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04. Los Cullen

Las chicas se rieron y comenzaron a hablar de otra cosa mientras Bella miraba hacia las ventanas.

Bella: ¿Quiénes son? —Preguntó hacia la primera pareja que estaba a punto de entrar a la cafetería—

Las tres rápidamente miramos a la pareja que vestía de blanco.

Angela: Los Cullen. —Respondió y se mordió el labio inferior—

Jessica: Son los hijos adoptivos del doctor y la señora Cullen. Se mudaron de Alaska hace unos cuantos años.

Samantha: Nunca los había visto antes.

Angela: Es que no socializan con otros.

Jessica: Sí, porque están juntos como "juntos" juntos.

El chico grandote que me recordaba un poco a Archie abrió la puerta para la diosa rubia que entró y se quedó unos segundos parada viendo todo a su alrededor.

Nuestras miradas se encontraron; ella frunció el ceño y caminó al lado del grandote.

Jessica: —Comenzó a susurrar— La rubia es Rosalie... Y el de cabello oscuro es Emmett. Dicen que son pareja. Ni siquiera sé si eso es legal.

Angela: Jess, no se ha confirmado nada, además no son parientes.

Jessica: Sí, pero viven juntos. Es muy extraño.

Samantha: Seamos honestos, si tuviera una hermana adoptiva como ella, me sentiría como si ganara la lotería.

Me di la vuelta para poder seguir viendo a la rubia que pasó por nuestra mesa; mi miraba bajo poco a poco, observando cada detalle de su cuerpo. La seguí viendo por unos segundos más, hasta que Bella me dio un codazo, haciendo que dejara de verla y que los pensamientos cochinos desaparecieran.

Otra pareja entró, esta vez agarradas de la mano, y la pequeña chica que me recordaba a una hada dio una vuelta como si bailara con el chico.

Jessica: Ok, la de cabello oscuro es Alice. Ella sí es rara.

Samantha: Ella solo es feliz, no le veo lo raro.

Jessica: Sí, como sea, ella sale con Jasper, el rubio que parece estar sufriendo.

Samantha: Tal vez esté estreñido, quién sabe, tal vez debería decirle algún remedio casero. —Susurré lo último—

Jessica: El Dr. Cullen es cupido y padre adoptivo.

Samantha: ¿Si le pido que me adopte, lo haría?

Las chicas comenzaron a reír y se callaron cuando Bella volvió a preguntar.

Bella: ¿Quién es él?

Las tres volvimos a ver y esta vez quien entraba era un chico... ¿Con un nido de pájaros en la cabeza?

Jessica: Él es Edward Cullen. Es increíblemente guapo, obviamente. Pero aparentemente no somos dignas de su afecto.

Vi cómo el chico sonrió como si hubiera escuchado la conversación y se sentó con los demás Cullen.

Samantha: ¿A eso llaman apuesto? Por favor, soy mejor que él en mil maneras distintas... Espera, ¿no me digan que es por el cabello?

Los chicos de la mesa Cullen rieron un poco, menos el nido de pájaros, que no dejaba de ver a mi hermana, provocando que me diera un escalofrío por la espalda.

Samantha: ¿Tienen papel y lápiz que me presten?

Angela: Claro. —Me dio una libreta y un lápiz— ¿Para qué las necesitas?

Samantha: Ya verás...

Escribí algo rápido en la libreta y luego arranqué la hoja, doblando un par de veces y metiéndola en el bolsillo de mi pantalón.

Samantha: Gracias. —Le agradecí y me levanté— Bella.

Bella: —Dejó de ver al Cullen con cabello de pinchos para mirarme a mí— ¿Qué sucede?

Samantha: Te ves como si tuvieras frío, hermanita. —Dije fingiendo preocupación y quitándome el abrigo, dejando ver mis brazos con algunos tatuajes y bien marcados—

Angela: ¡Oh, Dios! —Se volvió a morder el labio y tomó una foto—

Comencé a oler ese olor que siempre me alegraba el día, eso que solo yo (a veces) provocaba en las mujeres y en algunos hombres... la excitación.

Bella: ¿Qué haces? —Preguntó viéndome de manera extraña, sin entender nada—

Samantha: No te preocupes, ya vuelvo.

Le puse mi chaqueta alrededor de sus hombros para que no tuviera frío y caminé hacia la mesa de los Cullen, rezando para que el plan funcionara.

Al llegar a la mesa, la mayoría me miraban serios, excepto la hadita y el grandote.

Samantha: Hola. Lo siento mucho por molestar su —Miré sus platos, que parecían como si apenas los hubieran tocado— almuerzo, pero quería hablar contigo. —Miré al rubio, que parecía totalmente confundido—

Jasper: ¿Yo? —Se señaló a sí mismo como si no lo creyera—

Samantha: Sí, solo quería darte esto. —Le entregué la hoja doblada y le guiñé el ojo, para luego despedirme con la mano— Espero que te mejores.

Me alejé de la mesa, escuchando cómo el rubio abría el papel.

Jasper: ¿De verdad parezco que sufro tanto?

No pude evitar reírme un poco y volví a mirar a la mesa, pillando a la rubia mirándome, quien rápidamente desvió la mirada. Llegué a la mesa donde me esperaban las chicas, bombardeándome con mil preguntas.

Samantha: Solo era una receta para quitar el estreñimiento.

Bella: Eres mala.

Samantha: No lo pude evitar.

Durante lo que quedaba del almuerzo, me la pasé viendo cómo Bella y el tal Edward se miraban de vez en cuando, nada disimulados, hasta que sonó la campana y cada quien tuvo que ir a clase.

Mientras caminaba hacia la oficina del director, tomé nota mental de lo que descubrí.

Los Cullen eran adoptados, pero eran demasiado parecidos: ojos dorados y piel tan pálida. También tenía la sospecha de que tenían una superaudición, pero esas no eran pruebas suficientes. Tal vez hablábamos muy alto o la palidez se debía a que en Forks siempre estaba nublado. Sin embargo, los ojos no me los podía sacar de la cabeza, y menos los ojos de esa linda rubia.

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Al fin tenía mi horario y ya podía ir a clase. Lo único malo es que ninguna clase me tocaba con Bella, debido a que yo estaba un poco (muy) adelantada en comparación con ella.

Ya me habían mostrado mi casillero y me encontraba guardando mis cosas cuando sentí una presencia detrás de mí.

Samantha: Hola.

Cerré mi casillero y me di la vuelta, pero no vi a nadie hasta que bajé un poco la cabeza y allí la vi... Alice Cullen.

Alice: ¡Hola! —Saludó muy animada— Escuché que tienes historia para la última clase.

Samantha: Sí.

Alice: ¡Genial! Yo también ¿Te llevo?

No me dio tiempo ni de responder cuando ya tenía nuestros brazos unidos y me llevaba a la clase.

Samantha: Vaya, eres fuerte —Comenté cuando puse un poco de fuerza y ella fácilmente me siguió arrastrando—

Alice no me respondió y continuó llevándome hasta llegar a la clase de historia, donde al parecer nos esperaba Jasper.

Nos sentamos al fondo. Enfrente mío se sentó la pareja. Alice seguía sonriendo como siempre, mientras Jasper continuaba con una cara de cu- digo de molestia.

La clase transcurrió con normalidad, a veces con comentarios de Jasper dando algún dato que no sabía, y haciéndome reír de vez en cuando por cómo Alice le daba un golpe para callarlo.

El timbre sonó y todo el mundo salió corriendo del salón, yo incluida. Fui a mi casillero y, antes de poder abrirlo, vi a Rosalie pasar. No podía quitar mi mirada de ella.

Bella: La baba.

Samantha: ¡Joder! ¡Qué susto, Bella!

Bella se rio y me estuvo molestando todo el camino al café, donde nos encontraríamos con mi padre.

Suspiré al sentarme al lado de Charlie. Ya habíamos pedido lo que comeríamos y aún no lo superaba.

Samantha: No puedo creer que no comas carne.

Bella: Y yo no puedo creer que te asustes tan fácilmente.

Cora llegó con nuestra comida y le entregó su hamburguesa vegetariana a Bella.

Cora: Y yo no puedo creer cuánto has crecido. Y eres tan hermosa.

Me aclaré la garganta y Cora me sonrió con cariño.

Cora: Igual que tu hermana.

Sonreí y Cora nos entregó las hamburguesas que faltaban mientras Waylon se acercaba.

Waylon: Hey Bella, ¿aún te acuerdas de mí?

Me reí un poco al ver cómo Bella miró a mi padre como si pidiera ayuda.

