Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El Precio Del Éxito

Creo que era el miedo a abrir alguna herida el que nos detenía de acercarnos en un abrazo. Porque aunque la batalla había pasado, habíamos recibido fuertes golpes, cortes o disparos. Y la adrenalina seguía corriendo por nuestras venas.

No podía dejar de darle vueltas a ese pensamiento mientras me apretaban una venda alrededor de la cintura por una costilla rota. La venda me dificultaba la respiración, pero en parte lo agradecía, me ayudaba a volver a la realidad después de esa batalla.

No apartaba la mirada de ninguno de los dos, y sabía que no sería capaz de hacerlo en un tiempo. Quizá fueran horas, quizá días, semanas o meses, no podía estar segura, pero lo único que deseaba era mantenerlos a mi lado.

Una vez que tuve puestas las vendas y las heridas curadas, me puse en pie lo mejor que pude, acercándome poco a poco a la única familia que me quedaba, sabiendo que la leve cojera era notable aunque tratara de ocultarla.

Después de esto, todo pasó a la velocidad del rayo, los heridos no dejaban de llegar, no se dejaban de contar muertos, sin parar, pero apenas era capaz de entender o darme cuenta de esto, porque no me separé en ningún momento de las personas que más me importaban. Recuerdo cómo ambos me abrazaron con fuerza, como mi familia me sostenía como si fuera a romperme, porque tal vez esa era la imagen que daba también por fuera.

Y en lo que me parecieron segundos, estaba de vuelta en mi habitación en el complejo, pero esta vez no estaba sola. Tenía a mi pequeña no tan pequeña a mi lado, y al amor de mi vida protegiéndola desde el otro lado. Los tres nos habíamos recostado en la cama, las palabras parecían demasiado pesadas sobre nosotros, así que simplemente dejamos que nuestros gestos hablaran más.

Lo hicieron.

Después de minutos y minutos y minutos y segundos que se alargaron como horas regaladas por el universo, tras instantes en los que nos perdimos en las miradas de los orbes ajenos, volvimos a respirar.

Tomé aire de forma profunda, mirándoles a los ojos sin saber que en mi mirada por primera vez brillaba una tenue llama de algo que parecía haberse extinguido en una tormenta que parecía no cesar. Una llama que era como una promesa.

Como una promesa de algo nuevo, de que todo iría bien, de que tal vez sí que merecía ser feliz con esa familia que, aunque no era perfecta, me daba esperanza.

Ninguno de los tres rompió el silencio, por eso nos llevó una eternidad percatarnos de que la pequeña se había quedado dormida entre nosotros. Ambos nos miramos con una sonrisa llena de un sentimiento que, aunque apenas habíamos dibujado, reconocimos perfectamente: la ternura. El sentimiento que finalmente llenó nuestros corazones y nuestras almas de un nuevo calor, suave y sutil pero capaz de calentar un hogar.

James simplemente estiró el brazo con cuidado de no despertar a la pequeña -su brazo humano, igual que siempre- y la llevó a mi mejilla con una delicadeza que no sabía que era capaz de existir, pero que en aquel momento se sintió como una brisa con olor a primavera. Le sonreí un poco, porque en aquel entonces no recordaba como sonreír, y los músculos de mi rostro se sentían extraños al hacer aquel gesto, pero eso no me detuvo para regalarle mi más honesta sonrisa. Eso le hizo sonreír también, una sonrisa que quise que durase todos esos segundos que se sentían como horas, incluso días, porque sabía que estaba enamorada de esa sonrisa también.

Dejamos que los segundos flotaran entre nosotros, que poco a poco nos pesaron en los párpados hasta que no pudimos mantenerlos abiertos, cayendo en un profundo sueño después de años sin una sola noche tranquila. 

...

Creo que pasé solo unas cuantas horas dormida, porque al parecer cuando abrí los ojos de nuevo era la primera hora de la mañana. El sol aún estaba saliendo y apenas entraban unos pocos rayos por la ventana, pero aun habiendo dormido menos de ocho horas esa noche, me desperté más descansada que nunca. Quizá no había dormido tan bien en meses, tal vez en años, casi no recordaba la última vez que dormí tan tranquilamente. 

Alargué el brazo aún en las tinieblas del sueño, sonriendo al notar el calor de ambos y recordar que todo ello no había sido una quimera, que estaban a mi lado en ese mismo momento y lo estarían durante un largo tiempo. Les abracé un poco más a ambos, disfrutando en silencio del calor suave que emanaban sus cuerpos, sintiéndome la persona más afortunada por haber podido vivir aquel instante con ambos. 

—Buenos días, Kira.— su voz suave, ronca por el sueño hizo que miles de momentos volvieran a pasar por mi mente, recuerdos de una vida que parecía pasada, una vida que habíamos compartido.

Le miré durante unos instantes, sabiendo lo que quería decir pero sin querer decir nada en absoluto, disfrutando tan solo de la imagen de su sonrisa cansada que pretendía ser cálida frente a mis ojos, y no pude evitar acercarme un poco más, dejando besos delicados por sus mejillas, permitiendo que una de mis manos encontrara su otra mejilla, haciéndole sonreír de forma genuina cuando mi pulgar recorrió su mejilla, lo que hizo que me olvidara de respirar durante unos segundos que sabían a minutos.

—Buenos días— el bulto entre ambos se movió, alzando la cabeza con el cabello rubio cubriendo su rostro, hasta que se apartó la cortina de pelo para poder mirarnos a ambos— a vosotros también.

—Buenos días, cielo.— hablé finalmente, abrazándola contra mi pecho, escuchándola reír de forma ahogada.

—¿Queréis algo de intimidad para daros cariño? Puedo ir a ducharme mientras.— susurró, asiendo mi camiseta.

Mis dedos en seguida encontraron su lugar en su cabello, acariciando lentamente, por lo que negué muy despacio con la cabeza.

—No quiero perder un solo instante con ninguno de los dos.— susurré, acariciando aún sus mechones.

Ella asintió lentamente y encontró de nuevo su lugar en mi pecho, acurrucada contra mi como cuando era más pequeña. En seguida encontré unos ojos azules que nos observaban a ambas con un brillo que conocía a la perfección, que siempre había visto brillar de esa manera por nosotras, así que le tomé de la mano con mucha delicadeza, acercándole muy poco a poco hasta que los tres nos quedamos acurrucados unos contra otros.

Podíamos permitirnos podemos perder un poco de nuestro tiempo si era para estar juntos.

...

Pasaron unos minutos, Steve abrió la puerta y se detuvo en el umbral para mirarnos a los tres. O al menos, eso dijo cuando le pregunté después. Nos avisó de que había un coche preparado fuera por si queríamos volver a casa, lo que hizo que los dos me miraran con una curiosidad que demostraban de la misma manera.

Yo me limité a asentir y a explicarles acerca de la casa del lago, recordando, a mi pesar, que Nate y Kai seguían allí. Que Nate estaría allí durante todo el tiempo que fuera necesario porque me estaba esperando. Estaba esperando a que volviera a casa.

Y, en ese momento, decidí que no podía seguir huyendo, que hablaría con Nate acerca de todo y aclararía las cosas con él de una vez por todas.

Pero había dejado que el tiempo escapara entre mis dedos y no sabía si Nate querría siquiera escucharme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro