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CUATRO



Un chico pelinegro bajito de menor edad terminaba de recoger las cosas de su alfa en su habitación. No necesitaba más dolor, su pequeño cachorro o cachorra había perdido a su padre alfa, ambos tenían un lazo roto, al cuál Yoonie se aferraba con el de su cachorrito y viceversa.

No mentiría que por su estado de desesperación por su alfa casi se va al otro mundo, pero sus suegros llegaron a tiempo y pudieron detener al lobo que estaba a punto de destruirse con un cachorrito en vientre.

Al enterarse de la muerte de su único hijo, todo fue para insultos del hermano mayor de YoonGi, claro que él no se quedó callado por primera vez en su corta vida, Yoonie era un omega ejemplar, claro que sí, pero si su alfa no pudo hablar de su hermano grotescamente, ellos tampoco.

Una discusión fue la que se armó entre el padre alfa y el omega menor. Su alfa había elegido ir, aún cuando él le dijo que no fuera se había ido. Yoonie paso días solo y sin saber de su alfa, a penas y de vez en cuando sentía al lobo ajeno mimar con palabras al suyo y no fue hasta ese día que a Yoongi se le derrumbó el mundo completo, su marca dolió como nunca, su lobo omega cayó en un estado del cual nadie jamás querría saber; ChanYeol había muerto, las últimas palabras las dejo para ambos, su cachorro que se gestaba en su vientre y su omega que lloraba. Cuánta tristeza paso el pobre chico de ojitos gatunos como para que los padres de su difunto alfa vinieran con reclamos y demás.

Los papás de su alfa se disculparon con él luego de todo, la madre omega de Chan se estaría quedando a su lado, YoonGi necesitaba a alguien que lo cuidara un poco más de él mismo ahora que su alfa no estaba. Su madre siendo la Luna de la manada no podría y su padre el líder alfa, estaba desatendido de lo que sucediera con él.

Sus ojitos viajaban de pintura en pintura, ChanYeol siempre fue un joven alegre, extrovertido y amoroso con él, siempre estuvo al pendiente de su persona pero debía admitir que siempre que sus papás estaban cerca debían fingir, más al final de día su alfa le pedía disculpas y lo reconfortaba con besitos y caricias.

Oh, Channie, ya no podría ver esa sonrisita y esos ojos que lo miraban con ternura y amor.

Terminó de poner los cuadros con suma delicadeza en la caja, con gotas de cristal bajando de sus ojos y un dolor en su pecho, su lobo aún lloraba la perdida de su alfa.

Cerró la caja y como estaba algo pesada, se vio arrastrándola hasta una habitación al lado de la suya, donde ya estaba la ropa, zapatos y más cosas del alfa. No necesitaba sus objetos y que le recordarán que el chico ya no estaba a su lado y que no lo volvería a ver jamás.

— Yoonie, querido ven a comer algo, yo puedo terminar de arreglar eso —habló con amor la señora omega, haciendo suspirar al menor.

— Ya lo he terminado, solo quedan unas cuantas cosas por ordenar y listo, no sé preocupe —dijo limpiando el rastro de lagrimas en sus ojos—. Y gracias por la comida —agradeció con una venía de noventa grados.

— No hay de que, pero vamos que la comida se enfría —habló instando al otro a seguirla, el más joven asintió.

La tranquilidad de su hogar era tan hermosa y tan dolorosa, dos días atrás había tenido muchos dolores en su vientre, pero nada grave que su té de manzanilla no ayudará y la ansiosa desesperación de su lobo por cuidar de su cachorro.

Pronto, ambos omegas se vieron terminando la comida, con ello una trivial charla sobre el nombre del pequeño en su vientre surgió. Yoonie parecía no querer elegir nombre, pero su suegra insistió en elegir nombres femeninos y opuesto a este también. A Yoonie lo que menos le importaba era el nombre de la pequeña criatura, tenía que enfocarse en recuperar los suplementos que había perdido tras la depresión con la que su lobo luchaba por su cachorro.

— MyeongSuk —dijo Yoonie con una leve sonrisa—. Es un bonito nombre para niña, y sí es niño... —Pareció pensarlo, no quería el nombre de su alfa, no, no le pondría su nombre a su bebé si era un niño—. SeongJin es un bello nombre —comentó a su suegra que asintió con una amable sonrisa.

