CAPÍTULO XL
Nota: todo esto ocurrió mientras Louis, Harry, Niall y Zayn estaban en el bosque.
Kéven esperaba con paciencia en el vestíbulo del salón real, el rey y la reina se encontraban adentro, arreglando asuntos referentes a su gobernanza. Pierre también estaba ahí, sin hablar, y sin tener conocimiento del porqué la urgencia que tenía su superior de visitar a Desmond.
Se les dio acceso diez minutos después, y tras hacer una reverencia ante las dos figuras de poder absoluto, se retiró el sombrero de la cabeza para empezar a hablar.
"Su alteza, su majestad, buen día." Musitó, mirándolos de forma cortés.
"Hola, Kéven." Des le observó desde el trono.
En cambio Anne, no habló, sencillamente alzó sus comisuras con amabilidad, dejando descansar las manos en su regazo.
"¿Cuál es la imperiosa necesidad de vernos? ¿Acaso no he sido lo suficientemente claro cuando les he dicho que no me gusta que interrumpan mis reuniones?" Interrogó el rey.
"Si, yo lo sé, su majestad. Pero tengo algo muy importante que comunicarle." Exclamó Kéven, acercándose solo un paso más hacia ellos.
La reina le miró con los ojos entrecerrados, sus facciones se relajaron y ladeó su cabeza, mostrando interés. Desmond se removió en su gran asiento, colocó sus codos en el reposabrazos para hacer su torso hacia adelante y oír con atención.
"Habla, por favor." Anne se adelantó.
"Si, es con base a los mosqueteros." Ordenó sus palabras antes de proseguir. "Maxime, uno de los chicos que está escoltando a la princesa Gemma, se irá hoy."
"¿Irse? ¿A dónde y por qué?" Exigieron saber.
"Será enviado junto a otros de mis hombres a dar el rondín general. Necesito que mis mejores aprendices vayan, y como no puedo enviar a los seis que están haciendo guardia a su familia, solo he decidido enviar a uno." Declaró, y Pierre, a sus espaldas, escondió su mueca de desconcierto ante lo oído.
"¿Y por qué tendrías que mandar precisamente a uno de ellos? Hasta donde sé, tienes los puestos llenos."
"Si, permitame explicarle." Kéven aclaró su garganta. "Como le dije, necesito enviar por lo menos a uno de ellos, ya que son los más aptos y mejor calificados para la tarea. Tengo a los que se encargan de la vigilancia, pero necesito que alguno encabece a la pequeña tropa, usted sabe lo importantes que son esas rondas de seguridad para los pueblos."
Los reyes asintieron con su cabeza, comprendiendo lo que el hombre se refería. De alguna forma estaba siendo sensato al no quitar completamente la seguridad a la corte real, aunque de todas formas eso sí no se lo hubieran permitido. A pesar de no haber ocurrido nada raro en las últimas semanas, aún no era momento de prescindir de sus servicios. Y mucho menos con la boda de la princesa a la vuelta de la esquina.
"¿Pondrás a alguien más a cargo?" Está vez, la pregunta fue hecha por la reina.
"Si usted gusta, lo haré. Liam es bastante capaz, es el otro muchacho que sirve a su hija, pero si así lo desea, yo me encargaré de llenar el vacío correspondiente."
Kéven estaba sonando muy convincente, cosa que le sumó puntos a su nueva estrategia.
"Por el momento solo deja a Liam, si le das el cargo a un nuevo, Gemma va a enloquecer porque no va a estar tan acostumbrado a su rutina. Y con los últimos preparativos de la boda, está a punto de colapsar." Ordenó el rey, y el jefe de los mosqueteros tuvo que ocultar muy bien su sonrisa plena.
"Perfecto. ¿Puedo servirles en algo?"
"No, te puedes retirar."
Dicho esto, ambos hombres se despidieron de forma cordial. El primero en salir del gran salón fue Kéven, seguido de Pierre.
Agradecía infinitamente la confianza que Desmond le tenía, casi siempre era así, sabía que no tendría ningún problema con su anuncio falso, no habría preguntas fuera de lugar ni tampoco lo pondría a prueba, ya que, a ojos de la realeza, todo lo que hacía era conforme a la ley y de manera honesta. Quizá debería sentirse mal por estar intentando dañarlos... pero no era así.
No se dio cuenta que Pierre se había quedado atrás, y cuando se fijó que no iba caminando a su lado, se giró sobre sus talones, mirándole incrédulo.
"¿Tú también necesitas una explicación?"
"¿Qué está ocurriendo?"
"Lo sabrás más tarde." Siseó Kéven con soberbia. "Necesitamos irnos ahora, así que prepara tu corcel."
"¿Y la práctica?" Su amigo preguntó, no muy seguro de la situación.
"Eso no interesa, es importante movernos ya, tengo todo el tiempo contado."
"¿Dejarás a alguien a cargo del entrenamiento?"
"¡Pierre, basta!" Ya se había irritado con tantas preguntas. "¡Necesito que muevas tu trasero y te subas a tu maldito caballo! Y no te estoy preguntando, te lo estoy ordenando."
Su amigo bajó la cabeza, resignado y al mismo tiempo un escalofrío le recorrió el cuerpo. Tenía un mal presentimiento, algo le decía que iba a pasar algo malo y no quería ser testigo. Pero si se atrevía a decir que no pensaba ir, sería un eterno martirio para él, no tenía salida.
Comenzaron a caminar a la par, Kéven estaba entusiasmado, este tipo de situaciones le elevaban su tensión arterial y producían la dichosa dopamina en su sistema. Su cerebro empezaba a maquinar de forma excepcional, todo era más claro y aprovechaba eso para generar los objetivos de sus siguientes planes.
Por un momento pensó en decirle al rey que su bonito e inocente hijo estaba teniendo una extraña interacción con Louis... pero al no tener pruebas suficientes, más que la palabra de sus dos hombres, era algo complicado de comprobar. Por eso se mantuvo callado en ese aspecto, de todas formas, no era algo que le preocupara.
Cuando estuvieron en la caballeriza, se dirigieron a sus preciosos animales, los alistaron rápidamente y tomaron las riendas para sacarlos de ahí. Kéven se dio cuenta que estaban todos los caballos, no faltaba ninguno e intuyó que Paul y Bennet aún no salían del reino... esperaba que llegaran a tiempo porque si no, tendría que dar justificaciones por la repentina desaparición de no solo uno, sino de tres mosqueteros.
"No iremos al pueblo." Avisó el mayor, montándose al lomo.
"Lo supuse, ¿a dónde iremos?"
"Tú solo no me pierdas el rastro y por tu bien, no memorices el camino."
Pierre botó aire con una bocanada, y sus manos se enfriaron por el pánico que le estaba empezando a invadir. De igual forma, se subió a su medio de transporte, ajustando todo lo necesario para cabalgar de forma correcta. No quiso saber más, sencillamente esperó a que los guardias abrieran las puertas para darles salida y cuando eso pasó, tiró de las riendas para que el corcel avanzara a la misma velocidad que el de Kév.
Paul y Bennet aún se encontraban asustados, no era normal que su jefe les quisiera deformar la cara con un vaso, se había vuelto loco, un demente cegado por el enojo que le produjo la noticia.
Ambos caminaban de regreso a su puesto, fuera de la estancia de la princesa, ya que claramente ellos no tenían permitido estar dentro, no existían beneficios. Gemma era bastante firme y si les decía que debían estar de pie, haciendo guardia del otro lado de su puerta.
"¿Qué se supone que le diremos?" Bennet se quitó el sombrero, comenzando a echarse aire con él, en su rostro.
"Hay que decirle que necesitamos ir al pueblo por un mandato muy importante de Kéven." Dijo Paul, con el estómago revuelto.
"Va a cuestionar que mandato, no es tan simple."
"¿Tienes una mejor idea?"
"No."
Se miraron en silencio, y a su pesar, mentalmente tuvieron que aceptar que el de las buenas ideas era Maxime. No podían negarlo, estaban furiosos con él, pero también decepcionados. Lo primero que pasó por sus cabezas fue golpearlo hasta el cansancio, no era justo que les hubiera cambiado la jugada de esa forma.
Con toda esa mezcla de emociones negativas, no tuvieron más opción que hablar, porque de no haberlo hecho, su suerte hubiese quedado sentenciada, al igual que la de su amigo.
"Solo hay que decir que iremos a comer, algo así, de todas formas, no sabemos cuánto vamos a tardar." Suspiró Paul, rascando su barbilla. "El tiempo está corriendo y si tardamos más de la hora establecida..." No terminó la oración, dejando que la imaginación de Bennet la completara.
"Hay que apresurarnos." Habló el otro mosquetero, con los nervios recorriéndole cada rincón.
Tenían que ser juiciosos, no podían simplemente hacer las cosas mal y que todo se fuera al diablo desde antes, no iban a fallar.
Arribaron al lugar que les correspondía escoltar, a los dos les sudaban las manos dentro de los guantes. No le tenían miedo a la princesa, pero varias veces les había gritado por su incompetencia y no les gustaba mucho, la autoridad de Gemma era incuestionable, y cuando ellos quisieron opinar en varias ocasiones, con un solo gesto los mandó a callar.
"Vas tú." Bennet se deslindó, planchando la manga de su camisa izquierda con la mano.
"¿Por qué yo?" Su amigo le observó gruñón.
"Porque yo le pedí permiso para ir con Kéven hace rato. Así que es tu turno."
Paul rechinó los dientes, pero no tuvo más remedio que tocar tres veces la madera pulida de la puerta, esperando que alguien le diera una señal de vida. La segunda vez que intentó, solo pudo golpear una vez, antes de que esta se abriera, dejando ver a Gemma. Ella lucía impecable, con los ojos inexpresivos puestos encima del mosquetero, quién no había dicho nada hasta ese momento.
"¿Qué necesitan?" Preguntó, cruzando sus brazos frente a su pecho.
"Buen día, su alteza. Uhm... disculpe que la moleste, y sé que no es correcto, pero ni mi compañero ni yo, hemos probado bocado hoy." Mintió, viendo de reojo a los guardias a un lado suyo. "Como le mencionamos hace un rato, estuvimos conversando de asuntos que nos conciernen con nuestro superior, y no hemos tenido tiempo de ir al comedor, así que nos preguntábamos si existía la posibilidad de ir a almorzar y regresar finalmente a nuestro cargo."
La princesa escuchaba cada palabra con una ceja arqueada, una sonrisa ladina se plasmó en su rostro, y no dejaba de asentir con la cabeza.
"Claro, mientras menos estén aquí, mejor para mí." Exclamó, mirando esta vez a Bennet. "¿Y tú? ¿Necesitas que él hable por ti?"
El chico negó, mejorando su postura. "No, su majestad. Pido, por favor, lo mismo que mi compañero, un momento para tomar nuestros alimentos y regresar cuanto antes."
"Ya, bueno. Vayan, no se preocupen."
"Gracias, su alteza. Los guardias se mantendrán aquí de todas formas, no va a quedar desprotegida." Paul aseguró, quitando su sombrero en agradecimiento.
"Si ustedes están aquí, es por mi padre, no por mí, yo no necesito protección de nadie y eso quiero que les quede claro." Ella no solía ser grosera con la gente, pero con ellos era diferente, le transmitían algo indescifrable. "Pueden retirarse."
No permitió réplica y les cerró la puerta a los dos, en las narices. Los muchachos llenaron sus pulmones de aire, dejando la histeria a un lado. Luego de eso, corrieron lo más rápido que sus piernas les permitieron, no fueron capaces de por lo menos dejarle el aviso a los guardias, según ellos, era suficiente con lo que escucharon.
Ellos también estaban para eso.
Bajaron y subieron escaleras, doblaron esquinas y recorrieron varios pasillos para llegar a la gran pieza, la de los reyes. Acordaron mostrarse normal, como si únicamente invitaran a Maxime a ir con ellos, tal y como diariamente lo hacían. Lo visualizaron junto a Liam, al parecer mantenían una conversación muy amena, pero fue cortada de tajo, cuando advirtió la presencia de los mosqueteros.
"¡Max!" Gritó Paul, unos pasos alejado de él. "Ven, tenemos algo que decirte."
El mencionado bufó, le dedicó una mirada por el rabillo del ojo a Liam, y este le ignoró, fingiendo no ver a ninguno.
"¡Liam! ¡Se educado y di hola!" Se burló Bennet de forma sarcástica, y el ojimiel le miró con una pequeña sonrisa forzada, haciendo un gesto con la mano para saludar.
Cuando Maxime caminó y por fin estuvo delante de ambos, les miró con sosiego, extendiendo las palmas hacia sus compañeros.
"¿Qué ocurre?"
"Es de urgencia que vengas con nosotros, iremos al pueblo."
"¿A qué?" Se le formó un gesto con desconfianza. "¿Pasa algo?"
"Si, nosotros tampoco sabemos del todo lo que ocurre, pero Kéven nos necesita, ahora."
"¿Planean que me vaya así como así? Los reyes no están aquí y nos pidieron esperarlos. Si ellos regresan y no me ven, me van a sancionar."
"Y si no vienes con nosotros, el jefe vendrá por ti." Paul se estaba estresando con la actitud tan arisca del chico. "Hablamos en serio, nos dijo que no se nos ocurriera ir sin ti."
Maxime se quedó pensando un momento, sabía que si no respetaba el mandato de su superior, tendría inmensos problemas, que no necesitaba y eran innecesarios.
"De acuerdo, aguarden."
Bennet y Paul celebraron en sus adentros, todo lo demás era pan comido. El mosquetero, por su lado, se acercó a Liam para pedirle que le cubriera un rato, diciéndole que no iba a tardar. Era obvio que el ojimiel lo iba a ayudar, estaba en deuda con él y debía devolverle el favor. Pero tenían que aparentar, y como si de enemigos se trataran, Max hizo ademanes despectivos hacia el chico, que él también respondió.
Más tarde se reirán de sus pésimas actuaciones.
Volvió con sus amigos, si es que aún podía llamarles así y un mal presentimiento le invadió cuando notó la forma tan sardónica en la que le sonreían.
"De acuerdo, no vamos a tomar mucho tiempo, ¿o sí?" Exclamó, empezando su recorrido hacia la salida del castillo.
"No, incluso iremos en los caballos."
"Bien, hace mucho que no salgo con mi corcel, necesita trotar."
"Oh, no, amigo." Mencionó Bennet, sin detener su andar. "Tu vendrás en mi caballo, y Paul en el suyo."
"¿Por qué?"
"Porque es solo ida y vuelta, Max. Iremos por un encargo, y volveremos rápido, no tiene caso llevar tres caballos."
El muchacho chasqueó la lengua, y no tuvo de otra, más que acelerar el paso, al parecer tenían mucha prisa y no quería recibir regaños por su culpa.
Tras varios minutos de camino, Maxime comenzó a dudar cuando notó el desvío que tomaron, achicó los ojos tratando de ubicar el lugar; no era el centro del pueblo, y mucho menos se dirigían a otro reino, parecían estar en las periferias. Las pequeñas casas estaban a punto de caerse por el mal estado en el que se encontraban, la gente no era para nada amable, incluso los miraban de forma rara, esperaba no les hicieran daño.
Se sostenía con fuerza del torso de Bennet, nunca había estado ahí, y no tenía ni idea de como sus compañeros habían sabido meterse a tal lugar, como si conocieran la ruta. Solo se oían las pezuñas de los caballos chocar con la tierra, y los murmullos de los habitantes, estaban igual de sorprendidos que él. Por obvias razones, solo los mosqueteros encargados de la vigilancia iban ahí, y ellos no tenían ese cargo, solo eran parte del ejército.
"¿Aún falta mucho?" Preguntó, tratando de calmar sus nervios.
"No, ya estamos cerca, será mejor que vayas relajándote porque Kéven nos necesita dispuestos."
"¿Y cuál es el encargo?"
"Ya te hemos dicho que no sabemos." Bennet renegó por cuarta vez en media hora. "Deja de hablar, ya casi llegamos y ahí saldremos de dudas."
Lo que restó del viaje fue en silencio, y efectivamente, no tardaron mucho en llegar a una casona, parecía estarse cayendo de lo antigua. Alcanzaron a ver a dos personas de pie, y a medida que se fueron acercando, corroboraron que se trataba de su jefe y compañía.
"Muchachos, no tardaron." Mencionó Kév, con asombro en su rostro. "Me alegra que sepan lo que les conviene."
Los tres muchachos le miraron, Bennet le sonrió de lado mientras bajaba de su caballo, y Paul hizo lo mismo. Maxime se sentía raro, como si algo estuviera mal o no supiera algo que sus compañeros si. Era una atmósfera pesada, e incluso Pierre ni siquiera los miraba, estaba ausente buscando algún detalle en los puños de su camisa.
"Aquí estamos, ¿para qué nos necesitas?"
"¿De cuándo acá tú me hablas así? Que no se te olvide tu lugar en esto, Paul." Recalcó con molestia, barriendo con sus ojos al muchacho. "Entren, hay algo que quiero conversar con ustedes." Se dio la vuelta, y les indicó pasar al interior del inmueble detrás suyo.
Estaba completamente abandonado, las viviendas que rodeaban el predio eran suficientemente viejas, como si por años nadie habitara esos lares.
El vestíbulo de la casa era grande, había mucho polvo y los muebles se estaban cayendo a pedazos, Maxime estornudó y tosió en varias ocasiones por eso, el lugar era horrible en pocas palabras. Subieron unas escaleras muy desgastadas que aparte rechinaban, eran de madera e iban hacia la planta alta, ni siquiera había un barandal para sostenerse.
En la parte superior había un vestíbulo más y distintos cuartos, algunos tenían puertas y otros sencillamente solo el vano. Siguieron los pasos, terminando en una de las habitaciones más grandes, esta no tenía ventanas gigantes, solo unas cuantas en la parte superior de la pared, con los vidrios rotos. Cualquiera diría que habían saqueado el sitio hace siglos.
"Antes que nada, ¿todo bien con sus obligaciones? ¿La familia real no les pide que hagan cosas estúpidas?" Vaciló Kéven, esperando que los muchachos se colocaran frente a él, en una hilera.
"Todo normal, no son tan enfadosos." Bennet contestó, y tomó lugar a un lado de Paul. "La princesa nos mantiene afuera todo el día, así que básicamente no hacemos nada."
"Lo supuse. ¿Qué hay de ti, Max?"
El chico no levantó del todo la vista y relamió sus labios por la sensación tan espantosa que estaba padeciendo. "Todo bien también, ambos son muy amables con nosotros."
"Mhn, perfecto. Creo que no hay inconvenientes entonces, ¿o sí?" Las cabezas de los tres mosqueteros negaron al mismo tiempo. "¿Todo acorde a lo que les mencioné?"
"Mejor que nunca, no podemos esperar." La voz modesta de Paul resonó. "Tú dirás cuando es el verdadero momento."
"Pronto, el día se acerca y créanlo, será maravilloso."
"¿Nosotros podremos pelear?"
"Para eso están ahí, para dejarme el camino libre por completo y que únicamente me cueste trabajo empuñar dagas y jalar gatillos."
"¿Todos han dominado las armas al fin?"
"¡Por supuesto, Ben! ¿Crees que iba a permitir que se dieran el lujo de fallar ese día?" Dejó salir una carcajada fúnebre. "Ya tenemos casi todo listo."
"¡Excelente!"
"Aunque..." Kéven alargó la ultima letra de la palabra. "Al parecer tenemos un pequeño problema en todo esto." Maxime no pudo evitar hacer contacto visual inmediato con él, levantó la cabeza tan rápido que su cuello dolió.
No podía ser.
"¿Qué clase de problema?" La burla se notó.
No.
"Creo que hay un soplón entre nosotros... y quiero ser muy amable, al darles la oportunidad de que me digan quién fue el magnífico informante."
Ahora la tensión flotaba en el ambiente, Pierre incluso había arrugado el ceño al no entender a lo que se referían. Al menos la calma le llegó, supo que no era nada en contra suya y entendió de inmediato la idea de avisar la repentina ausencia de uno de los muchachos.
Nadie contestó, ninguno de los tres mosqueteros presentes tuvo la osadía de pronunciar nada, y eso le estaba haciendo molestar.
"Voy a repetirlo." Kéven empezó a caminar frente a ellos, recorriendo la fila. "Hay un soplón aquí, que nos ha traicionado. No daré detalles porque sabe perfectamente lo que ha hecho, y estoy esperando que tenga el valor de decirlo para que todo esto termine más rápido."
Eso era todo.
"Si algo me caracteriza, es hacerme responsable de mis actos." Maxime rompió con la incomodidad y respiró hondo. "Esta no será la excepción. Así que, efectivamente fui yo."
Su jefe giró la cabeza con lentitud, ya que se hallaba en el otro extremo y regresó dos metros atrás, para situarse delante del muchacho. Se retaron con la mirada, con una chispa de odio, de rencor y también de desafío, de todas formas Maxime sabía que esa batalla ya la tenía perdida, pero la perdería con todo el honor de hacer algo bien.
"¿Por qué tú? Si siempre fuiste uno de mis mejores aliados."
"Porque estoy harto de tu maldita forma de ser ventajosa. Porque tú solo sirves para usar a las personas a tu jodido beneficio, y yo no iba a permitirme hacerle daño a nuestros gobernantes, mi juramento como mosquetero va más allá de eso, es lealtad, yo no soy como los que están a mi lado, que solo buscan cuantiosas recompensas para sobresalir." Escupió con resentimiento, esbozando una sonrisa ladina.
Las fosas nasales del mayor se expandieron, y pronto todo su rostro estaba cubierto de el mismo tono rojo de hace un rato.
"¿Eso piensas?"
"No lo pienso, es la realidad. Porque no creo ser el único que piensa que tus actitudes son un asco, tanto como tu existencia. Todo lo que he trabajado para ti, lo he hecho por miedo, e incluso nunca hice nada que fuese a perjudicar a nadie, o al menos no consciente porque no me sorprendería que me hayas engañado en diversas situaciones para obtener mi ayuda. Eres injusto." Maxime cuadró su torso, y alzó un poco más la cara.
"Para esto no hay justicia, Max, siempre va a ganar el más listo e inteligente."
"Pues inteligente no creo que seas al defraudar la relación que tenías con tu propio rey. Él en serio confía en ti."
"Y a eso tenía que sacarle provecho, ¿tú crees que mis acciones no tienen fundamentos?"
"No me interesa saberlo."
Nadie habló por un rato. Paul y Bennet escuchaban y observaban de soslayo la escena, ninguno de los dos quería atreverse a voltear porque sabían lo que venía. Pierre por su lado, se lamentaba por el chico, también compartía su ideología, pero no era tan valiente como él, no podía poner en riesgo su vida.
"¿Qué tendríamos que hacer contigo entonces?" Se mofó, tallando su mentón con el dedo índice. "¿Paul?"
"Te lo he dicho en tú oficina, no podemos confiar más en él." Respondió el nombrado.
"¿Ben?"
"Lo que creas prudente."
Y fue ahí, donde el tercer mosquetero se dio cuenta que había sido traicionado él también, y no le dolía en lo más mínimo, porque sabía que, en algún momento, aquel par lo iba a pagar.
"¿Y tú?" Está vez, se dirigió a Maxime. "¿Tú cuál piensas que deba ser tu castigo?"
"No me interesa, aún así, ustedes van a terminar exactamente igual."
"¿Eso crees?" Tomó el rostro del chico con una mano, apretándole la quijada.
"Te lo estoy asegurando." Como pudo, habló. "Y te vas a pudrir en el infierno."
No hubo más voces después de eso, el único ruido que se escuchó, fue el de un arma siendo accionada, un disparo haciendo eco en el cuarto vacío. Los otros dos mosqueteros se sobresaltaron y cerraron los ojos ante un segundo disparo. Pierre estaba horrorizado, tragando saliva con muchísima dificultad.
Y al final, el cuerpo sin vida de Maxime, terminó impactando en el suelo.
Holaaaaa♡.
Uno de los capítulos más largos hasta ahora y también triste, nomeodienpls.
Btw amistadeeees, ¡¡¡Harry ya vuelve a México!!! Alcancé a comprar mi boleto hasta la ch1ngad4 de lejos del escenario pero lo logré, oficialmente estaré en el love on tour y quiero llorar.
Si alguien de aquí irá, ¡muchas felicidades! disfrútenlo mucho también♥︎. Y si no, recuerden que si no es en este tour, es en el siguiente. ♡
Nos vemos mañanita, un beso, les amo mucho.
-María Tommo.
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