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FINAL

Seis meses después

Louis sudaba mientras corría con toda la rapidez que podía rumbo a la estancia, seguramente Harry estaría volviéndose loco y no quería que tuviera un colapso justo ese día. Había chocado con un guardia, e incluso tuvo que detenerse cuando terminó golpeando con su hombro a una de las muchachas encargadas de llevar los alimentos al gran salón.

No tuvo mayor opción que ayudarla a levantar todo su desastre y disculparse un millón de veces por su error, pero necesitaba llegar.

Bufó cuando subió las escaleras que él sentía infinitas; con la agilidad desarrollada, brincó de dos en dos los peldaños para ir más veloz, su nueva y mejorada condición física le ayudó mucho.

Porque Louis fue constante con sus entrenamientos, esta vez los verdaderos, y los estaba disfrutando al máximo. Ya no eran escoltas, ya no permanecía en la estancia de su príncipe todo el tiempo... o quizás si lo hacía, pero aparte de cuidarlo, era mera convivencia.

Tenía su alcoba aún con los mosqueteros, y existía un acuerdo con sus amigos. Los días que Zayn se escapaba a la pieza de Niall, Louis se quedaba con Liam: y viceversa, a veces era Zayn quién compartía la habitación con el ojimiel, para que nunca estuviera solo. Incluso, llegaba a pasar algún día en la semana, que los tres coincidían y aprovechaban para ponerse al corriente con las noticias más relevantes.

El avance que hubo, fue muy gratificante, porque los tres habían logrado integrarse por completo a los mosqueteros, a los que ya conocían y a los novatos. Mientras se encontraba un nuevo suplente para llevar el cargo, Pierre trataba de dar lo mejor de sí, para aceptar a los mejores postulantes.

Habían asistido varios hombres, en busca de un lugar en el castillo, y tras varias pruebas, los iban designando a los puestos vacíos. Unos tenían mayor experiencia, otros estaban en una posición nula, pero al final, la oportunidad estaba ahí para quien gustara aprovecharla.

Tenían más amigos y había armonía, era fascinante.

Pero lo único que necesitaba justo ahora, era estar en la estancia, porque seguramente el príncipe estaría torturando al consejero con sus ataques irracionales de estrés, y Niall, siendo Niall... bueno, no era una grata combinación.

Tan pronto como arribó, pasó sin llamar, los guardias dejaron de ocuparse de su presencia desde hace ya mucho tiempo, no era raro verlo todo el rato ahí. Empujó la gran puerta, y lo primero que vio fue a un Harry tirado en el suelo, con las extremedidades extendidas por completo, y los ojos cerrados.

La puerta de su recámara estaba abierta, y desde dónde él estaba, alcanzaba a notar que había ropa... ¿volando en el interior?

"¿Por qué estás en el suelo?" Se acercó al chico, mientras se retiraba las gotitas de sudor del rostro. "¿Qué pasa?"

"¡Lou!" Gritó de repente, abriendo sus orbes y dando gracias a todos los dioses. "¡No creeras lo que acaba de pasar!"

"¿Qué está ocurrien-"

"¡Harold!" El consejero salió como un remolino, y por un instante ignoró por completo la presencia del ojiazul. "¡No está! ¡Ya lo busqué, ya saqué todo de tu armario y no está!"

"¡Te juro que ahí lo dejé!" Harry seguía tendido sobre la duela. "Yo lo guardé ayer."

"¡Tú recámara está hecha un desastre, ya vacíe por completo el mueble y tu traje de hoy no está!"

Ambos amigos se quedaron viendo con frustración. Llevaban un buen lapso de tiempo hurgando entre las prendas del rizado, en busca del conjunto que había sido confeccionado para la ceremonia de hoy.

"¿Hablas de la ropa que el sastre te vino a dejar hace dos días?" Louis trató de aligerar el ambiente. "¿El azul con blanco?"

"¡Ese!" Harry se incorporó, pero solo optó por sentarse, abrazando sus piernas. "No lo encuentro, no sabemos dónde está y quiero llorar porque me estoy volviendo loco."

"También yo." Agregó el rubio, jalando un poco sus cabellos. "¡No tenemos tu traje listo y Anne nos va a matar!"

El mayor rodó los ojos mientras dejaba a ese par ahogarse en la ansiedad; entró a la pieza, con cuidado de no pisar la ropa regada por todos lados. Luego, se encaminó hacia el baño particular del príncipe, y asomó su cabeza, buscando el objetivo.

"¡Hazz!" Le llamó, torciendo la boca. "¡Harry!"

Fueron necesarios solo diez segundos para que el ojiverde, estuviera detrás suyo, en compañía de Niall.

"Dime..."

Louis estiró su brazo, y del interior del pequeño cuarto, sacó la vestimenta pulcramente doblada. Se la mostró a los chicos, y fue cómico cuando las cejas en los dos rostros se levantaron, maravillados por la gran hazaña.

"Amor, te dije antes de irme que dejaba tu traje aquí para que te lo pusieras después de bañarte."

El rizado suspiró, haciendo un sonido con sus labios al separarlos para hablar.

"Lo olvidé." Murmuró apenado, tomando el conjunto y riendo de forma nerviosa.

"Lo noté... Tienes que relajarte."

El mayor se colocó delante del príncipe, y este le sonrió débilmente. Podía adivinar lo que estaba pasando en él, un cúmulo de desgaste mental lo tenía así, muy distraído últimamente y bastante preocupado por lo insignificante. En todo este tiempo, el príncipe podía decir que estaba tratando de entender lo que su castillo era y como estaba conformado.

Vaya que era difícil, su madre le había estado explicando infinitos tratados, muchos estatutos que tendría que memorizar a la larga, pero por ahora mantenía una pequeña hoja en sus abrigos, con los títulos de los más importantes.

En varias ocasiones, a Louis le tocó estar presente para acompañarlo dónde la reina, usualmente se reunían en la biblioteca y ahí llevaban a cabo sus charlas acerca de la gobernanza. Anne instruía a su hijo, y a la par el mosquetero terminaba con un aumento de información en su cerebro que le provocaba jaquecas.

