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El Luto a Prometeo

Cuando me llegó la llamada, recordé la historia de Prometeo. En la mitología griega, Prometeo robó el fuego para llevárselo a los seres humanos y así la humanidad fue capaz de prosperar, pero los dioses castigaron al héroe a pesar de haber llevado a cabo tal hito.

Así me sentí cuando me levanté esa mañana y lo primero que escuché fue el tono de llamada, sentándome muy despacio, con un hormigueo en la espalda por la conversación que acababa de tener con Sam. Recordé como la humanidad no había reconocido el trabajo de Prometeo y estos lo habían olvidado, sin reconocerle como el héroe que había llegado a ser. Durante unos segundos me sentía como un insignificante humano que había recibido el don de la luz y el calor de una llama, pensando en que tal vez no había conocido al héroe que me había cedido aquel hogar.

Y me habría pasado toda la mañana pensando en todo ello si no hubiera sido porque, de repente, sentí un brazo cálido rodeándome desde atrás, devolviéndome al presente con una firmeza pero una gentileza que contrastaban enormemente con mis fríos pensamientos. James simplemente se limitó a abrazarme, sin preguntar aún la razón por la que me encontraba en ese estado. También sabía que no preguntaría, a veces los fantasmas del pasado nos visitaban en sueños de una forma u otra, les gustaba colarse a través de los sueños o en los momentos más cotidianos del día a día en forma de pensamientos intrusivos. Él sabía tan bien como yo que los fantasmas era mejor dejarlos para que un especialista se encargara de ellos con nosotros, pero si uno de nosotros necesitaba hablar de ello estaríamos más que dispuestos a escuchar cualquier cosa. De modo que durante unos segundos se quedó en silencio, manteniendo los brazos alrededor de mí para hacer como un ancla que me mantenía en el mismo mundo en el que se encontraban y no perderme en la deriva de mis propios pensamientos.

—¿Quieres hablar de ello? — susurró finalmente, con un tono más grave por la mezcla de sueño y el calor que habíamos conseguido bajo las cálidas sábanas contrastando con el frío que hacía esa misma mañana.

—Sam me acaba de llamar. — llevé las manos muy poco a poco sobre las suyas, acariciando en pequeños círculos sobre sus nudillos, poco a poco volviendo a la realidad con la calidez de ambas manos, tanto la humana como la de vibranio. — Hoy es el... El funeral de Tony.

Decirlo en voz alta hizo finalmente real todo lo que había pasado, pero esta vez si que fue como un tirón hacia los hechos acontecidos durante la batalla. Y es que el destino realmente parece extremadamente caprichoso en numerosas ocasiones, puesto que ya me sentía como una parte de la tragedia griega, con el héroe que lo había dado todo para luchar contra el poderoso titán que parecía invencible pero al que había vencido pagando el alto costo de su vida. Pero yo no era Helena de Troya, ni Tony había sido ningún Perseo de las leyendas. Todos nosotros, nuestras historias, eran reales, y por tanto, el sacrificio de Tony era real. Y mi sentimiento de culpabilidad también lo era. No pude disculparme con él por lo ocurrido con sus padres, ni siquiera expresar lo mucho que me alegraba porque hubiera formado una familia con una hija a la que no vería crecer.

Y sentí una punzada en el corazón por haber pensad0 en algún momento que Tony estaba siendo egoísta por no querer ayudar en la arriesgada misión de detener a Thanos. Y el sentimiento de culpa me pesaba en los hombros como a aquel titán que cargaba sobre su hombros el mismo firmamento, porque yo había ido a su casa a convencerle de ayudarnos. Y ahora... Ahora no podría volver con su familia. Y pensé que merecía lo peor, que merecía algo peor que la muerte, merecía quedarme sola para siempre, merecía que mi familia me diera la espalda y que me convirtieran de nuevo en una máquina de matar y acabar con todas las vidas a mi paso, porque siempre había sido lo único que podía hacer bien. Matar.

