Capítulo IV
Volvíamos de la misión en Lagos, Wanda Maximoff estaba sentada junto a mí, dormida. El incidente en el edificio la había dejado destrozada, comprendía lo que sentía.
–Ha sido un día largo, Kira.– Natasha tomó asiento a mi lado, apoyando la cabeza en la pared del jet.– Deberíais descansar.
Asentí en silencio, cerrando los ojos para quedarme dormida junto a la joven sokoviana.
. . .
Estaba en la enfermería, ayudando a Wanda con su muñeca rota. Uno de nuestros "enemigos" se la había roto de un golpe y, aunque el suero que tenía en la sangre hacia que todo curarse más rápido, tendria que llevar el brazo enyesado un par de horas.
–Ya estás lista, Wanda.– terminé de colocarle la venda y trate de sonreír, pero en cuando vi su expresión triste, todas las ganas de sonreír me abandonaron– ¿Qué ocurre?
–No puedo creer lo que he hecho. Por mi culpa han...– tomó aire con la respiración temblorosa.
–Wanda, has hecho lo que creías que era correcto.
–Agradezco que intentes ayudarme, pero no creo que eso lo arregle.
–Bueno, la culpa es de todos.– me senté a su lado, mientras la tomaba de la mano–Pero ya no podemos hacer nada.
En la puerta de la sala apareció Steve, mirándonos a las dos.
–Hay noticias, hay alguien que ha venido de visita con Tony.
Ambas nos pusimos en pie, por su semblante serio el visitante no debía de ser ninguna persona que alguno de nosotros quisiera ver. Le seguimos hasta la sala de reuniones, donde los demás se hallaban sentados, frente a un hombre vestido con un traje de aspecto serio.
–Ahora que estamos todos creo que podemos empezar– anunció mientras nos seguía a Wanda y a mí con la mirada. Tomé asiento en silencio, esperando a que el desconocido comenzara a hablar– Como Vengadores, han protegido el mundo de muchos peligros– comenzó a caminar por la sala– pero mi pregunta es, ¿a qué precio?– encendió la pantalla frente a nosotros, mostrando una imagen que había visto hacía poco, la guerra contra Loki en Nueva York– En Nueva York– la imagen cambió, esta vez mostrando como una ciudad se elevaba del suelo, a cientos de metros, Sokovia– , en Sokovia– de nuevo hubo un cambio, esta vez la imagen era de hacía un par de días, del edificio en Lagos en el que hubo el incidente de la bomba– , Lagos...
–Creo que ya es suficiente– le interrumpió Steve, sabiendo como le había afectado lo ocurrido en Lagos a Wanda.
–Los Vengadores han estado actuando libremente, sin ningún tipo de restricción, sin respetar los límites nacionales. Es algo que el mundo no puede permitir, ya no más.– sacó una especie de libro blanco. Unas letras azules rezaban: "Tratados de Sokovia"– Por eso mismo, la ONU ha decidido que trabajarán cuando se les necesite y donde se les necesite– colocó el libro sobre la mesa, para que todos lo viéramos– Este tratado va a estar firmado por 117 países que se reunirán pronto.
–Los Vengadores siempre han sido una organización privada que se ha encargado de la seguridad y...– empezó de nuevo Steve.
–Me temo que ya no podemos permitir que unos humanos alterados químicamente sigan actuando por su cuenta, Capitán Rogers.
–Es decir, que quieren que actuemos cuando nos llamen, como si fuéramos una especie de...– empecé a decir, pero mi hermano me lanzó una mirada y me detuve– Lo he entendido.
–¿Qué pasará si no firmamos?–preguntó Natasha, mirando el tratado en sus manos.
–Les jubilaremos– contestó el hombre, lo cual hizo que Natasha sonriera de lado.
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