Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

I n o c e n t e

4.

Siete años atrás.

Jamás había concebido la idea de terminar en una sala de interrogatorios. Creo que nadie se imagina que el día de mañana se le acusará de estar envuelto en un caso de asesinato, y menos a una edad tan temprana.

No lograba encontrar similitud alguna entre aquella estancia y las que aparecían en las películas, donde te resultaba incluso interesante cómo el policía trataba de indagar en la mente del sospechoso. Sí, la iluminación era algo tétrica, con luces blancas y sombras, pero la perspectiva cambiaba radicalmente cuando eras tú el que acababa sentado en medio de la fría sala, cara a cara con el representante de la ley.

—Jeon Jeongguk —pronunció el inspector Jung, frunciendo el ceño con más ahínco a la vez que se tomaba la barbilla. Sus ojos vagaban firmemente por el papel—, según tu expediente, has pasado por más de seis psicólogos distintos e incluso por un psiquiatra, todo en cuestión de cinco años. Impresionante.

Enlacé mis manos por debajo de la mesa con fuerza. Estaba demasiado nervioso como para emitir tan siquiera una sola palabra. Contemplé mi regazo, usándolo de distracción para evitar pensar que a través del enorme cristal nos estaban observando.

—¿Sabes por qué estás aquí? —decidió preguntar Jung, con un brazo extendido sobre la mesa y otro sobre el respaldo de la silla. Su postura era despreocupada, pero sus ojos de tiburón me advertían que fuese precavido. Asentí con la cabeza— ¿No tienes nada que decir al respecto?

El vaso de agua que había traído para mí seguía intacto sobre la superficie de madera. Me moría de sed, pero me daba pánico moverme, como si pudiese dar un paso en falso que me condenase.

—¿Dónde está mi madre? —Me armé de valor para ignorar su pregunta y plantear la mía propia, porque no podía evitar preocuparme por lo desquiciada que debía estar en aquellos momentos.

Jung suspiró, decepcionado por no conseguir de mí la respuesta que buscaba, pero aun así me complació.

—Ella está bien. Le hemos explicado la situación y ha insistido en quedarse esperando fuera hasta que terminemos contigo. —Fue en ese momento cuando las cosas se volvieron realmente serias. El inspector Jung juntó sus manos por encima de la mesa y clavó sus avispados ojos directos en los míos. Para mí, la temperatura había descendido por lo menos diez grados de golpe— Insiste en tu inocencia, Jeongguk. Dice que eres buen chico, y no lo dudo, pero necesito oír tu versión para convencerme a mí mismo de que estoy haciendo bien mi trabajo. Esto no es nada personal, ¿lo comprendes, chaval?

—Lo comprendo, señor —le hice saber, moviendo delante de él la cabeza como gesto asertivo.

—Me alegro, porque cuanto antes hables, antes podrás irte a casa con tu madre.

Pensar en ella, en su rostro inundado por las lágrimas y el sentimiento desgarrador que debía estar llevándose su aliento, fue lo que me hizo reaccionar. La única solución para salir de allí era confesando, independientemente de si la verdad era creíble o no. El inspector tenía pinta de ser inteligente y, sin duda, sabría reconocer a un mentiroso gracias a la experiencia, ¿cierto? Merecía la pena intentarlo.

Mis labios se movieron solos, como si otra persona hubiese tomado el control y ejecutase las acciones en mi lugar.

—¿Qué necesita saber, inspector Jung?

Por primera vez reconocí una disimulada complacencia en su rostro, haciéndome saber que había escogido las palabras correctas.

—El señor Kim ha declarado que tú sabías lo que iba a suceder la noche en la que fue atacado. Le advertiste en su consulta, ¿correcto?

Quise confirmarlo, pero el desconcierto hizo que me desviase del tema central. Alzando mis cejas y medio boquiabierto, me eché hacia adelante.

—Él... El doctor Kim, ¿está vivo?

—Sí. Han conseguido salvarle, pero eso no cambia el hecho de que ha sufrido una pérdida de sangre significante. Tendrá que pasar una temporada hospitalizado.

Me dejé caer contra el respaldo de la silla, liberando un suspiro de alivio. Me sentía como si acabasen de quitarme una tonelada de encima que me impedía flotar como un globo. Por unos segundos, incluso cerré los ojos.