—¿Kira? — le escuché susurrar con toda la delicadeza del mundo, ahora notándole vagamente frente a mí, con unas manos sosteniendo mis mejillas. — Kira, amor. Mírame, por favor. — y no sé como lo consiguió pero poco a poco alcé la mirada a sus ojos.Y él, con toda la paciencia del mundo, administró unas caricias circulares en mis mejillas. El movimiento automático grabado en mi cabeza a fuego hizo que finalmente dejara ir la respiración que había estado conteniendo durante todos esos segundos. — Respira, solo respira.

Obedecí en seguida, respiré con toda la calma que mis pulmones permitieron. Poco a poco, dejaba salir y entrar el aire en mi sistema, utilizándolo como una purificación de todo mi sistema de aquellos pensamientos que parecían querer destruirme desde dentro. Aparté aquellos pensamientos, tan solo centrándome en respirar, en dejar que mi pecho se llenara y se vaciara en un movimiento automático. Después de unos segundos en los que permaneció en un paciente silencio, James parecía satisfecho, dejando un beso delicado en mi frente, acariciando mi cabello para dejarme cierto espacio para poder respirar.

—Está bien si no quieres ir, ¿vale? — mantuvo el tono de voz suave como si estuviera hablando con una niña, aunque realmente agradecí que mantuviera aquel tono solo para no volver a exaltarme — Las personas que nos importan no nos juzgarían por ello.

— Buck — puse una mano sobre una de las suyas, mirándole a los ojos para dejar más claro que no tenía ni una sola duda sobre lo que estaba a punto de decir. — Quiero ir, quiero ir con Lara, contigo, con Sam. Con Steve. Esta vez... Hagamos las cosas bien.

Durante un segundo, puedo jurar que vi cruzar una estrella fugaz de orgullo en el firmamento de sus ojos antes de que dibujara una de aquellas sonrisas que tanto había echado de menos durante los últimos cinco años.

—Muy bien, entonces si te ves preparada iremos todos juntos.

——————

Siendo completamente sincera, esperaba ver tanta gente en el funeral. De hecho, esperaba más gente aún, puesto que Tony había tenido muchos contactos en diversas industrias.

Sin embargo, entendí completamente el deseo de la familia de hacer algo más "íntimo". Aunque la misma palabra podría ser algo insuficiente, dado que no éramos exactamente pocas personas. Reconocía a muchas de las personas que se encontraban entre nosotros, otros vengadores que había conocido desde siempre, algunas personas que me había parecido ver durante la batalla y que reconocía por haber estado peleando codo con codo.

La mano de Lara seguía desde que habíamos llegado en mi brazo, un poco agarrada a mí. Realmente no soy capaz de discernir si era porque ella misma necesitaba tener mi contacto o porque ella sabía que yo necesitaba del suyo. De todas formas, puse una mano sobre la suya con delicadeza, sin alzar la mirada de la gran cantidad de gente que se encontraba en el embarcadero de la casa de la familia Stark, con un nudo en la garganta que no dejaba que el barco con las palabras que quería decir pero no podía se alejara a la deriva. Una mano cálida encontró mi otra mano, oprimiéndola con ternura pero con cierta firmeza como queriendo infundirme de un vigor que en aquel momento no podía hallar en mi cuerpo. De todas formas, era consciente que no era mi lugar sentirme de aquella forma, puesto que había personas mucho mas allegadas a Tony que se debían de a encontrar miles de millones de universos de dolor de donde yo me encontraba. No obstante, el nudo seguía aferrándose a mi garganta.

