01: SONRISA FRAGMENTADA
Sinopsis: Una sonrisa falsa puede esconder millones de lágrimas
[...]
Observa
Ese fue el primer consejo de Aizawa. Observar no es lo mismo que mirar. Observar significa ver y prestar atención a lo que sucede. Es estudiar los patrones, los gestos, las pequeñas señales que pasan desapercibidas. Señales que pueden separar la victoria de la derrota, la vida de la muerte.
Así pues, Hitoshi observa. Estudia las aptitudes de combate, el comportamiento, las debilidades y fortalezas.
Su primer año termina y es también su último año en la clase de Estudios Generales. Cuando regresa para el segundo año forma parte del grupo A y es ahí cuando el consejo de Aizawa cobra más importancia que nunca. Debe mejorar; todos sus compañeros son mejores que él y es algo que no puede permitir.
"No vine para hacer amigos"
Esa había sido su intención y era algo que planeaba cumplir.
El grupo 2A la ignora. Son un montón de chicos ruidosos, animados y curiosos. Todos le dan la bienvenida y aunque algunos muestran respeto por su deseo de distancia y privacidad, hay otros que no entienden lo que significa el concepto de espacio personal.
Kaminari Denki es uno de ellos. Él, junto con Kirishima, Ashido y Uraraka son los peores. Les gusta charlar, sonreír, hablar, y lo peor de todo tocar. No hay día en que no pongan una mano en su brazo, en su codo, o en su hombro; no hay día en que no lo empujen de manera amistosa, o que invadan su pupitre. Sus sonrisas son abiertas, carecen de recato o vergüenza. Le ofrecen detalles de su vida que no desea conocer. Y hacen preguntas. Millones de preguntas como si intentaran conocerlo a profundidad.
Aunque Hitoshi se resiste, al final resulta imposible contener la atención del amistoso grupo de la clase 2A. Finalmente se rinde, porque uno no puede disminuir la brecha que existe entre él y sus compañeros cuando al mismo tiempo se desvive luchando por mantenerse aislado. Así que Hitoshi acepta su destino como objeto de nuevo interés y pronto se familiariza con el peso de un cuerpo apoyado contra el suyo, una palmada en el hombro, un golpe en la espalda. Aprende a evadir miles de preguntas mientras lucha por estudiar sus notas de inglés.
Y lentamente empieza a descubrir detalles que pasan desapercibidos para el resto.
Hay detalles difíciles de detectar si no pasas tu tiempo observando los patrones de conducta y la familiaridad que el grupo comparte. Empieza con pequeños detalles: Un silencio, una mirada, una sonrisa que no alcanza los ojos. Al principio tiene la firme convicción de que lo está imaginando. Pero no.
Ellos charlan y ríen; sus risas son altas y estridentes, se expanden hasta cubrir el último resquicio del salón despertando sonrisas allá donde vayan. Cuando están juntos todo parece simple, todo es brillante y fácil.
Kaminari se ríe, Kirishima lo sigue, se empujan uno contra el otro, hasta que Ashido interviene y su presencia absorbe por completo la atención de Kirishima. Para Hitoshi, que observa, el cambio es tan claro como un cielo sin nubes.
Dura lo mismo que un latido, un silencio breve, una mirada fija, un titubeo... hasta que se desvanece y Kaminari se ríe e interviene, como si la mano en el hombro de Kirishima no lo hubiera hecho titubear, como si su sonrisa no hubiera vacilado un segundo ante el gesto de absoluta adoración que Ashido recibe sin darse cuenta.
Hasta que Aizawa entra en la habitación y el grupo se dispersa; pero Hitoshi sigue observando.
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Pronto, y sin darse cuenta, Hitoshi se encuentra detectando silencios que duran un segundo, miradas fijas y sonrisas falsas. Estas últimas son las más difíciles de reconocer porque no tiene experiencia en la inmensa gama de sonrisas que posee Kaminari. Pero Hitoshi se esfuerza.
Siente curiosidad.
Así que observa cada día con más atención, intentando contar los silencios, intentando contar las miradas que nadie más detecta... porque cuando eres el ruidoso del grupo, es más fácil que la gente solo mire, en lugar de observar.