—Gracias a Dios... —murmuré, bajando la cabeza para limpiarme disimuladamente las lágrimas formándose en mis ojos, y me sorbí los mocos.

—¿Pensabas que había muerto?

—Eso creí, s-sí... Pero me alegra saber que está bien.

La confortación de la noticia me hizo sonreír suavemente, cosa con la que creo que conseguí despertar empatía en Jung. Apretó los labios, provocando que un par de hoyuelos aparecieran a ambos lados de su boca. Fue entonces cuando me di cuenta de que el inspector era mucho más joven de lo que me había parecido al principio por su aspecto severo. Debía estar por debajo de la treintena seguramente.

—El doctor Kim mencionó unas visiones, Jeongguk. Decía que habías presenciado su asesinato. ¿A qué se refería con eso?

Entonces, ¿se lo había contado?

¿Acaso el doctor Kim quería que lo tratasen de loco? Aunque, he de decir, que el inspector Jung no parecía habérmelo comentado con esas intenciones. Me había formulado aquella pregunta con total solemnidad. ¿Significaba eso que...creía en las visiones?

—Si le cuento la verdad, pensaría que estoy ido de la olla.

El hombre rió sonoramente, inundando la sala con el eco de una voz jocunda, un poco más aguda y áspera que su tono al hablar, y mostró su fila de dientes rectos y perfectos.

—Tengo un top 10 de locos a los que he interrogado. Si te posicionas en la lista o no, ya es cosa mía, pero te doy la oportunidad de impresionarme.

Su barbilla se frunció cuando su labio inferior sobresalió, al mismo tiempo que decidió encogerse de hombros y jugar con sus pulgares encima de la mesa, esperando por una nueva respuesta.

—No va a creerme —opiné tristemente, negando con la cabeza. A fin de cuentas, no sería ni el primero ni el último. El inspector no se inmutó y permaneció con los ojos clavados en mi persona. Me daba la sensación de que quería indagar en mi mente sin importar qué.

—¿Y por qué no? Ni siquiera has intentado convencerme todavía. Si lo logras, te declararé inocente y se acabó. Estoy seguro de que puedes aportar algo muy importante, chaval.

—¿Incluso si le digo que..., puedo ver y sentir cualquier, bueno, experiencia cercana a la muerte o relacionada con ella, ya sea pasada o futura, con sólo tocar a una persona?

Su primera reacción fue arquear sus cejas, impresionado.

—Es decir, que podrías presentir si alguien ha cometido un crimen o si va a cometerlo a través del contacto físico.

Asentí con precaución, sintiéndome repentinamente cohibido. Hundí la cabeza entre mis hombros, sin levantar los ojos del estático vasito de plástico.

—Y también cuando alguien va a ser víctima de algún acontecimiento que le haga rozar la muerte... Siempre y cuando esté viva al tocarle —aclaré, para disipar dudas. No me sentía cómodo hablando sobre el tema. Mi peculiaridad era siniestra y desconcertante, y eso me convertía en un bicho raro.

—¿Qué viste cuando tocaste al doctor Kim?

Las manos me temblaron, y di gracias a Dios por estar sentado, porque de estar de pie, puede que me hubiese desplomado. Encajé mis dedos y presioné con fuerza para detener el tembleque. Me quedé en silencio mientras recopilaba en mi cabeza lo poco que recordaba de las secuencias en las que me fueron reveladas el ataque al doctor Kim. No era agradable rememorarlo, no lo era en absoluto.

—Mucha oscuridad. El doctor Kim caminaba por ella. Alguien delante suyo sostenía un arma de fuego y le apuntaba con ella. Después... Había sangre, mucha. El doctor estaba muy asustado y su cadáver... E-Es decir, su cuerpo e-estaba... Estaba... —Me tomé unos segundos para respirar hondo y expulsar el aire. No podía ponerme a llorar en un momento así— P-Perdón, los recuerdos están difusos...

—No pasa nada, tómate tu tiempo. —Jung me sonrió afable antes de sacar un bolígrafo de su chaqueta y apuntar algo en una esquina de los papeles de mi expediente. No alcancé a ver el qué, pero esperaba que no fuese nada negativo.