— Luz pura y estrella que destaca —dijo la mujer soltando un suspiro, encantada. Desearía que su nieto fuera una combinación física de su hijo y de su yerno, porque el omega era muy precioso—. Son preciosos ambos, ahora solo falta que él o ella llegue sano y salvo a tierra —Yoonie asintió.

YoJin limpió la mesa dejando los recipientes en el fregadero, el joven omega decidió ayudar lavando los trastos sucios, pero la mujer se negó y él dejó de hacerlo. Sabía que su suegra lo que más quería, era cuidar del pequeño bebé que en su vientre se formaba con el paso de días, pero admitía que desde antes la mujer estaba muy atenta a él por ser casi un cachorrito. Pues, la diferencia de edad entre Chan y él, era de casi siete años.

Yeol tenía veinte años cuando lo conoció, un alfa carismático, alegre, tan correcto, hermoso y con un gran corazón, él y su pequeño lobito quedaron encantados con el alfa que siempre trató de llamar su atención. Muchas veces se escapó al atardecer para verse a escondidas con el alfa de ojitos cielo, siempre le llenaba de bellas rosas blancas, tulipanes naranjas, rojos y blancos, siempre trayendo un gentil presente para su persona, sacándole risitas, sonrojos bochornosos, adulando su belleza, cuidando de él cada que podía. Llevaron meses con pequeñas salidas para distraer al menor de las responsabilidades que cargaba en sus hombros —como cada omega de la manada—, pero cuando Yeol no soporto más se atrevió a dar el siguiente paso, presentando a Yoonie a sus padres y estos encantados con el omega lo aceptaron sin rechistar; pronto ambas familias fueron presentadas y aceptadas, fue el día más hermoso para ambos, un gran paso en su corta vida.

Mientras los recuerdos junto a su alfa le hacían sentirse nostálgico, con un gran amor y dolor cargado en su interior, decidió anular los pensamientos, su lobo y él debían luchar por su pequeño retoño, se aseguraría de que su infante creciera y fuera una maravillosa persona, tanto para sí, como para los demás.



Un robusto y meloso felino se encargaba de repartir pequeñas lamidas a los mofletes pálidos de un chico de orbes esmeraldas, que solo se deja llevar por los mimos y ronroneaba sin dudar. Ambos estaban en un cómodo nido hecho por el segundo mencionado como reconfortante para el deprimido tigre rayado de aroma a sidra y madera. Aunque el nido no tenía el aroma a cocos y almendras del menor, este se encargó de llenar el nido con sus deliciosas, dulzonas y suaves feromonas junto a las del alfa que yacía echado a su costado izquierdo, vaya que amaba tener un momento así con quién era su destinado.

TaeHyung no había cambiado de forma en casi dos días, no podía ganar esa batalla con su felino, estaba atrapado en el interior luego de tanto tiempo sin estar dentro. No tenía el control de lo que su felino hacía, no podía controlarlo por más que quisiera e intentará, se dio por vencido luego de un último intento y se sentó en algún rincón de su mente, analizando todo.

JungKook soltó una risita al sentir las lamidas del tigre en su cuello, pero debía admitir que eso alteraba a su omega, no podía dejarlo salir así como así.

Abrió sus ojos para luego ver los iris cielo del alfa con una sonrisa estampada en su rostro, se acercó hasta la peluda cabeza y depositó un besito en la cabeza para luego dejar otro en la nariz.

— Hola, alfa —le dijo con una sonrisa sentándose en el colchón, acariciando una orejita como mimo. Sonrió al ver como este ronroneaba por su tacto tan suavecito y cálido— ¿Crees que ya pueda hablar con tu forma humana? —Preguntó al tigre que se dedicó a ronronearle, Kook no pudo evitar reírse bajito y continuar dejando besitos por la cabeza peluda ajena.

El rayado se abstuvo a continuar con unas bonitas caricias en los mofletitos carmesí del omeguita; TaeHyung desde algún recóndito lugar observaba con una leve sonrisa al chico de ojos Bambi, sólo podía sentir los ronroneos de su animal, y del contrario que soltaba apenas en un murmullo, como sí tuviera miedo de ser escuchado. TaeHyung quería poder darse el lujo de ver al chico a la cara sin desviar la propía, sin causar temor por su apariencia o que le odiará; durante los dos últimos días había quedado fascinado por el omega y aún no creía del todo que los destinados existieran, y sobre todo, que pudieran ser de distinta especie.

JungKook se dirigió al cuartito de baño para hacer su respectivo aseo personal, el tigrecito se quedó viendo hacía donde su omega había ido, se volvió a echar en el nido y a gusto dio una vueltecita en su lugar para iniciar a ronronear al leve aroma de cocos con madera que se desprendía de él —combinación del aroma de ambos—; Kook se había quedado observando por un portillo de la puerta al alfa que se deshacía en ronroneos y mimos contra el nido y todo lo que estuviese en el, una sonrisa con un leve sonrojo llegó a su rostro, su alfa era muy tierno, aunque se preguntaba el por qué de la mitad de su piel animal estaba casi deshecha en rasguños, "quemaduras" —asimilándolo a ello—, y sobre todo su ojo, el cual estaba algo blanco que apenas y lograba distinguir los azules del tigre, haciéndole creer que fue alguna enfermedad la que causó aquello.

El tigre bajó de la cama y fue hasta el pequeño e improvisado armario, el cual, no dudó abrir con su pata izquierda y rasgarlo un poco para proceder a bajar el tumulto de ropa bien doblada, no era la primera vez que lo hacía, con esta iban tres veces. Luego de haber encontrado algunas de sus prendas la llevo hasta la puerta del baño donde esperó a Min JungKook, echado a un costado.

<< Él es bonito. >>

Omega es hermoso.

Ambos compartieron pensamiento con un suspiro y su pecho cálido por el simple hecho de pensar en la belleza ajena. Pronto un golpe se escuchó en la planta baja, el tigre en sus cuatro patas se encamino hasta llegar, olfateo el leve aroma tan conocido de su hermano, junto a un poco de sangre y salió disparado en busca de su omega para que pudiera abrir la puerta y dejará entrar a la morada a su rubio hermano.

Kook terminaba de colocar un suéter que el alfa le había dejado en la puerta del baño, iba pasando las mangas por sus antebrazos dejando su plano abdomen y vientre a la vista de un rayado que había gruñido de satisfacción por la escena que presenciaba; el rostro de Min se encontró en su esplendoroso carmín y manteniendo la vista en los iris azules que le miraban con un hermoso brillo que no sabía identificar por sí solo. TaeHyung no sabía que hacer, justo pensaba en volver a su forma humana, pero, ¿Cómo vería al omega a la cara sí su alfa estaba por irse encima del joven pelinegro y marcarlo como suyo? Sí de por sí no lograba sentirse seguro de salir, ahora menos...

El sonido de la puerta siendo tocada fuertemente los llevó a la realidad, el tigre volvió a salir, pero esta vez con el omega siguiendo sus pasos.

Una vez estando frente a la puerta de la choza, JungKook miró al tigre en busca de aprobación y este solo rasgo con una pata delantera la puerta. Una vez abierta, pudieron divisar a un Jimin sangrando por la cara, tenía moretones en los brazos, su ojo izquierdo estaba morado e hinchado, ni hablar del labio partido que llevaba y su ropa ensangrentada, Min palideció del rostro, el tigre de ojos azules emitió un rugido por ver a su hermano así. El pelinegro ayudo al de mejillas abultadas a pasar a la morada y colocándolo en uno de los pequeños sofás de la sala, el rubio a duras penas podía mantenerse de pie, Tae desapareció por las escaleras. Luego de asegurarse de que la puerta principal estuviera bien cerrada, cruzo una que otra palabra con su lado animal hasta hacerlo ceder en volver a su forma humana con la amenaza de que si lastimaba al omega, el tigre le daría más sufrimiento físico y mental.

Colocó sus prendas planteándose que de ahora en adelante solo se transformaría estando desnudo o sí no, sé quedaría sin ropa; buscó su media mascarilla y llevó algo para su hermano, se dirigió hasta llegar a la pequeña salita.

Min con un trapito mojado se aseguraba de limpiar el rostro de su hermano, el último mencionado hacia muecas de dolor al sentir el agua helada impactar contra su piel maltratada. JungKookie fue el primero en notar la presencia del alfa que estaba parado en la entrada de la salita, recordó los momentos cariñosos que compartió con el tigrecito y se volvió a enrojecer por completo, tragando saliva.

Jimin con lo que logró ver, fue suficiente para intuir que ya había pasado algo entre ellos. El pelinegro mayor se acercó con la mirada en el suelo y dejo la muda de ropa a un costado de su mayor, mientras el pelinegro menor se encargó de alejar el bol con agua roja y trapito dentro.

— Es lo único que probablemente te quede —susurró, Minie agradeció.

— ¿Las cosas mejoraron entre él y tú? —Preguntó intentando sonreír, pero solo logrando hacer una mueca ante el esfuerzo.

— ¿Quién te golpeo así? —Preguntó evitando la cuestión con sutileza, su hermano suspiró.

— Manada de lobos, buscan a JungKook, logre desviarlos de camino, pero esos desgraciados solo saben atacar en manada y en estructuras de combate, son unos cobardes —escupió con odio, Kook escuchó a la distancia lo que decía el rubio y Kim menor solo tendió a asentir.

— ¿En dónde fue eso? —Preguntó interesado.

— Yendo al este —respondió, pero recordó que su hermano había cambiado el tema—. Ya dime, ¿Cómo van con su situación de destinados? —Preguntó al pelinegro que suspiró, haciendo notar su leve sonrojo se asomó por sus pómulos, tuvo que darse la vuelta para no ser visto.

— Sabes que los destinados no-... —fue interrumpido por su mayor.

— Oh hermanito, sí  existen y lo sabes más que nadie, los libros no siempre mienten o cuentan una simple fantasía. Sabes mejor que nadie que los destinados difícilmente se encuentran —refutó el comentario monótono del otro tigre, TaeHyung subió la mirada para ver al omega que estaba de espaldas, a unos metros en la cocina lavando el trapito y bol—. Eres un privilegiado, TaeHyung-ah, solo tómalo y márcalo, joder, ¿Tan difícil es? —dijo exasperado, Min que ya había terminado y ahora llevaba un vaso de agua para el alfa rubio lo dejó caer ante lo dicho y se disculpó, estaba muy avergonzado por la forma vulgar de hablar del alfa, que sólo se dedicó a decirle que no se preocupara— ¿O vas a esperar que alguno de esos descerebrados, incluyendo a papá, venga y te aparte de él? —Preguntó, el otro Kim gruñó en respuesta al comentario de su hermano— ¡Lo ves!, hasta tu lado animal se opone —dijo tomando el vaso de agua que el omega le había tendido, de nuevo.

El pelinegro mayor suspiró y por primera vez en mucho tiempo, levantó el rostro mostrándolo a ambos presentes que le prestaban toda la atención del mundo, mojó parte de su labio, buscando palabras para poder hablar pero al no encontrarlas decidió evitar la situación como siempre, yendo piso arriba, sintiéndose avergonzado por su actuar. Una vez dentro se permitió respirar y los latidos de su corazón chocar al frente intentando escapar por las palabras ajenas, por la imagen del omega mostrando su abdomen plano, por el simple hecho que tuvo al omega en su cama con un nido hecho por ambos, por todo el bonito sentir que ocasionaba el omega en cada célula de su ser, lo admitía, él le gustaba. Se dejó caer en el suelo, pegado a la puerta que estaba cerrada.

¿Por qué huyes de omega?

Preguntó el tigre, molestó con la actitud de su parte humana. TaeHyung sintió unas terribles ganas de llorar crecer en su pecho, instalando el miedo que sintiendo por todo lo que ocurría y pasaba.

<< Él es demasiado hermoso, y yo... Yo, yo no-... >>

Sus lágrimas no tardaron en aparecer, el tigre se mantuvo firme, no eran sus inseguridades o excusas, eran las de su humano, lo había comprendido del lobo que débilmente hablaba en sus sueños, comentando lo hermoso que su alfa era...

Omega nos quiere así.

Dijo, Taehyung negó.

<< Tu omega solo busca nuestra marca para ser protegido. >>

El tigre gruñó alto y claro, oponiéndose a las habladurías del humano, defendiendo a su lobo entre gruñidos.

¿Tú que puedes saber? Solo te enfocas a alejarlo de nosotros, tuve que dejarte dentro por las mismas estupideces. Por unos días, recibí la más grande dicha de tener a mi omega destinado en un nido, lo marcaré aún sí tú no quieres.

Habló dolido y colérico, el humano se abstuvo a todo entre lágrimas, escuchando los reclamos del ajeno.

¿De qué te sirve llorar? Llorar no te ayudará en nada.

Un golpe en la puerta lo sacó de la conversación o discusión, con su lado animal.

— TaeHyung-ah, abre la puerta, JungKook no me puede cargar —habló Chim al otro lado, Tae se apartó, limpiando el rastro de los cristales salinos que bajaban por su rostro, abrió la puerta y se encontró con un omega haciendo una mueca al retener tanto peso. No perdió tiempo y ayudó a su hermano a adentrarse, quitando peso de los hombros del menor—. Espera, ¿Eso es, lo que creo qué es? —Preguntó viendo con mucho esfuerzo la cama reluciendo casi todas las prendas de su hermano, formando un nido entre ellas y la almohadas en las esquinas. Jimin poso su vista en el omega que tenía a un costado, estaba con la mirada gacha y las mejillas a punto de explotarle por lo rojitas que estaban. TaeHyung se contuvo las ganas de gruñirle a su hermano por estar viendo el nido que había hecho su omega, para él y nadie más.

— Cambiate de ropa si lo vas hacer, no toques nada —advirtió a su hermano que no dejaba de ver el nido, pasó por un lado y se atrevió a llevar a JungKook con él escaleras abajo.

— Que lindos —susurró Jimin lleno de calidez en su corazón.

Cuando ambos llegaron a la salita, Tae hizo tomar asiento al pelinegro menor. Kim se dirigió hasta la cocina donde preparó un té de Tila, necesitaba dormir a su animal; JungKook al ver al alfa preparando lo anterior mencionado, trató de ayudarlo con ello, ya que por lo nervioso que estaba no podía hacer las cosas bien, eso sin contar que sus ojitos azules estaban hinchados pero restó importancia.

— Gracias —agradeció cuando el omega le ayudó, Kook se sorprendió de no ser reprendido o ignorado, aseguraba que cualquier otro alfa de su manada se sentiría ofendido.

— No es nada —susurró. TaeHyung se acercó y tomó su mano, Min se sobresaltó por el repentino tacto, tragó saliva al verle.

— ¿No sentiste miedo? —Preguntó tratando de corroborar lo que su lado animal decía.

— ¿Ah? —Emitió.

— Miedo de mí... Ese día yo, quería asustarte, pero él lo impidió y al contrario me dejó a mí encerrado —dijo musitando, bajando la mirada y soltando la mano que pronto le sujetó con delicadeza.

— Pensé que me lastimaría, temí, pero luego sólo podía querer cuidarlo —llevó su mano a la mejilla descubierta de la máscara, que mostraba su acanelada piel—. Ahora sé que no me hará daño...

— ¿Por qué estás tan seguro? —Cuestionó.

— Porque no sería capaz de lastimar a su omega, lo dijo en mis sueños —ambos sostuvieron la mirada, apreciando los rostros ajenos y la calidez que sus ojos les transmitía, sus manos unidas y una mano acariciando desde su baja estatura la mejilla del tigre—. Sabe, los pocos destinados casi siempre son de distintas especies. Madre Luna ha enlazado así para que todos sus hijos puedan convivir en un mismo ambiente, sin embargo, pocos logran hacerlo. —Comentó por lo bajo.

— Sí nos unimos, ¿Las cosas cambiarán? -Preguntó dudoso más para sí mismo que para el otro, porque para él no cambiarían, aún si reencarnara diez mil vidas—. Que los libros dicten que una pareja de distinta especie destinada deba ser respetada, no significa que por eso va a cambiar, la rivalidad siempre estará presente y muchos huyen de eso. —Dijo recordando algo que leyó tiempo atrás.

— ¿Usted lo hace? —Preguntó con confianza, posando su mano en el brazo del mayor y éste último sosteniendo delicadamente la cintura ajena.

— Solo quiero paz y felicidad. Mi huerto y jardín, son todo lo que tengo para ser feliz —sintió su corazón deshacerse como lo haría un algodón de azúcar al ser mojado; el pelinegro quería a su alfa, él podría darle esa felicidad sí así se lo permitía, estaba dispuesto a todo con el alfa, incluso sí no lo conocía del todo, pues era su pareja eterna y bastaba con conocer al lado animal para caer por él, su complemento sería aprender a comprender al humano—. Ha florecido aún estando lleno de soledad y adversidad —agregó sonriendo melancólico.

— Yo-... -ambos fueron interrumpidos de su burbuja por la Tetera que silbó en seña de haber hervido el agua, TaeHyung se separó lentamente y fue a apagar la estufa.

Buscó dos tazas para poder colocar pequeñas florecitas café en ellas, JungKook le ayudó a servir el agua, TaeHyung se limitó a esbozar una sonrisa.

Omega es lindo.

<< ¿Crees que pueda ser parte de nuestra felicidad? >>

Sí, sí.

El tigre ronroneo, causando que JungKook se girará a verlo, ambos medio sonrieron y se dispusieron a beber de la tacita, luego de soplar un poco.

Jimin que estaba en las escaleras, siendo alguien con oídos muy sensibles a todo, sonrió. Su hermano al menos estaba intentando ser feliz, liberarse de los disparates que en su manada habían dicho, las palabras de sus progenitores a su persona, las palabras de Beomgyu, Simba y Kai a su hermandad que causaron tanto daño en su hermano.

Por lo pronto, él se ocuparía de liderar a la manada, su padre había firmado el traspaso sin inmutarse; pobre del señor Kim, cuando se diera cuenta sería demasiado tarde para todo y Jimin, él haría de todo, buscaría la venganza por su madre omega y su hermano.

El alfa Min y su Luna pagarían las consecuencias de haber dañado a su madre estando en cinta de su hermano.

Cojeando se encaminó hasta la habitación frente a la de su hermano, una vez dentro, se dejó caer en la dura cama, estaba demasiado cansado que ni siquiera cerró la puerta de la habitación, cayendo rápidamente en brazos de Morfeo, yendo al mundo de los sueños con sus más grandes fantasías en mente.

Alfa y omega terminaron su bebida, Kook se ofreció a lavar los pocos trastos pero el alfa lo impidió. El omega se sintió mal por ello entonces decidió hacer algo más en la casa del alfa, pero éste lo volvió a impedir.

— ¿Por qué no puedo? —Preguntó con un puchero, el cual Kim trato de evitar pero acabo medio sonriendo.

— Ya haz hecho mucho por mi y he sido una molestia los últimos días —admitió, JungKook suspiró.

Mi alfa nunca será una molestia —habló el omega, sus mejillas no tardaron en pintarse de carmín. Kim quedó estupefacto ante lo confesado, con su felino moviendo la cola cuál gatito inquieto, feliz y soltando ronroneos que se encargó de apaciguar.

JungKook dio pasos hacia el alfa y éste sólo se quedó en su lugar sin saber que hacer.

Cuando estuvieron frente al otro, Min no dudo en rodearlo con sus brazos alrededor de la cintura, TaeHyung mantuvo sus brazos de costado, estando en un pequeño trance que fue despertado por su felino y con rapidez lo rodeó, su nariz olfateando los cabellos del omega y ronroneando sin pudor alguno.

Lentamente su nariz paso por toda la mejilla de aquel omega con aroma a dulces cocos y almendras, hasta llegar a su cuello donde se mantuvo aspirando el aroma que se hacía cada vez más dulce de lo normal.

Min le dejó más acceso a su cuello, ladeando más la cabeza hasta el punto de él también posar su nariz en la glándula de olor ajena. Un suspiro se le escapó cuando aquella nariz con plástico le acaricio la piel con lentitud. Se separó lo suficiente, como para ver el rostro ajeno que sólo le veía perdido; su derecha soltó la cintura del alfa y se abrió paso hasta el rostro cubierto de aquella blanca máscara.

Con mucho cuidado, la desajustó del cincelado rostro moreno. No recibió ningún gruñido por parte del alfa y suspiró, agradeciendo mentalmente que éste lo dejara; ya había visto cómo lucía el felino del humano, pero no cómo lucía el humano del felino. Con lentitud terminó de apartar la máscara y los nervios en su máximo esplendor.

Cicatrices, pequeña desfiguraciones a mitad de rostro, parecían "quemaduras", pero no, eran marcas que ni con la mejor de las hierbas o pomada herbolaria podría desaparecer. Los azules iris le miraban sin expresión alguna, no podía descifrar esa mirada que parecía súplica, pero ¿Súplica de qué?.

— ¿Aún quieres a tu alfa? —Preguntó, susurró, el omega paseó su mano por la mejilla, pómulo, frente hasta posarse en su ojo para luego volver a bajar a la mejilla.

— ¿Debería no quererlo? —Preguntó con voz nerviosa ante la intensa mirada ajena, pero sabiendo ocultarlo— ¿Tengo qué salir huyendo?, ¿Por qué? —Cuestionó.

Los brazos que se habían alejado hace instantes atrás, lo volvieron a enrollar y apegarse al alfa, haciendo que la máscara cayera al suelo.

— Ya había dicho que mi alfa, es hermoso —dijo, pero sonó más a pregunta—. Él no tiene que ser perfecto para ser hermoso, tiene que ser real para ser perfecto —TaeHyung escondió su rostro en el cuello de su omega y éste dejó caricias en sus cabellos, mientras frotaba su mejilla en el hombro ajeno.

TaeHyung estaba perdido, sabía que no habría retroceso, iba a intentar convivir con su destinado, pero tener a lobos merodeando no se lo permitiría y no podrían.

Alfa —habló el omega, TaeHyung se estremeció ante la voz dulce que resonó cerca de su oreja—. Te quiero, alfa —susurró y se separó para ver al otro con sus chispeantes ojitos esmeralda.

<< Ojalá pudiera decir lo mismo ahora... >>

Pensó, juntó sus labios con los del omega sin dudar, ambos en un torpe beso, lleno de inexperiencia, amor, añoranza, timidez y sobre todo, melancolía.

<< Pero, estoy asustado. >>

Pensó Kim al separarse. Admiró como a la más bella flor de jardín al omega frente a él, era hermoso de pies a cabeza y hasta su interior era bello.

<< Estoy agotado... >>

Resonaron las palabras del omega, recordando el primer día en la noche en que dormía plácidamente en sus brazos y este hablaba con su felino amigo.

Estoy tan asustado... —Susurró el alfa, dejando salir pequeñas gotitas saladas y cristalinas. Su mano acarició la mejilla del omega que busco más contacto con la palma ajena—. De que al final tú me dejes también...

Susurró casi inaudible, el omega estaba tan absorto a las caricias en su rostro mientras ronroneaba y suspiraba a gusto. El lobo estando extasiado ante la cercanía del alfa, pero ninguno estaría tranquilo sabiendo que buscaban a uno y más aún, que querían desposarlo a un tercero.

Sí no podían estar juntos, entonces debían huir.

TaeHyung dejo un último casto beso en los labios y otro en la frente del más bajito. Esos labios le habían sabido a gloria y estaba dispuesto volver a probarlos, quería probarlos, los necesitaba y los quería sobre los suyos por la eternidad, quería a su omega hasta el final de cada día, cada año y cada vida.

TaeHyung levantó en sus manos el objeto blanco y lo volvió a colocarlo, porque aún sí el omega ya conocía una parte de él, él jamás se acostumbraría a estar sin su otra mitad de plástico.

La ventana se encontraba con la cortina levemente alzada, unos ojos curiosos habían visto la escena, había encontrado lo que tanto buscaba y debía obtener...

— No te equivocas de sentimiento, tigrecito...

Susurró tras alejarse e irse a paso premuroso con su líder, quien estaría a la espera de información a unos seis kilómetros de la cabaña.



Cuando la hora de dormitar llegó, TaeHyung no supo qué hacer. Su hermano se había quedado dormido en la habitación que su lindo omega ocupaba y ahora se debatía donde iba a dormir, quería darle su cama y él dormir en la salita de abajo, pero quería estar en el nido al mismo tiempo.

Bajó hasta la salita, con algo de nervios en su sistema. Se encontró con la figura del omega regando aquellos bonsais que tanto había cuidado con esmeró.

Carraspeó un poquito para llamar su atención, el omega volteó rápido y sonrió al verlo con un pequeño carmín adornando la parte descubierta del rostro.

— ¿Qué ocurre, alfa? -Preguntó, el mencionado tragó saliva.

— E-es hora de dormir —medio titubeó. A Kook se le enrojeció el rostro, quería pedir dormir con él, tal y como lo habían estado haciendo—. V-vamos —se acercó a tomar la mano y guiarlo escalera arriba.

Al llegar a la habitación, TaeHyung hizo al omega acostarse en el nido, él procedió a hacer lo mismo y rodear al omega, ambos con las mejillas rojas a más no poder. Se acurrucaron al otro y aspiraron el aroma ajeno, llenando sus sistema con el del otro.

— Buenas noches, alfa —susurró.

Buenas noches, mi omega —la voz del alfa le hizo saber que, ambos estaban sincronizados y no volverían a lastimarse mutuamente... Pero no había garantía alguna cuando de sentimientos y emociones se trataba.

Ambos cayeron en brazos de Morfeo, sus respiraciones se alentaron al hacerlo, sus corazones estaban llenos de calidez, ambos estaban en paz por la presencia del otro, estaban seguros con el otro...


Capítulo dulcemente triste ;-;


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