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Eres Mi Misión (parte I)

Era una mañana fría cuando tres figuras bajaban de un camión oscuro en Moscú. Los tres avanzaban entre las sombras, evitando ser vistos por algún que otro viandante que había madrugado para ir al trabajo o para hacer unas compras de última hora. Las luces de Navidad de las calles todavía estaban iluminadas, haciendo más difícil el propósito de aquellos tres.

La figura más alta se detuvo, alzando un brazo para que las otras dos lo hicieran al igual. Aún llevando ropa de civiles, no podían arriesgarse a ser descubiertos. La más pequeña avanzó hasta la esquina y, al asomarse, su trenza rubia cayó hacia un lado fuera de la capucha. Avanzó unos pasos sobre la nieve ante la atenta mirada de los otros dos.

Los orbes azules de la pequeña recorrieron la calle en busca de alguien que pudiera ver como cruzaban la calle, sin embargo, no había nadie a la vista. Se ciñó la capucha y empezó a caminar hacia el otro lado de la calle, dejando el rastro de sus pequeñas huellas en la nieve recién caída. Nunca lo admitiría delante de sus "compañeros", pero amaba las misiones en las que tenían que caminar por la nieve, le encantaba el color puro y la sensación que tenía al pisarla, podía cerrar los ojos e imaginar un hogar en Siberia, con su familia...

Apartó la idea de la cabeza con un gesto y, con un simple movimiento de manos, logró abrir la puerta en el callejón. Fue sencillo para ella, había abierto cosas más importantes y seguras. Se giró con un rápido movimiento, haciéndoles una señal a sus compañeros para que cruzaran la calle, abriendo la puerta. El primero en cruzar fue su compañero, su ropa llamaba más la atención, siempre contrastaba con la nieve, por eso mismo a la pequeña no le gustaba aquel conjunto, además, no le hacia mucha gracia ver aquella ropa negra apretar el cuerpo del hombre como si este tratara de escapar. Por suerte, ese día llevaba un abrigo polar gris y aquellos guantes sin dedos sobre el uniforme de combate.

En cuanto estuvo frente a ella, la niña señaló las escaleras que bajaban al otro lado de la puerta con la cabeza, esperando a que bajara. A través de la máscara, los ojos idénticos a los de la niña escrutaron la oscuridad, como si esperase que algo hubiera allí abajo. En cuanto empezó a bajar las escaleras la pequeña suspiró aliviada, a veces el soldado era bastante escéptico cuando se trataba de entrar en sitios oscuros. Siempre se preguntaba con diversión si le daba miedo la oscuridad.

Cuando se giró para mirar al otro lado de la calle, pegó un respingo al encontrarse con la otra figura frente a ella. No sabía por qué, pero la mujer le transmitía cierta calma y seguridad, era extraño mirar sus ojos esmeralda y descubrirse a sí misma más tranquila, más dispuesta a seguirla a donde sea que fuera. Al verla con aquel anorak blanco no pudo evitar sonreír, el blanco era su color favorito, y ver a su "compañera" con ese color, la paz la invadió.

Ambas entraron, pero la niña se quedó atrás para cerrar la puerta y encender los fusibles con algo de su apoyo extra, puesto que el invierno en Rusia siempre dificultaba el uso de la electricidad.

Cuando bajó las escaleras, una tenue luz iluminaba una pequeña estancia con una mesa, tres sillas de plástico desgastadas y dos catres a los lados. Lo primero que hizo ella al llegar fue dejar la mochila en una de las camas maltrechas. Sus compañeros se habían desecho de sus abrigos y máscaras para observar mejor el mapa de Moscú sobre la mesa. Los ojos turquesas de la niña observaron a ambos adultos mientras se deshacía de su abrigo y la pequeña máscara que Hydra le obligaba a mirar.

Ninguno de los dos mayores cayó en la cuenta de como su pequeña compañera estudiaba sus rasgos con detenimiento. Ella sonrió al fijarse en el semblante de la mujer, los ojos cetrinos y grandes, sus largas pestañas doradas que apenas se podían distinguir a la luz. La forma de sus labios, que ahora se apretaban con un gesto de preocupación, eran carnosos y rosados, aunque ahora estaban algo rojos por el frío. Cada característica de la mujer tenía un efecto sedante en ella.

Sin embargo, el hombre era completamente diferente, tenía un efecto alentador en la pequeña, pero no por ello era negativo. Siempre quedaba cautivada por los iris zarcos y activos del adulto, le llamaba la atención la corta melena parda que siempre llevaba. Sus labios eran menudos, pero en lo que siempre se fijaba la pequeña al verle era en su brazo izquierdo, se trataba de un miembro de metal, con una estrella roja en la zona de su bíceps. Le llamaba la atención hasta tal punto que había intentado tocarlo alguna vez, pero siempre se había detenido a sí misma antes de hacerlo, sabiendo de lo que era capaz el soldado con aquella articulación metálica.

Encontró un pequeño espejo en una esquina de la habitación, inspeccionando sus propio aspecto, descubriendo como muchos de sus propios atributos eran semejantes a los de los otros dos que estaban en la habitación. Sus luceros eran del mismo matiz añil que el del hombre, sus labios igual de carnosos que los de la mujer, su nariz respingona al igual que la del hombre, su trenza rubia como la de la mujer. Un extraño pensamiento cruzó su mente como una exhalación, pero ella lo apartó con ademán, era imposible que aquello hubiera pasado, solo debía  de ser una coincidencia.

Sorprendió a los adultos observándola con extrañeza, a lo que ella se acercó al lugar donde ambos se encontraban y dijo con toda naturalidad:

–¿Cuál es el plan?

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Lo sé, estaba desaparecida y todo esto tiene que tener una justificación, porque siento que tengo una pequeña deuda con ustedes. Entonces, ¿cuál es la razón de que haya tardado tanto en actualizar?

En primer lugar, no tengo disculpa, he estado dejándolo bastante, así que les pido que disculpen mi ausencia lectores y lectores fantasma.

Y, otra de las razones, ha sido porque, aunque tenía ideas, tenía una especie de bloqueo para continuar con la parte de Wakanda para seguir adelante y llegar a la idea que tengo en mente, así que mi problema ha sido unir los hilos hasta crear la historia del todo.

Pero en cuanto se me ocurrió escribir este capítulo no pude evitar empezarlo y se desarrolló él solo, por lo que si, este capítulo es quizá una parte importante de la historia de estos tres.

Así que espero que les haya gustado y no olviden darle a la estrellita, que es algo que me anima mucho.

Se despide por ahora,

Little Ballerina.

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