10: INTERMEDIO
Empecé el capítulo como cincuenta veces, había una escena pequeñita sobre Hitoshi yendo a casa de Denki, pero he de aprender que la familia de Denki es ruidosísima y que se hacen espacio a codazos y patadas y que la madre de Denki dicta la agenda a seguir así que aquí estamos. Tuve que poner aparte el capítulo original y añadir este intermedio.
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Sinopsis: Tu familia es... más de lo que puedo manejar.
[...]
—Mi madre quiere invitarte a cenar.
Hitoshi parpadea. No es la primera vez que al abrir la puerta Denki habla como si estuviera continuando con una conversación en lugar de iniciarla. Siempre le cuesta responder porque es difícil sacudirse la sorpresa del primer momento, en este caso su cerebro lo traiciona y dice.
—¿Hola?
Denki suspira, se saca los zapatos sin usar las manos, y entra trayendo esa energía que vibra con él a dónde vaya. Hitoshi se ha acostumbrado a verlo en playeras grandes y delgadas, pantalones cortos, y calcetines, pero nunca se acostumbrará a verlo moverse por su casa como si fuera un tornado inclemente. Tarda un rato en entender lo que está diciendo.
—...y le dije que por qué, entonces ella me soltó su discurso, el mismo discurso de siempre. Seguramente te lo sabes de memoria...
No, Hitoshi no se lo sabe, pero tampoco comete el error de interrumpir.
—...y después volvió a interrogarme, sonando incrédula. INCÉDULA. No me cree cuando le digo que estoy terminando mis deberes. No. Para ella estoy en la calle cometiendo crímenes. Persiguiendo mujeres.
Hitoshi sacude la cabeza en un movimiento que en realidad no dice nada, pero Denki asiente y dice:
—¿Increíble, no? ¡Lo sé!
Hitoshi se mueve hacia la cocina donde se sirve un vaso con agua, cuando se gira tiene a Denki a dos pasos de distancia haciendo aspavientos con los brazos mientras recrea la conversación con su madre. Lo deja hablar y no interviene, hasta que Denki lanza los brazos al aire, le arrebata el vaso que sigue lleno a la mitad y se lo bebe sin pausa.
El estómago de Hitoshi experimenta un súbito retortijón, pero lo ignora y en su lugar sirve otro vaso.
—A ver si entendí—dice apoyando los brazos en el fregadero mientras Denki bebe de su vaso—tu madre quiere agradecerme porque te estoy ayudando con tus deberes, pero tú crees que ella en realidad quiere comprobar que estés diciendo la verdad.
—No creo, ¡lo sé! Nunca ha invitado a mis amigos a cenar.
—Pero ella los conoce.
—Sí, van a la casa todo el tiempo.
—Porque tú los invitas.
—¿Qué?
—Estoy intentando ponerle sentido a esta situación. Tú acostumbras llevar a tus amigos a tu casa, ¿no?
—Sí.
—Supongo que ella conoce a tu pandilla de ruidosos.
—¡Hey!
—¿Los conoce?
—Sí. En las vacaciones de primer año los invite a la casa varias veces.
—Pero ahora no has invitado a nadie.
—No.
—Y estudias con alguien que ella no conoce.
—Hay mucha gente que ella no conoce.
—Kaminari
—Sí, sí, sí, entiendo lo que quieres decir. Lo sé... Dime la verdad, ¿todas las madres son iguales?
—¿En qué?
—En su necesidad de conocer a todos los amigos de sus hijos.
—Tal vez.
—¿Tu madre conoce a tus amigos?
—Sí.
Lo que Hitoshi no le dice, es que en todos sus años de vida, su madre solo ha conocido a uno de sus amigos, el único que se atrevió a irrumpir en su casa sin aviso de ninguna clase.
Para evitar el escrutinio, Hitoshi desvía la conversación y eventualmente terminan hablando de otra cosa. Hitoshi se olvida completamente del asunto hasta esa misma tarde cuando Denki cruza el umbral para marcharse y le pregunta:
—Entonces, ¿te parece el viernes?
—¿Qué?
—El viernes, para la cena. ¿Mi madre y su patológica necesidad para controlar mi vida?
—¡Oh!, ¿de verdad hay una invitación?
—¿Por qué iba a decirte de la invitación para después no invitarte?
—Creí que solo te quejabas, que era... no sé. ¿Una idea contra la que ibas a luchar?
—¡No! Mi madre quiere agradecerte y mereces que te lo agradezcan.
—Lo sé. Tus ensayos son horribles.
—Calla, no más que tu colección de películas de terror.
—No tengo...
—Exacto, pero volviendo al punto, ¿puedes el viernes o no?
—Tengo que preguntarle a mi madre.
—Dile que será una pijamada, aunque pijamada suena tan infantil. Solo dile que te quedaras en mi casa a dormir.
—¿Qué?
—Sí. Ella trabaja el viernes en la noche, ¿no? Se lo conté a mi madre y me dijo que no había problema en que te quedaras con nosotros después de cenar.
Hitoshi gesticula, pero ningún sonido sale de él.
—Bueno, pregúntale, te veré mañana y me dices. ¡Bye!
Denki se marcha antes de que Hitoshi pueda responderle. Solo entonces -a solas, en un departamento que de pronto parece inmenso- Hitoshi se permite sentir pánico.
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Cuando era más pequeño Hitoshi se sentía más cómodo entre adultos que entre los niños de su edad. Los niños solían ser crueles, solían tenerle miedo, solían poner la mayor distancia posible entre ellos y él. Los adultos en cambio solían ignorarlo lo cual era muchísimo mejor que ser llamado villano o monstruo por personitas de su misma estatura.
Cuando su madre hacía preguntas sobre la escuela y sus profesores, Hitoshi le contaba la verdad. Siempre prestaba atención a clase -no tenía con quien distraerse-, siempre hacía su tarea -no tenía con quien salir-, siempre tenía un libro nuevo para leer -solo en la biblioteca podía estar en paz-, así que llenaba sus relatos con detalles interesantes, eventos asombrosos o curiosidades. Cuando su madre hacía preguntas sobre sus amigos, Hitoshi le contaba una versión matizada de la verdad.
Solo una vez ella le preguntó por qué nunca llevaba amigos a la casa, Hitoshi fue honesto y le dijo que no le gustaba tener a gente extraña en su cuarto así que ella nunca volvió a preguntar. Su madre trabajaba mucho, lo que impedía que estuviera siempre al pendiente de sus amistades y evito que Hitoshi tuviera que contarle sobre las terribles cosas que decían de él en la escuela y de lo crueles que podían llegar a ser sus compañeros.
Hitoshi aprendió desde pequeño a cuidarse y cuando finalmente convenció a su madre de que podía quedarse solo, ella comenzó a trabajar casi a tiempo completo. Hitoshi aprendió a llenar su tiempo a solas, aprendió a cocinar para tener la cena lista cada vez que su madre volviera del trabajo; nunca invitó amigos, nunca se quedó en casas ajenas.
Y no está seguro de que quiera hacerlo, pero aún así le pregunta a su madre la siguiente vez que la ve.
Está esperando que ella dude, que muestre una ligera pizca de reticencia, y en cuanto lo haga Hitoshi dará marcha atrás y le dirá que no planea ir. Pero su madre en lugar de mostrarse aturdida sonríe con una expresión de deleite tal que Hitoshi no cree.
—¡Por supuesto que puedes ir!—exclama con el candor de una niña mientras da palmadas—¡Claro!
Mientras ella se lanza a enumerar una lista interminable de consejos y buenos modales, Hitoshi divaga. Se da cuenta de que tendrá su primera pijamada a sus diecisiete años y la situación le parece absurda.
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Hitoshi toma aire y hace sonar el timbre.
Tras un momento se oyen voces amortiguadas creciendo en intensidad hasta que la puerta se abre y dos siluetas rubias intentan cruzar por el umbral de la entrada.
—Quita.
—¿Es Kirishima?, ¡¿va a venir Kirishima?!
—Ya te dije que no, ahora shuu, ¡vete!
—¿Por qué no has invitado a Kirishima?
—Porque está de vacaciones fuera.
—¿A dónde fue?
—¡Qué te importa!, ¡vete!
La silueta más pequeña se marcha dando pisotones y la otra baja los escalones de la entrada para abrir el portón de la calle.
—Estás guapo, pero mis hermanas no saben apreciarlo.
El estómago de Hitoshi ejecuta un triple salto mortal y termina balanceándose en el borde del abismo.
—¿Quién era?,—responde a su vez.
—Uno de los engendros—dice Denki mientras cierra la reja.
—¿Así se llama?
—Ja. Es Akiko, mi hermana. Un consejo: No le des la mano.
—¿Por qué?
—Porque es una adolescente horrible que puede electrocutar gente con solo tocarla.
—Oh, ¿y por qué quiere a Kirishima?
—Porque a la tontaina le gusta. La primera vez que Kiri vino, Akiko usó una descarga eléctrica contra él, pero el quirk de Kiri es el endurecimiento así que ni siquiera lo sintió. Akiko quedo fascinada y desde entonces lo sigue como un cachorrito dócil. No deja de darme lata preguntando por qué no viene.
—Hermanos iguales, gustos iguales.
—Cállate, ¿has traído una muda de ropa y un pijama?
—Sí, aunque tengo mis dudas con respecto a...
—Olvídalo, una vez que entras no sales. Mi madre no te dejará marchar hasta mañana en la mañana.
—Hmm.
El vestíbulo es pequeño y contiene un mueblecito lleno de pantuflas para el hogar. Denki le ofrece un par y después lo guía por el pasillo.
—Mis padres llegaran para la cena. Kohaku se fue de viaje con sus amigos y volverá hasta el lunes.
—¿Kohaku es tu hermano mayor?
—Sí, el hijo inteligente. Como decía, eso me deja con los dos engendros y con el benjamín.
—¿Tú estás a cargo?
—Hey, no suenes sorprendido, estás en el único lugar donde puedes oír esa frase ser pronunciada más de una vez en esta vida.
Denki lo guía hasta la sala donde dos cabezas rubias se giran simultáneamente al oírlos llegar, de inmediato Akiko sube las rodillas al sillón y apoya los codos en el respaldo.
—Pikachu, queremos pizza.
—¿Tienes dinero?
—No, pero tu estas a cargo, tú debes comprarla.
—¿Crees que voy a gastarme mi mesada en una pizza para ustedes, pozos-sin-fondo?
—¡Oye!
Hitoshi se distrae y su atención cae sobre la otra cabeza rubia, solo entonces repara que esta persona es igualita a la chiquilla subida al sillón. Ambas tienen bucles rubios y ojos azules, y tienen el mismo rostro que Denki, alargado y con pómulos afilados, la misma boca y las mismas pestañas.
Oxidado en cuestiones de charla banal, Hitoshi guarda silencio y se queda donde está, tan solo mirando, detectando las sutiles diferencias que hay entre Denki y sus hermanas; aunque tienen la misma forma de la cara, la de Denki no es en absoluto femenina y sus ojos color dorado resultan más llamativos.
Hitoshi sigue mirando y la otra persona tampoco dice nada, lo mira como si fuera la atracción de un circo y de pronto y sin razón su cara comienza a ponerse roja. Al mismo tiempo extiende una mano y jala a su gemela que se desliza de su lugar hacia ella.
Denki golpea su codo y le indica que lo siga; atrás se quedan las dos hermanas enzarzadas en una discusión susurrante ocultas por el sillón.
—Akiko y Hikaru—dice Denki—No toques nada que te den. No comas nada que te den. Si son amables contigo huye y si en algún momento te piden que las acompañes empieza a gritar por ayuda.
Una vez que llegan a la cocina Denki comienza a rebuscar en los estantes mientras Hitoshi se queda cerca de la entrada.
—Creo que exageras un poco—dice—parecen inofensivas.
—¿Lo crees?, Bakugou también lo pensó y tuve que recurrir al chantaje para evitar que las matara.
—¿Bakugou ha venido a tu casa?
—Una vez... durante las vacaciones de verano en primer año. La primera vez que invite a todos para un maratón de ocho horas él me dijo que no. Le di lata hasta que bloqueo mi número, entonces con Kiri nos fuimos directo a su casa y nos sentamos con su madre a platicar. Cuando ella sugirió mostrarnos un álbum de fotos, Bakugou accedió a venir bajo la promesa de jamás volver a pisar su casa. Hasta ahora lo hemos cumplido.
—Pero tienes la intención de volver.
—¿Te imaginas un álbum de Bakugou?, ¿de bebé? Dios, tendría material de chantaje suficiente para toda mi vida.
—Eso si no te mata antes.
—Son los detalles que estoy perfeccionando.
—Pero bueno, vino, conoció a tus hermanas, ¿y?
—A las gemelas se les hizo fácil engañarlo y bam, una descarga después nuestro Bakugou gritón y temperamental hizo acto de presencia, ya sabes como es. En fin, le dije que o las dejaba vivir o yo le contaría a Ashido del álbum de fotos.
—¿Eso basto?
—No conoces a Ashido, ella no se detendría ante nada para ver ese albúm, es una chica, tienen tácticas intimidatorias y recursos desconocidos para nosotros. Bakugou no podría impedírselo así que tomó la salida fácil.
—Bueno, pero-
—Uhm, ¿Denki?
Ambos se giran hacia la voz, en la entrada están las dos hermanas, una detrás de la otra. Hitoshi no está seguro de quien es quién.
—¿Denki?—responde Denki con el ceño fruncido—¿qué quieren? No voy a comprar pizza, uno: no voy a gastar mi dinero, dos: si comen pizza no querrán cenar y entonces madre me asesinará. Olvídenlo.
—No importa—responde la primer chica a quien Hitoshi identifica como Akiko por la ropa que lleva—Olvídate de la pizza.
La hermana detrás de ella la empuja y aunque Akiko le dirige una mirada breve después se gira de nuevo hacia Denki.
—¿Quién es tu amigo? No nos has presentado.
—Este es Shinsou, va a clase conmigo.
—Hola, Shinsou. Yo soy Akiko, y ésta de aquí es mi hermana, Hikaru.
Se aparta para dejar a su hermana visible que sonríe con una expresión de cándida inocencia.
—Mucho gusto—dice Hitoshi
—Ya saludaron—dice Denki—ahora a su cuarto, nos toca usar la televisión de la sala.
—¿Qué van a ver?
—Una película.
—¿Podemos-?
—No
—Oh, por favor, por favor, por favor, no diremos nada, lo prometemos, ¿podemos ver la película con ustedes?
Denki protesta, pero Hitoshi termina cediendo cuando una de ellas lo cuestiona directamente. Las chicas corean su aprobación y tras surtirse con los bocadillos para la película vuelven a la sala.
Cuando Hitoshi se sienta de inmediato las dos hermanas se apropian de los dos espacios a su lado. Denki las mira con sospecha, sin duda temiendo por su integridad física, pero al final se contenta con sentarse en el pequeño sillón individual después de poner la película en marcha.
Desde su lugar, Hitoshi intenta seguir el ritmo de la historia, pero se distrae cada vez que una de las hermanas le ofrece un bocadillo o cuando le hacen preguntas en voz baja sobre lo que está sucediendo. Una de ellas, la que está a su izquierda -Hikaru- no deja de tocarle el codo mientras se inclina para platicar entre susurros haciendo preguntas y brindándole información que Hitoshi no pide.
Solo el orgullo impide que Hitoshi se levante presa del pánico, en su lugar intenta no retorcerse cuando ambas se ponen de acuerdo para reducir su espacio sin aviso de ninguna clase.
Desde el sillón pequeño Denki se entretiene con la película sin prestarle atención, Hitoshi quiere pegarle.
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La madre de Denki es igualita a sus hijas, con líneas marcadas en la frente y el borde de la boca. Tiene una personalidad aún más ruidosa que su hijo y no le tiene miedo al contacto físico. Hitoshi la saluda con cortesía y mientras sus hijos empiezan a servir la cena que ella trajo, Akemi Kaminari se enfrasca en un interrogatorio básico que desborda personalidad y carisma.
Hitoshi no podría seguirle el ritmo sino hubiese convivido con su hijo durante los últimos meses. En algún momento se ve arrastrado hasta el comedor en donde le toca sentarse otra vez entre las gemelas con Denki enfrente suyo y un niño al que no conoce en la silla de la izquierda. Los padres de Denki ocupan sus lugares en la cabecera y una vez que todos se han servido la charla se enfoca en un solo punto.