Pero todo era por su, ya muy próximo, puesto.

Louis tenía su palma de la mano en la mejilla ajena, acariciándola con dulzura mientras el menor cerraba sus ojos, olvidándose por un instante de las responsabilidades.

"Eh... Harold, tienes media hora para ducharte y cambiarte, estamos tarde." Espetó el consejero, quitando sus gafas para descansar la vista un momento. "Vendré por ti, igual iré a bañarme y a vestirme. La reina quiere verte antes de la ceremonia."

El ojiazul por poco le reclama, porque el príncipe lució apacible un efímero momento, pero se tensó cuando escuchó a su mejor amigo darle las indicaciones.

"De acuerdo, sí." Acató, regresando a la realidad. "Nos vemos entonces."

Niall le brindó una sonrisa a los dos antes de retirarse, el igual necesitaba terminar con sus pendientes.

Cuando se quedaron solos, Harry bufó mirando hacia el techo. Quiso gritar, iba a vomitar por todas las sensaciones que se instalaban en su estómago, las crisis existenciales que últimamente le habían asaltado eran producto de todo el agobio que le causaba el ser el futuro rey.

"¿Qué haces?" Interrogó, al ver a Louis levantando algunas prendas y colocándolas encima de su cama.

"¿No es obvio? Recogiendo todo lo que Niall tiró. El muy ingrato no se quedó si quiera a ayudarme." La voz del castaño salió adornada de un tono burlón. "Yo me encargo de ponerlo en su lugar, tu ya báñate, cariño."

"Pero tú también necesitas asearte y todo eso. Déjalo así, en cuanto salga yo lo acomodo."

"Tengo más tiempo de tolerancia que tú, no te preocupes." Musitó, pausando su tarea para mirarle pacíficamente. "Anda, apresúrate."

El corazón le palpitó con fuerza en su caja torácica, Louis era un ángel de pies a cabeza, era su prioridad y lo hacía sentir amado con tan pequeños detalles. Siempre al pendiente, siempre apoyándolo y haciéndole ver cuando algo estaba mal o reconstruyéndose mutuamente a través de sus errores. 

"Me ducharé rápido, y saldré para ayudarte."

Dicho eso, Harry brincó en los pocos espacios vacíos de la superficie pero pisando sin mayor cuidado sus camisas y pantalones. Louis continuaba agachado, pero con su mano, lo tomó del hombro para llamar su atención y que terminara por pararse a mirarlo.

"¿Qué ocurre?"

"Nada." Musitó, entrelazando sus dedos detrás del cuello del ojiazul. "Pierre me dijo que les entregará trajes nuevos."

El castaño posicionó los brazos alrededor de su cintura, pegándolo hacia su cuerpo y no dejó ni un misero centímetro para que el aire se colara entre ellos.

"Si, eso creo, ¿los mandaron a hacer?" Preguntó, recorriendo con los ojos el bonito rostro de su príncipe.

"Si, con el sastre. Creo que ahora merecen más reconocimiento por su labor."

Harry había ordenado la realización de nuevos uniformes para todos los cargos del palacio. Los que poseían eran muy viejos ya; con tantas lavadas, los colores se habían atenuado, y lucían muy anticuados. Por ello, tras una exhaustiva plática con Niall sobre los nuevos estilos, concluyeron que eran merecedores de ropa mucho más cómoda y selecta.

"Supongo, los nuevos avanzan rápido, Pierre se está muriendo con eso, a veces le pide ayuda a Krov."

"Tienen futuro, yo mismo los recibí y me encargué de investigar que fueran personas de fiar." Concluyó el menor, inflando tiernamente sus mejillas.

"Eso fue muy inteligente de tu parte." Louis dejó un corto beso en la punta de su respingada nariz. "Lo harás bien."

El rizado sintió sus mejillas calentarse ante la sutil acción.

"Gracias, Lou." Suspiró, enredando sus largos dedos en el cabello de su nuca. "Pero dime, ¿qué hay de ti?"

"¿De mi? Bueno, puedo decir que ya mejoré muchas habilidades..."

"Si, lo he visto."

Las cejas de Louis se fruncieron y su rostro se iluminó por la rareza que le causaron esas palabras.

"¿Qué? ¿Cómo?"

"Mhn, a veces te espío desde la ventana de mi habitación. Te extraño cuando no estás conmigo." Confesó con vergüenza, encogiéndose tímidamente de hombros.

Ese era el Harry que se mostraba vulnerable en ocasiones y apenado por ciertas cosas que hacía sin ninguna maldad.

El mosquetero no lo dudó y de inmediato unió sus finos labios con los pertenecientes al amor de su vida. Se dieron un beso pastoso, muy lento y pausando entre risas para recuperar el aliento.

Ambos tenían todo lo que sus corazones deseaban, era impresionante la química existente, pocas personas tenían la dicha de encontrar a su alma gemela en esta vida, y Louis creyó haber hecho algo bien en la pasada para tenerlo a su lado en el presente.

Chasquearon sus bocas al separarse, y Louis apretó la cintura de Harry con sus brazos, haciendo que dejara salir un jadeo muy bajito.

"Mandaré a ponerme seguridad, eres un acosador." 

Louis gustaba de romper las burbujas y momentos amorosos con su sarcasmo. Era parte de su forma de ser.

"¡Yo no te acoso!"

"Si lo haces, pero te perdono, no te apures." Exhaló una risita. "Anda, ve a bañarte, no queremos que Niall empiece con sus sermones."

"¡En definitiva, no!" Se quejó el menor, dejando caer sus brazos a los costados de su cuerpo. "No estoy para recibir reprimendas."

Harry se acercó a la mejilla de Louis, y dejó un beso bastante tronado, dando por finalizada la conversación. Se dio la media vuelta y caminó de regreso a su baño, no sin antes echarle una mirada coqueta por encima del hombro.

"¿No quieres venir?"

Sugerente, levantó varias veces sus cejas, y después mordió su propio labio despacito. Algo que también amaba hacer, era tentar a su chico, porque sabía que su fuerza de voluntad en ese aspecto, era nula; tenían una vida sexual muy activa, gracias a que las insinuaciones por parte de ambos eran muy frecuentes y a veces en los peores momentos.

Como ahora que tenían los minutos contados, y aunque Louis podría hacerlo sin protestar, dedujo que no era una buena opción.

"Me encantaría, pero necesito más de media hora para hacerte lo que me gustaría." Le dijo con galanteo, cruzando sus brazos. "Además, lo hicimos en la mañana, ¿no te cansas?"

"Estoy acostumbrado a ello, es mi ejercicio diario." Comentó socarrón, y rodó los ojos. "¿Entonces?"

"Espera a la noche, tómalo con un regalo."

El príncipe le enseñó la lengua, y tuvo que abstenerse de insistir porque empezó a sentir la presión encima. Moviendo sus dedos, y articulando un pequeño "adiós" con sus labios, se encerró en el baño, dejando a Louis sonriendo complacido.

Zayn y Liam aguardaban con paciencia, sentados en el borde de sus camas, a que el personal encargado les llevara sus botas lustradas y despampanantes. Hasta hace una hora, Pierre les entregó los nuevos trajes de mosquetero, y eran más que divinos, magníficos.

Los colores no habían cambiado mucho, únicamente el tono de azul se intensificó, el símbolo del pecho que los caracterizaba creció, y el brillo de la tela ahora se proyectaba cuando los rayos del sol le caían directamente; esta se sentía de mucha mejor calidad, hasta parecían costosos. Y por un momento, Liam se negó a usarlo por miedo a dañarlo en los entrenamientos... pero por desgracia, para eso eran.

Tendrían que usarlo en sus prácticas, y según Pierre, se los estarían cambiando con frecuencia para siempre lucir presentables. El ojimiel dejó de sentirse acongojado con esa aclaración.

"Chicos, ¿han visto mi sombrero?" Louis rompió el hielo, buscando por debajo de su cama. "Estoy seguro que lo dejé aquí."

"¿Aquí?" El morocho imitó su acción, levantando un poco el rodapie de su colchón. "Yo no lo vi, Boo, ¿no lo dejaste con Harry?"

"No, creo que no..." Intentó recordar, pero su cerebro no respondió. "No sé, pero ya no puedo ir a buscarlo ahí. La cerró con seguro, ya debe estar con su madre."

"¿Y tú no tienes cómo entrar?" Liam parpadeó, poniéndose de pie para verse por quinceava vez en el espejo.

"No, no tengo llave."

"¿Y cómo entras por las noches?"

"Demasiadas preguntas, Li."

El ojiazul desvió las interrogantes, bateándolas fuera del reino. Su amigo era muy curioso la mayor parte del tiempo.

"Es obvio que Harry le deja la puerta abierta, duh."

Pero olvidaba que existía Zayn.

"Oh, yo juraba que tenía su propio juego."

"No, yo tampoco tengo de la pieza de Niall." Confesó, estirando su mano para tomar su vaso de agua que reposaba sobre la cómoda. "Al parecer por motivos de seguridad, solo hay dos juegos de cada cuarto en el castillo. Uno lo tiene la reina, y otro el propietario del espacio."

"Mhn, bueno para todos, malo para ustedes."

Louis les observó con sobriedad, siguiendo los gestos y risas sin sentido de sus amigos. A veces se preguntaba que hubiera sido de él, sin ellos; en general de su vida porque eran un equipo completo, se necesitaban para sobrevivir, ya que cuando uno caía, estaban los otros dos ahí para levantarlo.

Dejó de prestar atención a su charla, cuando la puerta fue tocada tres veces. Zayn se levantó para abrirla y recibir los tres pares de botas totalmente nuevas, muy fulgurantes. Agradeció con una sonrisa gigantesca y lo que siguió fue repartirlas a sus dueños.

"Dios mío, son mejores que las anteriores." Liam las levantó a la altura adecuada para poderlas admirar con detenimiento.

Mientras tanto, Louis vaciaba los cajones, la cómoda, e incluso buscó en el baño el dichoso sombrero que no podía encontrar por ningún rincón. No podía llevar el uniforme incompleto ese día, era algo sumamente especial y no iba a ser él, quién desentonara entre todos sus compañeros.

Pero había un noventa y nueve por ciento de probabilidad, que el objeto que buscaba si estuviera en la recámara del príncipe, seguramente lo metió sin darse cuenta al armario, cuando acomodó todos los abrigos y trajes. No había manera de recuperarlo por un buen rato.

"¡Oigan, es hora!"

Un joven chico se atrevió a colar su cabeza por la puerta, que habían dejado entreabierta. Les saludó con una seña, emanando emoción de todos y cada uno de sus poros.

"¿Ya?" Liam se contagió, brincoteando en un pie al tratar de ponerse la bota restante.

"¡Si! Vamos, todos están subiendo al gran salón."

"¡Genial!"

Zayn no espero a que sus amigos estuvieran listos, simplemente tomó su sombrero y se lo acomodó, al igual que los guantes. Salió corriendo detrás del muchacho, y vio a todos los mosqueteros abandonando sus respectivas alcobas y vitorear mientras recorrían el pasillo, encaminándose a las escaleras.

Algunos lo saludaron con amabilidad, y otro más le rodeó por los hombros para hacer que avanzara con ellos, dejándose guiar y riendo por la felicidad.

"¿Vienes Lou?" El ojimiel se terminó de poner sus guantes de cuero, y le miró.

"Si, ahora los alcanzo."

Liam asintió y salió a grandes zancadas, topándose con tres de sus compañeros que le esperaban para subir. Ya los acogían como iguales.

Las uñas de Louis sufrían de las incontables mordidas, tenía que quitarse pronto esa manía cuando se volvía un manojo de nervios. No portaba el uniforme completo y no le preocupaba tener problemas, pero si le conflictuaba ser la oveja negra que llamaría la atención por ello.

Intento pensar en una solución rápida con la mente fría, y fue descartando las opciones: pedirle otro a Pierre no era posible porque el hombre no querría ir a la bodega, brincarse por la ventana a la habitación de Harry era de locos, estaba en los pisos superiores...

"Quizás..." Se dijo a sí mismo, al momento en que la vista se fijó en su baúl.

Relamió sus labios, al tiempo en el que se encargaba de abrir la tapa de la enorme caja de madera cubierta de polvo. Tosió unas cuantas veces, y con su mano intentó eliminar el rastro y la nube que se levantó por el movimiento.

Localizó de una, lo que buscaba.

El sombrero que tenía obsoleto en el interior, aquel que hace años fue su regalo y su motor de vida para llegar a ser lo que tanto deseó. Con nostalgia, lo tomó para iniciar a sacudirlo y acomodarle la pluma maltratada. Lo pensó brevemente, sus dos opciones eran llevarlo o guardarlo en su lugar; estaba estropeado pero si lo limpiaba con un trapo húmedo, podría pasar desapercibido y no sería el único sin nada cubriendo su cabeza.

Se inclinó por dejarlo dentro, y fue cuando el rechinido de la madera en el acceso, captó su atención, distrayéndolo de sus acciones.

"¿Lou? ¿Sigues aquí?"

Krov también se había retrasado, y escuchó ruido en la alcoba de los chicos así que eligió ir a revisar para asegurarse que no fuera nada malo. Para su sorpresa, el castaño le observó con una sonrisa muy pequeña, sin mostrar los dientes.

"Ajá, creí que ya todos estaban arriba."

"Yo igual, a mi se me hizo tarde." El muchacho entró por la puerta, y observó curioso lo que Louis tenía en sus manos. "¿Qué haces?"

"Dejé mi sombrero en la habitación de Harry y ya no puedo ir por él, está cerrada, no puedo recuperarlo..." Explicó atropelladamente, poniéndose de pie. "¿Qué opinas si llevo este?"

"Uhm, ese no es como el nuestro." Musitó, viéndolo con minuciosidad. "¿De dónde lo sacaste?"

"Digamos que fue un obsequio, tiene valor sentimental para mí, por eso lo tenía guardado."

Louis no esperó réplica, y se puso frente al espejo, posicionando el sombrero sobre las hebras castañas de su cabello corto. Lo sintió bien, ligero, y si lo mirabas de lejos no parecía estar deteriorado.

"Creo que te puede salvar, no luce mal." Le dijo Krov de forma honesta.

"Si, creo que es suficiente, solo para hoy."

Sonrió en sus adentros, e infló su pecho, planchando con sus manos la casaca nueva que ya traía encima. Se giró hacia sus sábanas tendidas, y recogió los guantes que eran suyos, poniéndolos en su respectivo lugar. 

"Creo que ya, vámonos."

Krov accedió, haciéndose a un lado para dejarle salir primero, después avanzó él, marchándose de ahí y poniéndole seguro a la entrada por mera seguridad.

Por suerte, el enamoramiento del muchacho estaba en la etapa final de la superación, y aunque le costó mucho trabajo por aquello de la afinidad humana que tenía con Louis, se atrevía a decir que finalmente podía estar con él como un amigo en toda la extensión de la palabra.

El ojiazul lo sabía, por un tiempo se alejó de él para hacer las cosas más sencillas, le dio su espacio y prefirió no coincidir para no crearle más confusiones en su mente.

Afortunadamente, eso cambió conforme los meses, y agradecía mucho sumar un buen amigo a su lista de personas importantes.

La ceremonia fue a puerta cerrada, como le llamaba la reina, solamente con los miembros del castillo y pocos invitados de fuera. No sentían la necesidad de hacer algo llamativo ni suntuoso, aunque su periodo de luto había terminado, Anne sabía que las grandes fiestas y eventos eran planeadas por Des, a pesar de que ella también las disfrutaba, por el momento no quería vivir una sin su marido danzando con ella a mitad de la pista.

Pero la tradición le exigía un festejo, tendrían un baile pequeño para que sus conocidos disfrutaran y solo mandó traer a dos músicos para ambientar la situación, muy por debajo de las grandes orquestas que solicitaba en el pasado.

Inspiró hondo mientras una de sus damas de compañía le acomodaba en el cuello, la gran capa, muy similar a la que el rey solía usar. Su cabello también fue peinado, antes de ponerle la corona adornada de piedras preciosas en el sitio correspondiente.

Gemma llegó a su lado, su vestimenta era muy similar a la de su madre, pero difería en el largo de las mangas y en el color. Portaba también su preciosa tiara, era nueva, tallada en plata y con diamantes brillantes alineados perfectamente, Gustav se la había otorgado como símbolo de amor e invitación a la gobernanza de su próximo hogar.

"Ya revisé, y todo está como lo ordenaste. Está bajo control."

La reina tenía miedo, no quería que pasara lo de ese día, y por eso se encargó de vigilar a la perfección los accesos del castillo, poniendo guardias en cada esquina. La mala experiencia le había dejado una clase de trauma y tardaría mucho en deshacerse de él.

"Bien, ya es tarde, ¿dónde está Harry?"
"¡Aquí!"

La llegada del rizado fue anunciada, estaban terminando de arreglarle la parte superior del traje, y de añadirle unos distintivos como adorno. Resaltaba en su precioso atuendo, su autoestima se elevó a la luna cuando vio su reflejo, y moría de ganas porque Louis lo viera.

Esta vez, si lo apreciaría.

"¿Estamos listos?" Anne se enderezó, dedicando miradas a sus dos hijos. "No quiero problemas, ¿bien? Los guardias me informaran si algo sale mal, y lo que sea que planeen hacer, lo sabré."

Con una radiante sonrisa, Gemma y Harry alzaron su mano derecha en juramento, tal y como lo hacían desde pequeños. Su progenitora lo notó, y su impulso la llevó a envolver a sus dos querubines en un enorme apapacho, que fue correspondido sin mayor complicación.

Los Styles tenían un miembro ausente de forma física, pero en sus adentros, siempre estarían completos con el recuerdo del rey. En el agua, en el viento, en el fuego y en la tierra, en distintos elementos siempre lo iban a encontrar, porque vivía en ellos.

"Bueno, es hora." La reina aclaró su garganta, y tomó distancia con sus retoños. "Gemma, vamos. Harry, tú espera a que te llame."

El menor no protestó, y se quedó ahí, a un costado del trono pero detrás de las enormes cortinas de terciopelo que caían hacia el suelo.

El gran salón estaba lleno, en la parte más alejada del trono, se hallaban los mosqueteros alineados en diferentes filas, con la postura firme y mirando al frente. Louis y Krov alcanzaron a llegar, antes de que el enorme portón fuese cerrado, y por suerte nadie notó que traía un accesorio diferente al de los demás.

Estaban junto a Zayn y a Liam, en una de las hileras de hasta el frente, quedando en el medio y con la mejor vista hacia las escalinatas del trono.

En el espacio restante, había sillas ubicadas de forma estratégica y por una orden, se les entregó un asiento a los familiares y amigos cercanos de Anne y Desmond. Por desgracia, algunos prefirieron no asistir al evento por lo que sucedió la última vez que estuvieron ahí, pero los que si llegaron, lo hicieron sin ningún temor. No iban a vivir con el miedo, y ese tipo de cosas, solo pasaban una vez cada cien años.

Algunos individuos del personal, se encontraban a las orillas del salón, en espera del acontecimiento que marcaría el inicio de una nueva era. No había nadie del pueblo, pero todos sabían la importancia de aquel día y desde sus casas, esperaban a que el pregonero llegara con la noticia.

Niall estaba en primera fila, esperando ansioso y muy feliz el gran suceso.

Anne apareció en escena junto a su hija, y los presentes pusieron completa atención en ambas imponentes mujeres.

"Buena tarde a todos los que están aquí reunidos." El discurso de la reina dio inicio. "En nombre del reino de los Styles, les doy la más cordial bienvenida a nuestro castillo, con motivo de una celebración más."

La mitad de los asistentes sonrió, entre ellos Louis.

"Como sabrán, por motivos bélicos, la muerte de Desmond terminó dejando la monarquía vacía. La coronación de nuestro siguiente rey, acostumbra ser en el patio principal, con la frontera abierta para recibir a todos los que deseen presenciar tal acto, pero esta vez, por motivos particulares se decidió llevar a cabo de este modo y espero lo comprendan."

Decidió callar por un corto periodo, y le permitió a la princesa ser la siguiente en hablar.

"Mi madre y yo estamos dispuestas a seguir colaborando con nuestro reino, porque es nuestro deber. Pero la corona debe ser portada por quién lo merece, y en este caso, no seré yo."

"En efecto." Continuó Anne. "El día de estoy estamos consagrando la coronación de nuestro próximo gobernante y rey de Francia."

El rizado escuchaba la voz fuerte de su madre desde la parte de atrás, y sacaba aire de sus pulmones para alejar los nervios que le causaba todo este lío.

"Mi hijo, Harry Edward Styles, tomará el trono y reclamará la corona como soberano del país."

Sus piernas le iban a fallar si intentaba dar un paso, los pensamientos corrían a mil por segundo en su cerebro, y las mismas preguntas se repetían:

¿Lo haría bien?

¿Sería digno de admirar?

¿Lo querrían igual que a su padre?

¿Quién sería su sucesor?

"Por ello, les pido que se pongan de pie para recibirlo."

Esa era la indicación que debía recibir para salir y mostrarse frente al mundo. Aunque estuviera sintiendo unas náuseas terribles, se dispuso a transitar lo poco que le faltaba. Cruzó por el costado, y miró que no hubiese nada en su camino que lo pudiera hacer caer y que todos se burlaran.

Inhaló para darse algo de calma, y sin entender cómo logró llegar ahí, ya se encontraba frente al trono que anteriormente era de su padre; en la parte baja de la gradería y mirando directamente los ojos de Anne.

Louis desde la parte posterior, jugaba con sus manos para amenizar su exaltación, su príncipe estaba listo para ser el siguiente monarca y moría por decirle lo feliz que estaba por él.

"Harry... En nombre de las tierras gobernadas por tu antecesor, del reino que por años ha pertenecido a tus ancestros, el título de rey de Francia, recae en ti, a la espera de que cumplas los mandatos y traigas siempre la paz a tus tierras." Vociferó su madre, y el ojiverde tragó saliva con dureza al ver su nueva corona siendo entregada por una de las damas. "Con este cargo, te comprometes a siempre velar por la seguridad de los tuyos, de tus súbditos, de tus aldeas y pueblos que siempre van a necesitar tu ayuda."

Anne retiró la caja de cristal que cubría aquella gran pieza de oro, con diferentes piedras divinas incrustadas. La tomó con cuidado, sosteniéndola frente a los ojos del futuro rey.

"He aquí tu emblema, será el distintivo de la responsabilidad, que a partir de hoy, tienes con los tuyos."

El ojiverde inclinó un poco su cabeza hacia el frente, y la corona le fue colocada sobre sus tirabuzones, recibiendo el nuevo título que esperaba cumplir correctamente. 

Harry Edward Styles, rey de Francia.

Como lo había realizado en los previos ensayos que tuvo con su familia, subió los escalones hasta el asiento, del que ya era dueño. Se giró, dándole la cara a todos los asistentes pero sus ojos solo buscaban a una persona para sentirse tranquilo. Cuando chocó con la resplandeciente mirada de Louis, se perdió en ella hasta que los labios de su mosquetero se movieron, comunicándole un "Tú puedes hacerlo".

Tomó más confianza, el soporte que Louis le daba, era parte fundamental de su evolución.

"Prometo ser el rey que todos aquí merecen... prometo hacer cumplir la ley, profesar las creencias y castigar a quién merezca ser castigado, garantizando el bienestar de todo el país." Masculló, cortando el contacto visual con el mayor y paseó sus orbes por el gran salón. "Les aseguro la paz, la tranquilidad y las oportunidades para mejorar la calidad de vida de las aldeas."

Recobró la seguridad, y extendió sus manos hacia el frente. Los aplausos retumbaron en eco por la exorbitante área cerrada.

"Yo, Harry Styles, haré mi mejor trabajo para que el reino fluya como siempre lo ha hecho. En nombre de mi padre."

Nuevamente, muchos aplausos y vitoreos por parte de sus conocidos, le hicieron sonrojar y sonreír enormemente, con los hoyuelos apareciendo en su cara. Gemma y Anne también aplaudían, y unas cuantas lágrimas traicioneras salieron de la reina, al ver su hijo tomar aquel lugar tan importante.

"¡Larga vida al rey Harry!" Gritó alguien, entre los mosqueteros, y solo el rizado advirtió que fue Liam.

"¡Larga vida al rey Harry!" Secundaron Zayn y Louis, con las palmas dolidas de tanto aclamar.

Pronto, todos se encontraban recitando esas cinco palabras, convirtiendo la ceremonia en una celebración llena de alegría, con las emociones floreciendo en las mujeres y hombres.

El consejero no paraba de llorar, brincaba en su lugar con el puño al aire frenéticamente, glorificando a su mejor amigo.

"Larga vida al rey Harry..." Dijo su hermana, tomándolo del brazo para que la volteara a ver.

El rizado la observó con duda, y recordó su siguiente paso, cuando Gemma le mostró con un vistazo la espada a un lado de su asiento.

Lo había olvidado por completo.

"Un momento, por favor." Pidió en voz alta, cesando los festejos que estaban iniciando. "Gracias por su devoción... Pero quiero hacer mi primer tarea, y me encantaría que ustedes la presenciaran."

Poco a poco, el ruido se fue eliminando, y Anne casi lo interroga, al desconocer sus planes. Pero no tuvo la oportunidad, porque enseguida, el rey habló desde su ronco pecho.

"Necesito aquí, a las tres personas que voy a mencionar."

Los invitados se miraron unos con otros, no comprendiendo el contexto de sus palabras.

"Zayn Malik, Liam Payne, y Louis Tomlinson, al frente, por favor."

Los tomó por sorpresa, claro que lo hizo.

La tercia de muchachos se sobresaltó, al sentir que las miradas de sus colegas iban clavándose encima de ellos. Louis frunció el ceño con evidente confusión, Zayn entreabrió su boca para decir algo pero se lo reservó y Liam gracias a un milagro divino, no se desmayó.

Krov codeó al castaño para que saliera de su trance, y éste solo sacudió su cabeza cuando volvió de su pequeño viaje astral.

"Les llaman, vayan."

Ninguno de los tres se quiso mover por vergüenza, no les gustaba nada ser el centro de atención y no acostumbraban serlo para bien. Sin embargo, no podían desobedecer, y en el mismo acomodo, se escabulleron entre sus compañeros, avanzando por el pasillo que había entre las sillas montadas en medio del salón.

Liam encabezaba la formación, y detuvo su andar cuando la mano de Harry fue desplegada, frente a sus ojos. El rey dibujó una línea en el aire, pidiendo con eso que se pusieran uno a lado del otro. 

Con las piernas tamborileando, Liam acató de inmediato, posicionándose a la derecha, Zayn dio un paso más, y luego se recorrió al costado izquierdo, dejando a Louis en medio de ambos. Al estar frente a sus superiores, los tres muchachos quitaron su sombrero e hicieron una respetuosa reverencia.

"Quédense así." Ordenó el menor y le tendió la mano a su hermana.

Gemma sonrió angelicalmente, y no quiso mofarse por como los chicos se habían tensado gracias a la incertidumbre. Sostuvo con su mano derecha la espada que le había señalado, y se la entregó por la empuñadura, retrocediendo para darle su espacio.

Louis escuchó a Harry bajar las escalinatas, y por más ganas que tenía de levantar la cabeza, no lo hizo y esperó con paciencia lo que sea que fuese a pasar.

Sin previo aviso, el ojimiel vio un par de botas lustradas acercándose a él, pero no se movió y solo cerró sus ojos, apretándolos con fuerza y rezando por no ser degollado.

"Liam Payne..." Espetó el rey, y elevó la espada, pasándola de un hombro a otro, por encima de la cabeza del mencionado. "Por el poder que me otorga mi territorio, yo te nombro el astuto, bondadoso y valiente, mosquetero real."

La quijada de Liam cayó de lleno, abriendo su boca por la sorpresa, sin creer lo que escuchó. Se atrevió a levantar el rostro, y la intacta sonrisa en los labios de Harry, se lo confirmó.

Después, el rizado se pasó directo a Zayn; el chico parecía una estatua ya que no procesaba nada y sus músculos se trabaron al grado de no poderse mover.

"Zayn Malik..." Repitió la acción con la hoja de metal. "En nombre de mi reino, yo te doy el título de, el inteligente, generoso y eficaz, mosquetero real."

El pelinegro dejó salir una bocanada de aire, pero se quedó pasmado, intentando despertar si es que se trataba de un sueño muy realista. Niall tenía su boca cubierta con una mano, y presenciaba con júbilo el nombramiento de su pareja, también fue asombroso para él porque Harry no le dijo nada. 

Y al final, dejó a Louis, quién ya tenía lágrimas en sus bonitos océanos, sus pestañas estaban mojadas y sus mejillas corrieron la misma suerte.

"Por último, Louis Tomlinson." Habló, cuando llegó hasta su sitio. "Como agradecimiento por todo lo aprendido y por haber terminado con la tormenta que se desató, te nombro el leal, benevolente y persistente, mosquetero real."

Su rey lo bendijo con la espada, trazando en el aire los mismos arcos sobre su coronilla.