—Había un cuerpo tendido ahí en medio, sangrando.

—¿Fuiste capaz de identificar el número de heridas infligidas?

—N-No... Había demasiada sangre, no pude ver nada más allá... Pero no recuerdo escuchar ningún disparo.

Algo de lo que dije obligó al inspector a alzar la cabeza de sus notas y mirarme fijamente. Me asusté, creyendo que había metido la pata.

—¿Cómo dices?

—La pistola —traté de decir, sintiendo que se me secaba la boca por los nervios—, no escuché la pistola, pero llevaba una y... y, n-no sé, me dijeron que el doctor Kim estaba en estado grave, así que... S-Supongo que las heridas eran de bala...

Jung suspiró y se recostó en la silla, quedando absorto en sus pensamientos. Mientras tanto, yo no supe qué hacer, así que acabé contando mentalmente los segundos que se quedó callado.

Treinta y dos.

—La pistola era de fogueo —me reveló—. El atracador utilizó en realidad una navaja para infligir cuatro puñaladas a Kim Seokjin. Sin embargo, ningún órgano vital está dañado de puro milagro. Una experiencia dolorosa y muy cercana a la muerte, puesto que quedó inconsciente por la falta de sangre, —se molestó en destacar para, según mi punto de vista, alegar lo que yo mismo había descrito acerca de mi habilidad— y, sin embargo, ahora está vivito y coleando. Lo más interesante de esto es que se confirma lo dicho por el doctor Kim. Solo yo y mi compañero sabemos que hubo un arma de fuego de por medio, a pesar de que no se utilizó, y nos enteramos por el testimonio del propio Kim, no por evidencias en la escena del crimen.

Quedé en un estado de obnubilación completa. No entendía por qué en ocasiones mi habilidad era tan limitada y, en otras, tan explícita. El caso era que yo, en el fondo, sabía que mi conjetura no tenía sentido, pero había decidido quedarme en la superficie del problema por miedo a especular erróneamente. ¿Sería de más ayuda si me esforzase en analizar mis visiones y reforzar mi capacidad de resolución?

—Te creo —pronunció el inspector Jung, regalándome un indicio de sonrisa—. Eres un chico inteligente, Jeongguk, sin duda, y estás dotado de un talento único que le vendría muy bien al departamento de investigación criminal.

—¿Lo... Lo dice en serio?

Mi recelo era de lo más natural. Sonaba irónico, incluso chocante, que llamase "talento" a aquello a lo que los demás llamaban "trastorno" o "enfermedad". Me había acostumbrado tanto a relacionarlo con una esencia destructiva que jamás pensé que pudiera hacer el bien o ser útil. No obstante, el señor Jung tenía la capacidad de convertir en cuestión de minutos algo que había considerado una maldición durante toda mi vida en un don.

—Totalmente. ¿Te interesa lo que oyes?

—Yo...No sé.

—Tienes dieciocho, ¿verdad? —Asentí— Eso significa que en nada harás tu examen de acceso a la universidad. ¿Tienes algo en mente ya? —Me entristeció tener que ser sincero y darle una negativa moviendo la cabeza de derecha a izquierda. Él no pareció lamentarlo tanto y se inclinó sobre la mesa, con una chispeante mirada que me atravesó el alma— Bien, Jeon Jeongguk, tengo una corazonada muy grande sobre ti, y yo rara vez me equivoco. No eres el único con un "don" aquí —aludió, siendo simpáticamente divertido—, así que, ¿cómo suena para ti iniciar un programa de acceso al cuerpo de policía?

Por primera vez, tuve clara mi respuesta.

.

.

.

A partir de ahora mis ausencias son justificadas; es mi último año en la universidad, lo cual consume mucho de mi tiempo libre. Mis disculpas por ello  💔 Actualizaré siempre que me sea posible.

Gracias por los 1k leídos, los votos, los comentarios de aliento, y un especial shout-out a la maravillosa Taekimanne porque hace un mes hizo esta cosita tan preciosa de aquí abajo. Me hizo tanta ilusión que quería compartirlo con todos vosotros ❤️


¡Nos vemos!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro