CAPÍTULO LIII
Capítulo extenso, +4000 palabras.
Después de todo, las cosas se manejaron coherentemente.
Las explicaciones no se detuvieron, Zayn dio su versión, contando a detalle lo que había sufrido y como lo habían secuestrado, en pocas palabras. Se sintió orgulloso cuando Gemma lo felicitó por haber jugado con la mente de Paul, eso fue digno de admirar sin duda alguna.
Y Niall, bueno, a medida que escuchaba lo que su mosquetero estaba contando, chillaba al imaginarse todo lo que también sufrió. Él se encargaría de velar por su recuperación, porque seguramente el pelinegro estaba cansado y anhelaba un baño burbujeante con un masaje en los hombros.
El consejero lo añadió a la lista de cosas por hacer.
Liam fue elogiado también por la valentía que mostró y por su nobleza con los suyos. Al final, nunca los abandonó, no podía hacerlo, sería inhumano de su parte dejar a sus personas favoritas en todo el mundo a la intemperie. Superó algunos miedos en el transcurso, y eso también era digno de aplaudirse.
Y Krov, el chico iba a ser galardonado, por la ayuda extra que mandó traer, y porque no cualquiera sacrificaba su puesto con tal de ayudar a otra persona, independientemente de las razones, siempre lo hizo con la esperanza de que nada les pasara a sus, ya no tan nuevos, amigos. Aparte de la fidelidad que le tenía al reino Styles, era un conjunto de causas válidas.
Le desearon una pronta recuperación por el balazo, y Anne le dejó en claro que el médico estaría viniendo a revisarlo seguido.
A Pierre también le fue bien, en general, no tuvo pérdidas importantes en su cargo, solo que ahora tenía más responsabilidad hasta que encontraran un nuevo jefe, porque él declinó la oferta que la reina le hizo para tomar el mando.
No se sentía listo, y él no iba a permitirse dar una mala preparación a los futuros mosqueteros, ellos debían estar aptos para cualquier fallo en el sistema.
En conjunto, no hubo castigos ni reprimendas, porque la reina y sus hijos entendieron que todo fue en defensa propia, para protegerse unos a otros, y con un apoyo solidario.
Luego de eso, la despedida del rey fue realizada tal y como lo habían planificado al amanecer. Encabezados por Anne, llevaron a cabo la pequeña ceremonia que enviaría a su esposo hacia el eterno descanso. La reina esperaba que se fuera tranquilo, sin ninguna preocupación de por medio, porque sabía que sus hijos harían un gran trabajo.
Los mosqueteros y guardias finados tuvieron su partida digna de igual manera, algunos de sus compañeros interpretaron aquella canción que acostumbraban entonar cuando llevaban a cabo sus prácticas. Los sobrevivientes no recibieron ninguna sanción, solo escucharon que sus horarios de entrenamiento iban a ampliarse para que tuvieran un mayor progreso, y todos estuvieron más que de acuerdo.
Louis mantenía abrazado a Harry, el doctor pudo revisarle por fin los dígitos lastimados al muchacho. Tras el acomodo de sus falanges y un grito con llanto de por medio, le entablilló los dedos para que iniciaran su proceso largo y tendido de sanación.
Le recetó uno que otro remedio para el dolor y le aseguró que la inflamación bajaría cuando mucho en dos semanas. Podría soportarlo. Al igual que a sus colegas, le hicieron un chequeo general, solo para asegurar que no había ningún otro hueso roto, y no, no hubo más problemas en él.
El sol había terminado de salir al este, y el príncipe se sostenía con fuerza al torso de Louis, dándole el último adiós a su progenitor. Lo iba a extrañar como nunca, iba a ser bastante complicado adaptarse al cambio y entender el trasfondo de lo que le iba conllevar manejar todo un reino.
Porque Gemma le dejó en claro que le ayudaría pero desde las lejanas tierras de su nuevo hogar. Gustav terminó más enamorado de su esposa al verla luchar, tenía la más grande fortuna a su lado y no la iba a perder.
Ella tenía claro lo que buscaba ahora, y no iba a dejarlos por un tiempo, su cónyuge aceptó que se quedaran en el castillo hasta la coronación de su hermano, tenía que darle apoyo moral a su madre.
"Está comenzando a enfriar, ¿Quieres mi casaca?" Louis preguntó, dejando un tierno beso en la mejilla del menor.
"No, así esta bien." Susurró, limpiándose con el dorso de su mano la nariz. "Me hará mucha falta, Lou."
"Yo sé, pero te apuesto que él está muy orgulloso de ti. Y lo estará más cuando vea el gran rey en el que te vas a convertir."
"No sé... mi mamá va a sentir su ausencia, no quiero que se deprima."
"Anne es fuerte, Hazz. Tenerte a ti, y a Gemma aunque sea por un tiempo, le será de mucha ayuda."
El camposanto ya se encontraba vacío, solo estaban ellos dos, frente a lo que era la tumba de Des. Todos los demás ya se habían movido de vuelta al castillo, algunos a descansar, y otros a llevar un orden en la salida de los carruajes pertenecientes a los invitados que regresaban a sus hogares sanos y salvos.
La reina declaró el día completo en luto nacional, la noticia ya había corrido por toda Francia y por respeto al duelo de sus monarcas, todos los habitantes tenían que sumarse a la pena de haber perdido a la cabeza de la nación.
"Me da miedo decirte esto, porque la última vez que hice una pregunta similar, dijiste que estarías conmigo pero no se cumplió." Musitó el rizado, alejándose un poco para ver al mayor. "Pero bueno... ¿Me acompañarás en todo momento?"
El castaño sonrió de lado, chasqueando su lengua ante la voz exhausta de Harry.
"Nunca te dejaría. A menos que un maniático quiera deshacerse de mi, claro."
Y con eso, le sacó una pequeña risa entre lágrimas al menor.
"Pero en serio." Continuó. "Te juro por cada maldita flor que existe en nuestro planeta, que nunca te voy a abandonar, tendrían que arrancarme el corazón para poder dejarte a tu suerte."
"No maldigas a mis flores." Replicó, tocando con la punta de su dedo índice, la nariz de botón frente a él. "Ellas me anunciaron tu llegada."
"Claro, nunca creíste que un apuesto y valiente intento de mosquetero te iba a robar el aliento, he."
Con su mano libre, el ojiazul picó las costillas de su príncipe, robándole otra risita y retorciéndose por las cosquillas.
"No, la verdad es que no. Siempre creí que sería algún duque... pero mira dónde terminé." Louis le rodó los ojos, captando la broma. "Perdidamente enamorando del joven muchacho que me demostró que las historias de amor que mi madre me contaba cuando niño, si existen."
"Eso me hace sentir halagado, mi príncipe."
No se besaron aunque quisieron hacerlo, el sitio no era el adecuado. Así que solo se observaron, recobrando el brillo en ambas partes.
El príncipe se separó de Louis, y caminó unos cuantos metros hacia un arbusto cercano. De ahí, arrancó con cuidado una de las tantas rosas que habían brotado, escogió una relativamente bonita, pero que ya empezaba a marchitarse.
Regresó a su lugar y el mosquetero le dio su espacio, alejándose solo unos cuantos pasos para que el menor pudiera hacer lo que parecía tener planeado.
"Nos acabas de dejar con el vacío más grande que nunca creí sentir." Susurró, tratando que Louis no le escuchara, era algo muy personal. "Siempre fuiste mi ejemplo a seguir, mi sueño es y será ser como tú y como mi madre. Y aunque tú ya no estés físicamente, yo siempre te voy a llevar aquí." Llevó su mano derecha al corazón, con la garganta cerrada por el terrible sentir. "Voy a cuidar de mamá, yo seré quién la protegerá de todo mal, no dudes de mi. Te amo, no recuerdo cuando fue la última vez que te lo dije, pero espero lo estés escuchando ahora mismo."
Tuvo que jalar aire para ahuyentar las ganas de romperse otra vez ahí. Tenía que ser fuerte, por ahora, todos necesitaban de eso; cuando nadie lo viera probablemente dejaría salir toda la pena, pero no iba a estar solo.
Louis nunca lo iba a abandonar.
Por último, se inclinó a depositar la rosa sobre la tierra, y con el puño de su camisa, se limpió las incesantes lágrimas de sus mejillas.
Cuando el ojiazul advirtió eso, se aproximó a él, en espera de lo que el chico quisiera hacer ahora.
"Vámonos, Lou." Pidió, mirando al cielo un santiamén. "Merece descansar."
Su mosquetero le tomó de la cintura, y afirmó el agarre cuando inició el cambio rumbo a la salida, no dijo nada, no era necesario por el momento. Pero cuando estuvieron un par de pasos lejos de la tumba del rey, Louis se detuvo, y regresó corriendo al lugar donde habían estado parados instantes antes.
Harry le miró con las cejas en una línea, pero no se movió de su lugar.
"Le prometo que voy a cuidar muy bien de Harry." El castaño nunca tuvo una relación tan directa con Desmond, pero sintió la necesidad de comunicarselo. "El está en buenas manos y hará un trabajo excepcional con su reino. Confíe en él."
Con una leve sonrisa, se dispuso a regresar con su príncipe, quién lo esperaba con los brazos cruzados al no entender la situación.
"¿Qué fue eso?"
"Nada, hay que ir a descansar."
Harry no preguntó más, sencillamente siguieron su camino, rumbo al interior del palacio en espera de un baño y una taza de té caliente, mientras compartían su sofá de la estancia.
Claramente, los planes fueron cambiados para no perder la costumbre.
Lo único que alcanzaron a hacer, fue tomar una ducha rápida e individual, porque al regresar a la recámara, con la calma en todo el castillo, se encontraron con la reina sentada en la cama de su hijo, esperándolos.
Harry se puso un pantalón viejo, y una camisa en el mismo estado, fue lo primero que alcanzó a jalar de su armario. En cambio Louis, tomó las ropas que acostumbraba usar de pijama, su traje estaba al borde de desintegrarse, y no recibió uno limpió por parte de las personas encargadas de lavandería.
Los dos se hallaban parados frente a la cama, con el cabello húmedo y a la espera de que Anne diera inicio a la plática que iban a tener sobre su relación.
"¿Y bien?" Mencionó, arqueando una ceja. "¿Quién de ustedes me va a explicar lo que pasa aquí?"
"Harry." Se apresuró a decir el mayor.
"Louis." Dijo al mismo tiempo el rizado.
Se voltearon a ver con los ojos bien abiertos, y la risa que escapó de sus labios, le causó igual una a la reina. Si había sido gracioso.
"Como no se ponen de acuerdo, hijo, inicia tú."
El rizado abrió la boca con indignación, pero no se atrevió a reclamar porque su madre le transmitió una advertencia por medio de su gesto.
"Uhm... no es nada fuera de lo común. Creo que solo me dejé llevar por lo que sentí cuando lo vi."
"¿Tan simple?"
"Si." El príncipe miró de reojo a Louis, y este arrancaba impacientemente, la piel muerta de sus labios con los dientes. "¡Pero no es solo mi culpa!"
"Nadie está diciendo que lo sea." Decretó la reina, con una mueca divertida.
"¡Si Louis no fuera tan lindo, esto no hubiera pasado!"
El mencionado levantó sus manos, señalándolo de forma acusadora con su dedo.
"¡No me inculpes! ¡Yo no hice nada!"
"¡Claro que si! Fuiste demasiado adorable conmigo."
El ojiazul entrecerró sus ojos. "¿Yo? ¡Tú eras el que me sonreía!"
"¡Ajá, pero tú me lo devolvías!"
"Chicos." Anne retenía con mucho esfuerzo las pobres ganas de reír. "Paren, no estoy aquí para regañarlos, quiero... hablar con ustedes sobre algunas condicionantes."
Ambos muchachos se tranquilizaron, con el sonrojo notable y se distanciaron, dejando un hueco entre ellos. Harry sabía que su madre era muy comprensiva, siempre lo supo, y hasta antes de la boda estaba seguro de platicar con ella acerca de su conexión con Louis.
Y lo hubiera hecho si las cosas no se hubiesen ido al carajo.
Pero ahí estaban, prestando atención a todo lo que la reina tenía que decirles. Louis lejos de sentirse incómodo o preocupado, estaba pacífico, después de varios meses no tenía inquietudes externas a él, eran sus problemas y no los de otras personas los que recaían en sus hombros.
Ya no había malos presentimientos.
"Cielo, creo que sabes de sobra que ahora el encargado de manejar el reino, serás tú." Indicó Anne, acomodando sus propios cabellos detrás de sus hombros. "Y sé que estás listo porque tu padre... porque tú padre siempre fue tu ejemplo y ahora te corresponde ser el siguiente al mando."
La reina estaba poniendo todo de su parte para no llorar, pero todos los hechos recientes tenían su estabilidad emocional en el suelo. Estaba siendo demasiado para ella, porque no quería pensar en que iba a hacer sin Desmond, porque era su sostén, y ahora que se fue, se llevó una parte de ella.
Pero no quería mortificarse, tampoco a sus hijos porque la necesitaban. Conforme el paso de los días iban a notar más la ausencia de su padre y tendrían que ir soltando su recuerdo con lentitud, les iba a costar trabajo.
"A lo que voy con esto..." Prosiguió, pestañeando varias veces seguidas para alejar las lágrimas. "No sé cómo decirlo sin que pienses que estoy imponiéndote algo..."
El rizado la miró con intriga, y Louis solo mordió su lengua por la duda que se generó en su cabeza.
"Dilo así, como lo estés pensando." Sugirió, antes de colocarse en cuclillas frente a ella. "¿Qué es?"
"Cariño, tú necesitas un heredero."
Oh.
Eso.
"¿Un heredero?" Louis no pudo evitar preguntar. "Como... ¿Un sucesor?"
"Si, así es." Le contestó Anne, viéndolo un instante. "En otras palabras, un hijo."
Entonces, la respiración de Louis se contuvo en sus pulmones, y entendió el rumbo que las cosas estaban tomando. Era biologicamente imposible que ellos pudieran procrear, nunca iba a ocurrir, y ahora que lo pensaba, si era de suma importancia para la corona que la descendencia fuera en aumento.
Porque tenían que mantener el linaje, la sangre de los Styles debía seguir corriendo por las venas en los siguientes miembros de la familia, por los próximos principes y reyes que terminarían gobernando por años el país.
Lo único malo aquí, era que Louis nunca podría darle esa parte obligatoria en su casta.
Se sintió mal.
"¿Y eso por qué es tan importante justo ahora?" Mencionó Harry, con la notable tristeza en su mirada. "Falta mucho tiempo para que yo entregue la corona, aún no soy ni el rey."
"Eso lo sé, cielo." Los dedos de la reina, pasaron por sus rizos húmedos, y los acarició con lentitud. "Pero creo que no hace falta que te explique las jerarquías, es algo necesario..."
El príncipe lo sabía de sobra, eran temas que desde jóvenes habían platicado con sus padres, más que otra cosa, el lo veía como una obligación.
Lo inundó el pesar, cuando alcanzó a percibir que el mosquetero agachó la mirada, haciendo un leve puchero con su labio inferior. Eso no estaba bien, Louis merecía ser feliz por completo, no en partes.
"¿Eso quiere decir que no puedo estar con Lou?" Interrogó, con un poco de pánico interno, a la espera.
El ojiazul también estaba atento.
"Eso también es complicado. La ley es clara al estipular que la realeza no puede y no debe relacionarse con plebeyos." Habló con nostalgia, sosteniendo la mano de su hijo entre las suyas. "Por decreto, no puedes."
"Pero Lou no es un plebeyo, él es un mosquetero real." Defendió, relamiendo sus labios ante la ansiedad que le causó imaginarse lejos de su chico.
"No lo es aún, el título no lo tiene, y aunque así fuera, sigue sin ser parte de la nobleza. Gemma dijo algo muy cierto, aunque no tiene la descendencia, forma parte del castillo... pero no de la corona."
"Yo no quiero formar parte de ella, su alteza." Masculló Louis, metiéndose en el tema. "Yo solo deseo estar con Harry, a mi no me interesa en lo absoluto gobernar porque jamás lo quise por su puesto. Yo me enamoré de él por sus cualidades, no por tener una corona sobre la cabeza."
"Me consta, hijo. Se perfectamente, que tu amas a Harry de forma honesta, y no hay nada que me haga sentir más tranquila, el saber que está en buenas manos."
La calidez con la que Anne le habló, le dio cierto alivio. Pero no acallaba su intranquilidad; después de todo, él solo quería estar con Harry de la forma amorosa, en la relación que tenían y mantenerla estable por el resto de su vida. No quería ser un rey, no aspiraba a serlo, y aunque le hubieran hecho la oferta, no la aceptaría porque su fin nunca fue llegar a un puesto como ese.
Cuando llegó al castillo, lo único que podía pensar era en ser mosquetero, uno valiente, de vigilancia, con una buena formación. Jamás pensó que en el camino se encontraría con un príncipe que le cambiaría la existencia para bien de ambos, y tampoco creyó que caería por él tan fuerte.
"¿Cuál es el punto de todo esto?" Dijo el ojiverde, levantándose del suelo y retirando la mano, de las de su madre. "Entiendo que debido a la reglas Louis y yo... bueno, eso. Pero, sabes perfectamente que esta vez no voy a poder cumplir los lineamientos porque yo en serio quiero estar con él."
¿Estaba tomando una decisión a la ligera y con el corazón? Sí.
¿Le importaba? No.
El deseaba estar con su mosquetero, y nadie se lo iba a impedir.
"Creo que no me has entendido."
La reina procedió a ponerse de pie, y se abrió paso entre ellos, empezando a caminar a pasos lentos y cortos de un lado a otro en la habitación. Había cierta tensión flotando, y Louis le quiso dar fin a ello pero no iba a ceder, el tampoco quería dejar a su príncipe, no lo haría.
"¿Qué tengo que entender?"
"¿Sabes quién formula los estatutos del reino?"
Los pensamientos de Harry parecían pelear entre sí, no tenía respuestas inteligentes y los archiveros en su mente estaban volando papeles por doquier.
"¿El rey?" Le salvó el mayor, mientras mordía su uña del dedo pulgar.
"Precisamente." Anne le sonrió un poco. "Todas los preceptos son escritos por el gobernante supremo. Yo no puedo realizar mucho ahí, solo proponer pero al final, la firma que cuenta es la del monarca."
Algo en el castaño se removió con brío, pero prefirió no decir nada por miedo a estarse equivocando con las teorías que había empezado a formar.
Sin embargo, los ojos verdes del menor estaban cristalizándose porque ya no se veía a un lado de Louis, por esas estúpidas leyes, por esos pergaminos de años atrás que establecían cosas anticuadas solo con el fin de conservar la sangre, era estúpido.
Si tan solo...
"Espera." Parloteó, pasando la mano por sus rizos y luego, la colocó en su mentón. "Estás diciendo que la norma es escrita y evaluada por el rey. Solo él la puede autorizar..."
"Así es."
"Entonces..."
Las comisuras de la reina se alzaron más, al notar por fin, que su hijo estaba captando la indirecta. Louis tapó con su mano ilesa parte de su boca, y miró a Harry con los orbes como platos.
"Yo soy quién de ahora en adelante, tiene que avalar todas esas reglas..." Susurró, y el tintineo en su mirada regresó en un santiamén. "¡Y puedo cambiarlas! ¡Puedo cambiar esas normas!"
"Lo puedes hacer, siempre y cuando no dañes a terceros con tus decisiones. Y claro, mientras yo esté de acuerdo, confío plenamente en ti, pero por unos años yo te ayudaré para que comprendas mejor el mecanismo."
Louis y Harry se observaron como un par de criaturas emocionadas, la sonrisa que hizo el mayor apretando sus labios le causó mucha ternura, y como consecuencia, Harry mordisqueó su labio inferior con las mejillas arreboladas.
"Solo hay una que desearía cambiar, mamá." Exclamó, sin perder el contacto visual con el chico. "Las reglas han estado por décadas y no planeo moverlas, el territorio funciona muy bien así... Pero solo hay una que voy a alterar... ligeramente."
"¿Podría saber cuál es?" Le respondió, viendo enternecida, a los dos muchachos.
"Que el príncipe o la princesa puede estar con aquella persona que considere correcta para su vida. Sin importar posición social, linaje o título."
Louis estuvo a nada de gritar por el entusiasmo, estaba temblando por el remolino de emociones tan satisfactorias, tenía mucho tiempo de no sentirse tan calmado en su vida cotidiana.
"Me parece bien, no me opongo a ese cambio."
Anne se acercó a ellos, y extendió sus manos a ambos, cada uno la tomó con delicadeza, y la miraron con agradecimiento.
"Porque estoy segura, de que tu padre también la habría cambiado."
Tal cual era de esperarse, Harry se le tiró encima, fundiéndose en un fuerte abrazo y sanándose el alma el uno al otro. El amor maternal siempre fue parte fundamental en la recuperación de Harry, en cualquier cosa, tanto buena, como mala.
Y la reina necesitaba mucho a sus hijos, sabía que no estaba sola, y aunque la partida de su eterno amor le dolería hasta que ella tuviera la dicha de estar nuevamente a su lado, mientras tuviera vida, seguiría velando por la seguridad de sus niños.
"¿Y tú? ¿Qué esperas?"
Louis se atolondró un poco, pero volvió en sí cuando vio el brazo de la mujer abriéndose hacia él. Contuvo las ganas de romper en llanto, y solo se aproximó para envolverse en el magnífico abrazo.
De manera no oficial aún, formaba parte de la familia.
"¿Y lo del heredero?" Le dijo en voz bajita a su madre, en la oreja.
"Eso lo veremos más adelante, tienes mucha vida que recorrer aún."
Claro que si la tenía, le esperaba un futuro lleno de dicha y de paz, un destino que iba a construir con sus seres queridos... una vida junto a Louis.
Su caballo iba en un trote lento al estar llegando a su destino, un camino que conocía bastante bien para su pésima suerte. Iba con la cabeza agachada, mirando las pezuñas del animal ceñirse a la tierra en cada pisada, hundido entre lo que creía correcto y lo que pensaba hacer.
La casona vieja apareció más rápido de lo que pensó, la divisó unos cuantos metros a lo lejos y sintió repentinas náuseas al encontrarse en ese sitio tan desolado. Con la poca valentía que le sobraba, tragó saliva fuertemente y se bajó del corcel, dejándolo desatado para que se fuera, si eso era lo que deseaba.
No lo iba a atar para que sufriera lo mismo que él.
Caminó con pasos largos a la parte posterior de la casa abandonada, y cuando ahí estuvo, encontró a la primera la fosa de Maxime. Seguía igual que como la dejaron, no había nada fuera de lo común, solo tierra aplanada con una pequeña marca para identificar la zona.
Paul se arrepintió de llegar, quiso irse, subirse al caballo y regresar por dónde había venido.
Pero la culpa le había alcanzado, lo había abofeteado en la cara, por esa razón, en el combate de quién fuera su superior, permaneció todo el momento escondido, sin salir de ahí hasta que todo se tranquilizó y logró saltar por la barda lateral para huir.
No para engañar a la muerte, porque al final, lo estaba esperando. Sino para hacerlo bien, para poder irse sin necesidad de que alguien le arrebatara el aliento.
No como lo hicieron con Maxime.
"Hey, amigo." Murmuró, caminando hacia la tumba improvisada de quien fuera su compañero. "No tengo mucho que decir, solo quiero que sepas que Kéven pagó todas sus culpas al fin. Probablemente él ahora esté en el infierno, y tú... bueno, espero tú estés en la gloria para que no te lo encuentres de nuevo."
Podrían llamarlo loco al estar hablando así, pero era una necesidad, no se podía ir con esa sensación tan desagradable en sus entrañas.
"¿Sabes? Fuiste alguien admirable para mi, me agradaba mucho tu forma de ser, darlo todo sin esperar nada a cambio. Eras muy noble, Max." Paul suspiró, dejándose caer a un lado, sobre la superficie. "Solo... quiero pedirte una disculpa, y no merezco que me perdones, pero me ayudara a mi, a descansar un poco mejor. No estuve en la batalla, por si querías saberlo, me fui del lugar apenas tuve la oportunidad."
Estaba conversando con la nada, el viento recorría el lugar a una velocidad calmada, era extremadamente relajante.
"Desmond también murió, quizá a él si tengas el gusto de verlo en algún momento, siempre fue bueno con nosotros." La mirada del chico estaba perdida en un punto incierto de las lejanías. "Y su hijo, el príncipe tendrá que tomar el trono. Lo hará bien."
Guardó silencio por unos remotos segundos, y después, metió la mano a su bolsa del pantalón para sacar su arma cargada, la que le habían dado para la lucha final.
"Contigo aprendí que la traición se paga caro. Yo te traicioné a ti, así que merecía morir por la madrugada, como Bennet... yo necesitaba hacer esto antes, te repito que no merezco tu perdón, porque me hallaba cegado con recompensas ficticias, pero aquí estoy, demasiado tarde pero lo estoy."
Balbuceó, retirando el seguro del arma.
"No me considero una buena persona, porque nunca lo fui. Tal vez pienses que hago esto por limpiar un poco mi consciencia y si, tendrías razón Max." Asintió con su cabeza, totalmente serio. "Pero solo venía a pedirte perdón porque yo fui causante de tu partida, así como de muchas personas inocentes que no merecían irse, solo porque Kéven estaba enfermo de poder."
Sujetó el fusil y con firmeza se lo colocó, apuntándole directamente a su propia sien.
"Así es como debe terminar, no espero verte porque yo se perfectamente a dónde iré... pero quería que lo supieras."
El sonido de los disparos ya no era poco común, ya no le sobresaltaba, ni tampoco le sorprendía. Era un ruido más, que se unía con el entorno y terminaba disipándose como una nube de humo.
La cabeza de Paul colisionó contra el suelo, sin ningún amortiguador, la sangre salió expulsada en varias direcciones, y el caballo en el que había venido, galopó lejos del lugar por el susto. Con suerte, alguien lo encontraría y cuidaría de él.
El merecía morir, lo sabía, no quería vivir huyendo de la corte real, no anhelaba tener días imperturbables, no iba a dormir por las noches. Escogió el suicidio como mejor opción. Creyó que era la forma más conveniente, no la más justa, pero si la más prudente.
Una basura menos en el planeta.
HOLAAAA♡.
Bueno, pues acá les dejo el penultimo capítulo:(♥︎ Como sea, disfrútenlo y muchas gracias por tanto, espero les guste.
Nos vemos pronto con el cap. final. ♡ les amo, besitos.
-María Tommo.
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