Waylon: Una vez hice de Santa.

Charlie: Waylon, la última Navidad que pasó aquí, tenía cuatro años.

Samantha: Pero, ¿cómo podría olvidarlo? Si se le veía el trasero —Me reí tan fuerte que casi me ahogo—

Waylon: Oye, a los niños les encantaban esas pequeñas botellas.

Samantha: Sí, aún tienes, yo quiero.

Cora: Ok, deja que la muchacha coma su hamburguesa vegetariana, Waylon.

Waylon, antes de irse, sacudió mi cabello y salió corriendo.

Samantha: Juro que para Navidad le regalaré una peluca.

Cora y mi padre se rieron mientras Bella parecía un poco incómoda.

Cora: En cuanto termines, te traeré tu favorito. Pastel de fresa. Tu papá sigue comiéndolo todos los jueves.

Samantha: Cora, ¿y yo qué? ¿Ya no me quieres? —Puse mis manos en mi barbilla haciendo un puchero—

Cora solo me dio un pequeño manotazo en el brazo y se fue a la cocina.

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Bella estaba decidida a confrontar a Edward en cuanto lo viera, pero los días pasaron y Edward Cullen, alias "Nido de pájaro", nunca apareció. Fue como si los pájaros de su cabello se lo llevaran volando.

Samantha: ¡Arg! —Me quejé por quinta vez—

Hoy era luna llena, lo que provocaba que mis sentimientos se intensificaran a mil.

Angela: Ya, ya. —Intentó consolarme pasando su mano por mi espalda—

Jessica: ¿Qué tiene?

Bella puso su bandeja de comida en la mesa y miró hacia la mesa Cullen, como era costumbre.

Ya estaba cansada de eso, muy cansada.

Samantha: Bella, por amor a Lady Gaga, ¿puedes parar?

Bella: ¿Aún no está? ¿No es raro?

Jessica y Angela se encogieron de hombros.

Angela: Tal vez se fue de viaje.

Samantha: O tal vez por tanto gel se intoxicó, quién sabe.

Me levanté de la mesa, ya estaba cansada de estar rodeada de adolescentes hormonales, y miré hacia la mesa Cullen.

Qué gran error...

Algo en mí hizo "click", mi respiración se volvió más rápida y mi cuerpo comenzó a calentarse. Cerré los ojos sintiendo cómo brillaban y apreté más los puños, haciendo que mis garras se clavaran en mis palmas, sintiendo un líquido cálido caer de mis manos.

Sin abrir los ojos, salí como pude de la cafetería, chocando con algunas personas y entré al baño más cercano que encontré, encerrándome en un cubículo y sentándome en el inodoro, abrazando mis rodillas y repitiendo una y otra vez ese mantra que me habían enseñado hace tiempo.

Alpha...

Beta...

Omega...

Lo repetí una y otra vez hasta sentir mis ojos volver a la normalidad.

Alice: ¿Samantha?

No escuché nada, ni un latido, pero sabía que había dos personas por sus olores.

Samantha: Váyanse... —Sonó más como un gruñido—

Alice: Solo queríamos saber si estabas bien.

Aguanté la respiración y abrí la puerta, viendo a Rosalie y a Alice. La pequeña se notaba más preocupada, mientras que la rubia solo estaba allí con los brazos cruzados y seria.

Solo levanté los pulgares y sonreí, ya comenzando a sentir la falta de aire.

Rosalie: No te ves muy bien.

Ahí se fue mi control, se esfumó. Su voz, su olor, todo de ella me hizo perder el control.

Me lancé contra ella, acorralándola contra el lavamanos. Pude escuchar un pequeño grito de sorpresa de Alice, pero no me moví. Puse mis manos a los lados de su cintura, agarrando el lavamanos, y me acerqué más a ella hasta que mi rostro tocó su cuello.

Frío...

Tan jodidamente frío y olía exquisito...

Un fuerte sonido de algo rompiéndose me sacó de mi trance, viendo lo que había hecho.

Samantha: ¡Mierda! —Me alejé de ella y vi el lavado en el piso y agua comenzando a salir— Y-yo lo siento tanto.

Miré a Rosalie, ella aún seguía en shock, igual que Alice.

Samantha: ¡Debo irme!

Salí corriendo sin mirar atrás, hasta llegar a una cueva y entrar, rezando para que este día ya terminara.

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