Nunca había estado en otra parte que no fuera Florencia.

Pero, vaya, San Marino no estaba nada mal.

Demonios, a quien engaño, ¡era maravilloso!

Todo el lugar... Era mágico.

Tan antiguo. Tan cuidado. Tanto valor histórico concentrado en sus calles.

Incluso aunque solo tuviese una posada en toda la jodida ciudad.

Athenea, yo solo soy un pelirrojo de veinticuatro años.

No tengo energía.

La universidad absorbió parte de mi alma.

Pero tú parecías tan dispuesta a querer recorrer todo el mundo en una sola noche,

que ni yo mismo quería negarme.