91
A la mañana siguiente, te veías deslumbrante.
Habías traído el desayuno.
Y no había ningún signo de llanto en tu rostro.
Te veías... hueca.
Perfecta.
Y me asustaba.
No te pregunté nada.
Supuse que si algo sucedía, terminarías contándome.
No dije nada cuando me dijiste que estabas lista.
Ni cuando fuimos a la casa de tu padre.
Ni cuando recibiste una fortuna impresionante más un sinnúmero de propiedades.
No eras tú.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro