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CAPÍTULO XXXVI

Después de todo, la noche había transcurrido bien. Louis y Harry se mantuvieron sentados un rato a la orilla de la ventana, discretamente abrieron la cortina y así, pudieron apreciar la luna. Todo estaba tranquilo, no había viento ni tampoco hacia tanto frío, era una noche sumamente agradable.

"Y terminamos de hacer las invitaciones, mañana irán a entregarlas a todos." Finalizó Harry de contar, bajo los ojos azules que le veían con atención.

"¿Estaré invitado a tan magnífico evento?"

"Mhn, lo más probable, necesitamos seguridad." Mordió un poquito su labio inferior. "Yo necesito de tu protección."

"Quiero mi invitación." El mayor frunció la boca en un puchero.

"¿Si quieres una? Porque puedo hacer que Niall consiga el papel y la escriba, solo necesitaría ir con Gemma para que-"

"Cariño, es broma." Murmuró con buen humor, dejándole un beso en la mejilla. "Ese día yo me tengo que dedicar solamente a revisar que todos los que se te acerquen, sea con buenas intenciones."

"¿Vas a estar conmigo?"

"Claramente, para eso me pagan."

"¡Pero no te pagan!"

"Pues deberían, es cansado."

El príncipe aventó juguetonamente el brazo de Louis, estalló en una risa contagiosa y luego centró su vista en los labios de su mosquetero. El también reía de una forma tan peculiar, erizándole toda la piel.

Harry confirmó que no necesitaba su amor, Louis podía tomarlo.

Louis supo que no necesitaba su corazón, Harry podía romperlo.

"¿Soy cansado para ti?" Dijo Harry, con voz cantarina. "Puedes renunciar, si quieres."

"Lo tomaré en cuenta." Respondió Louis obstinadamente.

Esa era la parte favorita del rizado, cuando todo lo que hacía era sacar el lado bromista de su chico, no había algo que le causara más gusto.

"Iré a tomar un baño, ¿si?" El ojiazul se levantó, y extendió sus brazos para destensar los músculos.

"Bien, ¿dormirás conmigo hoy?" La voz del príncipe sonó esperanzada.

"Lo haré, puedes ir acostándote si quieres, mientras regreso." Después de lo dicho, Louis iba a salir de la habitación, pero el llamado de Harry lo frenó.

"Si quieres puedes ducharte aquí." Musitó, y mostró con su mano el camino hacia su baño.

El castaño se lo pensó por un santiamén, no quería abusar de ninguna forma de su espacio. Y tampoco quería que Harry pensara que se aprovechaba de los beneficios que a veces él le proveía, ya que nunca pensó en favorecerse.

"No, precioso. Lo haré fuera, no tardó mucho, ¿de acuerdo?"

"¿Por qué no?" Espetó el rizado, rascando su nariz. "Es mejor, así ya solo sales, y te acuestas aquí conmigo."

"Iré al de la estancia, no hasta mi alcoba, te prometo no tardar." Aseguró el mayor, arrojándole un beso antes de girarse y dejar al príncipe bufando por la contrariedad.

Entre sus defectos, podía entrar ser un poco caprichoso. Louis no había aceptado y no era que a Harry de verdad le molestara que le haya dicho que no, más bien, había arruinado una polémica idea que le estaba rondando por la mente desde hace unos días.

Como se lo había dicho, ahora que el mosquetero le había mostrado lo magnífico que era estar cuerpo a cuerpo, su yo interior rogaba por contacto muy frecuentemente. Añoraba tener esos dientes raspando su cuello, sentir sus manos estrujar su trasero y permitirle enterrarse en él, abriéndolo por completo.

Se sintió mareado.

Era como una sed que modificaba todos sus pensamientos y lo hacía pecar con sus deseos impuros. Eso le encantaba, pero ante la negativa del ojiazul, lo más probable era que tuviera que aguardar a que regresara a la cama.

¿O no?

¿Qué podría pasar si..?

Se dispuso a no quedarse en duda, lo peor que podía ocurrir, era que lo enviara a su pieza a esperar como cualquier persona reverente lo haría. Pero en ese momento, él no conocía el significado de la palabra paciencia.

Lo primero que hizo, fue asegurarse de que Niall no estuviera ahí. Dio una rápida revisión, notando que gracias al cielo ni Zayn ni su mejor amigo estaban, con eso supo que era una señal del destino. Sin embargo, anotó en su lista mental de pendientes, cuestionar al consejero sobre dónde estaba y por qué con el pelinegro. Aunque fuese más que obvio.

Luego, se quitó en menos de un minuto toda la ropa que llevaba puesta y la depositó en su respectivo lugar para que la recogieran. Procedió a ponerse su bata de baño, amarrándola por el frente con un sutil moño. Ya listo, caminó descalzo para no hacer ruido hasta la puerta de la estancia, y con muchísimo cuidado, colocó el seguro en ella.

Se sentía en una misión imposible porque todo lo estaba realizando con el tiempo contado y sigilosamente. Suspiró, antes de darle dos golpes fuertes a la puerta del baño.

"¿Qué pasa?" Gritó Louis del otro lado, y el rizado empezó a oír el agua de la regadera caer al suelo. No estaba usando la bañera.

"Soy yo, Lou." Probó sonar cordial. "¿Te importaría si entro a buscar algo? Creo que por la mañana dejé aquí mi cepillo para peinarme."

"No te preocupes, ¡entra!" El mosquetero exclamó compasivo.

El príncipe bailoteó en su lugar y después se comportó con decencia, entrando al lugar. Sus ojos en automático pasaron por cada esquina, hasta dar con el cuerpo desnudo del mayor detrás de una fina tela, que cubría perfectamente todo el cubículo de la regadera.

Tuvo que morder su mano para no jadear, ante la silueta del muchacho proyectándose a través de la sombra.

"¿Lo encontraste?" Salió de su trance, luego de oír a Louis.

"¿Qué? ¡Ah, no! Creo que no está aquí."

"Quizá está debajo de tu cama, el otro día lo recogí de ahí."

"Si, quizá."

Lo cierto era que Harry no estaba poniendo ningún tipo de atención en la conversación, ya no sabía que hacer o como actuar, necesitaba a Louis tan mal y su instinto le estaba pidiendo a gritos que se metiera a la regadera con él.

Pero como dicen, a veces las almas gemelas se escuchan hasta por los pensamientos y la cabeza de Louis apareció asomada a través de la cortina de baño.

"¿Por qué tienes tu bata puesta?" Enarcó una de sus cejas y fue casi nulo el tiempo que tardó en notar el verdadero propósito de su visita.

"Yo, uhm, quería ducharme también pero no encontré mi cepillo... y lo necesito porque después de bañarme, me tengo que cepillar el cabello para que no se me haga un nido de aves."

"¿Y no está aquí?"

"Al parecer... no."

"Bueno, entonces ven. Yo me encargo de bañarte, y después yo mismo busco tu cepillo para peinar tus rizos."

La boca del menor se secó, había logrado brillantemente su objetivo, pero la consecuencia fue que sus piernas le estaban empezando a temblar. Louis sacó su brazo, cubierto por las finas gotas de agua y pidió su mano.

"Espera, primero quítate eso. No queremos que se moje." Habló afectuoso, con media sonrisa en sus labios.

A pesar de estar levemente ido, hizo caso y con la cabeza agachada, deshizo el nudo en su bata, deslizándola por sus hombros para retirarla. No pudo evitar doblarla con pulcritud.

En primera instancia, quiso taparse por la vergüenza, pero luego recordó el porqué estaba ahí, así que simplemente ignoró todo, tomando ahora si la mano del mayor. Éste solo jaló de él con suavidad para invitarlo a entrar.

"Está fría." Bisbiseó, cuando sintió las gotas comenzar a caerle.

"Si, un poco."

Louis le tomó del mentón con sus dedos, y Harry se desmoronó cuando éste le besó con hambre y chocando sus dientes, el cabello del ojiazul estaba empapado y los rulos del príncipe comenzaban a correr la misma suerte.

Sus manos danzaron por todo el torso desnudo del mosquetero, haciéndolo estremecer con esas simples caricias. Louis sin perder el tiempo, le agarró ambas mejillas traseras con fuerza para apegarlo aún más a él.

"Tú no entraste a buscar ningún cepillo." Boqueó sobre sus labios, percatándose de que su propia hombría había comenzado a despertar.

"¿Tú qué sabes?" Susurró, al sentir el miembro caliente y duro de Louis presionado sobre su muslo.

"Sé más de lo que te puedes imaginar."

La cadera del mayor se movió hacia adelante y logró crear el roce entre ambos que tanto necesitaba, Harry casi gime con la acción, pero lo contuvo muy forzadamente. Louis lo notó y repitió el movimiento pero en está ocasión con mayor lentitud, generando una deliciosa fricción entre ellos, y al igual que la suya, pudo notar que la polla de su príncipe ya había reaccionado.

No rompían el beso más que para respirar y a la par, se frotaban con furia, gradualmente aumentando la rapidez. Harry ya se había dado por vencido, dejando salir los sonidos impúdicos emitidos por sus cuerdas vocales, y su frente se hallaba descansando en el hombro del castaño. Ahora le hundía las uñas en sus bíceps, sin pensar en las marcas que probablemente le iba a dejar.

Su juicio se nubló y su pudor se esfumó, cuando bajó una mano hacia el miembro mojado de Louis. Rodeó lo que pudo con ella y la movió con calma, causando la tortura del mosquetero, quién solo optó por separarse y echar su cabeza hacia atrás, disfrutando plenamente del trabajo manual.

Harry sintió un espasmo y un tirón en su entrepierna al ver el rostro de Louis, sus ojos cerrados, su boca entreabierta y la lluvia artificial recorriendo su piel desde la frente, bajando hasta sus clavículas. Eso solo le incitó a acelerar sus movimientos, y tomó la valentía que le faltaba para hablar.

"Louis... yo quiero hacer algo."

"¿Q-qué es?" Apenas pudo responder, estaba muy ocupado hundido en el mar de sensaciones tan atrayentes.

Y de la nada, Harry se dejó caer de rodillas frente a él, salpicando el agua retenida en el azulejo. Cuando escuchó el golpe en el suelo firme, no tardó nada en abrir sus orbes para levantar al chico si es que se había resbalado. Sin embargo, su boca produjo aún más saliva cuando el tierno rostro de su príncipe, le miró desde abajo, recorriendo todo su cuerpo con la vista, hasta terminar en un solo punto, justo a la altura de su cara.

Continúo tocándolo con devoción, las pupilas de ambos estaban tan dilatadas que consumieron el color verde y azul de sus iris.

"Harry..."

No terminó de hablar, su garganta fue asaltada y le fueron robados dos roncos gemidos desde el fondo... la razón fue que la lengua de Harry, ahora lamía su polla de forma experimental, tal y como lo había hecho días atrás con sus dedos.

Louis se tuvo que sostener, estaba siendo sencillamente demasiado para él, la mano del ojiverde tomaba la base de su miembro apretándolo, mientras que la punta era su nuevo entretenimiento. Eso, hasta que se le ocurrió que sería una gran opción meterlo un poco a su boca, dando una ligera succión y provocando que los ojos de Louis se pusieran en blanco.

"Dios mío." Jadeó el castaño, llevando sus manos hacia los rizos del menor. "Tómala Harry... tómala."

"¿Tomarla?" Apenas pudo mirarle, pero no pudo enfocarlo del todo.

"Con tu boca, abre y saca la lengua."

Obedeció sin chistar, alejándose solo un poco de él y dejó que su mano fuese reemplazada por la de Louis. Se le ocurrió dejar unos golpecitos con su propio glande sobre el músculo de Harry lleno de saliva, la excitación lo traicionó y se regañó por eso cuando casi se corre solo con verlo.

Se atrevió a introducir una parte de su polla a la bonita boca del chico, gimiendo alto cuando la calidez y humedad le arroparon. Por inercia, Harry envolvió sus labios alrededor de la carne de Louis y todo en él vibró, colapsando en sus adentros ya que jamás creyó que se sintiera así de bien.

El menor se dejó hacer, estaba conociendo nuevas cosas y muy enérgicas, era como aventurarse a todo lo que se escondía detrás de lo permitido.

El habla se le había agotado, sus manos guiaban los movimientos de la cabeza de Harry y le ayudó al aventar su pelvis hacia adelante. El ojiverde estaba en la gloria, la saliva le recorría las comisuras de los labios, haciendo su mayor esfuerzo por tomarlo cada vez más profundo, era alucinante.

Por su lado, el mosquetero se estaba controlando para no follarle la boca con toda la brusquedad posible, tiraba de sus hermosos cabellos para acercarlo más a su ingle y podía sentir los gemidos vibrantes de Harry, el muy desvergonzado estaba regocijandose con tener un pene entre sus labios.

Se había olvidado de lo helada que estaba el agua y Harry también, él estaba muy atareado probando cada centímetro del mayor, ignorando las arcadas que de repente le producía sentirlo contra su campanilla.

Las lágrimas de sus ojos no se distinguían, su mata de rizos ya no tenía forma y sus mejillas hervían de lo rojas que las tenía. Cuando el ojiazul sintió la línea de su orgasmo cerca, detuvo toda la situación, jalando de la nuca al príncipe.

Este dejó salir el miembro ajeno, dejándolo chocar contra su abdomen y un hilillo de saliva lo unió todavía a él. El mosquetero gruñó con veneración cuando vio los labios tan lastimados y destrozados de su chico.

"Lo hiciste fantástico." Alabó, cuando tuvo la cara de Harry frente a la suya.

Con desenfreno, le atacó con un beso desprevenido que hizo al menor perder el equilibrio y apenas pudo detenerse del muro. No se limitó más y al momento en el que Harry sintió los dedos de Louis cerca de su entrada, chilló alto, removiéndose entre sus brazos cuando le coló dos de golpe. Le había ardido como los mil demonios y casi lo insulta, pero todo eso se le olvidó cuando con ese básico movimiento, el dedo corazón le cepilló aquel punto que lo hacía sollozar.

Pronto Louis se encontró penetrando el agujero del menor con los dedos, incluso esta vez tenía tres en su interior, y los gimoteos se mezclaban con el sonido del agua al chapotear. No resistió y de un empujón, colocó a Harry contra la pared luego de sacar sus dígitos, este arqueó su espalda al sentir la frialdad en su espina dorsal.

Louis lo levantó y le indicó rodear las piernas en su cadera, sujetándolo con una mano por la cintura para que no se cayera; la otra la usó para acomodar su miembro frente al pequeño orificio que lo esperaba y sin pensárselo más, entró en él con lentitud.

Los ojos del chico se volcaron y la parte posterior de su cabeza chocó contra la dura superficie, en el tiempo que el ojiazul empezó a moverse a un ritmo lo bastante controlado para su gusto. El quería más, siempre iba a querer más de él y esta vez no era la excepción.

"Más Lou, p-por favor." Balbuceó, apretando sus ojos fuertemente.

"¿Su alteza necesita más de esto?" Louis se empujó, haciendo el bendito choque entre el culo de su príncipe y su entrepierna.

De ahí, ya no existieron las consideraciones. El castaño tomó por el muslo a Harry y le elevó la pierna, pasándola por encima de su antebrazo, con el único fin de lograr embestirlo con una mejor postura y mayor acceso. Ambos cuerpos se sacudieron de placer.

Louis intentó deshacerse de su lado irracional, pero cuando el menor se apretó a su alrededor asfixiándole la polla, pensó en colocarle un altar. No sabía como lo había hecho, pero ahí estaba quitándole el aliento.

"Parece que te gusta esto, eres un príncipe muy descarado." Murmuró, enterrando su rostro en el cuello de su amante.

"Yo s-solo te necesito tanto..." Lloriqueó al sentirse tan lleno y pleno.

Porque eran quizá sus primeras experiencias sexuales, pero cada una era mejor que la anterior. Louis lo trataba como si fuera de porcelana la mayor parte del tiempo, pero en esos momentos, se transformaba por completo, abriendo paso a un ser que solo buscaba romperlo y acabar con su pureza.

Le fascinaba.

