Capítulo VI: Decisión
Recuento de palabras: 1666
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Recuerdo una sensación de libertad en el cuerpo tras la batalla, recuerdo mis manos manchadas de sangre, de forma literal, recuerdo una voz llamando mi nombre, recuerdo alguien corriendo hacia mí mientras estaba entre las brumas de aquel punto entre el sueño y la consciencia.
Pero el recuerdo más vívido fue el hecho de tener frente a mis ojos el cañón de una pistola que, al dispararse, me hizo perder la conciencia.
Lo único que pude dilucidar de aquellos momentos fue que no había muerto, lo sabía, pero que me había salido de control, que había perdido el control de mí misma y que había empezado a matar indiscriminadamente.
Y aquella no era yo.
De modo que cuando desperté y abrí los ojos, me encontré tumbada en una de las camillas del laboratorio de Shuri, vestida con ropa blanca, supe lo que pasaría a continuación.
–Despertaste– escuché la voz de Shuri tras de mí– Buenos días, o debería decir, buenas tardes.
–¿Cuanto llevo aquí?– me senté con cuidado, siguiéndole con la mirada.
–Un poco más de una semana, ocho días– miró un panel a mi lado, cerrándolo.
–¿Dónde están...?
–En un piso de la ciudad que les ha concedido el rey.– me tendió unas zapatillas, que me puse al instante para seguirla– Les diré que has despertado y les informaré de tu situación.
–¿Mi situación?– me puse en pie para seguirla.
–Lo que Hydra te puso en la cabeza– tomó un lápiz táctil, señalando con él mi cabeza, creando un panel que mostraba algo que no entendía– sigue ahí dentro, como un virus.
–O sea que en el fondo, aunque me esfuerce por salir de todo ello..
Sigo teniendo a Ghost ahí metida...– crucé los brazos sobre el pecho– ¿Cómo la saco de ahí dentro?
–De la misma forma que sacamos al Soldado de Invierno de la cabeza de Bucky, podremos hacer de Ghost sólo un mal recuerdo.
–Y eso solo se consigue..
–Mediante criogenización1 terminó una voz a mis espaldas.
No quise darme la vuelta, avergonzada de lo que había pasado, no me sentía capaz de mirar a mi hermano a los ojos, no podía estar cara a cara con la persona más correcta, firme y disciplinado del mundo, sabiendo que era mi hermano y que yo no era capaz siquiera de hacer lo correcto o controlarme a mí misma. Era como si yo no fuera capaz de hacer cosas por mí misma que siempre necesitara esa ayuda de los demás para demostrar que podía llegar a hacer ciertas cosas, como, por ejemplo, mantener a Ghost bajo control.
–Si sigue en tu mente hay que eliminarlo y la única forma es la criogenización– su voz, siempre sonaba igual de firme, pero al mismo tiempo dar ese sentimiento de paz... Como mi hermano mayor que era– Kira, sé que no te hace especial ilusión pero tienes que pensar en la seguridad de tu familia y la tuya, ¿qué pasaría si no logras detenerla? ¿O si te quedas así de forma permanente?
–No lo haré, porque puedo controlarla– me giré hacia él, ahora queriendo plantarle cara, a la defensiva, con un extraño sentimiento de odio que, aunque sentía ajeno a mí, me quería obligar a hacerle daño a mi propio hermano– ¡No eres el único que tiene algo que perder, Steve!
–Claro que no– puso sus manos en mis hombros con suavidad, para calmarme, sus ojos azules clavados en los míos– Y quiero que accedas a la criogenización por tu propio bien. Eres mi hermana, ¿crees que me gustaría ver que lo que pusieron en tu cabeza se extiende y te alejan de mí?– negué con la cabeza, algo más sosegada1 Deberías pensar en ello, Shuri tiene todo listo si decides hacerlo.
–No quiero hacerle daño a nadie, pero...– aparté la mirada, dando un paso hacia atrás– No quiero dejarles solos ahora que los he recuperado, tengo miedo de no poder recuperar el tiempo perdido.
–Si te conviertes en... Lo que Hydra hizo de ti, perderás todo el tiempo que has tenido con ellos, es mejor perder solo unos días que perder toda la vida a su lado, créeme.– dejó caer las manos, para sujetarse el cinturón– Aún tienes una vida por delante, no puedes permitirte echarla a perder solo por unos días más.
Dejé escapar un suspiro de pesar, apartando la mirada con abatimiento. Realmente tenía razón, no podía decir que no a la propuesta de Shuri porque, de lo contrario, aquella bestia agazapada en mi mente atacaría al final y no podría detenerlo, porque sería demasiado tarde.
–Lo haré, pero quiero despedirme de ellos– dije en un hilo de voz, aún sin apartar la mirada de la ventana a mi derecha– Es lo único que pido.
Steve asintió sin evitar una pequeña sonrisa y se giró, dispuesto a cumplir con lo que había pedido, estaba segura de que no era capaz de valorar lo suficiente a mi hermano.
. . .