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A nadie le sorprende la noticia. A Hitoshi menos que nadie, ha visto las señales desde semanas atrás, pequeños gestos y miradas que ellos intercambian en clase y fuera de ella. No, para Hitoshi el asunto ha sido inevitable desde el principio. Sin embargo, pese a saber que era ineludible, no puede dejar de sentir una ligera inquietud cuando escucha la noticia en la sala común.
Se queda ahí, observando, mientras el resto del grupo felicita a la nueva pareja entre risas, y bromas. Kaminari es el más ruidoso de todos, el que hace reír a la mayoría poniendo a Kirishima en evidencia frente a Ashido, como solo el mejor amigo puede hacer.
Eventualmente la novedad se termina, la nueva pareja se marcha a dónde sea que vayan a ir en su primera cita. El resto del grupo empieza a planear sus actividades vespertinas, la mayoría involucra los deberes del día.
—Kaminari, ¿te apuntas para estudiar?,—pregunta Sero al pie de las escaleras
Hitoshi está seguro de que le dirá que no, de que buscará cualquier excusa para esconderse, pero sorprendentemente Kaminari asiente y se une al grupo que se aleja hacia los dormitorios.
Sin otra razón para quedarse ahí, Hitoshi se marcha al gimnasio a trabajar en su rutina de ejercicio durante el resto de la tarde; al terminar se encamina hacia las duchas. A metros de llegar, oye el inconfundible zumbido de la corriente eléctrica.
Curioso, Hitoshi se desvía de su meta.
Encuentra a Kaminari en uno de los salones multipropósito que se encuentran cerca de los vestidores. El rubio ha colocado un montón de blancos esparcidos por toda la habitación y se desplaza entre ellos lanzando rayos eléctricos hasta derribarlos.
Se mueve con energía, decisión y confianza. Cuando consigue tumbar todos los blancos toma aire y de inmediato comienza a colocarlos de nuevo. Repite la escena, variando el orden, la forma como se mueve, la intensidad de sus rayos. Maldice en voz alta al fallar y se detiene como si el fracaso fuera más de lo que es capaz de soportar.
Al aproximarse Hitoshi descubre que la mayoría de los blancos tienen huellas negras, sin duda a causa de todos los golpes que han recibido.
—Hola—dice Hitoshi
—Ah, ¡hola!,—su sonrisa es inmensa aunque no alcanza sus ojos—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Necesitas el espacio?
—No... iba rumbo a los vestidores
—Ya.
No dice nada más, lo que dice mucho de su estado de ánimo.
Tal vez sea porque nunca lo ha visto tan serio. Tal vez sea porque nunca lo ha visto guardar silencio durante más de cinco minutos. Tal vez sea porque es la primera vez que no lo ve sonreír... sea cual sea la razón, Hitoshi no está muy seguro de por qué decide abrir la boca para decirle:
—Escuché lo de Ashido y Kirishima.
—¡¿Humjum?!—no lo mira, pero su voz se alza en una mala imitación de su versión real—Kiri llevaba meses hablando de ella. Ayer en el desayuno estaba diciendo "Lo haré hoy", pero había repetido lo mismo durante semanas. Solo que esta vez Bakugou estalló. Lo retó. Y parece que era todo lo que Kiri necesitaba para finalmente ir y confesarse. Genial, ¿no lo crees?
—Todos parecen felices.
—¡Lo sé! Kiri está que no cabe dentro de sí. Se pasó la tarde de ayer pensando a dónde iba a llevarla hoy... pero bueno, espero que al menos así no tenga que escucharlo quejarse de que no tiene ni una sola oportunidad.
—¿Y tú estás bien?
—¿Por qué no lo estaría?
—Tú dime.
—Estoy bien. Genial. Super genialoso.
Es instintivo el extender la mano y sujetarlo del codo; Uraraka acostumbra hacerlo cuando intenta obtener su atención. Y funciona, porque Kaminari se detiene y lo mira.
Sus ojos, de un dorado brillante, son la viva expresión del dolor y por una vez no hay sonrisa curveando sus labios.
La imagen dura solo un segundo. El segundo que le toma a Kaminari en reaccionar. Retira su brazo, aparta los ojos y sonríe. Su sonrisa es inmensa, deslumbrante, pero no es el gesto abierto y confiado que Hitoshi ha visto incontables veces. Es un gesto defensivo que resulta casi doloroso de contemplar.