Había mordidas y marcas en su piel, gemía descontrolado con cada estocada y Louis se impulsaba hacia arriba con avidez, haciendo que el ligero cuerpo del menor rebotara.

Quizá después pediría que lo monte.

Lo folló, lo hizo tal y como se lo ordenó, de manera grotesca y sucia. Lo hizo hasta que la garganta de Harry se quedó reseca por los sonidos que despedía, hasta que lloró de dicha y su labio inferior tuvo sangre provocada por sus propios dientes.

Hasta el cansancio, hasta que sus cuerpos no pudieron más y ambos terminaron corriéndose con fuerza, Harry llegando primero y Louis casi dejándolo caer cuando su orgasmo lo tomó por sorpresa. El abdomen del mosquetero estaba manchado por el semen del príncipe, y él de Louis bajaba entre las nalgas del menor, saliendo de aquella zona tan íntima.

Terminaron saliendo del baño, luego de sí tomar una ducha veloz, porque al parecer no habían tenido bastante.

Y en la habitación, las mantas y sábanas de la mullida cama, terminaron siendo un caos por las demás veces que el mosquetero tomó y reclamó al príncipe como suyo en la madrugada.

Nunca iban a tener demasiado el uno del otro, nunca iba a ser suficiente.

"¡Ni siquiera te atrevas, no lo haré!" Gritó Niall, con la risa más escandalosa que Zayn había oído.

"¡Eres un tramposo! Tu perdiste." El pelinegro jaló sus propios cabellos. "Nunca más jugaré contigo."

"No hay necesidad, yo tampoco quiero jugar más contigo."

Lo cierto esa noche, era que el consejero y el mosquetero habían bebido quizá de más, se habían acabado una botella completa de vino y ya iban por la segunda. Zayn jamás en su vida se había puesto ebrio, desconocía lo que ese líquido provocaba y sus efectos secundarios.

Niall si lo tomaba con frecuencia, pero no al grado de sentir su realidad alterada. Estaba atontado, se reía como si le contaran el mejor chiste del mundo y sus acciones estaban empezando a ser automáticas.

"Ya te he dicho que no voy a dejar que me cortes el cabello, no Zayn." Ni siquiera sonaba enojado, hasta parecía feliz.

"Solo era un mechón, que aguafiestas."

"Piensa en otro, uno que no tenga que arruinar mi estética y lo hago."

El pelinegro se acostó en el suelo, mirando al techo. La realidad era que no podía coordinar su mente, lo que se le ocurría lo olvidaba segundos después y se carcajeaba por ello. El rubio lo observaba, sentando a un lado suyo y sin dejar de sonreír.

"No se me ocurre nada, déjalo así, cuando esté en mis cinco sentidos, veré que te toca."

"Sobrio no pienso hacer ninguna locura, así que decide ahora o pierde la oportunidad." Niall exclamó, cruzándose de brazos.

"La pierdo entonces."

Los dos se quedaron cada quién en su lugar sin saber exactamente que decir ahora, había una tensión muy rara que no sabían como eliminar, así que llevaban todo el rato tratando de evadirla. El consejero apreció a Zayn, aprovechando que tenía sus párpados abajo.

La negación era algo que se le daba muy bien, pero justo esa noche, podía simplemente aceptar que el morocho era uno de los hombres más atractivos que en su vida había visto. Nunca consideró cuales eran sus gustos, al ver a distintas doncellas sabía reconocer la belleza en ellas y varias veces les había invitado a bailar una pieza.

Pero con Zayn era diferente, todo el tiempo quería golpearlo, lo sacaba de quicio y aparte de todo, se burlaba de él. No de mala manera, era más bien como un juego que a él no le daba mucha risa después de todo.

"Zayn, creo que es hora de ir a tu alcoba." Bostezó, moviéndolo del hombro para que abriera sus ojos.

"Déjame Niall, estoy pensando en porqué la vida es tan cruel." Habló con dramatismo, extendiendo sus extremidades sobre la duela.

"Basta, es tarde y necesitas dormir. Ni siquiera sé porqué acepté beber contigo, tú no debes hacerlo."

"Porque el de la idea fuiste tú." Un ojo de Zayn se abrió para verle. "No sabía que tenías botellas de vino guardadas aquí."

"¡Han sido regalos de Harry!" Irritado, el rubio le empujó por el costado. "Y todas estaban selladas, no merecías que abriera ninguna para ti."

Tal vez el pelinegro se ofendió por el estado en el que se encontraba, así que mejor le dio la espalda, girándose. "Bien, entonces déjame dormir tranquilamente y mañana reponemos tus finas botellas para que las compartas con quién tú gustes y sea digno de ti."

"Yo no he dicho eso." Murmuró, al notar el cambio en el timbre de voz de Zayn. "Quiero decir, son especiales para mi porque el príncipe me las ha obsequiado en cada cumpleaños."

"Mhn, ya. Está bien, disfrútalas entonces."

La atmósfera cambió repentinamente, tanto así, que Niall ya no sentía la absurda necesidad de estarse mofando con cualquier cosa. Zayn miraba un punto fijo en la parte inferior de la pared más cercana, algo en su interior le decía que se fuera, que pusiera el límite y que se diera cuenta de la realidad.

Un beso no significaba nada, ahora entendía el sentir de Louis los primeros días, el miedo de no estar a la altura y no merecer a tan bonito ser de luz.

Tras un suspiro, el pelinegro se incorporó irguiendo la espalda y se sentó, sumergido en sus pensamientos. Niall había seguido con sus ojos las acciones, y tragó con dificultad sintiendo su manzana de adán subir y bajar cuando Zayn se puso de pie y acomodó su uniforme.

"Buenas noches Niall." No le miró, no quería que notara que se encontraba afectado. "Nos vemos mañana."

Zayn caminó hacia la salida, cruzando por el pequeño lugar personal del rubio y él se paró de forma inmediata también, tropezando con sus pies. Le alcanzó corriendo, agarrándolo de la muñeca y tiró de él.

"Quédate." Niall le protestó, buscando con sus ojos los de Zayn.

"No, y discúlpame por haber venido, aunque la idea fue tuya, quizá no debo tomarme atribuciones que no me corresponden." El morocho no se dignó a mirarlo.

"Quiero que te quedes, conmigo." Repitió, colocándose delante suyo. "No te vayas esta noche."

Esta noche.

El lenguaje corporal de ambos los delataba, por más que Niall se negara a sentir algo más por Zayn, su cuerpo respondía de forma diferente cuando estaban juntos. Y el mosquetero, bueno, él era ya un caso perdido.

Se iba a ir, si lo iba a hacer hasta que la cercanía del rubio le debilitó y ya no pudo oponerse. Zayn no sabía lo que iba a salir de todo esto, del coqueteo y los recurrentes besos con muestras de afecto por parte del consejero.

¿Pero que podía pasar? Aparte de acabar con el corazón hecho trizas, nada peor.

Esa misma noche, la habitación de Niall se inundó también de sonidos extraños que quedaron guardados entre las cuatro paredes. Y probablemente, los dos estaban lo suficientemente ebrios para recordarlo al día siguiente o tan conscientes de lo que estaban haciendo que por eso no se inmutaron.

Algo en su corazón le decía al mosquetero que con Niall, las cosas no progresarían, que se iban a quedar varadas en jugueteos o encuentros casuales. Y lo iba a aceptar.

Porque Zayn sentía en su corazón, que Niall no era una estrella constante en su cielo. Él era el primero en admitir que era un imprudente, se perdía en la belleza del ojiceleste y no era capaz de ver más allá, estando frente a él.

Tal vez era algo pasajero y estaba mal dejarse usar por él a su antojo, pero estaba desplomándose por la estúpida analogía del oro de los tontos, del que tanto había oído hablar.

Pero no se arrepentía.

Holaaaa♡.

Bueno, capítulo largooo. Espero lo disfruten, porque ya vamos a entrar a la parte crucial de la historia. (Aún vamos a tener momentos así, pero ajá)

Una disculpa la demora, pero no estoy en mi casa y me es más difícil así:(.

Gracias por la paciencia, les amo mucho♡ ¡Nos vemos mañana!
-María Tommo.

pd: ustedes no desperdicien el agua, pls.

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