Esperaba sentada, nerviosa, mirándome los pies descalzos hacer contraste con el suelo negro del laboratorio de Shuri, mi piel era realmente pálida aún después de haber pasado meses al aire libre. Me preguntaba por qué todo aquello tenía que acabar en aquel punto, en el punto en el que para volver a ser yo misma, debía renunciar a un tiempo de tranquilidad con mi familia.
Jugaba con mis propias manos, incapaz de mantenerme serena, tenía miedo de la criogenización, aunque no quisiera admitirlo, al fin y al cabo, me recordaba a mi tiempo con Hydra. Y eso era lo que más me aterraba.
–¡Estás bien!– Sonreí al escuchar esa voz infantil tan cerca de mí, junto a unos pasos correr.
Apenas pude ver su cabello rubio antes de que se lanzara hacia mí en un abrazo y rodeara mi cintura con las piernas, la apreté contra mí en un abrazo, cerrando los ojos con un suspiro de alivio.
–Estoy bien, ya ha pasado.– susurré.
Ella alzó la mirada, mirándome algo insegura.
–¿De verdad que estás bien?
–Por supuesto, nada que no se pueda solucionar– acaricié su mejilla con suavidad– Estaré bien en muy poco tiempo.
–¿Y cuál es esa solución, Kira?– al alzar la mirada, encontré a Bucky, apoyado en la pared de brazos cruzados frente a nosotras.
–Nada peligroso, Shuri se ha encargado de ello.– le miré, acomodándome en la camilla de nuevo, con Lara sobre mis piernas.
Se acercó unos pasos, con un gesto serio, aún cruzado de brazos, hasta que quedó frente a mí. Por mi parte, también estaba seria, no sabía cual sería su opinión al respecto de mi decisión, no quería que, al darle la noticia, reaccionara de la misma forma que yo lo había hecho anteriormente.
Además, por una vez en mi vida, quería parecer adulta, no una adolescente encerrada en el cuerpo de una.
Sin embargo, cuando se detuvo dibujó una sonrisa triste, alargando la mano derecha, la humana, para pasar los dedos entre mi cabello.
–Vas a tener que pasar una pequeña temporada criogenizada, ¿no es cierto?
–Es la única manera de que ella no vuelva... De que no vuelva a tener lo que ellos me pusieron en la cabeza.– sentí un gran peso liberado de mis hombros, como si al decirlo todo lo que me preocupaba se hubiera desvanecido– Solo necesito un poco de tiempo.
–Sabes que te apoyaremos en todo lo que necesites, si tienes que estar un tiempo durmiendo, entonces sigue adelante con ello– se colocó frente a mi, rodeando mi cintura con los brazos– Estaremos esperándote.
–Siempre y cuando no me aplastes contra mamá– protestó Lara, con su cabeza en mi pecho.
–Tú te quedas así, tu madre necesita que estemos a su lado más que nunca.
–No estoy teniendo una crisis existencial, Buck.– sonreí, dejándole un poco de espacio a la pequeña– Y no voy a ahogar a Lara porque vaya a estar unos días dormida.
–Pero te echaré de menos, mamá.– se abrazó a mi cintura.
–Pero la estaremos esperando en casa, con eso que tenemos para ella, ¿verdad que sí, enana?
–¡Sí!– asintió animada ante la idea.
En seguida ambos se separaron un poco de mí, para ayudarme a ponerme en pie. Bucky tenía mi mano con la suya, hasta que se detuvo delante del tubo de criogenización.
–Estaremos bien, no tienes de que preocuparte– susurró, sin soltar mi mano– Al fin y al cabo no soy tan mal padre.
–Todo ello es porque no quieres contarme lo que pasó en Siberia– sonreí un poco, juntando mi frente con la suya.
–Si te lo dijera, no me creerías. Tienes que tener fe en que soy un gran padre.
–Te creeré, pero solo por ahora.
–Con eso tengo suficiente, puedo seguir demostrándote mis dotes en otro momento.– tomó mi mentón con suavidad– Porque ahora quiero despedirme como es debido.
Muy lentamente, se acercó hasta unir nuestros labios en un beso lento y suave. No pude sino dejar que me sujetara con ambos brazos mientras tomaba su rostro con calma. Sabía que si se despedía de esa forma, era para que no le avasallara a preguntas y consejos con respecto a lo que tendrían que hacer mientras yo no estuviera, así que me dejé hacer con tranquilidad.
Sin embargo, lo que nos hizo separarnos fue la presencia de alguien más, que se acercó a nosotros cuando vio que nos alejamos.
–Siento interrumpiros, pero también quiero mi despedida– y allí estaba mi hermano, también dispuesto a despedirse de mí, aunque sólo fuera por unos días.
. . .
Cuando terminaron de ajustarme las correas de la cámara, les eché un último vistazo a los tres. A Steve y su sonrisa triste, su postura recta y su mirada perdida. A Bucky, su intento de sonrisa, su posición al tener a Lara en brazos en un gesto protector, sus ojos añiles con la promesa de mantener todo bajo control.
Lara y su gesto de despedida, llevándose una mano al pecho, haciendo una cruz sobre el corazón.
Y, con esa última imagen conmigo, cerré los ojos, dejándome llevar por el sueño.
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