Todos son preguntas -todas para él-.
—Denki me ha dicho que tu madre es enfermera, ¿en qué área trabaja?
—¿Cómo es que eres amigo de Denki?
—¿Cómo es que no te conocimos en la ceremonia al final del primer año?
—Denki dice que te gusta leer, ¿cuáles son tus autores favoritos?
—¿Qué música te gusta?
—¿Me pasas la ensalada, por favor?
—Denki me ha dicho que tus notas son excelentes, ¿tomas clases extra?
—¿Cuál es tu quirk?
Aunque Hitoshi contesta todas las preguntas con monosílabos o breves explicaciones, cuando oye la última se queda callado. Su silencio provoca que los demás lo imiten y la estridente cena se convierte en una caja vacía; cuando resulta evidente que están esperando su respuesta, Hitoshi se frota la nunca mientras responde.
—Ah, bueno, puedo controlar a la gente con mi voz.
Se espera el silencio, es inevitable, pero eso no atenúa la repentina sensación de incomodidad que lo recorre de pies a cabeza.
—Será la clase de héroe que le dirán a los villanos, 'hey, vete', y los villanos le harán caso, ¿te imaginas?
La voz de Denki lo hace alzar los ojos y mirarlo. Cuando le sonríe, Hitoshi vuelve a experimentar ese algo que se sacude, es tenue y cálido, tan repentino como efímero. Casi de inmediato todas las voces estallan y una infinidad de preguntas siguen una tras otra.
—Cool, ¿cuál es la duración del control que puedes ejercer?
—Espera, espera, me acuerdo de ti, llegaste a las semifinales en el torneo del primer año, ¿no es así?
—¿Puedes ordenarle a mis hermanas que dejen de meter babosas en mi cama?
—¿Qué limite tiene?
—Tus padres deben tener algún tipo de quirk parecido, ¿o es una combinación de ambos?
—¿Existen condiciones a cumplirse?
—En el ámbito profesional abundan los quirk relacionados con la fuerza, el tuyo seguramente requiere ayuda extra, ¿has pensado en algo?
Hitoshi intenta contestar a todo, pero se distrae... se distrae cada vez que Denki interviene y responde dando explicaciones largas y contando anécdotas de la escuela.
Hay una sensación indescriptible sacudiendo su interior, delicada como el soplo del viento en las noches de verano. No se parece a la incomodidad que siente cuando Denki lo llama guapo o hace sugerencias para buscarle a una novia, no provoca que su estómago haga malabares y amenace con estrellarse contra el suelo, es algo completamente diferente. Es dulce y agradable.
Indescifrable.
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La sobremesa es larguísima e incluye anécdotas de la familia al por mayor, finalmente Denki lo guía por las escaleras hasta el piso superior.
—Tengo un futón extra, pero le pregunté a mi hermano y me dio permiso para dormir en su cama así que puedes usar la mía si te molesta dormir en el suelo.
—El futón estará bien.
—Deja voy por él. El baño está al final del pasillo, puedes cambiarte de ropa ahí y cuando vuelvas tendré tu cama lista.
Hitoshi se aleja con su mochila al hombro hasta encontrar el baño. Se cambia, se lava los dientes y sale solo para toparse con una de las gemelas, esta vez no sabe quien es porque la muchacha se ha cambiado de ropa.
—Hola de nuevo—dice ella sonriéndole con inocencia.
—Hola.
—Eres un chico guapo.
Me lo han dicho.
—¿Cómo es que mi hermano siempre se hace amigo de gente guapa?
—¿No crees que tu hermano sea guapo?
—¡Es mi hermano!, está prohibido hacerse esa pregunta.
—Hay hermanos que reconocen cuando sus hermanos son guapos.
—No en esta familia.
—Hum, ¿a cuantos amigos guapos de Kaminari conoces?
—De la secundaria a todos, siempre los invitaba a comer. De Yuuei solo conozco a tres: Hanta, Bakugou, y Kirishima. Desde que vive en los dormitorios no nos toca conocer a ninguno.
—Bueno, y de esos tres quién es el más guapo.
—Difícil contienda; a mí me gusta la sonrisa de Kirishima.
¿Dónde he oído eso antes?
—Por cierto, ¿sabes si Kirishima y mi hermano pelearon?
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque el año pasado estuvo casi todo el verano aquí en la casa. Y cuando no estaban aquí los dos salían por ahí, pero ahora no le he visto el pelo ni una vez.
—Creo que Kirishima está de viaje con su familia.
—¿Y por eso no llama?
—¿Controlas las llamadas de tu hermano?
—Si tuviera celular no, es fácil hacerlo cuando usa el teléfono de la sala.
—¿Y a quién llama?
—Ahí el problema, no llama a nadie. Se la pasa todo el tiempo contigo, o al menos eso dice él.
—Estudia.
—Mi madre te creerá eso, pero mi hermano aborrece estudiar.
—Y lo hace, no creas que no deja de protestar mientras trabaja.
—Eso suena más como él.
—¿Te preocupa tu hermano?
—No... es un idiota, pero siempre se las arregla.
—Eres muy dura.
—Solo digo la verdad.
—Hum
Da un paso lejos del baño cuando la muchacha lo llama.
—¿Sabes?, le gustas a Hikaru.
Ella sonríe y Hitoshi suspira.
—¿Por qué me lo dices?
—Porque ella nunca se atrevera.
—¿Te gustaría que ella le dijera a Kirishima que tú tienes un crush con él?
—Kirishima sabe que me gusta, yo misma se lo dije en las vacaciones de diciembre. Fue muy divertido porque se puso rojo y se avergonzó, pero no dejaba de sonreír. Tiene una sonrisa muy bonita, pero me dijo que le gustaba alguien más.
—¿Te dijo quién?
—Una chica de su clase. Denki me contó que ya empezaron a salir.
—¿Y aunque sabes que tiene novia aún quieres verlo?
—¿Por qué no? Es guapo y superdivertido. Y nunca se molesta cuando sin querer le doy una descarga.
—En todo caso si tu hermana no se ánima a decirlo no es tu lugar decirlo por ella.
—¡¿Por qué no?! Si nadie dice nada las cosas no pasan. Si nadie se confiesa las relaciones no inician.
—Una cosa es que tu decidas confesarte y otra es que alguien más lo haga por ti.
—Sé que ella no se molestara.
—Ese no es el punto, eso no se hace.
—Buh, eres aburrido, debí suponerlo, a Hikaru le gustan todos los aburridos. Incluso le gustaba ese amargado de Bakugou.
La muchacha entra al baño y cierra la puerta antes de que Hitoshi pueda decir nada. Sacudiendo la cabeza, se aleja de ahí solo para encontrar a la madre de Denki dándole indicaciones mientras lo ve acomodar las mantas en el futón.
—Todo listo, Shinsou-kun—dice la mujer mientras deja que su hijo termine su labor—quería agradecerte una vez más todo el trabajo que has hecho con mi hijo. Es un flojonazo...
—¡Mamá!
—...si le pusiera aunque sea un poquitín del entusiasmo que le pone a todo lo demás no le iría tan mal en la escuela, pero ya ves. Me alegra saber que al menos tiene amigos que lo estén apoyando.
—No es nada.
—No seas modesto, Shinsou-kun, yo críe a mi hijo y sé lo difícil que es. Si necesitas algo, avísame, con gusto te ayudaremos en lo que sea. Y no temas jalarle las orejas a este muchacho, no queremos más exámenes reprobados.
—¡Mamá!
Denki se materializa junto a ella y la obliga a salir, una vez solos, suspira.
—Acomódate, voy a cambiarme.
Hitoshi deja su mochila cerca de la entrada y se sube al futón; a diferencia de su casa dónde de noche se oyen los ruidos de los vecinos y los coches, aquí gobierna el silencio con los esporádicos murmullos de los habitantes de la casa.
El aire acondicionado mantiene la temperatura a un nivel tolerable, y Hitoshi está dudando en conservar todas las cobijas cuando Denki vuelve vistiendo unas bermudas y otra de sus playeras sin mangas.
—Usualmente en verano duermo en ropa interior—dice Denki yendo de puntillas por el futón hasta subirse a la cama—pero dudo que quieras ver a un tío en boxers.
Hitoshi se distrae cuando alcanza a ver un atisbo de estómago y no responde.