Los tres seguimos avanzando juntos entre la gente, hasta que encontramos a Sam, que se encontraba hablando con Wanda. Ella se veía devastada, la ropa oscura que llevaba la hacía ver mucho más joven de lo que era. En aquel momento no pude si no preguntarme cuantos años tenía, puesto que parecía una adolescente, no mucho más mayor que Lara, pero cargando todo el peso del mundo sobre los hombros. Realmente podría imaginarme el motivo, había visto al amor de su vida morir ante sus propios ojos dos veces en cuestión de un suspiro. Era probable que el funeral le recordara al que Visión no había podido tener tras la guerra. A que, después de cinco años, no tenía nadie a quien volver. Ni un hogar, ni una familia que no fueran los Vengadores.

Antes de que yo pudiera dar un solo paso adelante para decirle algo, Lara se adelantó para abrazarla. Wanda pareció sorprendida al principio, pero tras apenas un par de segundos se recuperó del desconcierto, acariciando con manos torpes pero cargadas de dulzura los mechones dorados de la más pequeña.

—Estamos aquí, Wanda. —su voz era apenas un hilo de voz, pero estaba tan cargada de rabia, de cariño, de comprensión, que sus palabras se sintieron como si hubieran formado un terremoto a nuestro alrededor.

Wanda no dijo nada, solo se limitó a abrazarla un poco más fuerte, asintiendo muy despacio para mantenerse así durante unos segundos que supuse que ella estaría utilizando para recobrar la compostura y no romper a llorar, aunque si lo hubiera hecho habría sido completamente comprensible. Al final del día, yo era la primera que sabía que llorar es el mejor método para sanar, en lugar de dejar el dolor encerrado bajo llave en lo más profundo hasta que el efecto corrosivo se lleve todo por delante.

Ambas se quedaron juntas, hablando en voz baja, así que las dejé su espacio, dando unos toques que esperé que fueran reconfortantes en el hombro de Wanda, antes de acercarme a los dos hombres, que hablaban de algo en voz muy baja antes de que empezara el acto fúnebre. Apenas pude prestar atención a la conversación entre los dos, puesto que en seguida noté a alguien acercarse a nosotros cinco, concretamente dirigiéndose hacia Lara directamente. Mi primer instinto fue detener al chico de unos quince años, pero la mano de Sam me sostuvo del brazo antes de que pudiera dar un solo paso, leyendo mis intenciones. Al parecer sí soy un libro abierto.

—Es Harley, ha tenido sus... Historias con vuestra hija. —me soltó lentamente al ver que no me iba a alejar a preguntarle al adolescente acerca de sus intenciones para con mi hija.

—Lara no se dejará embaucar, después de lo que pasó. — añadió Bucky, lo que hizo que mi intriga aumentara más aún— Y también es lo suficientemente madura para saber que no debería hablar aquí y ahora de algo así.

—¿Cómo es que ese tal Harley está aquí? — susurré, mirándoles finalmente a ambos mientras Wanda se alejaba de los dos adolescentes en nuestra dirección, probablemente para dejarles espacio.

—Harley debió de conocer a Tony hace unos cuantos años, cuando era un crío. — susurró Sam de vuelta, mirando como todo el mundo empezaba a prepararse junto al embarcadero. Entre el gentío, logré reconocer el cabello rubio de mi hermano. — Y así es como está aquí, supongo.

—Dadme la señal si queréis que le aleje de ella. — susurró Wanda al acercarse a nosotros, sus dedos brillando con su magia roja. — Le mandaré fuera de aquí antes de que siquiera se haya dado cuenta.

Sin embargo, esto no fue necesario, puesto que el acto empezó en seguida. No alcancé a escuchar las palabras de despedida de las personas más allegadas a Tony, pero pude apreciar que todas las personas a nuestro alrededor se encontraban afectadas por la muerte de Tony. Me planteé en aquel momento como se sentiría entonces el mundo por la muerte de uno de los más grandes héroes de nuestra era, de como se sentirían al ver al Prometeo moderno fallecer y dejar atrás un legado mucho más grande que el fuego de los dioses. Tony nos había devuelto todo, la vida, la esperanza, la posibilidad de un futuro mejor. Ese era, es y será el legado que Tony Stark nos ha dejado.

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