"Ustedes son dignos de tener este título, gracias por comprometerse de tal modo, y por salvaguardar nuestra integridad... ¡Vivan los tres mosqueteros!" Gritó, alzando su mano libre y pronto, los cantos unánimes de sus colegas llenaron el gran salón al recibir a tres miembros más de forma oficial.

Pierre aplaudió con fervor desde su lugar, Krov chillaba en regocijo ante el triunfo de sus aprendices y amigos; todos los demás terminaron lanzando su sombrero hacia el techo con todas sus fuerzas, generando una gran ola de plumas rojas.

"¡Que comience la celebración!" Decretó la reina, y la suave música comenzó a sonar por todo el recinto, apresurando con la orden a su personal para que recogieran las sillas que invadían la improvisada área para el baile.

Louis se irguió, apretando con energía el viejo sombrero que le llevó a construir toda esa historia. Al levantar su mirada, se encontró con su chico sentado en el trono, con Anne y Gemma a sus lados, igual de felices que él. 

"S-su majestad..." Tartamudeó, y sintió la presencia de sus dos amigos a cada extremo suyo. "Muchas gracias."

El llanto era real en los tres chicos, Liam se sostuvo de su brazo, y secó las pequeñas gotitas en su hombro con discreción. Por su parte, Zayn estaba terminando de asimilarlo, justo cuando un rubio le saltó enfrente y se colgó de su cuello, abrazándolo con veneración.

"¡Mi mosquetero!" Niall lloriqueó, aferrándose con fulgor al morocho.

El rey quiso hacer lo mismo con Louis, pero se contuvo porque su puesto se lo demandaba. Más tarde le llenaría de besos y lo elogiaría por obtener formalmente la designación que por años aspiró.

Jamás pensó que le costaría tanto trabajo, pero ahí estaba, con el nombramiento y una relación tan sólida como los mismos glaciares.

Si, había valido la pena.

Harry se hallaba cerca de una ventana del gran salón, todas tenían las cortinas corridas y atadas, permitiendo entrar la luz de la luna por los cristales. A él no le gustaba la penumbra, así que otro cambio que hizo y que sobresalió, fue la apertura de la cancelería en su castillo.

Miraba con atención el desarrollo del baile, su familia danzaba con gracia, su madre conversaba alegremente en compañía de sus hermanas, Gemma se mecía entre los brazos de Gustav, mientras sus conocidos comían y bebían placenteramente.

Los mosqueteros se habían retirado, su presencia había sido solicitada, porque todos ellos tenían conocimiento de que iban a recibir a los tres muchachos. Pero tras un rato de fiesta, su horario les forzó a regresar a sus alcobas para cumplir con su tiempo de sueño.

La única excepción que hicieron esa noche, y solo por la reciente denominación, fue permitir que Zayn, Liam y Louis permanecieran en la consagración hasta más tarde.

El morocho no se separaba de Niall, el rey estaba estupefacto al ver a su consejero darle de comer en la boca, ni siquiera con él hacía eso, la faceta de enamorado le sentó bastante bien, porque empezó a reducir su forma de ser tan impulsiva y controladora.

Después le haría bromas acerca de eso, solo para hacerlo enojar.

Liam era el mejor bailarín que había visto en mucho tiempo, no conocía esos dotes que tenía y era sublime. Perdió la cuenta de cuantas personas sacó a bailar, y seguían acumulándose, porque no había nadie que no quisiera compartir una pieza con él.

Pero a todo eso, ¿dónde estaba Louis?

No había podido estar al pendiente de él, por obvias razones, sus tíos y familiares lejanos acapararon su presencia la noche entera, felicitándolo y dándole sus mejores deseos para el próximo ciclo.

Pensó que se había ido a dormir, o tal vez estaba en el sanitario...

Unos toquesitos en el cristal le hicieron rebotar en su lugar, y volteó sin considerar la salud de su cuello. Divisó a Louis del otro lado, por la parte exterior del castillo, haciéndole un ademán para que lo acompañara. Harry esperó que su madre no se molestara por su desaparición, porque no tardó en salirse para encontrarse con su persona favorita.

El castaño se hallaba en el jardín, mirando el cielo y los arbustos con fijación, dejando que el aire le erizara la piel ligeramente por el frío que de repente se sentía.

"Creí que ya te habías ido a la habitación." Harry dijo, llegando a su lado y dirigiendo sus ojos al mismo sitio que él. "Mhn... ¿Estás feliz?"

"¿Tú pregunta va en serio?" Louis giró para verle, y por un santiamén quedó embobado con su perfil.

"Si, de verdad... ¿Eres feliz después de todo?"

"Lo soy." Contestó firme y visualizó el gran manto oscuro repleto de estrellas. "No deberías ni preguntarlo... te juro que no puedo pedir nada extra, tengo más de lo que un día soñé."

"Me alegra saber eso, cariño."

Ninguno se miró, simplemente dejaron que el medio ambiente llenara el silencio no incómodo que se creó.

"No sé cómo agradecerte, no esperaba eso que hiciste." Louis no lo creía aún, seguía analizando su nombramiento y reviviendo el momento en su mente. "Soy parte de ellos..."

"Te lo mereces, tú más que nadie se lo merece, Lou. Porque nunca en mi vida, conocí a alguien con la fuerza que tu tienes... Siendo honesto, yo hubiera desistido desde el inicio, pero tú no lo hiciste, llevas en tu sangre la voluntad."

El mayor no dijo nada, simplemente lo tomó desprevenido al sostenerlo de la cadera y voltearlo de un jalón para que terminaran mirándose el uno al otro. No tardó más en acercarse al rostro contrario, y plantó una serie de besos cortos por la frente, pómulos, mejillas y nariz.

Se detuvo cuando iba a besarle en los labios, dejando que sus alientos ansiosos se mezclaran, a la espera de su unión.

"Te ves precioso... te prometo que ni los dioses de arriba podrán separarnos, nada se podrá interponer entre tú y yo."

Le besó la comisura de los labios, y luego con su lengua, recorrió el inferior de ellos en busca del acceso a su boca. Harry se lo dio, y la pasión se acentuó, a un grado en que el ojiazul le tomó de la nuca para tenerlo más cerca, y éste solo apretaba sus dedos alrededor de la casaca, arrugándola sin contemplación.

Cuando el oxígeno dejó de estar presente en sus adentros, de mala gana tuvieron que romper la conexión, abriendo sus ojos cristalinos y viéndose a través de las pestañas. Relajaron sus cuerpos, respirando a un ritmo más calmado, y se sonrieron cómplices.

Louis mordió el interior de su mejilla, y con sutileza, tomó las manos de su hermoso acompañante de vida. Acarició el dorso de ellas con sus pulgares, y luego llevó la derecha hacia su boca para besarla con delicadeza.

"Nunca me derrumbaré con tu mano en la mía."

Harry esbozó la mejor de sus sonrisas, y las mariposas en su estómago parecían volar desbocadas, chocando unas con otras. El aura color rosa los envolvió, y la melodía más encantadora llegó a sus oídos, encargándose de hipnotizarlos.

"Dulce criatura, a dónde quiera que vaya, tú me traes a casa."

Louis se sonrojó furiosamente. Los corazones de ambos brincaban sin piedad en sus pechos, sintiéndose igual que cuando se conocieron; Harry enmudecido por la presencia de aquel extraño y apuesto chico, Louis aturdido por la creciente necesidad de cuidar y proteger al príncipe.

El destino había jugado ajedrez con ellos, pero sin duda, ganaron la partida al hacer movimientos sabios en el tablero, con ayuda extra de las demás piezas.

"Te amo aún más, antes de que lo digas."

"¿Qué?" El rizado se alejó, con el semblante divertido. "Me asustas, si te lo iba a decir."

"Eres muy predecible, y además, he desarrollado una habilidad muy graciosa."

"¿Cuál?"

"Como... adivinar tus pensamientos."

"¡Eso es imposible! A ver, dime lo que estoy pensando ahora."

La mano de Louis viajó a su propia barbilla, y la golpeteó con su dedo índice esporadicamente.

"No te voy a follar en el sofá."

"¿¡De qué hablas!?" Le empujó de forma juguetona por el brazo, acompañando su carcajada. "Yo no pensaba en eso."

"¿No?"

"¡No! Tampoco soy un maldito vicioso." Se defendió con honor, empapando sus palabras de presunción.

"Yo diría que si, pero no te juzgo, me beneficia eso."

"¡Louis, basta!"

"Ya, ya, está bien." Contuvo la nueva risa que se estaba formando en su garganta. "Entonces, ¿en qué pensabas?"

"En... nuestro futuro."

"¿Por qué te atormentas con ello? ¿No te es suficiente saber que en el presente nos tenemos?"

El contacto visual era profundo, aquel dicho popular que mencionaba a los ojos como la ventana del alma, cobró sentido para ellos desde que se miraron por primera vez.

"Lo es, pero no me gustaría que esto terminara en algún punto."

"No será así, amor." La fascinación que le albergaba por Harry, era incontenible. "Estaré contigo por el resto de nuestra vida."

"Y yo contigo, es lo que deseo." El ojiverde quiso abrazarlo otra vez, pero Louis no se lo permitió.

Al contrario de eso, dio un paso hacia atrás, y metió la mano al bolsillo delantero de su pantalón. El rizado siguió todos sus movimientos, y sus cejas se arquearon con la cara deslumbrante, cuando una pequeña flor entró en cuadro.

"Por poco lo olvido... Toma."

El mayor le entregó lo que a simple vista parecía una margarita, pero estaba muy diferente a las que él conocía. Como consecuencia, sonrió de lado marcando uno solo de sus hoyuelos y consiguió arrugar su frente al examinar lo rara que estaba la flor.

"Solo tiene un pétalo." Susurró, viajando sus ojos de Louis, hacia la plantita, y de vuelta.

"Ajá. Yo arranqué los demás, te toca el último." Respondió, aprisionando sus labios para dispersar la mueca graciosa que estaba por aparecer.

"Oh... ¿En qué te quedaste?"

"¿En qué te gustaría que quedara?"

Harry comprendió todo con esa sencilla pregunta, y sus dedos vacilaron sobre el blanco pétalo sobrante en el cáliz.

"Mhn, creo que en el te amo aún más."

"Recuerda que aunque solo me ames, yo te puedo amar el doble para que la balanza se equilibre y esto funcione." El castaño suspiró alargado, retirando los rizos que caían por la frente del chico.

"Lo dijiste alguna vez, pero no es necesario que aportes más. Yo pondré siempre todo de mi para salir a flote." Declaró, regalándole su lado más cursi.

Louis sonrió.

Su lealtad y amor se intercalaron, llevándolo a prometer procurar de Harry ante las adversidades. Mimarlo, quererlo y satisfacerlo en todos los sentidos.

Porque él estaba para servirle a su gobernante. 

De todas formas, era un mosquetero.

Y el rey, era quién demandaba y solicitaba que sus órdenes fueran atendidas.

Harry no arrancó el pétalo de la margarita, la guardo tal cual en la bolsa de su abrigo y pensó en ponerla dentro de un libro para que se secara y pudiese conservarla.

Porque ese era el recordatorio de que Louis, lo amaba aún más.

Como quiera, no existía una competencia entre ambos, era mutuo y con eso bastaba.

Absolutamente nadie, iba a entender como fue que un mosquetero inexperto, acabó conquistando al príncipe de Francia. Al final, si lo pensaban no era tan loco, era solo un amorío como cualquier otro, que prometía un mejor mañana para los dos.

La vida no venía con instrucciones y a veces se había que romper las reglas para ser feliz. Porque para haber nuevas leyes, siempre tendría que existir alguien que no estaba de acuerdo con las establecidas.

Harry y Louis, eran la prueba viviente de eso.

♧ F Í N ♧

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