—Sé que te duermes más tarde que esto—dice Denki una vez que las luces se apagan dejando solamente una pequeña lampara pegada a la pared—podemos platicar hasta que te duermas.
—¿De qué quieres hablar?
—De lo que quieras, y no te preocupes, no será un interrogatorio como el de mi familia. Me disculpo por ellos, hacen eso todo el tiempo.
Por alguna razón desconocida Hitoshi pregunta:
—¿También a Kirishima?
Puede oír la sonrisa en la voz de Kaminari.
—La primera vez que traje a Kiri también estaba mi hermano, que es el más serio de todos, pero Kiri se ganó a cada uno. Ya sabes como es.
Hitoshi no contesta y tras un largo silencio Denki suspira y murmura:
—He estado pensando.
—¿En qué?
—En que debo arreglar las cosas con Kiri antes de que inicien otra vez las clases.
—¿Por qué ahora?
—Mi hermana no ha dejado de preguntarme cuándo vendrá. Dice que antes lo traía todo el tiempo y que siempre estaba hablando con él... y no es la única que pregunta dónde está Kirishima. Creo que todos suponen que tuvimos una discusión.
—Necesitabas alejarte.
—Sí, bueno, en la escuela no hay a dónde ir. Tengo que hablar con él... Voy a decírselo.
Es curioso que sea el corazón de Hitoshi el que se sacude, un temblor imperceptible, algo que él atañe a la sorpresa.
—¿Estás seguro?
—No..., pero tengo que hablar con él.
Hitoshi no responde, no se atreve, de alguna forma sabe que Denki está pensando en Kirishima, su presencia se materializa en la habitación con tanta fuerza que es casi física.
Si nadie dice nada las cosas no pasan. Si nadie se confiesa las relaciones no inician.
Hitoshi se revuelve en el futón tratando de apagar su cerebro, pero no deja de oír las palabras de Akiko. Cuando finalmente logra dormirse tiene una pesadilla horrible:
Me gustas, Eijirou.
Tu también me gustas, Denki.
Se despierta con el sudor escurriéndole por el cuello y con las cobijas hechas nudo entre sus piernas. Tarda un momento en recordar el sueño y al hacerlo su cara se retuerce.
Pero qué rayos.
Aparta las cobijas, se limpia el sudor e intenta dormir.
Lo peor de estar en una casa ajena es lo horrible que resulta la sola idea de levantarse para ir a buscar un vaso de agua, así que Hitoshi se aguanta, cierra los ojos y comienza a contar hacia atrás, de tres en tres.
En algún momento consigue volver a dormirse y sueña con Denki sonriendo mientras dice:
Me gustas
Pero a la mañana siguiente no se acordará.
.
.
n/a
Estamos de regreso. Lamento la tardanza.
Primero que nada agradezco a quienes se tomaron la molestia de contestar mi pregunta en el capítulo siete. Los primeros amores son siempre difíciles, ya sea que te confieses o no, ya sea que el objeto de tu afecto sea tu amigo o no. Creo que es inevitable sentir el miedo al rechazo de un conocido o desconocido, miedo a romper o cambiar una amistad que valoras, miedo a que las cosas con esa persona que aprecias se tuerzan sin saber si algún día volverán a ser iguales. Aun cuando te armes de valor para dar ese paso es un riesgo que asumes, el miedo está ahí y puede ser paralizante.
Es tiempo de ver si Denki se arriesga a dar ese paso.
Ahora pregunto, ¿puede alguien gustarte sin saber que te gusta?
Habrá quien me diga que no, pero piénselo así.
Hay una persona sin muchos amigos, introvertida hasta cierto punto, sin experiencia en eso del contacto físico y las actitudes sociales, y de pronto conoce a otra persona completamente opuesta y al principio todo es nuevo y resulta extraño, inexplicable y hasta cierto punto incómodo. De hecho esta persona atañe todo lo que siente a la incomodidad y al hecho de que eso de la amistad no es algo con lo que tenga mucha experiencia.
Eventualmente sucederán dos cosas, la persona se acostumbrará a la incomodidad y la dejará languidecer hasta desaparecer, o la incomodidad se transformara en algo más. Veremos.
Hasta el siguiente.
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