01
Jungkook se paseaba por los pasillos de su gran casa, solitaria y silenciosa.
Se topo con una ventana y se asomó por esta, observando el cielo que esa tarde no estaba colorido como los otros días, estaba griaseo.
"Tal vez llueva" — pensó, y suspiró mientras veía un registro que el mismo había echo.
Corrían los años 1647, exactamente abril 12.
No sabía con seguridad la hora, pero suponía que eran más de las 12 de la tarde.
Vio su jardín, tan impecable, hermoso, y bien cuidado. Su jardín era envidiado y admirado, por sus vecinos, personas que pasaban.
Y aunque tenga todo lo material, se sentía miserable.
¿Por qué?
Porque cada mañana cuando se veía en el espejo, y apreciaba su reflejo, se sentía horrible.
Su rostro no era tan marcado, sus ojos eran muy pequeños, y tenía algunos lunares en los lugares equivicados. El corte de su cabello no le quedaba bien y se enojaba porque ya había intentado miles.
No era como el quería que fuera.
Suspirando, se alejó de su ventana, fue hasta el comedor, pues le había dado hambre, y se preparó algo simple.
Tenía suerte de cosechar su propia comida, y tampoco es como si le encantara salir la verdad.
¿Quien necesitaba salir?
O mejor dicho.
¿Por qué tenía que salir? ¿Para que todos vieran su horrible rostro?
No, no lo iba a permitir, se moriria de vergüenza.
Y aunque muchos en el pueblo nunca lo hayan visto, había escuchado a personas decir "Mi abuelo vió al hombre que vive en esa casa".
Y Jungkook si lo creía. El no siempre tuvo sus inseguridades.
— Jungkook, ya debemos ir al mercado. — Su madre se peinaba suavemente el cabello, con cuidado de no hacerse daño, mientras vestía un hermoso vestido de falda larga.
— ¡Ya estoy aquí mamá! — Un pequeño Jungkook de 5 años llegó corriendo hacia su madre, y se paró firme con el mentón en alto.
Esperaba un cumplido de su madre como siempre.
— Oh mi bebé, te vez tan hermoso. — La mujer se agachó y apretó una de las mejillas de su hijo. — Eres un galán, estoy segura de que cuando crezcas, tendrás a muchas chicas detrás de ti.
Afirmó la pelinegra, orgullosa de tener un hijo tan atractivo a su corta edad.
Y ella pensaba que había salido a su padre, porque ambos eran tan atractivos para su parecer.
Tal vez sus inseguridades surgieron, cuando sus padres fallecieron y se quedó solo. Fue cuando ya no recibía los tan hermosos cumplidos de su madre, o las sonrisas de orgullo de su padre.
Fue cuando, cada mañana, cuando se veía en el espejo, recién empezó a notar sus imperfecciones.
¿El en serio había sido lindo alguna vez?
Tal vez, pero la pubertad no lo trato como quería.
Terminando de comer su manzana, vio de nuevo otra parte de su jardín, se atoro con la fruta y sus cejas se fruncieron cuando percibió algo.
Enojado, dejo la manzana a un lado y salió de su casa, no le preocupaba porque a esa hora, nadie pasaba por ahí.
Llegó al lugar donde debían estar sus flores, y presencio con horror y frustración, y espacio vacío entre todo su jardín.
¿¡Quien había cortado su tan preciadas flores!?
Se agachó, y vio algunos tallos aún notandose.
¡Incluso las corto mal! — pensó, y su ansiedad no le permitió seguir viendo eso.
Entro a su casa y tomo sus cosas de jardinería, tomo una máscara que tenía ahí.
Esta máscara era de color blanco con una pequeña sonrisa dibujada, y dos agujeros para sus ojos.
Salió, aún enojado, y se puso a arreglar su jardín, después del grande error que había comido el o la desconocida.
— No soporto a ese tipo de gente, ¿Que le costaba al menos cortarla bien? Mierda, espero que no vuelva a suceder. — Susurraba, mientras sembraba nuevos tulipanes en el lugar que habían desaparecido.
"Ojalá está sea la primera, y la última vez que el desconocido lo haga" — pensó, aún con el ceño fruncido.
Se paró y tomo sus cosas, entrando de nuevo a su hogar.
Al día siguiente fue a revisar su jardín y esté estaba en muy buenas condiciones, sonrió satisfecho y se dio la vuelta para hacer su rutina.
Tal vez el desconocido ya no robaría sus flores.
"¡Pero por un demonio!" — maldijo en su mente, muy enojado.
La vez pasada el desconocido se había llevado sus preciados tulipanes, y está vez aquella persona se había robado sus margaritas.
¿Que le pasaba?
Enojado, repitió la rutina de ayer, tomo sus cosas de jardinería, su máscara, y salió al patio para volver a plantar.
Y como hace dos días, el desconocido las había cortado mal.
Estaba ideando un plan para descubrir quién era aquella persona quién cortaba sus flores, y lo más importante.
¿Para que?
Se paró viendo cómo ya su jardín estaba otra vez en buen estado.
Aunque le desesperaba ver cómo solo dos lugares estaban vacíos.
Suspiro y cuando entro a su casa, se quitó la máscara, se limpio un poco el sudor y dejo su máscara a un lado.
El intruso venia en las noches, porque las dos veces que había venido, el no lo había visto.
Y Jungkook siempre revisaba su jardín cada 10 minutos y no había nada extraño.
También por lo que vio, viene cada dos días, ¿Por que cada dos días?
Ni el mismo sabía, pero tenía bastante curiosidad y bastantes ganas de gritarles al desconocido.
Nadie tocaba su jardín y esté intruso no iba a ser la excepción.
Ya estaba decidido. Pasado mañana se quedaría despierto para saber quién era aquella persona que le irritaba y arruinaba su bello jardín.
Suspirando tomo su máscara, y vio lo desgastada que estaba, ¿Debía renovarla? Se veía que estaba algo maltratada.
Tal vez si deba renovarla, pero será en un par de días, ahora no estaba de humor para salir.
En realidad, Jungkook nunca estaba de humor para salir a las calles.
Mhm, la ironía.
Aún con esos pensamientos, se dispuso a hacer su almuerzo.
Mañana sería otro día.
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