿y qué significa?

Los hombros del castaño se sacudieron mientras una risita escapaba de sus labios.

—Qué vayas y chingues a tu madre... y así.

—¡ERES HOMBRE MUERTO!

Spreen giró los ojos, preparado para saltar del árbol y detenerlos antes de tener que servir de testigo de un asesinato a las afueras de la arena, sin embargo, apenas había colocado ambas manos sobre las ramas para impulsarse cuando todo ocurrió.

La “victima” se agachó justo cuando uno de los agresores agitó su espada, provocando que por la fuerza de su impulso perdiera el equilibrio, esto fue suficiente para desestabilizarlos a ambos, cayendo sobre su trasero al suelo.

El chico se reincoporó sonriente y sin más comenzó a alejarse.

El pelinegro se hubiera sorprendido solo con eso, pero lo que pasó después lo hizo abrir los ojos y la boca involuntariamente.

Evidentemente no contentos con su humillación, ambos chicos se levantaron a prisa y levantaron sus espadas contra la espalda del castaño, el cual solo miró sobre su hombro, lanzó un suspiro desganado y sacó un hacha de su inventario girándola un par de veces en su mano antes de empuñarla.

Spreen jadeó entrecortadamente, su postura era perfecta.

Con un golpe certero del mango golpeó justo en la boca del estómago a uno, quien inmediatamente cayó al suelo habiendo perdido todo el aire, y con el contrafilo le dio en la nuca al segundo, cuidando que cayera inconsciente justo sobre el primero.

Y todo ocurrió antes de que pudiera siquiera pestañear.

—Verga... me pasé —la forma preocupada en que el castaño decía eso contrastaba demasiado con las increíbles habilidades que acababa de mostrarle.

Spreen solo reaccionó cuando lo vio guardarse de nuevo el hacha y comenzar a caminar en dirección contraria a la arena.

—¡Pará! —le gritó mientras por fin se apoyaba y bajaba del árbol, trotando los pocos metros que los separaban apenas aterrizó en el suelo.

El castaño elevó los hombros en ligera sorpresa mientras se giraba para quedar de frente suyo, Spreen lo escaneó con la mirada tras sus gafas oscuras.

Grandes ojos cafés, cabello castaño y brillante bajo el sol, sujeto en una sencilla bandana azul, piel bronceada y, confirmaba, una sonrisa bastante boba.

—Che vos, eso que hiciste--

—No mames que eran tus amigos —el chico hizo una mueca de arrepentimiento—, ¡perdón wey! Igual no te preocupes tanto, estarán bien en unos minutos.

Lo sabía. Los golpes que les dio eran muy limpios y con la intensidad justa para dejarlos fuera de combate como máximo diez minutos. Quizás veinte, para ellos en particular.

—No, eso no —negó con la cabeza un par de veces, poco le importaba si los tipos despertaban ahora, en un par de horas o nunca— ¿Dónde aprendiste a pelear así?

El chico parpadeó un par de veces antes de contestar —¿Así como?

—¡Así como recién, boludo! —sonrió con los dientes— Capo, se ve a kilómetros que te contuviste, pero posta creo que podías haberlos matado vos solo.

El chico lanzó una risita —No, yo estoy en contra de la violencia.

—¡Dale! Me estas cargando—Spreen giró los ojos— ¿Qué decís que estas contra la violencia? Amigo, si los hiciste pija.

—Ya, pero solo porque ellos empezaron, les pregunte que pasaba aquí que hay tanta gente, pero creo que no me oyeron, y pues yo solo dije “chinguen a su madre” pero pues resulta que eso si lo oyeron y me amenazaron... pero es todo, ¿o qué? ¿crees que voy por ahí atacando a cualquiera que se me cruce? Ni que fuera un pinche psicópata.

Spreen arrugó la nariz. Claro que no le quedaba el saco, por supuesto que no, igual pronto lo olvidó y se enfocó en lo realmente importante.

—Pará, ¿no venís para el torneo entonces?

—¿Cuál torneo?

No conocía el torneo...

Por lo tanto, no tenía equipo...

Por lo tanto...

Sonrió mientras lo tomaba por los hombros —¡El torneo de extremo! ¿Vos vivis bajo una roca? ¡Es de lo único que se ha hablado por meses! Es de supervivencia y nos agarramos a piñas con otros equipos hasta que uno quede en pie, amigo, ¡el premio es increíble! ¡Venite a mi equipo! Nos falta solo uno más y si antes creía que podíamos ganar, si venís y haces lo mismo que hace un rato estoy seguro--

—Ah, era eso… nah, no me interesa.

Seguramente escuchó mal —¿Qué?

—Dije que no, no es lo mío —el castaño repitió sonriente—, pero pues gracias por la invitación… emmm…

—Spreen…

—Spreen, yo soy Roier, por cierto, en fin, ¿diviertete? Supongo —dijo mientras con un agarre ligero pero firme retiraba sus manos de sus hombros sin gran esfuerzo, y si Spreen antes estaba eufórico por ver de primera mano sus habilidades con el hacha ahora sentía que se iba a desmayar de la emoción ¡el chico encima era fuerte físicamente!

Ni en pedo iba a aceptar un “no” como respuesta.

De un rápido movimiento tomó el control del agarre, sujetando él esta vez las manos del castaño entre las suyas.

—Pero que--

—Tenés una cara de pelotudo.

Silencio.

Y Roier empezó a reirse.

—No mames… ¿estas intentando hacerme enojar para provocarme o algo así?

—…¿funcionó?

—…no, aunque fue bastante tierno, debo admitir.

¡¿Quién mierdas llama tierno a alguien que te acaba de insultar a la cara?! Bien, si eso no funcionaba, bien podría intimidarlo.

Tomando en cuenta que aun tenía las manos del castaño entre las suyas, las apretó con fuerza mientras se acercaba peligrosamente a su rostro, sus narices rozando y ojos mirándolo fijamente desde detrás de los cristales oscuros de sus gafas.

Oh si. Conter temblaba cada vez que hacía eso.

—Vos. Te venís. A mi equipo. ¿Entendés?

Y Roier entonces, bastante poco impresionado, alzó ambas cejas mientras una sonrisa gigante se extendía en su rostro.

—Y si digo que no qué, ¿eh? ¿Me vas a convencer a besos?

Spreen siempre se consideró una persona ágil, pero podría jurar que rompió la barrera del sonido de lo rápido que se alejó cuando el chico frente suyo cerró los ojos frunciendo los labios hacia los suyos.

Okay... okay...  Inhaló y exhaló repetidamente mientras trataba de relajarse. Bien. El tipo estaba loco, ¿qué más da? Nadie es perfecto. Conter tenía esta fijación con los conejos, Cris usaba el cabello largo y rosa, y este tipo iba por ahí besando a los que lo intimidaban. Eso no iba a detenerlo, podía tolerarlo.

Para cuando relajó su respiración, vio al castaño ya alejado varios metros mientras silbaba alguna tonta canción. Apenas dio un paso para alcanzarlo cuando una mano sobre su hombro lo detuvo, se giró para encontrarse con Shadoune y Conter.

—Hey Spreen, ¿cómo te digo esto? —empezó Shadoune— Farfa creía haber encontrado a uno prometedor, pero se rajó a última hora, igual ya--

—¡La pija! —de un movimiento se soltó del agarre de su compañero y señaló hacia donde iba el chico— ¡Paren de buscar, lo quiero a él!

—¿¡Apoco sí, mi amor!?

Los tres chicos voltearon al mismo tiempo en dirección al castaño, varios metros a la lejanía, quién sonreía coquetamente mirando fijamente a Spreen —¡Ya se que te traigo loquito! ¡Pero de perdido invitame a un café primero, ¿no?!

Debía haberse molestado, pero en su lugar, Spreen sonrió abiertamente, sus caninos asomándose mientras sacaba su propia hacha y comenzaba a trotar hacia él —¡VENÍ ACA ROIER! ¡VOS TE VENIS CONMIGO, AUNQUE TENGA QUE MATARTE!

—¡AY QUE RICO SPREEN! —solo ver la forma en que Spreen sujetaba su hacha le hizo saber a Roier que no se trataba de un rival cualquiera, sintió un cosquilleo mientras sacaba su propia hacha y escudo— Me voy contigo pero si me matas a sentones y así.

Conter y Shadoune observaron poco impresionados mientras Spreen y el tal Roier se alejaban entre risas, gritos y una que otra amenaza... sexual y no sexual por igual.

—¿Tu te crees el descaro? —empezó Conter, llevándose ambas manos tras la cabeza— Nosotros buscando un miembro más para el equipo y el Spreen ligando como todo un semental.

—La verdad... —Shadoune rio bajito— Ahora ¿cómo le decimos que el torneo ya empezó y que fuimos descalificados?

—¿Cómo que “decimos”? Tú se lo dirás, yo no quiero morir tan joven.

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Idea cortita gracias a catto de mi corazón 🫶🩷

Pronto se viene Roier tryhard vaaamoooo 🤙 gracias por leer 🫶

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