—Es tarde—dice Kaminari sin mirarlo—Tengo que irme.
Empieza a recoger sus blancos a prisa, carga tantos como puede entre sus brazos y pone rumbo hacia el cuarto de limpieza que está al fondo; lleva tantos que muchos se le caen de las manos, pero eso no lo detiene. Hitoshi lo ayuda y está listo para marcharse cuando el zumbido de una notificación reverbera en el techo alto del salón.
Cuando Hitoshi mira, encuentra a Kaminari inmóvil, rodeado de los blancos restantes, con el teléfono en una mano.
Es su pose lo que incentiva a Hitoshi a acercarse: Rígida, con los hombros encorvados y los codos apretados contra su costado. Puede verlo escribir y borrar; lo hace una y otra vez como si no supiera que decir, lo hace tantas veces que Hitoshi tiene tiempo de llegar a su lado.
En la pantalla del teléfono solo hay dos palabras y un emoticón:
¡¡¡¡La bese!!!! (ᗒᗨᗕ)
La respuesta de Kaminari es aún más corta.
(b^_^)b
En cuanto la envía aparta el teléfono que de inmediato vibra con la respuesta. Vibra de nuevo y de nuevo y es una reacción automática el que Hitoshi extienda la mano y se lo quite.
—Está bien—le dice y de pronto se siente como un estúpido porque es un consuelo inútil.
Hitoshi no está seguro de como navegar en las tumultuosas aguas de la comunicación y la amistad, no está seguro siquiera de que quiera intentarlo, pero antes de que pueda iniciar la retirada Kaminari se rinde.
—No es...—no consigue terminar su oración. Su voz se quiebra a la mitad y necesita tragar para contener el llanto.
Es entonces que Hitoshi hace algo que un año atrás nunca hubiera pensado en hacer. Extiende la mano y le palmea la espalda con cautela.
—Está bien—lo repite una vez más, incapaz de pensar en otra cosa que decir.
Pero su desastrosa forma de consuelo surte efecto porque Kaminari se permite llorar. No hace ruido, no grita, se cubre el rostro con las manos y lo único que se mueve son sus hombros que tiemblan cada vez que respira.
Hitoshi se queda ahí, haciéndole compañía, hasta que las lágrimas se acaban y vuelven al dormitorio en un silencio frío y absoluto. Kaminari ni siquiera le pide su celular cuando se baja del ascensor.
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A la mañana siguiente Hitoshi oye la conversación por casualidad.
—¿Qué te pasó? Dejaste de contestar mis mensajes
—Tampoco contéstate los míos.
—Lo siento, chicos, perdí mi celular.
—¡Pero ayer me contestaste!
—Estaba entrenando. Volví a los dormitorios y creo que en el trayecto se cayó de mi bolsa.
—¿Quieres que te ayude a buscarlo?
—Está bien, Kiri, lo buscaré yo.
—Pues has tenido suerte—dice Sero—Este necio me ha tenido despierto toda la noche.
—Puedo imaginármelo.
Las clases inician y Hitoshi supone que en cualquier momento Kaminari irá a pedirle su teléfono, pero eso no pasa. Un día sigue a otro y el celular de Kaminari permanece en el cajón superior de su escritorio.
Fuera de esa pequeña diferencia, la vida en Yuuei sigue siendo igual. Kaminari y Kirishima siguen siendo amigos, se empujan y se retan, se ríen a carcajadas trayendo sonrisas ante el resto. Kirishima y Ashido siguen almorzando en la misma mesa, hacen los deberes juntos, salen los fines de semana y comparten besos a lo largo del día.
Todo parece exactamente igual, con excepción de las veces en que Hitoshi encuentra a Kaminari vagando por el campus, lejos de la sala común donde la nueva pareja disfruta de pasar su tiempo libre.
—¿Estás bien?,—la pregunta se convertirá en su saludo automático.
Y su respuesta siempre será la misma. Una sonrisa frágil. Un fragmento deslucido de la sonrisa que conoció.
Si se esfuerza, Hitoshi está seguro de que puede ver las lágrimas quese esconden ahí y no sabe por qué eso consigue molestarlo.
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¿Opiniones?
Bien, esto será corto. 6 capítulos con toda probabilidad. Hay alguien más que sienta interés por esta pareja.
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