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Rem Anima IV

La joven se había metido en la cama de su padre solo para despertarlo aquella mañana. Y el motivo de esto no era nada más ni nada menos que su cumpleaños.

—Es muy pronto, enana, duerme un poco más.— musitó adormilado sin abrir los ojos, abrazando a la muchacha.— Y sé que es tu cumpleaños, pero hasta que no abra los ojos no tendrás ese año más.

—Sigue negando que estoy creciendo, papá.— bromeó Lara, dejándose abrazar— Además, ya cumplo trece años, ya sabes lo que significa eso.

—Eso en casa habría sido noche de fuego— le pasó los dedos entre el cabello rubio, su melena corta de hacia tres años ahora era una larga cabellera que le llegaba hasta la cintura— Tu madre habría hecho algo especial para desayunar, recuerdo que te lo prometió cuando estábamos en Wakanda.

—Dijo que cuando cumpliera trece años me llevaríais a la casa en la que vivíais y a conocer Brooklyn— le miró, su padre seguía con los ojos cerrados, lo que la hizo sonreír, a veces él era más inmaduro que ella.

—Te habría gustado mucho, en nuestra época no era más que un barrio mediocre, ahora seguro que nuestro apartamento es un museo sobre tu tío Steve— dejó escapar una pequeña risa ronca, aún estaba algo dormido— Sólo espero que no hayan convertido la habitación de tu madre en la tienda de regalos.

—Sería triste que hicieran algo así con la habitación de mamá.— concordó la niña, tumbándose tranquila junto a su padre— Seguro que si lo han hecho el tío Steve y ella ya se han quejado.

Ambos imaginaron la escena en seguida, -los hermanos Rogers en el museo, reclamándole el hecho de que la habitación de su infancia y juventud había sido convertida en tienda de regalos llena de juguetes del Capitán América- empezando a reír con una tímida carcajada, que acabó explotando, haciendo que padre e hija acabaran desternillándose ante aquella imagen.

—Mamá se sentiría más molesta si solo hubiera muñecos cabezones de Steve que de ella— bromeó, pero eso hizo reír un poco más a su padre, quien se llevó los brazos al estómago por la fuerza de su risa.— Seguro que los contaría para asegurarse de que están iguales.

—Tu madre es muy orgullosa, enana, orgullosa y terca. Creo que es de ella de quien sacas esa tenacidad.— finalmente, Bucky abrió los ojos y le colocó un mechón de pelo tras el cabello.— Y espero que no tengas su suerte en el amor.

Eso extrañó a la niña, quien frunció el ceño visiblemente confundida. ¿Su padre acababa de decir que había tenido mala suerte teniendo una hija y casándose con la persona que amaba?

—Tu madre lo pasó muy bien, en parte también fue mi culpa— dejó escapar un suspiro— ¿Qué te parece si dejamos el tema para cuando estemos en casa? Hoy es tu cumpleaños, brujita.— le dio un suave toque en la nariz.

—La echo de menos, papá.— Lara bajó la mirada, triste.

Esto hizo que el ex soldado abrazara a la muchacha, dejando un suave beso sobre su cabello, acariciando su espalda. La conversación siempre era la misma, pero parecía que aún con el paso de los años, cada vez dolía más, al fin y al cabo cada día era un día menos que podrían compartir con aquella persona importante que estaba al otro lado.

—Yo también, cariño, yo también.— susurró cerrando los ojos, criaba a una pre-adolescente sin su madre, desde el principio sabía que iba a ser una tarea difícil, pero en aquel momento lo que más difícil le era más difícil de sobrellevar, era el mismo problema que le mantenía noches enteras en vela, Kira Eleanor Rogers— Volveremos, volveremos a ver a mamá, lo prometo. Aunque tardemos años.

. . .

—No le digas nada de esto a mi padre— le advirtió con voz amenazadora a Harley, apartándole con suavidad.

—Si se lo digo a lo mejor me mata— gritó el muchacho en un susurro.

Como Harley no había preparado un regalo de cumpleaños para Lara, él le permitió pedirle lo que fuera que pudiera conseguir. Así que ella le pidió un beso.

Ambos estaban escondidos en el pequeño depósito que tenían en la granja, buscando como compartir aquel primer tímido y primer beso infantil.

Así que allí, de forma torpe, los dos tuvieron su primer beso. Y si, tiempo después pudieron afirmar que fue torpe y lento. Pero había sido el primero para ambos y era todo lo que contaba.

Además, tenían esa adrenalina por no ser atrapados por ninguno de los adultos con los que vivían, era algo suyo y de nadie más. El beso les llevó a percatarse de algo que, si no se hubieran besado, no habrían llegado a discernir.

Sentían algo el uno por el otro.

Puede que en aquel entonces fuera una pequeña curiosidad, al fin y al cabo, Lara no había tenido apenas contacto con niños de su edad, así que empezaba a descubrir sus propios gustos gracias a Harley, porque, ¿como podía saber ella si le gustaban o no los chicos? ¿De si siquiera le gustaba besar?

Así que no se separaron hasta unos minutos después, cuando escucharon unos pasos acercarse y tuvieron que apartarse con un gesto torpe.

. . .

—Bajo ningún concepto le vas a regalar esa cosa a mi hija, Quill.— protestó Barnes, cruzado de brazos.

—Oh, venga, es un juguete perfecto.— se quejó el otro, tomando el extraño objeto.

—Sí, para un bebé espacial.— bromeó Harley que caminaba por allí, dejando escapar una pequeña risa.

—No sé a quién de vosotros se le ocurrió la idea de venir en bandada a casa para celebrar el cumpleaños de Lara— el ex soldado se apoyó en el marco de la puerta, Wanda se asomó sobre el hombro de este, curiosa por ver a sus invitados, y se metió en la casa de nuevo, llamando a la muchacha y a Peter.

—A todos nos viene bien festejar un poco, ¿no?— Strange intervino, parecía mucho más mayor de lo que realmente era, los años en aquel mundo le habían pasado factura.

—¡Hemos preparado una fiesta fuera, así que hazlos pasar, brazo de hojalata!— gritó Peter desde el otro lado de la casa.

—¿Oyes eso, Vanilla Ice?— se adelantó Sam Wilson— Es Parker que ha aprendido a divertirse.

Bucky se vio obligado a apartarse y dejar pasar a todos los visitantes, dejando escapar un suspiro de derrota. Si bien le alegraba que fueran a visitar a su hija en su cumpleaños, no le gustaba la idea de que todos fueran con la excusa de que necesitaban desconectar de sus propios problemas.

Así que durante una hora se mantuvo dentro de la casa, sin salir a investigar la fiesta detrás de su casa.

—Papá, ¿por qué no sales fuera?— fue la voz de Lara la que le sacó de sus pensamientos, se giró a mirarla, llevaba el cabello lleno de las telas de araña de Peter.

—Necesito estar solo un rato, es... Solo eso— se giró hacia ella, en aquel momento, la niña -o ya no tan niña- le llegaba hasta la altura del mentón, había crecido mucho en aquellos años.

Lara comprendió en seguida que era lo que tanto molestaba su padre y se acercó a abrazarle, apretándole con fuerza.

—Sé que la echas de menos, pero no eres el único.— le susurró— Ella seguro que nos echa de menos a nosotros, pero estoy segura de que ella querría que disfrutáramos de este día, juntos. Somos una familia, pequeña y disfuncional, rota, pero lo somos. Así que mueve ese trasero de abuelo y vamos allá fuera, Wanda y Peter quienes que les enseñes a bailar swing.

Respiró profundo y, armándose de valor, tomó la mano de la niña.

—Entonces no les dejaré con las ganas, pero solo si tú eres mi compañera de baile.

—No te defraudaré.— asintió ella.

Juntos, se encaminaron a la fiesta que les esperaba, dejando a un lado sus problemas durante unas horas.

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